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Vives y Moro. La amistad en tiempos dificiles PDF

569 Pages·2016·4.282 MB·Spanish
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Enrique García Hernán VIVES Y MORO LA AMISTAD EN TIEMPOS DIFÍCILES Edición en formato digital: 2016 Ilustración de cubierta: Vista de Londres, c. 1630, Museo de Londres © Age Fotostock © Enrique García Hernán, 2016 © Ediciones Cátedra (Grupo Anaya, S. A.), 2016 Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15 28027 Madrid [email protected] ISBN ebook: 978-84-376-3616-0 Conversión a formato digital: REGA www.catedra.com Índice P RÓLOGO C . La memoria de Vives y Moro APÍTULO PRIMERO La difusión de sus vidas y obras Proyección inglesa de Juan Luis Vives Proyección española de Tomás Moro C II. Relaciones hispano-inglesas APÍTULO Aproximación entre naciones distantes El humanismo El iluminismo La amistad y sus consecuencias políticas C III. Trayectoria de Vives y Moro hasta su encuentro APÍTULO Primeros pasos En la Universidad de París Los cambios de 1517 Entre Brujas, París, Lovaina y Londres En la Universidad de Lovaina C IV. Encuentro y confluencias APÍTULO Proyectos comunes Vives, Moro y Fernando de Austria El desafío de Lutero El caso de Edward Lee Aquí todos te tienen por luterano La rabia ciega C V. El erasmismo y el reto luterano APÍTULO 3 Enseñanza en Oxford La gran prueba del erasmismo La respuesta de Vives La cuestión persa El pacifismo Hacia el matrimonio Ignacio de Loyola en Inglaterra y Brujas C VI. El divorcio APÍTULO Hacia el divorcio Catalina necesita a Vives Vives, al socorro de Catalina y de Erasmo Vives, consejero de Catalina El segundo juicio Vives, abogado de Catalina Moro, cercano a Catalina Enrique reacciona. El «great matter» Vives ayuda desde Flandes El doctor Pedro Ortiz y la causa de divorcio en Roma C VII. La estela del conflicto APÍTULO Reacción de los hospitalarios ingleses e irlandeses La «herejía» de Enrique El eco del problema en Irlanda y Escocia La beata de Kent entra en juego Los anabaptistas Vidas separadas y tiempos recios La crisis de los años 1532-1534 El juicio contra Moro Consulta del Consejo de Estado de 1534 4 Muerte de Fisher Muerte de Moro Reacción de vives: la Expositio Muerte de Catalina de Aragón Muerte de Erasmo Vives en Brujas y Breda E PÍLOGO C RONOLOGÍA B IBLIOGRAFÍA I LUSTRACIONES C RÉDITOS 5 Para Ana, Paula y Clara, y a la memoria de mi hermano Mario Mario Tempora habemus difficilia Precor tibi senectam facilem (Vives a Erasmo) 6 Prólogo Corría el año de 1534 y el caballero inglés Sir Tomás Moro hacía ya varios meses que languidecía encerrado en la Torre de Londres por orden del rey Enrique VIII. El prisionero era un hombre alegre y divertido, pero se acordaba apenado de su familia, de su mujer, de sus cuatro hijos y de sus once nietos, y de sus libros, y también de sus numerosos amigos. Desde allí dirigió a través de su hija Margaret, a la única que permitieron entrar en la odiosa Torre, una importante carta para todos ellos. Era un grito de socorro, no tanto para que fueran a liberarle cuanto porque necesitaba de su cercanía. Su amistad seguía siendo importante, y por eso les pidió que se acordaran de él y puso como mediadora a su hija. Era una mujer muy culta y parecida a él en ingenio y simpatía. Firmaba el documento con una simple despedida: «Vuestro más fiel amigo y humilde servidor, Tomás Moro, Caballero, prisionero». Nada hizo cambiar la opinión del rey y el ilustre noble fue decapitado. La noticia de la muerte del condenado londinense produjo una oleada de escritos reivindicando su persona de sus amigos humanistas, como Erasmo de Róterdam, Reginald Pole, Damián de Goes, Juan Cocleo o Paolo Giovio, pero fue sobre todo el valenciano Juan Luis Vives quien extendió su fama de santo mártir con un magnífico relato de cómo fue su fatal desenlace. Lo hizo porque quería compartir sus penas con los amigos, porque los amigos lo tienen todo en común. Uno de los mejores amigos del noble inglés fue ciertamente Vives, que nos 7 ha dejado en sus escritos hermosas palabras de Moro y de su familia. Este libro que ahora empiezas te conduce al mundo interior que ellos vivieron, te introduce en el alma de su época, y por eso te inundarán deseos de saber más de ellos, de leer sus escritos. Moro saldría perdiendo con respecto a Vives si le comparamos solo por su obra, aun siendo inmensa; y Vives perdería si compite con la vida trepidante y muerte heroica de su amigo. Al revés sería si confrontamos sus personalidades, Moro es más alegre y entretenido, mientras que Vives nos resulta quejoso y sufridor. Este libro es un careo entre estos dos grandes hombres sobre cómo apuraron hasta el último aliento sus vidas y cómo concibieron sus escritos. Mi deseo es presentarte aquí su paso por el mundo en toda su profundidad. Sus libros han bordado el vestido de sus vidas con el que se presentan a la posteridad, y aquí, página a página, se visualiza cómo fueron dando puntadas