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Cuban Studies PDF

398 Pages·2020·7.074 MB·English
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Editor’s Note/Nota del editor Con este volumen celebramos los primeros cinco años de esta nueva etapa editorial de Cuban Studies. Los trabajos publicados desde el 2014 reflejan la riqueza de los estudios cubanos y sugieren algunos de los temas que preocupan al campo y a la sociedad cubana en su conjunto. Esos temas, que han sido objeto de diversos dossiers durante los últimos años, incluyen estudios demográficos y de envejecimiento de la población; nuevas aproximaciones a la historia de la salud pública en Cuba, en especial durante el periodo republicano; las lentas, incompletas e insuficientes reformas económicas; y las demandas de igualdad e inclusión articuladas por el movimiento afrodescendiente cubano. Hemos publicado también trabajos pioneros sobre temas difíciles, como el primer es- tudio serio sobre las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (las infames UMAP); indagaciones críticas sobre las estadísticas oficiales de mortalidad infantil; análisis del trabajo de creadores no suficientemente reconocidos como Nicolás Guillén Landrián, Sara Gómez, o Lourdes Casal; estudios sobre el emergente sector privado, sobre el Ballet Nacional de Cuba, sobre cuestiones de raza y género, sobre educación, literatura, cine, política, urbanismo, cultura y mucho más. Una mirada complementaria a las autoras y autores de los textos refleja, a su vez, cuanto ha cambiado el campo. De los 73 autores publicados entre los números 43 y 47 (sin incluir a autores de reseñas), 39 son mujeres y 36 completaron su doctorado (o estaban en proceso de completarlo) después del 2010. Además, cada vez hace menos sentido hablar de autoras de aquí o de allá, dado que muchos colegas desarrollan al menos parte de su trabajo en diversas instituciones de Cuba, Europa, América Latina y, cada vez más, Estados Unidos. El campo de estudios cubanos es un campo auténticamente transnacional. Entregamos a imprenta este número en un contexto peculiar: la llamada revolución cubana se aproxima oficialmente a la tercera edad. Enfrenta ahora el reto, experimentado por otros procesos también llamado revolucionarios, como el mexicano, de encarnar el cambio, que es consustancial al concepto mismo de revolución. Mientras, se ve obligada a procesar las dolencias, el agotamiento, y la esclerosis inevitable que producen varias décadas de continuidad, inmovi- lismo, control y, como han escrito numerosos autores desde estas páginas, una persistente ausencia de imaginación y de voluntad renovadora en el terreno de la gestión económica. El 2018 cierra con un crecimiento económico raquítico S y con una zafra que parece sacada de un libro de historia colonial. El 2019 N ix ix x : Editor’s Note/Nota del editor no se perfila mucho mejor. Mientras, algunos de los socios políticos de Cuba en América Latina, como Venezuela y Nicaragua, colapsan institucionalmente bajo el peso abrumador de la corrupción, de la represión indiscriminada y de la falta de legitimidad internacional. La reciente toma de posesión de Nicolás Maduro fue un evento solitario y triste, desgastado y condenado por casi todo el continente. Sé que es cuestión de supervivencia, pero Cuba nunca ha lucido tan sola en América Latina como en la Venezuela de Maduro. Mientras, los cubanos se preparan a votar sobre un texto constitucional que se supone encarne el futuro, pero que de muchas formas refrenda el pa- sado, la nostalgia de un paciente sexagenario que se aferra al poder. Una au- téntica convención constitucional, transparente y plural, hubiera refrendado un nuevo consenso hacia el futuro. Hay que solo mirar a la Constituyente de 1940 para imaginar ese escenario. Es reconfortante notar que los estudios cubanos han estado prestando atención a este tema durante varios años, anticipando la necesidad de construir un orden constitucional realmente nuevo. Hace apenas dos años, Cuban Studies dedicó un dossier a este tema, con la participación de colegas de Cuba y de América Latina. Los autores destacaron que Cuba había permanecido al margen de los procesos de reforma constitucional de América Latina; la pertinencia de la historia constitucional cubana, especialmente de la Constituyente del 1940, para imaginar un nuevo consenso nacional, democrá- tico y plural; y la necesidad de someter cualquier texto