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Vidas paralelas II: Solón - Publícola - Temístocles - Camilo - Pericles - Fabio Máximo PDF

607 Pages·2008·12.383 MB·Spanish
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PLUTARCO VIDAS PARALELAS II SOLÓN - PUBLICOLA TEMÍSTOCLES - CAMILO PERICLES - FABIO MÁXIMO INTRODUCCIÓN, TRADUCCIÓN Y NOTAS POR AURELIO PÉREZ JIMÉNEZ f t EDITORIAL CREDOS, S. A. BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 215 Asesor para la sección griega: Carlos García Gual. Según las normas de la B. C. G., la traducción de este volumen ha sido revisada por M.a de los Angeles Duran López. © EDITORIAL GREDOS, S.A. U., 2008 López de Hoyos ,141, 28002 Madrid, w ww.rbalibros .com 1“. REIMPRESIÓN. Depósito legal: M.-18.247-2008. ISBN 978-84-249-1795-2. Obra completa. ISBN 978-84-249-1796-0. Tomo II. Impreso en España. Printed in Spain. Impreso en Top Printer Plus. INTRODUCCIÓN I LAS BIOGRAFÍAS DE SOLÓN, PUBLICOLA, TEMÍSTOCLES, CAMILO, PERICLES Y FABIO MÁXIMO Los cuatro personajes que incluíamos en el primer volu­ men de las Vidas Paralelas de Plutarco (Madrid, 1985) te­ nían en común el hecho de representar los orígenes míticos o casi' míticos de los grandes Estados de la Antigüedad Clásica, Atenas (Teseo), Esparta (Licurgo) y Roma (Rómu- lo y Numa). Los seis cuyas Vidas incluimos ahora en este segundo volumen, Solón, Temístocles y Pericles, por un la­ do, Publicola, Camilo y Fabio Máximo, por el otro, revelan de igual modo los intereses de Plutarco como biógrafo de la Historia de Grecia y Roma y nos brindan algunos rasgos comunes, suficientes para tratar de hacer también nosotros uso del método comparativo del queronense. En efecto, con estas seis historias pasa ante nuestros ojos la formación y consagración política de las dos ciuda­ des a que se vinculó indisolublemente la vida y obra, la per­ sonalidad en suma, de Plutarco: Atenas y Roma. Son sin duda un hermoso tributo de agradecimiento por su parte al pasado glorioso de estas dos patrias suyas, pues así las sen­ tía, que se nos ofrecen aquí en las páginas tal vez más her- 8 VIDAS PARALELAS mosas de su compromiso literario. Con Solón y Publicola la Atenas predemocrática y la Roma de la República incipien­ te adquieren su estructura política, social y económica, po­ nen las bases en que se iba a asentar su liderazgo en el Mediterráneo. Solón y Publicola dan su nombre y su vida a las leyes de ambas ciudades; con ellos termina esa crisis histórica que representan —a los ojos de Plutarco— los oligarcas de la tierra en la Atenas del siglo vii y la tiranía despótica, mo­ ralmente reprobable, del último Tarquinio; y con ellos se abre paso el sentido democrático de ambos pueblos, cuya pujanza fundamenta Plutarco en el sentido responsable, casi paternalista de sus líderes, movidos por el desinterés y el patriotismo, y no en los impulsos irracionales de la mayoría. Plutarco está convencido de ello y nos brinda en un cuidado estilo el retrato de los dos grandes hombres que, a su juicio, tutelaron e hicieron posibles esos dos cambios, Solón en Atenas y Publicola en Roma. Las Vidas de Temístocles y Camilo aportan a su vez al­ go propio en esa andadura de ambos pueblos por el duro camino de la historia. Con ellas nos encontramos ante la prueba de fuego a que necesitaba someterse la estructura creada por los dos personajes anteriores. La victoria contra los persas, ofrecida como una gesta de Atenas y, personal­ mente, de Temístocles, abre el siglo v a. C. para la segunda patria griega de Plutarco. La superación del peligro también bárbaro que encaman los galos de la Roma de Camilo, fo­ calizada en éste por la propaganda nacionalista de los his­ toriadores romanos, demuestra la capacidad de respuesta de Roma y la solidez de sus estructuras políticas y militares. Algo más alejados en el tiempo uno del otro (siglo v y siglo oí a. C.), pero con sorprendente proximidad respecto al significado de su experiencia histórica, las páginas dedi- INTRODUCCIÓN 9 cadas a Pericles y Fabio Máximo se abren para mostramos a unos hombres cuya firmeza de carácter dio seguridad res­ pectivamente a Roma y Atenas en momentos críticos de su historia. El primero, que brilla con luz propia lo mismo que la ciudad embellecida por sus monumentos, a cuyo orgullo no es ajeno el biógrafo, supo prever con inteligencia el futu­ ro, aunque los dioses no le permitieron desarrollarlo como él quería. Su astucia política y su capacidad para afrontar situaciones comprometidas —ninguna más ardua que la del enfrentamiento entre Esparta y