S U MM A A R T IS HISTORIA GENERAL DEL ARTE VOL. XXXV * * ARQUITECTURA ESPANOLA 1808-1914 POR PEDRO NAVASCUES PALACIO CATEDRATICO DK LA ESCUELA SUPERIOR DE ARQUITECTURA DE MADRID E S P A SA C A L P E, S. A. MADRID 19 9 3 UN SIGLO DE ARQUITECTURA 1. INTRODUCTION.—Si sobre la historia de la arquitectura ha pesado alguna vez una suerte de maldicion, esta se ha venido identificando con la del siglo xix. Durante mucho tiempo, y aun hoy para algunos, esta centuria venia a significar algo asi como el estrepitoso final de la arquitectura que hasta entonces se habia conducido, a traves de la Historia, sa- biendo llevar con orgullo las virtudes vitruvianas de solidez, utilidad y belleza. Desde este punto de vista verdaderamente apocaliptico, la tierra conocio en el siglo xix un quinto jinete que fue sembrando a su paso el mal gusto, provocando un desconcierto general en la sociedad y poniendo al arquitecto contra las cuerdas. El conocido arquitecto frances Jean Baptiste Lassus, renegando de la arquitectura que le habia tocado vivir, afirmaba en 1856 que el eclec- ticismo era una «plaga», es decir, los propios profesionales y criticos de la arquitectura con- sideraban a esta enferma de muchos males a combatir. De aquf surgieron bandos y guerrillas, y la abundante literatura crftica de este periodo da testimonio del calor puesto en un enfrentamiento multiple en el que arquitectos, maestros de obras, ingenieros, escuelas, academias, corporaciones y sociedades de distinta indole, y opi- nion publica en general, debatieron la esencia y forma de la arquitetura como no se habia visto nunca en otra etapa anterior. Ello querfa decir, en definitiva, que la arquitectura no solo no estaba muerta, sino que latia con mas fuerza que nunca, incluso mas alia de los cenaculos habituales, hasta convertirse en un asunto publico, a lo cual contribuyeron no poco las expo- siciones y concursos, la proliferation de las revistas especializadas y la atencion creciente de la prensa periodica e ilustrada hacia la nueva arquitectura sin dejar de reflexionar sobre la preterita. Por otra parte, resulta dificil admitir que un siglo tan rico y denso en lo que se refiere a la ciencia y a la tecnica, tan revolucionario en los campos social y economico, y tan podero- samente atractivo en el ambito literario, musical o pictorico, no tuviese una equilibrada co- rrespondencia en la creation arquitectonica. Lo que sucede es que nos ha llegado «mas» arquitectura de este periodo que de otros anteriores y, al propio tiempo, la arquitectura en este siglo xix abordo un numero mayor de programas y tipos que en toda su historia anterior, de tal suerte que la buena y mala arquitectura se ha conservado sin una clara distincion hasta que la moderna critica ha ido separando el trigo de la cizana. Pero advirtamos inmediatamente que la mala arquitectura no es privativa del siglo xix, sino que como una sombra acompana a la arquitectura a traves del tiempo, de tal manera que sin escandalo deberiamos aceptar la mediocridad de tantos proyectos renacentistas y el caracter insipido de muchas iglesias medie- vales, por ejemplo. Lo que sucede es que mas alia de su belleza nos puede interesar para ver como, estadisticamente, se cumplen alia ciertas normas compositivas o constructivas como 10 ARQUITECTURA ESPANOLA 1808-1914 Juan Antonio Cuervo, par Goya. Isidro Velazquez, par Vicente Lopez. Real Museo de Cleveland (EE.UU.) Academia de Bellas Artes de San Fernan- do. Madrid hijas de una determinada etapa con la cual se identifican. Lo mismo podria argumentarse en relacion con muchas de las arquitecturas del siglo xix, aunque no tengan el extrano valor anadido de su menor ancianidad, pues la verdad o ia belleza no dependen de tiempo trans- currido. Pero ademas de estas premisas generates validas para cualquier momento, en las que en todo caso se pide, como punto de partida, un trato y objetividad para la arquitectura del siglo xix anaiogo al que nos sirve para acercarnos a la arquitectura barroca o bizantina, resulta que positivamente la arquitectura de esta centuria ofrece unos horizontes insospechados, con obras singulares de una belleza indecible, capaces de suspender nuestra admiracion como lo pudieran hacer los templos griegos o el barroco de los pai'ses germanicos. La Opera de Gar- nier, en Paris; el Auditorium de Adler y Sullivan, en Chigaco, o la desaparecida Galena de Maquinas de la Exposition Universal de 1889, en Paris, figuraran