constitucional a un de- bate nacional efectivo y real. Sospecho que estos temas regresarán a la revista en el futuro, que habrá nuevas miradas y estudios sobre esta cuestión. El presente número continúa la tradición de abordar temas urgentes y no- vedosos, dedicando espacio al estudio del feminismo y a las desigualdades de género en la sociedad cubana contemporánea; a la historia del sistema educa- cional cubano —un tema de gran actualidad, de ahí la necesidad de historiarlo adecuadamente— y al problema perenne de las complejas estadísticas econó- micas cubanas. Agradecemos a los miembros del Comité Editorial saliente por su apoyo y por habernos acompañado en estos años fundacionales de la nueva etapa de Cuban Studies. Damos la bienvenida a un nuevo grupo, pero lo hacemos sin decir adiós —ni siquiera hasta luego— a los del Comité anterior. Simplemente, nuestro grupo de colaboradores crece. Es un grupo diverso, que intenta reflejar la riqueza del campo y su carácter multidisciplinario y transnacional. Cierro con una nota de felicitación para José A. Toirac, que ha merecido —muy merecido— el Premio Nacional de Artes Plásticas 2018. Toirac es, ade- más de un gran artista, un gran amigo, alguien con quien he tenido el placer de trabajar en más de una ocasión. Felicidades, Toirac, por un premio bien ganado. Y desde este rincón de la academia y de las letras de Cuba, gracias, S una vez más, por tu obra toda. N x ELIZABETH DORE Gender and Feminism: New Directions in Cuban Studies The four essays in this dossier examine complimentary aspects of women’s subordination in contemporary Cuba. Taken together, they allow readers to appreciate the broad landscape of women’s disadvantage as well as circum- stances under which gender is constructed and reconstructed. The essays also contain strong common threads. All argue that the official ideology of equality veils growing gendered inequalities, and the Raulista economic transforma- tion has further aggravated gendered inequalities. Taking into account gender and power and gendered power, the dossier offers new readings of post-Soviet Cuban history. The dossier lays the foundation for comparative studies of gen- dered power and Cuban women’s advantages and disadvantages in a cross- country framework. Gender studies and research on women’s oppression in Cuba have been hamstrung by the official inclination to focus almost exclusively on the achieve- ments, the logros, of the Cuban Revolution, and to hide its flaws. Writers who have explored gendered inequalities tread softly. The authors of the essays in this dossier have broken out of that cage. They say what they think needs to be said, and in a forthright manner. Their theoretical frameworks are sophisti- cated. Their research breaks new ground in Cuban gender studies. Their analy- sis rests on critical thinking. The dossier, taken together, is greater than the sum of its parts. The authors analyze very different aspects of the inequality of Cuban women vis-à-vis men. Ailynn Torres Santana examines changes in women’s economic well-being. Diosnara Ortega González explores how women construct, understand, and perform gender in and through life narratives (relatos). Elena Fernández Torres analyzes how the justice system discriminates against women by assuming gender equality, thereby overlooking social realities. Anamary Maqueira Li- nares compares gendered readings of Marxist political economy in Cuba to international feminist debates. The differences in these authors’ subject matter and methodology portray the broad landscape of gendered oppressions and women’s inequality in contemporary Cuba. As one peer reviewer wrote, the diversity of topics enables us to triangulate, providing a greater appreciation of the causes and effects of male dominance and female disadvantage. S The four essays also contain strong common threads. All emphasize the N 3 3 4 : Elizabeth Dore interplay of gender, class, “race,” and territorial differences, and the similari- ties among Cuban women today: in short, the intersectionality of women’s oppression. All argue that an official ideology of equality veils growing in- equalities and allows those inequalities to fester. All, bar one, argue that the Raulista economic transformation has aggravated gender inequalities. All are explicitly feminist, and all call for changes in government policy to redress the intensification of female disadvantage. Taken together, the