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I. Discursos I II PDF

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ELIO ARISTIDES D I S C U R S O S i INTRODUCCIÓN, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE FERNANDO GASCÓ Y ANTONIO RAMÍREZ DE VERGER f i EDITORIAL GREDOS BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 106 Asesor para la sección griega: Carlos García Gual. Según ¡as normas de la B. C. G., las traducciones de este volumen han sido revisadas por Juan Gil. © EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid. España, 1987. En la Introducción general, la parte 1 es de Fernando Gaseó; las partes II, III y IV son de Antonio Ramírez de Verger. Las traducciones, con sus introducciones y notas, han sido llevadas a cabo por: F. Gaseó (Panatenaico) y A. Ramírez de Verger (Contra Platón: en defensa de la Retórica). Depósito Legal: M. 22087-1987. ISBN 84-249-1241-1. Impreso en España. Printed in Spain. (iráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1987. — 6082. INTRODUCCIÓN GENERAL I. LA VIDA Las fuentes La información para documentar la vida de Publio Elio Aristides Teodoro 1 nos ha llegado por distintos medios. Sin duda los datos más abundantes y fiables, a pesar de sus peculiaridades, proceden de sus Discursos Sagrados, una obra elaborada como acción de gracias al dios Asclepio por la ayuda que le había otorgado en el pasado. Se trata de una serie de escritos que, aun sin tener una inicial pre­ tensión autobiográfica incluyen, aunque de forma un tanto 1 El nombre completo se halla en un epígrafe recogido en W. Ditten- berger, Orientis graeci inscriptiones selectae (Leipzig, 1903-5), núm. 709. Según cuenta el propio Elio Aristides, añadió a su nombre primitivo el de Teodoro porque, en efecto, consideraba que toda su vida estaba reple­ ta de dones de Asclepio (L 53-4, 70 K). ‘Elio’ muestra que no era ciuda­ dano romano de nacimiento. Probablemente adquirió la ciudadanía cuando (Aelius) Adriano visitó Misia, y por ello, y en su honor, como era cos­ tumbre, habría tomado el nombre de quien se la concedió; cf. U. von WiLAMOwrrz, «Der Rhetor Aristeides», Sitzungsberichte der Preussischen Akademie der Wissenschaften phil.-hist. Kl. 28 (1925), 334. 8 DISCURSOS errática, el conjunto de noticias más interesantes sobre la vida de Elio Aristides 2. La relevancia literaria y social que alcanzó Aristides ex­ plica la atención que en autores posteriores mereció su obra y personalidad 3. Cronológicamente la primera biografía que se nos ha conservado fue compuesta por Filóstrato (primera mitad del siglo hi) e incluida en sus Vidas de los Sofistas 4. Contamos además con unos Prolegomena a Aris- 2 Sobre los Discursos sagrados cf. C. A. Behr, Aelius Aristides and the Sacred Tales, Amsterdam, 1968, esp. págs. J08-] 1 y 116-30. Su obje­ tivo era poner de manifiesto la eficaz solicitud que Asclepio tuvo por él a lo largo de su vida. Así pues, en principio no tiene una pretensión biográfica esta obra. Sin embargo, puesto que Elio Aristides entendía que el dios estaba en constante relación con él, los Discursos sagrados ofrecen un importantísimo número de noticias sobre su vida, aunque de forma un tanto desordenada, pues las consigna según las asocia con otras que narra. A pesar de lo dicho, para situar la obra en la tradición auto­ biográfica de la Antigüedad cf. G. Misch, Geschichte der Autobiogra­ phie, Leipzig-Berlin, 1907, vol. I, págs. 302-13 (cf. F. W. Lenz, Gno­ mon, 42 (1970), 244). Véase también la excelente introducción que hace S. Nicosia a la obra: Eno Aristide, Discorsi Sacri, Milán, 1984 (en lo sucesivo citado Nicosia, Discorsi). 