siempre en una antologi'a de la historia de la arquitectura junto a otras muchas realizaciones geniales que muestran como la arquitectura alcanzo en este siglo XIX una de sus cotas mas attas. Si de las obras pasamos a sus autores, los nombres de Schinckel, Viollet-le-Duc o Victor Horta, por ejemplo, pueden mirar de igual a igual a cualquiera de los que componen la nomina de los mas celebres arquitectos anteriores a 1800. Finaimente ariadiremos que nunca como hasta el siglo XJX habia sido tan amplia y matiza- da la actividad edilicia, de suerte que junto a los temas tradicionales de la arquitectura reli- giosa, civil y militar, aparecen ahora nuevos programas como estaciones, mercados y una lar- ga lista en la que figuran los hoteles de viajeros, bolsas, pasajes comerciales y toda una UN SIGLO DE ARQUITECTURA 11 serie de nuevas o renovadas arquitecturas que surgen al compas de una «vida moderna». Pero, incluso, los viejos temas de la arquitectura como el de la vivienda conocen ahora un trato radi- calmente diferente, y asf, desde ei palacio nobiliario, pasando por los amplios inmue- bles que ocupa la burguesi'a adinerada en confortables casas de renta, hasta llegar a la pre- caria vivienda obrera, nunca la casa habia sido objeto de tan cuidado analisis proyectual. Otro tanto cabe decir del hospital, de los museos, el teatro, los cementerios y, en definitiva, de la ciudad toda. ^Que ha sucedido, entonces, para ver tan negativamente este periodo de la arquitectura? Son varias las causas. La primera de ellas responde, muy posiblemente, a un rechazo tan inconsciente como absurdo de lo que resulta contemporaneo y muy proximo, lo cual se repite con frecuencia en la historia de la cri'tica del arte. Sabemos como el renacimiento int'ravaloro la Edad Media y de que forma la Academia y la estetica neoclasica nego el pan y la sal al mundo barroco. A su vez, el siglo xix tildo de fri'a e incapaz a la arquitectura neoclasica y en nuestro tiempo hemos censurado agriamente el pasado siglo, acunando con sentido peyo- rativo el termino «decimononico» como sinonimo de mal gusto. Hay, sin embargo, otra razon mas honda para redoblar el gesto de rechazo, y es la com- plejidad misma de la arquitectura del siglo XIX. La propia diversidad y matices senalados hacen dificii su historia, especialmente cuando se pretende hacer una historia estilistica de la arquitectura. El metodo habia funcionado bien cuando. haciendo caso omiso de la continua Tiburcio Perez Cuervo, por Goya, Mu- seo Meiropolitano, Nueva York 12 ARQUITECTURA ESPANOLA 1808-1914 complejidad de cualquier fenomeno historico, se habian escogido unos nombres y unas obras afines para identificar en el tiempo un «estilo». A este le sucedfa otro, y asi, de forma suce- siva, se llegaron a ensartar las cuentas de un rosario que si bien no era falso, tampoco ence- rraba toda la verdad. Era como hacer la Historia con tan solo los nombres de los monarcas o de las batallas cuando la realidad resultaba mas compleja y la arquitectura, como parte integrante de aquella Historia, participa desde su origen de una evidente complejidad a la que hay que anadir la derivada de todo proceso creador. No es este el lugar para hacer una historia de la historia de la arquitectura, pero si recor- dare que esta no se basa solamente en arquetipos y heroes, sino en contratipos y heterodoxos, y que el resultado final es una secuencia de arquitecturas que coincidentes en el tiempo tien- den a expresar ideas distintas, de tal modo que existen y coexisten diversas formas de concebir la arquitectura en el siglo xvi, al igual que nos topamos con arquitecturas barrocas de muy distinto signo. Todo ello sin olvidar las irreductibles resistencias arcaizantes ni las madruga- doras arquitecturas profeticas, de tal forma que un corte horizontal en el tronco de la historia de la arquitectura nos haria ver anillos muy diversos en un momento determinado al que, por comodidad y eficacia, hemos venido etiquetando con el nombre de un estilo, del estilo do- minante y fuerte. Pero la crisis misma de estilo como imperativo circunstancial y la relativa libertad y tolerancia del siglo xix permitio que se produjera una situacion insolita en el campo del arte y, en especial, de la arquitectura. En otras ocasiones me he referido a esta situacion haciendo un simil musical, de tal forma que si la arquitectura ha sonado hasta aqui como un arpegio cromatico, una nota detras de otra, un