four essays offer a new reading of post-Soviet Cuban history. A reading that takes into account gender and, as Diosnara Ortega González argues, demonstrates the gendered construction of power in Cuba. Ailynn Torres Santana’s “Regímenes de bienestar en Cuba: Mujeres y desigualdades,” delves into how the Raulista economic reforms have worked to the disadvantage of women in the labor force, in state and household provi- sion of welfare or well-being, and in women’s economic situations overall. She explores the causes and effects of women’s underrepresentation in the pri- vate sector, the most lucrative branch of Cuba’s new economy. Her essay also describes how private-sector regulations and the draft Constitution of 2019 undermine rights and protections associated with maternity leave and family care. For women, these are ominous signs. The conclusions of her analysis are striking—and worrisome. She shows that in contemporary Cuba, women, par- ticularly single heads of household, are overrepresented in the lower-income groups and among the poor. Cuban policy makers need to pay attention to Torres Santana’s essay. It is a wakeup call. In “Cubanas en transición: Un acercamiento a la estabilización/desestabi- lización del género y la política desde sus relatos temporales,” Diosnara Or- tega González makes valuable theoretical contributions to our understanding of gender and oral history. In the tradition of Judith Butler, she argues that gender is a struggle over power and that gender is performed. The continuities and changes (estabilización and desestabilización) in gendered norms play a role in the construction of power. Ortega González also highlights the complex layering of time in life narratives through her examination of the ways women talk about gendered powerlessness and power in the past, present, and future. She found that women’s narratives partly destabilized the patriarchal ideal of women and womanhood and partly stabilized or fortified them. Drawing on a set of life narratives, Ortega González concludes that Cuba is a country in transition where a process of change (1959–1990) transformed into a process of inversion-reversion. She argues that in Cuba the agent of change used to be the state; now agents of change are located in the family. In “Acceso a la justicia familiar patrimonial cubana desde el género,” Elena Fernández Torres analyzes gendered judicial processes, especially in re- S lation to the division of joint property following divorce. She argues that in the N absence of considerations of gendered norms, the judicial principle of equality 4 Gender and Feminism: New Directions in Cuban Studies : 5 before the law fortifies gendered inequality. In line with the other essays in this dossier, Fernández Torres emphasizes that the ideology of class, gender, and racial equality serve to hide the inequalities of everyday life. In “Feminismo y economía política marxista en la Revolución Cubana,” Anamary Maqueira Linares analyzes why the Cuban literature on “the woman question” has been so different, so removed, from international feminist schol- arship. Her essay recovers the invaluable theoretical contributions of Isabel Larguía and John Dumoulin on women’s unpaid work in the home, and she highlights their originality in the context of international Marxist-feminist scholarship. The four essays in this dossier bristle with new thinking, innovative con- ceptual analysis, and excellent research. They are a valuable sampling of cutting-edge research on gender, women’s oppression, and feminism produced by a new generation of Cubans. The dossier brings Cuban gender studies to the forefront and lays the base for cross-country studies to seriously analyze the condition of Cuban women in a comparative perspective. S N 5 AILYNN TORRES SANTANA Regímenes de bienestar en Cuba: Mujeres y desigualdades RESUMEN El texto analiza el proceso de reformas en Cuba (2006–2018) desde un marco específico: los regímenes de bienestar. Con ese lente, se exploran tres ámbitos: mercados laborales, políticas sociales y ordenamientos familiares. El análisis contribuye a mostrar cómo se están configurando las relaciones entre Estado, mercado y sociedad, y cómo ello incide en los órdenes de género. Específicamente, interesa indagar si el proceso de cambios en Cuba tiene un impacto específico en las mujeres, qué tipo de impacto y cómo se produce. El texto argumenta que los cambios