Atenas— significaron un hito en la hegemonía ateniense sobre Grecia. El segundo, personaje menos brillante pero de gran atractivo —también él sacerdote y hombre comprometido con su ciudad— para Plutarco, es ejemplo de la serenidad, seguridad y prudencia que debe mostrar, a juicio del queronense, el buen político en las dificultades de la patria. Como su pareja griega, si­ guiendo sus propios criterios frente a la irracionalidad del pueblo y de otros personajes, emerge con talla de auténtico artífice de la salvación de Roma ante Aníbal. Las seis Vidas, pues, representan el segundo y auténtico nacimiento, la superación de amenazas extranjeras y la con­ solidación militar de Atenas y Roma en su infancia y florida juventud como potencias hegemónicas del Mediterráneo. Las seis tienen el sello inconfundible del moralista, del ana­ lista político que en su tarea como biógrafo utiliza para las seis instrumentos parecidos. Fuentes históricas, observación directa, informaciones orales, cultura poética y literaria y una gran capacidad de síntesis, en unas más necesaria que en otras, y de interpretación psicológica en todas. Gracias a ello Solón, Publicola, Temístocles, Camilo, Pericles y Fabio Máximo reviven entre nosotros con vida y alma propia, re­ creados a partir de grandes obras artísticas, como las Histo­ rias de Fleródoto, de Tucídides o de Tito Livio y rescatados, 10 VIDAS PARALELAS en muchas de sus experiencias, de una prosa histórica me­ diocre, interesada más por la adulación o el ataque personal, o por la simple recogida de datos, como es la de muchos autores del período helenístico y romano. Veamos ahora algunos aspectos concretos sobre la tra­ dición literaria de estos personajes que subyace directa o indirectamente en Plutarco y la idea particular que de ellos nos ofrece el biógrafo: 1. Solón De Solón, el más antiguo, no tenemos historias contem­ poráneas que le ofrecieran al queronense el esquema básico para su relato. La Vida del legislador ateniense aparece así como un mosaico de noticias diversas, tomadas de fuentes también muy distintas. La primera de ellas se encuentra sin duda en los propios versos de Solón; el legislador-poeta fue vertiendo en ellos sus experiencias personales y su doctrina política. También son importantes, por supuesto, los ana­ crónicos encuentros con otros personajes que proporcionaba la leyenda de los Siete Sabios, bien conocida por el autor de su Banquete, los lógoi integrados por Heródoto en las His­ torias y esa larga tradición ateniense que cuenta entre sus documentos más destacados las Atthides y las referencias de los oradores en el siglo iv a. C. No podemos ignorar, natu­ ralmente, los juicios sobre la figura política de este hombre emitidos por filósofos tan admirados para Plutarco como Platón y Aristóteles o las alusiones incluidas en los tratados éticos y políticos de los peripatéticos. Además de ello cuenta el biógrafo con la evidencia arqueológica de las propias piedras de Atenas por cuyas calles tantas veces pa­ seara Plutarco de joven, como estudiante, y tal vez de viejo, INTRODUCCIÓN 11 impartiendo doctrina en sus conferencias, en las charlas con los amigos y en las discusiones con los filósofos de las es­ cuelas contrarias. Nombres como los de Hermipo, Fanias de Éreso, Androción, etc. integran la lista de esas fuentes con las que los filólogos han querido poner cadenas a la origi­ nalidad de Plutarco. Pero su sello personal está en cada una de las teselas de este mosaico. Muchas veces las palabras, las frases, son las mismas que Plutarco conocía de memoria por su lectura de esos autores. Pero un pequeño cambio en la estructura, la sustitución de lo impersonal por lo personal, la interpreta­ ción de los hechos bajo la perspectiva individualizadora que le da su actor principal, hacen que de todos esos materiales dispersos surja un carácter uniforme, una vida coherente cuyas cualidades son el servicio a Atenas, la prudencia y la moderación délfica; y el defecto principal, no haber contado con la energía suficiente para convertir en duraderas sus le­ yes, preocupado siempre por buscar un difícil consenso. Para Heródoto (I 29-33 y 86, 3, II 177, 2 y V 113, 2), Solón aparece como un sabio, legislador y poeta. Pero sus perfiles más claros son los del sabio que encama los ideales délficos de la mesura y la precaución ante la envidia divi­ na1; se perfila así como un defensor de la moral arcaica, preocupada por los límites de la naturaleza del hombre y por los avatares de la vida, pero cuya actividad histórica ca­ rece todavía de importancia2. Tucídides no lo menciona. Y será sobre todo en Aristóteles, cuyos pasajes más significa­ tivos sobre el personaje, Pol., II 1273b 35-1274a 21 y Const. Aten. 5-12, fueron tal vez conocidos y utilizados por 1 Véase entre otros el artículo de K. Nawratil, «Solon bei Herodot», Wiener Studien 60 (1942), 1-8. 