¿De dónde vengo? ¿Quiénes eran mis padres? ¿Qué me hizo ser... yo?
Se convirtió en el fuego de mis venas.
Mi viaje me llevó a Escocia, a las Tierras Altas, y por primera vez en
mi vida, tuve esta sensación de... pertenencia.
Lo que debería haber sido una simple excursión por la campiña
escocesa me llevó a cosas mucho más misteriosas que tratar de
averiguar quién era yo.
Había otras cosas -criaturas- al acecho en este mundo, unas más
fuertes, más feroces. Unas que no eran humanas.
Todo lo que había conocido parecía ahora una fábula. Y lo que antes
era una fábula, ahora era verdad.
Era una de esas criaturas de otro mundo que me acechaba, me
perseguía. Sabía que no podía huir de él. No podía escapar.
Era más grande que cualquier hombre que hubiera visto, más fuerte
de lo que cualquiera debería ser. Sus gruñidos eran feroces, sus
colmillos animales, y cuando me miraba, lo hacía con ojos brillantes.
Me encontré a su merced, encadenada a una cama y a solas con este
hombre que no era realmente un hombre. Le pregunté por qué estaba
ahí, por qué me llevaba, me retenía contra mi voluntad.
Y todo lo que dijo fue... que yo era su compañera.