recientes en Cuba están generizados en su planteamiento, despliegue y resultados, y que reproducen importantes desigualdades. ABSTRACT The article analyzes the Cuban reform process (2006–2018) from a specific framework: welfare regimes. With this lens, three areas are explored: labor markets, social policies, and family orders. The analysis helps show how the relationships of state, market, and society are being shaped, and how this affects the Cuban gender “orders,” or hierarchy. Specifically, it will be interesting to investigate whether the change process in Cuba is having a specific impact on women; if so, what kind of impact; and how it is produced. The article argues that recent changes in Cuba are gendered in their approach, deploy- ment, and results, and it reproduces important inequalities. Contexto Desde 2006 y hasta la fecha, en Cuba se han producido importantes transfor- maciones estructurales y de dinámicas políticas. Los siguientes ejes de cambio son indicios de la magnitud del proceso. En el plano de la economía política: • Modificación de la estructura productiva, especialmente, ampliación del sector no estatal de la economía, con la consecuente complejización de los mercados laborales • Abandono de la política de pleno empleo por parte del Estado, argumentada en la existencia de “sobre-empleo” en el sector estatal S • Estímulo a la inversión extranjera, la productividad y la disminución de eroga- N ciones en divisas. 6 6 Regímenes de bienestar en Cuba: Mujeres y desigualdades : 7 En el plano de la política institucional y las políticas sociales: • Sucesión del presidente Raúl Castro por el anterior primer vicepresidente Mi- guel Díaz Canel (2018), lo cual constituyó la primera transición generacional del liderazgo político en sesenta años • “Deshielo” de las relaciones entre los gobiernos de Washington y La Habana en diciembre de 2015 —gestionado por Raúl Castro y Barack Obama—, y retroceso de ese camino en 2017, a manos de Donald Trump • Disminución de la labor distributiva del Estado y reducción del gasto social1 • Implementación de mecanismos de política social focalizadas en grupos vulnerables • Aprobación de los Lineamientos de la Política Económica y Social, rectores del “proceso de actualización” aún en curso; debate en las filas del Partido Comu- nista de Cuba sobre la “conceptualización del socialismo” • Reforma total de la Constitución de la República (2018–2019) En el campo de los procesos sociales: • Pervivencia de bajas tasas de natalidad y continuado envejecimiento poblacio- nal que verifican una crisis demográfica • Aumento de la pobreza y de la desigualdad social;2 expansión de las capas medias • Diversificación de la sociedad civil; existencia —alegal— de colectivos y proyectos ciudadanos El conjunto de esos cambios registra transformaciones en las dinámicas económicas, político-institucionales, sociales y culturales. Como resultado, está bajo transformación la cualidad y balance de las relaciones Estado- mercado-sociedad. Aquí sostengo la necesidad de evaluar el proceso de cambios desde un lugar específico: lo que él implica para las mujeres como grupo social. Espe- cíficamente, argumento la pertinencia de la siguiente pregunta: ¿las transfor- maciones en la Cuba de la última década están teniendo un impacto específico en las mujeres? Si es así, ¿cuáles y en qué sentido? Y propongo el uso del siguiente enfoque: el análisis de los regímenes de bienestar. Este enfoque tiene virtudes. Los regímenes de bienestar latinoamericanos han sido analizados con cierta sistematicidad,3 y hacerlo para Cuba permitirá avanzar en una agenda comparativa.4 En segundo lugar, el estudio de los re- gímenes de bienestar posibilita conectar mercados laborales y política social, dos de las dimensiones en cambio más importantes en la Cuba contemporánea. Por último, esa aproximación permite integrar al análisis, como mostraré en lo adelante, el orden familiar, con lo cual se trasciende la explicación de los procesos de reproducción social que solo tiene en cuenta lo que sucede en los S mercados o el Estado. N 7 8 : Ailynn Torres Santana La elección también tiene carencias. La más importante es que los análisis más habituales de los regímenes de bienestar tienden a excluir a los actores y es- pacios comunitarios como condicionantes y gestores de la vida social. Estado, mercados y familias son los ámbitos privilegiados. Sin embargo, los procesos de producción