2 Cf. Ferrara, 1964, pág. 26. 12 VIDAS PARALELAS Plutarco3, donde emerge por fin la imagen de un Solón que no abandona su «fuerte impronta sapiencial», como dice A. Santoni4, pero adquiere ya la consistencia del legislador y reformador político, padre de la democracia ateniense, con que le ha identificado la Historia. Ahora bien, esta imagen aristotélica es el resultado de una tradición que remonta a finales del siglo v y primera mitad del siglo iv a. C.5, y que le atribuye la institución no de una democracia radical, como probablemente se dibujaba en Androción, sino, recogiendo palabras de C. Mossé6, de 3 Aristóteles, en la Constitución de los Atenienses, y Plutarco hacen frecuente uso de citas de sus poemas que en parte coinciden, pero no siempre. El carácter de la selección hace pensar que tanto uno como otro encontraron estos versos en una fuente común, explicándose las diferen­ cias por lecturas directas adicionales. Esa fuente común, en todo caso, no fue Androción, partidario de la democracia radical y cuya interpretación de la seisáchtheia rechazan ambos. Tal vez esa fuente sea, como piensa P. J. Rhodes, otro atidógrafo o una obra independiente sobre Solón, a la que se habría añadido material de distinta procedencia. Por lo que a Plutarco en concreto se refiere, algunos detalles hacen pensar que tuvo en cuenta además la obra del filósofo, al que cita, por ejemplo, en Sol., 25, 1, ade­ más de en otras Vidas. En realidad los dos coinciden en afirmar que los atenienses escogieron como mediador y arconte a Solón por su condición de ciudadano medio, que liberó al pueblo con la cancelación de las deudas y dividió a los atenienses en cuatro clases, basadas en la propiedad de la tierra, distribuyendo la participación política de acuerdo con ello. Instituyó el jurado y cambió el sistema de medidas, pesos y moneda. Al darse cuenta de que no agradó a unos ni a otros decidió abandonar Atenas, para evitar que se modificaran sus leyes y en ese tiempo Pisistrato maniobró para erigirse en tirano. 4 1979, pág. 982. 3 Sobre este tema véanse los artículos de S. S. Markianos, y E. Ru­ schenbusch, 1958. 6 1979, pág. 436. Para C. Mossé, prácticamente todas las medidas concretas de Solón encuentran su sentido en las condiciones sociales y políticas de los siglos v-iv a. C.; la gran aportación del legislador-poeta fue la isonomia, la igualación de los ciudadanos mediante la supresión de INTRODUCCIÓN 13 «una democracia sabia y mesurada, donde el poder del de­ mos estaba atemperado por el reclutamiento censitario de los magistrados y por el control del Areópago». Para Hig- nett7, que parte de las referencias de Heródoto, esta idea de un Solón creador de la democracia habría surgido en las batallas políticas del siglo v a. C. E. Ruschenbusch, sin embargo, en un conocido artículo8 sobre la leyenda constitucional de Atenas, nos presenta este rasgo del personaje como un producto de mediados del si­ glo IV. Hasta el 356, el Solón que mencionan Heródoto, Cratino, Aristófanes, Éupolis, Cleofón, Alcidamante, el de­ creto de Tisámeno, Andócides, Lisias, Platón y Jenofonte, es el sabio y legislador, pero no el demócrata. Según el in­ vestigador alemán, esta segunda imagen va ligada a los años en que se desarrolla el concepto de democracia radical (356-354 a. C.). Mientras Isócrates lo ve como el creador de la democracia moderada, Demóstenes lo presenta como de la radical. Plutarco aprovecha, es cierto, esos testimonios sobre su personaje, así como su lectura de los textos legales a él atri­ buidos; pero los enriquece, como por otro lado es su cos­ tumbre, con la perspectiva moral y personal que le sugieren las anécdotas de autores helenísticos (léase Fanias de Éreso y, sobre todo, Hermipo de Gádara) y con la aureola de sabio político que ya le diera Platón. Pone de este modo ante nuestros ojos una figura con perfiles humanos más o menos los hektémoroi, que justifica el que los demócratas posteriores lo vean como «padre de la democracia». 7 Págs. 2-8. 8 1958, págs. 399-408. Véase recientemente también su artículo sobre Solón, 1994, especialmente págs. 366-374 (traducido al italiano como «Introducción» en G. F. Villa y M. Affortunati, 1994, págs. 87-133).

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