3 A. Boulanger, Aelius Aristide et la sophistique dans la province d'Asie au IF siècle de notre ère, Paris, 1968 (= 1923), págs. 450-8. La fama de la que gozó el rétor se puede seguir también a través de los escolios, prolegómenos e imitaciones que se hicieron de su obra; cf. F. W. Lenz, The Aristeides Prolegomena, Leiden, 1959 y Aristeidesstudien, Berlin, 1964. 4 Págs. 581-85. Sobre Filóstrato cf. G. W. Bowersock, Greek So­ phists in the Roman Empire, Oxford, 1969, págs. 1-16. Sobre la biogra­ fía de Elio Aristides que se ofrece en las Vidas de ¡os sofistas (en lo sucesivo citada Vidas) cf. Behr, Sacred Tales, pág. 142. En torno a la fiabilidad de las informaciones recogidas en la obra de Filóstrato cf. C. P. Jones, «The Reliability of Philostratus», en G. W. Bowersock (ed.), Approaches to the Second Sophistic, University Park, Pennsylvania, 1974, págs. 11-16. INTRODUCCIÓN GENERAL 9 tides que contienen una biografía fruto de agregados de diversas épocas (desde el siglo iv al ix) y que en su núcleo más digno de crédito procede de Sópatro (siglo iv) 5. La Suda también dedicó uno de sus artículos, conjunción de dos biografías distintas, a Elio Aristides 6. Merecen igualmente ser destacadas, como indicaciones que permiten fijar la cronología de algunas de sus obras y actividades, las subscriptiones que aparecen en algunos manuscritos 7. Por fin, contamos con una serie de epígrafes que, ade­ más de reiterar distintos aspectos ya conocidos de la vida de Elio Aristides, en especial su religiosidad, han permiti­ do determinar con mayor exactitud, al menos, por medio de alguno de ellos, el lugar en donde tenía sus propieda­ des 8. La brillante reconstrucción realizada por Herzog de un epígrafe del Asclepieon de Pérgamo, en donde se reco­ gen un conjunto de avatares presuntamente de la vida de Elio Aristides, ha sido puesta en duda por Behr 9. 5 Lenz hizo una edición (págs. 110-72) y estudio de los Prolegomena, donde defendió como correctas una serie de noticias que después fueron rechazadas por Behr (Sacred Tales, págs. 143-46). Cf. la respuesta de Lenz en Gnomon, 42 (1970), 245. 6 Vol. 1, pág. 353 Adler. Cf. Behr, Sacred Tales, págs. 146 sig. 7 El primero en señalar el interés de estas anotaciones, que se cono­ cían desde la edición de Dindorf 63 años antes, fue W. Schmid en «Die Lebensgeschichte des Rhetors Aristides», Rheinisches Museum, 48 (1893), 60 ss. Cf. pág. 83 de esta Introducción. 8 Para los epígrafes de Misia cf. L. Robert, Études Anatoliennes. Recherches sur les inscriptions grecques de l'Asie Mineure, Amsterdam, 1970 (= Paris, 1937), págs. 207-22. J. y L. Robert han publicado otro hallado en Mitilene (Bulletin de Correspondance Hellenique, 1970, 422, y 1971, 102). También quiere identificar C. P. Jones el nombre de Aristi­ des en un altar del Atica («Three Foreigners in Attica», Phoenix, 32 (1978), 232-4). 9 La identificación-reconstrucción la realizó R. Herzog en «Ein As- 10 DISCURSOS Infancia y formación Elio Aristides nació en la región de Misia Oriental, pro­ bablemente en Hadriani 10, una de las tres ciudades, junto con Hadrianuíherae y Hadrianea, que deben su existencia y nombre al emperador Adriano que visitó esta zona en el año 123 y se interesó en promover en ella un desarrollo urbano a partir de comunidades con un ordenamiento tri­ bal previo 11 —en su encomio a Roma elogiará precisa­ klepios Hymnus des Aristeides von Smyrna» (Sitzungsberichte der Preus- sischen Akademie der Wissenschaften, Phil.