IK Lilis mzm T Z\M' , <*• !' '•'* í' ' \ i- • Vi *\ BURGOS. Imp. de U viuda d« Vni«nue«a, Plait Mayar, 3. S NI ^ ^ MANUAL ESíiiiiMi m mi 11 roí o I • r i. A c" I o X dü liis principiiles tretas puestas por leceiones al alcance do todos los allciouados, poy D. LUIS CENZANO Y ZAMORA, lOMANHANII.; CAITIAN hl-: i;.l lÍKM lo . i \ [ ;A I I IL'O lii: ¡ \ J:i AI, V hisiiNoi ihA oi;iii\ i.io SAN IIIO:MI:M':C.II,I»I, un ISAUM. I,A (;Ar<')i.icA , ri;i / DI-: I,A i'ii;iii:\ hí'i, Mioair. Mil.n AI: I:II.IA V I.I./VM \ •••••. .' ,i|A .1- Vn I . .• I •• >, 1' ¿^¿^^ ^^J:^(C3,Í:Í'.¿^Í^ ,7¿^^ •C,^ e 1^,^~¿Z^ c-^ i2_ A/^^ PRÓLOGO. CONVENCIDOS de la utilidad que á los Señores Oficiales y clase de Sarg'cntos reporta adiestrarse en la csgriíaa de la espada y sable, armas que están llama das á recon<¡uistar su antigua imj)ortan- cia y ser en lo sucesivo las que sustitu yan á la bayoneta cuando las armas de fuego lleguen á un estado de perfeccio namiento que á sus menores dimensio nes, reúnan el mismo alcance y rasante trayectoria, como ya sucede con el Win chester y otras, nos atrevemos á reco pilar en forma de lecciones prácticas las principales combinaciones ó tretas de donde puede resultar el ataque ó de fensa. Carecemos de toda pretensión de perfeccionamiento como obra literaria y sí abundamos en la idea de ser útiles á nuestros compañeros; suplicándoles nos dispensen nuestro atrevimiento en virtud de la sana intención que nos estimula. En los varios casos que se puede ha llar un oficial en la guerra no serán los menos aquellos en que por efecto de una sorpresa, ó como resultado de un ataque, se crucen Jas armas, y confun didos amigos y adversarios, se haga im posible el uso del rewólver, cuyos pro yectiles, en lo incierto de los disparos por la fatiga del momento, lo mismo pueden herir á un enemigo que atrave sar el pecho de nuestros mismos solda dos. En tal lance la espada, con la cual como complemento de un mandato el Oficial señala á los suyos el puesto de honor, el de la victoria, será la llamada á desviar la punta de una bayoneta, la moharra de una lanza ó el golpe del sa ble, espada, machete ó gumia de un gi- nete, ejecutando velozmente la oportuna respuesta para alcanzarle. — 5 — Convencidos de que para llegar al perfeccionamiento en el manejo de las armas no basta la lectura de las mejores reglas fundadas en razones científicas, hemos procurado no ser difusos en las explicaciones, y extendernos tan solo lo suficiente para ser entendidos, y pasar desde luego á practicar la lección; con lo cual será punto menos que imposible olvidar los preceptos, toda vez que afir mándose en ellos se adquirirá soltura en el brazo al propio tiempo que agilidad en las piernas y confianza en el resul tado. Como nuestro objeto no ha sido ha blar á la imaginación, que en todos no es igual, en vez de seguir la senda de algunos de. los que en esta dase de tra bajo nos han precedido, extendiéndose en principios y reglas interminables, he mos preferido no fatigar la memoria de los principiantes, y por el contrario ha cerles comprender no deben dejar en reposo su brazo y piernas, ejercitándose mucho teniendo al frente un contrin cante entendido; con lo cual adquirirán la verdadera destreza que consiste en el ataque y defensa ó vice-versa; pues así. como á la agresión sigue la defensa, á la — 6 — repulsión de un golpe ha de ser inme diata la ofensa; todo lo que hemos pro curado inculcar al discípulo en las dife rentes lecciones. De este modo nuestros compañeros encontrarán en este Manual de esgrima los elementos necasarios para adquirir ventajas en el uso de la espada ó sable, cuando se vean frente de un adversario que solo reúna valor sin reglas ni pre ceptos. Debemos advertir que no hemos he cho otra cosa que recopilar las lecciones que nuestro inteligente profesor D. Fran cisco Chust, hoy difunto, nos enseñaba, siguiendo el método porque las aprendi mos, perfeccionadas hasta el dia por sus hijos, reputados profesores de esta ma teria en la ciudad de Valencia. CAPITULO I. DE LOS COMPASES Y MOVIMIE.MOS DE PIES. ARTÍCULO 1.° De las cuatro posiciones del tirador. 1. La posición del tirador debe ser tal, que ella de por sí sola predisponga á su favor, imponiendo respeto al adversario. Estar con el cuerpo derecho^ perfilado, la cabeza levantada y en general en postura elegante, hará conocer que se halla sere no y dispuesto á no conceder ni una línea por la que el arma contraria pueda desli zarse. Por el contrario, si el tirador se pre- senta con abandono y sus movimientos son descompuestos, inspirará confianza dando al adversario la serenidad que á él le falta; y de esta desventaja el menor descuido le será funesto, de graves conse cuencias. Todo alumno de una academia de es grima si desea obtener adelantos rápidos, debe fijarse mucho desde las primeras lec ciones en imitar las posiciones de su pro fesor, y sobre todo las de los condiscípulos aventajados, pues aquel pudiera descuidar se un tanto por la fatiga que le ocasiona una enseñanza continua. No pasará de una posición á otra sin poner especial cuidado en hacerlo sin des componer el cuerpo balanceándole, sacan do los brazos ó variando la posición de los pies. Antes de pasar á la segunda parte se procurará estar muy ejercitado en la pri mera y esto no se consigue en tan breve tiempo, porque no es bastante conocer los distintos movimientos, sino que hay nece-