Jamás volverá a complicarse la vida con un hombre ni sufrirá por los desengaños amorosos.
Dispuesta a no resignarse ni mucho menos a ceder, decide dejar atrás el pasado y disfrutar del sábado y de un buen rato de sexo con Oziel. Pero ¿por qué acude a su mente constantemente Octavio para torturarla e impedir que sea feliz? ¿Y por qué ha de llamarla justo esa noche?
Pensó en no coger el teléfono y centrarse en su presente, en el vino, en Oziel, en su sonrisa perversa y en su mirada lasciva. Sin embargo, la vida nunca pone las cosas fáciles y los sábados siempre han sido fatídicos para ella. Por eso descolgó el teléfono y las palabras de Octavio la dejaron sin habla.