estilo despues de otro, ahora la arquitectura se oye como un acorde, de modo que tanto los historicismos, con todas sus variantes, como las nuevas arquitecturas, lo que hoy llamariamos la tradition y la modernidad, se dan cita en el espacio al unisono. Esto dio lugar a discordancias y sobresaltos produciendo, en definitiva, una sana crisis de la que saldria fortalecida la arquitectura. Si a ello anadimos la versatilidad del arquitecto en relation con las demandas del cliente, el valor simbolico de los «estilos» historicos, el encuentro de arquitec- turas dispares en un mismo ambito urbano, la revolution que supuso la nueva tecnologia del hierro y del acero, la reflexion sobre arquitectura e ingenieria con el consiguiente debate de alcance facultativo y social, etc., obtendremos un periodo dificil de ordenar y clasificar por el procedimiento tradicional. Ante ello se opto por ignorar el siglo xix y dejarlo en reposo a la espera de estudiosos con animo de enfrentarse a este nuevo trabajo de Hercules. Llegados a este punto hay que reconocer el esfuerzo hecho por Henry-Russel Hitchcock cuando, en 1958, publico su Architecture: Nineteenth and Twentieth Centuries. Desde entonces hasta los mas recientes libros de Mignot (L'Architecture au XIXe siecle, 1983) y Loyer (Le siecle de Vindustrie, 1983), donde fundamentalmente se pretende ilustrar de forma generosa la arquitectura misma en sus imagenes mas expresivas, son muchas las aportaciones que han ido enriqueciendo este periodo, tanto a traves de visiones generales, como la debida a Middleton y Watkin (Architettura moderna, 1977), como por medio de estudios que siendo amplios se cinen a un determinado pais, entre los que me parece modelico el de Carroll L. V. Meeks (Italian arquitecture, 1750-1914, 1966). Estas y otras muchas obras han venido desconociendo, sin embargo, la realidad de la arquitectura espanola, que, ciertamente, no tiene tras de si la Inglaterra victoriana ni la poderosa Francia del Segundo Imperio, pero que, no obstante, conto con una arquitectura de indudable interes que aquf nos proponemos abordar. Casi con la unica exception de Gaudf, ningun arquitecto de nuestro siglo xix figura en el mdice de nombres de la bibliografia mencionada. Tan solo quienes como Hitchcock leyeron la Historia del Arte Hispanico del marques de Lozoya, incluyeron en sus paginas a Pascual y Colomer, UN SIGLO DE ARQUITECTURA 13 Jarefio y Repuiles, asi como otros autores mas recientes, que se interesaron por nuestros estudios, se fijaron excepcionalmente en Rodriguez Ayuso como autor de la «exotica» Plaza de Toros de Madrid, hoy desaparecida. Vista asi, desde fuera, nuestra arquitectura no ha variado mucho desde que Pierre Paris escribiera, en 1926, una vision general incluida en la conocida Histoire de I'Art de Andre Michel. Desde dentro tampoco colaboro mucho precisamente el libro de Gaya Nuho sobre el Arte del siglo XIX (1966), donde la arquitectura salia especialmente malparada. Por entonces, algunos ya estabamos trabajando, no sin dificultades de comprension hacia el tema en cues- tion, sobre la arquitectura espanola del siglo XIX, y en los liltimos artos hemos visto aparecer, con logica satisfaccion, decenas de monograftas y articulos que hacen posible este balance que se ofrece en las paginas siguientes. Nuestro agradecimiento seria para todos y cada uno de los nombres que se recogen en la bibliografia, en su mayor parte jovenes profesores de universi- dad que, me consta, han llevado este interes hasta las aulas. 14 ARQUITECTURA ESPANOLA 1808-1914 A OS EL PRESIDENTE. YREAL ACADEMIA DE SAN FERNANDO Conforms d lo ullimamcnlc remeltb pbf S. M.,y fwilianln en natural de de it ctlad de aAas <fincurrcn la safieitneia y etuidad iptc rciprirretl nutltroi Ettalulot para ahiener cl llhile de ,4 ft • t-: n e rn, utanda dr lot I Jnaimlila dAcni QmUijTc tjCwTt.a- f! cHone yt oid»ai i ullaci nfe acdolnacduclii iltuJo, t p^rfcrtliro; t y Ib.Vi t.gJe.rirti.einiort: hrjj.ii/ec , ademrallin dhca apmmteiiditrardaorl.