y reproducción social implican la activación, o desactivación, de dinámicas comunales más o menos estables que intervienen definitivamente en el conjunto. Ejemplos de ello son las mujeres que cuidan no remuneradamente a menores como soporte a otras que trabajan de forma asalariada, o las redes vecinales que se tejen para obtener alimentos o para contratar informalmente a trabajadores o trabajadoras durante periodos de tiempo. Este texto reitera esa carencia que deberá solucionarse para el caso cubano en futuros exámenes integradores. A continuación, desarrollo argumentos y presento datos que permiten ana- lizar los regímenes de bienestar en la Cuba actual desde una perspectiva de género. Eso implica un enfoque principal: indagar en las desigualdades es- pecíficas de género y reflexionar sobre cómo ellas se producen y reproducen. Primero, hago algunos comentarios conceptuales y sobre la pertinencia de este ejercicio para Cuba. Luego, examino tres ámbitos principales de los análisis sobre regímenes de bienestar que dan cuenta del balance, o desbalence, de las relaciones Estado, mercado, familias: mercados laborales, políticas sociales y organización familiar, y observo su incidencia en los órdenes y relaciones de género. Uso fuentes primarias (estadísticas de la Oficina Nacional de Estadís- ticas e Información —ONEI— y cifras de instituciones oficiales en prensa) y secundarias, referenciadas oportunamente. Pautas generales y razones de este análisis Ante la diversidad de formas de conceptualizar el bienestar,5 aquí se entiende como posibilidad o capacidad —individual y colectiva— para manejar los cambios y la incertidumbre.6 Su examen supone la exploración de la medida en que distintos sujetos y grupos disponen de capacidades sociales e institu- cionales para satisfacer necesidades y reproducir la vida propia y del conjunto social. Las (im)posibilidades del bienestar se han analizado a través del estudio minucioso de los regímenes de bienestar. Antes de avanzar, es conveniente acla- rar que un Estado de bienestar y regímenes de bienestar no son lo mismo. El primero remite a una forma histórica de organización institucional que asume un compromiso público con la garantía de bienestar para los ciudadanos, con un alto grado de participación estatal en la distribución del ingreso (Espina 2017). Los regímenes de bienestar, por su parte, nombran las proporciones en S que Estado, mercado y sociedad se relacionan en un determinado momento N y lugar para asegurar bienestar colectivo e individual. El análisis de los regí- 8 Regímenes de bienestar en Cuba: Mujeres y desigualdades : 9 menes de bienestar requiere explorar actores, contenidos, procesos y formas institucionales que operan en cada sociedad, y profundizar en sus relaciones, las cuales no son armónicas, sino tensionantes y quebradizas. Para Martínez- Franzoni (2008), las tensiones son mayores cuanto más débiles o más “fallas” presenten unas u otras prácticas de asignación de recursos, como frecuente- mente ocurre en América Latina. Los estudios sobre regímenes de bienestar tuvieron como referente más directo las investigaciones de Esping-Andersen (1998) sobre los Estados de bienestar en el capitalismo avanzado. En los años 80 se realizaron en América Latina indagaciones sobre las prácticas estatales de protección social, progra- mas de pensiones y seguros, gasto social, mortalidad infantil, esperanza de vida, pobreza y más (Peña 2017). Así comenzaron a construirse tipologías en base a la proporción en que diferentes actores sociales aseguraban el bienestar colectivo (Filgueira 1998). Martínez-Franzoni (2008) ha integrado las desigualdades de género y la esfera reproductiva al estudio de los regímenes de bienestar.7 Entre sus aportes está la identificación de las unidades familiares como actores invisibilizados del bienestar, y al “familiarismo” como rasgo de los regímenes de bienestar latinoamericanos. En este enfoque, el bienestar depende —en diferentes pro- porciones— del Estado, del mercado y del trabajo no remunerado —princi- palmente femenino— disponible en las familias (Martínez-Franzoni 2008). Las formas en que operen esas relaciones entre mercados laborales, políticas sociales y dinámicas familiares da cuenta de lo siguiente: el grado de mercanti- lización de la fuerza de trabajo y la medida en que el trabajo asalariado permite acceder a ingresos; el grado en que el bienestar de las personas deja de estar