-hist. Kl., 23 (1934), 753-70) y ha sido aceptada generalmente. Incluso Chr. Habicht, en Die Inschrif­ ten des Asklepieions (Altertümer von Pergamon VIII 3, Berlin, 1969, pá­ ginas 144 y sig.), la ha vuelto a editar con pocas variaciones con respecto a Herzog y dando por buena la identificación entre el personaje del epí­ grafe y Elio Aristides. Las razones que aduce Behr para considerar dudo­ sa la adscripción del epígrafe a Elio Aristides son: I) que ha sido muy reconstruido por Herzog; 2) que el viaje a Bitinia mencionado en la ins­ cripción no nos es conocido en la vida de E. Aristides; 3) que se descui­ dan las cantidades en la métrica, algo insólito en el sofista (Sacred Tales, pág. 52). 10 Filóstrato, Vidas, pág. 581, y Suda, vol. 1, pág. 353 ADLER, mencionan Hadrianos como lugar de nacimiento de Elio Aristides. W. M. Ramsay (The Historical Geography of Asia Minor, Londres, 1890, págs. 157 y 457) sugirió Hadríanuteras o Hadrianos, pero inclinándose más por la primera opción. Esta preferencia se fundaba básicamente en el material epigráfico relacionado con Aristides hallado en la zona de Hadríanuteras, al que después se añadieron otros hallazgos, y en un texto que después fue corregido en la ed. de Keil (XLIX 1 K). Aun así no descartaba la posibilidad de que hubiera que distinguir entre el lugar de nacimiento (Hadrianos) y el lugar donde tenía las propiedades (Hadria- nuteras). Esta última posibilidad es la que Behr tiene por buena (Sacred Tales, pág. 3). " Cf. D. Magie, Roman Rule in Asia Minor to the End of the Third Century after Christ, Nueva York, 1975 (= Princeton, 1950), págs. 616 s., 639, 1476 s., 1501; A. H. M. Jones, The Cities of the Eastern Roman Provinces, 2.a ed., Oxford, 1971, pág. 89. INTRODUCCIÓN GENERAL II mente esta actividad urbanizadora (XXVI 93 s. K)—. Gra­ cias a una serie de horóscopos, que él mismo nos ofrece, se puede fijar la fecha de su nacimiento el 26 de noviembre del 117 12. Su padre se llamaba Eudemón y algunas fuen­ tes dicen que fue sacerdote de Zeus y filósofo 13. Por la muy escasa mención que de él hace Aristides, limitada a una sola referencia marginal (XLVIII 40 K), se puede de­ ducir el pequeño espacio que ocupó en los afectos del so­ fista. Sin embargo, hay dos factores que constituyeron un importante fundamento para su desarrollo ulterior y que sin duda Elio Aristides debe a su padre: los recursos eco­ nómicos con los que se financió su excelente educación y la ciudadanía de Esmirna. Aristides se vinculó con dicha ciudad desde su nacimiento, concediéndole prerrogativas superiores a las que concedía a la ciudad de Misia de don­ de procedía (L 73 K). Éste es un aspecto importante en la biografía de Elio Aristides, al que incluso algunos auto­ res desde época bizantina le llaman «esmirneo» 14, ya que una buena parte de su vida y obra aparecerá asociada a esta populosa, próspera y culta ciudad que ofrecía uno de los mejores marcos, entre los posibles, para la actividad de un sofista I5. 12 La larga discusión sobre el año en el que nació el rétor (Cf. Bou­ langer, Aelius Aristides..., págs. 465 y sigs.) parece haberse zanjado con la interpretación por Behr del horóscopo que sobre sí mismo ofrece Aristides (XLVII 31 K; XLVIII 16 K; L 57 s. K; LI 20 K). Cf. «Aelius Aristides’ Birth Date», American Journal of Philology, 90 (1969), 75-77. 13 El nombre lo dan Filóstrato, Vidas, pág. 581, y Prolegomena, pág. 111 Lenz. La Suda (Vol. I, pág. 353 Adler) dice que fue sacerdote y filósofo. Sobre sus recursos económicos y posible identificación cf. Behr, Sacred Tates, pág. 4, n. 4, y pág. 7. 