* lleu lebeilapeaerdae mfeptj laaj cgcrnarJoujm i j ,ptey ic ajnaemrcb rapmrioepnetor- tt Cionnndo en I'l jJeailenia , debt goxarjuera dc ella lai hoiiras y prerrogal'^iu cwuxduiui par S. M. il tu anir. iw jS'j sipac/Uos". Lot /frijuiieeioi egereerda liltrentenle ju profetion r;~ lodo d reyaa^ gin ijat per ningaii Juts rf tribunal puedan ler oli'i'^nJo.r <i ineorporarie en prrnuo ultimo, ni 11 ter vuilaiios de uecdorti ti iitalicat,y el que cn deretiimaeion de m /inWc ^rtc jc iacorpbrdre en a/cuM grcmio, per cl a hecho iptede pea mh de let honnret y gradn de Arquitcclo. y para iff cn conformidad dc las intencionet del Pey tenga loda cl d^bido aipiflinilrnlo, mandamot e.rpedir cl pretenle, firmado pOr no- eairas^ rtjrendada par cl secrelario de S, M. y dc la deadfmia , fa Real cntt lit fll TttiJtrtda Madrid d dc Je mil Tilulo de arquitecto de !a Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid 2. ESPACIO Y TIEMPO.—Las coordenadas de espacio y tiempo nos obligan a senalar los limites que hemos impuesto a este trabajo en uno y otro sentido. Desde ei punto de vista cronologico tenemos que hacer varias observaciones sin las cuales no cabe avanzar en el co- nocimiento de la arquitectura del siglo xix, ahora ya referida concretamente ai panorama espafiol sin con ello desconocer los paralelismos, influencia y distancias que nos unen o se- paran del contexto europeo. En primer lugar, el siglo xix no supone para nuestro proposito, ni para nada que no sea frtamente contable o estadistico, una unidad coherente que tenga en sus cien anos un argumento propio. Por el contrario, hay en sus comienzos una fuerte presen- cia dieciochesca y en sus postrimerias se pueden detectar ios avisos del nuevo siglo. Entre como se concibe en 1899 la vivienda, el templo o el teatro y de que forma se entendian estos temas en 1800 parece mediar algo mas que cien anos, ya que trata de mundos distintos. Las bisagras no coinciden con las centurias. En unas, para determinados episodios de la historia de la arquitectura nos encontramos con «siglos» que no alcanzarian los ochenta anos, mientras que otros rebasarian el centenar con hoigura. Pero lo grave no es esto, sino que aquellos ochenta anos ni siquiera coinciden dentro de una inisma centuria y del mismo modo que el neoclasicismo no es, en modo alguno, un fenomeno que se ciria al siglo XVHI, sino que tiene tanta o mas fuerza en buena parte del siguiente —bastaria recordar el neoclasicismo napoleo- nico o la obra de Klenze—, de igual forma la arquitectura del siglo xix propiamente dicha, la que se identificaria consigo misma como diferente del neoclasicismo y distinta del movi- miento moderno, se desarrolla ente 1850 y 1920 aproximadamente. UN SIGLO DE ARQUITECTURA 15 Si bien advierto a! lector que tambien hablaremos en este volumen de la arquitectura de la primera mitad del siglo xix, querria explicar el porque de aquellas dos fechas como limites de la arquitectura del siglo xix. No creo que resulte difi'cil entender que el fenomeno del neoclasicismo, claramente vinculado con el absolutismo del siglo xvm, se prolonga durante las primeras decadas del xix, donde en muchos casos producira obras magnificas, posiblemen- te las mas delicadas por ser la ultima flor de aquel movimiento entre academico y politico que tuvo su origen en el regazo de la Ilustracion. Si tenemos en cuenta, como luego se vera, que la monarqui'a absoluta de Fernando VII alcanza el primer tercio del siglo xix, es facil deducir que la imagen arquitectonica de este momento tendra un sustrato comun con las arquitecturas de su padre y abuelo, basadas en una normativa academica de aspiracion clasi- cista. La desaparicion de la Academia como centro de formacion de arquitectos y la creation de la Escuela de Arquitectura supuso un cambio bastante radical, a su vez reflejo de otras mutaciones mas profundas que se estan produciendo en la sociedad espanola. De tal forma que las primeras generaciones de arquitectos «no academicos» se encuentran trabajando en la calle hacia 1850 y sus proyectos, como sus clientes, responden a una problematica muy dife- rente a la que envolvia la arquitectura en los anos de Fernando VII y, desde luego, imposible de vincularlas a los ultimos borbones del siglo xvm. Volveremos a insistir sobre estos aspectos inmediatamente, pero antes veamos que ocurre con el final de esta nueva arquitectura surgida hacia 1850. Son varias las etapas que va a recorrer durante las que los arquitectos, la Aca- demia, los criticos y un largo etcetera se interrogan insistentemente sobre el caracter, forma, estilo y concepto de la arquitectura de su tiempo. Las propias obras van definiendo los perfiles de la nueva arquitectura, contentando a unos y desenganando a otros. Se recorre la historia Custodio Teodoro Moreno, litogra fia de Federico de Madrazo
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