sujeto al poder adquisitivo, es decir, se desmercantiliza y depende más de la acción estatal a través de redes públicas; y el grado en el que el bienestar deja de estar sujeto a la disponibilidad de trabajo familiar, es decir, se desfamiliariza o desfeminiza (Martínez-Franzoni 2008). En América Latina el bienestar está desigualmente distribuido a través de grupos socioeconómicos, “raciales,” territoriales y, también, entre hombres y mujeres (Martínez-Franzoni y Voorend 2009). En atención al género, funciona del siguiente modo: los vacíos de las políticas públicas y la precariedad de los espacios laborales asalariados aumentan la relevancia relativa del trabajo no remunerado en las familias —habitualmente realizado por mujeres— y aumen- tan la dependencia del mercado para asegurar el bienestar (Martínez-Franzoni y Voorend 2009). En situaciones de crisis, además, el trabajo no remunerado de sostenimiento de la vida, realizado en las familias y por las mujeres, aumenta. También por ello las mujeres entran, permanecen y salen de las crisis en peores condiciones (Torres 2019). Las relaciones de género son una de las dimen- siones ordenadoras del bienestar, no un asunto accesorio; son centrales para S entender cómo se asignan los recursos mercantiles, públicos y domésticos.8 N 9 10 : Ailynn Torres Santana Los órdenes de género no funcionan en paralelo a otros órdenes de ex- clusión (“raciales,” de clase o territoriales, por ejemplo), sino que se cruzan y condicionan mutuamente. La siguiente cita lo ilustra: La división del trabajo entre hombres y mujeres, ni es definida entre Pedro y María de manera totalmente ajena a su entorno, ni es igual para Pedro y María, él que tra- baja en la construcción y ella en la casa, que para Juana y Alberto, ambos gerentes de una empresa. Y a la vez, a pesar de sus diferencias socioeconómicas y de que Juana y Alberto cuentan con niñera, trabajadora doméstica y jardinero, durante los fines de semana Juana y María destinan mucho más tiempo que Pedro y Alberto a gestionar la casa y la vida de sus hijos/as. A la vez, si observamos cómo es la vida de madres, padres e hijos de estas cuatro personas, veremos que, entre una generación y otra, muchas cosas cambian y muchas permanecen en la manera en que unas y otros organizan sus vidas. Y si examinamos cómo es la vida de estas personas, veremos que varía conside- rablemente según exista regulación laboral y protección social. (Martínez-Franzoni y Voorend 2009, 6–7) En la cita, Martínez-Franzoni llama la atención sobre la existencia de “des- igualdades persistentes” de género que son distintas de otras desigualdades y, a la vez, están interconectadas con ellas.9 Una vez advertidas, cobra interés el análisis de los patrones sociológica y políticamente relevantes que condicionan el bienestar. Si ya sabemos que los casos de María y Juana existen, la pregunta es a cuáles patrones ellos están sujetos, cuáles son los órdenes de género que los reproducen y qué variaciones tienen en atención a los otros órdenes socia- les. En clave de regímenes de bienestar, se trata de examinar en qué sentidos mercados laborales, políticas sociales y dinámicas familiares están generizadas en su planteamiento, despliegue y resultados. El análisis puede contribuir a la política pública, incidir en agendas de actores sociales preocupados por las desigualdades y aportar conocimiento sobre el funcionamiento social, econó- mico y político. Aunque la investigación sobre regímenes de bienestar ya es prolija en América Latina, Cuba rara vez se incluye en los análisis comparativos. Entre las razones están la escasez de datos públicos, la dificultad para realizar investi- gaciones de campo debido a los enjundiosos autorizos burocráticos y controles políticos, y la premisa de que Cuba es un caso excepcional. Sin embargo, in- cluir a Cuba en el mapa regional puede ser pertinente para evaluar los cambios recientes,10 medirlos con los procesos globales y dialogar con las alternativas disponibles en otros contextos. En lo que sigue, emprendo ese camino con los datos escasos y fragmentados disponibles, y examino el actual proceso de reformas en lo que él implica para la arquitectura del bienestar cubana y para las mujeres en particular. S Lamentablemente, hasta el momento no es posible discernir de forma más N precisa grupos sociales intragénero, más allá de asomos que comentaré opor- 10

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