hasta el final. No pretendo confundirte diciendo que el autor es su obra, porque no es verdad, no lo creo; el autor es mucho más de lo que encierra su pensamiento escrito: su vida es más grande. Lo que puedo ofrecerte en este libro es una cosmovisión del siglo del humanismo y de la reforma, tanto católica como protestante, y sobre todo un modo distinto de entender el contexto de su siglo y de su generación. Lo hago de la mano de dos protagonistas que podían haber sido protestantes dirigentes, pero murieron del lado católico en un alambicado proceso de autocomprensión y máxima tensión en una especie de transición interior, pasando primero del escolasticismo al humanismo y después ofreciendo respuestas a las incomprensiones que Martín Lutero les puso delante de los ojos. En el ocaso de sus vidas, uno en 1535 y el otro en 1540, se dieron cuenta de que lo que de verdad importa no es otra cosa 8 que el que se salva sabe, y el que no, no sabe nada, o como repetía Vives: solo vive mucho quien vive bien; o como Moro decía de los utopienses, que morían felices con la memoria de haber vivido bien. Pero para vivir bien hay que tener amigos, porque, decía, la sal de la vida es la amistad. Al finalizar su peregrinación se percataron de que la felicidad no estaba en andar deprisa para llegar a la meta, sino en el propio camino, disfrutándolo, contemplándolo, compartiéndolo, amándolo. Eran tiempos difíciles, turbulentos, tormentosos, de tragedias y enfermedades, de guerras e incomprensiones, de desventuras y destrucción, de muertes y desamor. De ahí el grito de Vives a Erasmo en 1526: Ojalá Cristo conceda la paz a nuestras almas, a su Iglesia, la paz que el mundo no puede dar. O como escribió al narrar la muerte de su amigo inglés: «Solo Dios sabe qué más puede pasarnos tras la tragedia de la muerte de Moro». En el año 2014 hemos conmemorado el 500 aniversario de las primeras publicaciones de Vives, un total de once escritos que vieron la luz en París y Lyon en las imprentas de célebres impresores, obras que le abrieron el camino a la fama internacional y que incitaron a Moro a escribir, en carta a Erasmo, uno de los elogios más grandes que se podía hacer de un humanista. Estas alabanzas quiso Moro que se hicieran públicas y la carta en cuestión se editó tres veces en vida de ambos, en 1520, en 1521 y en 1529. También Erasmo hizo exaltación de Vives en la reedición de sus comentarios al De Civitate agustiniano en 1529 y se lo agradeció «porque es un testimonio público de nuestra mutua amistad». Aunque Erasmo fue parco, en la edición de 1522 tan solo le regaló dos líneas, y ahora no fue a más. Todo el mundo culto de entonces sabía que Moro admiraba a Vives y que eran amigos. Hoy día casi nadie lo sabe: su amistad sigue sepultada con ellos. Quiero desgranar las vidas de Vives y Moro en el contexto de las relaciones hispano-inglesas. Quiero exhumar documentos 9 para incorporarlos a las piezas que deben componer el Museo de Europa de la actual Unión Europea en el que se puedan encontrar nuestras raíces comunes, las generadoras de nuestra identidad. Quiero, al fin, traer a escena a dos actores amigables de nuestra historia y gloria del pensamiento. Lo haré infiltrándome en las relaciones entre España e Inglaterra al compás de dos de sus más insignes hijos en fraternidad intelectual sin la prevención a las ideas y al lenguaje que ellos debieron observar. Vivieron en un período de crisis política y religiosa que cambió la faz de Europa en el tránsito del Renacimiento al Barroco en la Edad Moderna. Ellos nos ayudan a conocer bien ese período, que resulta útil en los días que hoy nos ha tocado vivir de tantos cambios políticos y religiosos. El gran Vives de su siglo no gozó en España del éxito editorial que tuvo Moro en el centro de Europa. Es más, Moro tuvo más proyección mediática (artístico-cultural) en España que el propio Vives, quizá porque el inglés llegó a España «mutilado» y no en su versión original a causa de la censura inquisitorial. Por su parte, Vives, que publicó solo en latín y fue más censurado que Moro, apenas fue traducido al español, y por el contrario tuvo más proyección en Inglaterra y el centro de Europa. Un entretenido paseo por la historiografía nos ofrece un paisaje de nuestros dos protagonistas. Ya en 1530 un traductor de Erasmo y de Vives, el canónigo Bernardo Pérez de Chinchón, decía del valenciano que en España se le debía honrar mucho porque las demás naciones se gloriaban de leer sus singulares obras. A finales del siglo los hermanos XVIII Mayans editaron las obras completas. El historiador Vicente de la Fuente, al redactar en 1873 un informe para la Real Academia de la Historia sobre una biografía de Vives escrita por un hispanista flamenco, dice que España no le ha tenido en cuenta suficientemente desde que murió en Brujas: A esa población de tanto recuerdo español fue a morir en 1540 nuestro malogrado filósofo y letrado 10

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