14 Prolegomena, pág. Ill Lenz. 15 Filóstrato dice expresamente que ninguna otra ciudad hacía más sacrificios a las musas de la sofística (Vidas, pág. 613). Cf. Bowersock, 12 DISCURSOS La primera educación del futuro sofista fue encomen­ dada a unos ayos (tropheis), quienes tuvieron un papel im­ portante en la vida de Elio Aristides 16. Fue precisamente uno de ellos, Epágato, quien le inició en la idea, por otra parte generalmente aceptada, de que los sueños eran un medio por el que los dioses se comunicaban con los hom­ bres (L 54 K). Pero también después estos hombres y mu­ jeres le siguieron acompañando a lo largo de su vida como amigos y colaboradores. Zósimo, el más importante de to­ dos, estuvo con Elio Aristides en momentos decisivos de su evolución espiritual: le acompañó en el Asclepieo, contri­ buyó con sus propios sueños a orientarle y fue el hombre de confianza a quien Aristides recurrió en momentos de dificultad 17. Incluso los nietos de estos ayos cumplieron una «importante función», pues Aristides pensó que su vi­ Greek Sophists, págs. 17-29. Para una descripción del ambiente cultural de Esmirna en la época de E. Aristides cf. C. J. Cadoux, Ancient Smyrna. A History of the City from the Earliest Times to 324 A. D., Oxford, 1938, págs. 247-284. 16 Behr, Sacred Tales, págs. 41, 67 , 69, 73 , 97, 104. Cuando Elio Aristides hace una comparación para indicar solicitud o influencia bené­ fica recurre a la imagen de los tropheis; p. e., los romanos se han com­ portado con los griegos como «ayos» (XXVI 96 K), o la ciudad de Ate­ nas ha desempeñado la función de un «ayo» para el resto de los hombres (I 1 L-B). Muy interesantes son las reflexiones de P. Brown en tomo a la preparación para que surjan «los hombres santos», derivada del he­ cho de que el padre no asumiera la función de trasmisor-preservador de las tradiciones, sino que tal ocupación quedara en manos de los «ayos» y la madre (Society and the Holy in Late Antiquity, Nueva York, 1982, pág. 149). 11 XLVII 27, 40, 66, 69, 72, 74, 76 K... Cf. el índice de nombres ofrecido en P. Aelius Aristides, The Complete Works, Vol. II: Orations XVIl-LlIl, traducido al inglés por Ch. A. Behr, Leiden, 1981. INTRODUCCIÓN GENERAL 13 da fue preservada en dos ocasiones a cambio de que la perdieran dos de ellos 18. En torno a los quince años marchó a estudiar con el gramático Alejandro de Cotieo. Con este personaje, que llegó a ser maestro de Marco Aurelio y de cuyas obras poseemos algunos títulos, adquirió Aristides su buen cono­ cimiento de Platón y los líricos 19. Esta formación hubo de completarla Aristides asistiendo a las conferencias y lec­ ciones de los grandes sofistas de la época. Filóstrato men­ ciona a Aristocles en Pérgamo 20 y la Suda a Polemón en Esmirna21. A ello se sumó una estancia en Atenas, que conservaba su prestigio de gran centro intelectual y en donde entonces vivía y enseñaba Herodes Ático, a quien la tradi­ ción también hace maestro de Elio Aristides 22. Una vez de vuelta en Esmirna muere su padre, y Aristi­ des proyecta y emprende un viaje a Egipto en la primavera del 141. Tal actividad hay que entenderla como culmina­ ción de su período formativo, para lo que el país del Nilo presentaba diversos atractivos: Alejandría, él río de fuen- 18 XLVIII 44 K; LI 25 K. Cf. Behr, Sacred Tales, págs. 97, 104, y G. Michenaud-J. Dierkens, Les rêves dans les «Discours Sacrées» d’Aelius Aristides If siècle ap. J.-C. Essai d’analyse psychologique, pu­ blié à l’initiative et avec le concours de R. Crahay, Mons, 1972, pági­ nas 14 y s. 19 Wenntzell, «Alexandros» (95), en Paulys Realencyklopadie der classischen Altertumswissenschaft, I 2, Stuttgart, 1894, cols. 1455 y s.; Behr, Sacred Tales, págs. 10 y s. 20 Vidas, pág. 581, cf. Behr, Sacred Tales, pág. 12, η. 31. 21 Suda, vol. I, pág. 353 Adler. Cf. Behr, Sacred Tales, pág. 12, η. 30. 22 Suda, vol. I, pág. 353 Adler; Filóstrato, Vidas, pág. 581, quien no dice que fuera discípulo de Herodes, sino que estuvo en Atenas en su tiempo. Cf. Behr, Sacred Tales, pág. 12 y s.; W. Ameling, Herodes Atticus. I. Biographie, Hildesheim-Zurich-Nueva York, 1983, págs. 128 y s.

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