Fernando de Paso afirma que hay quien dice que todo el conocimiento humano podría estar incluido en los comentarios o las notas al pie de página de los dramas de Sófocles, la Divina comedia y El Quijote, ya que de estas obras se desprenden cuestiones universales que arrastran al ensayista a sus territorios infinitos. Sin embargo, el viaje que se emprende en este libro iconoclasta termina siendo original en más de un sentido. Al reconocer que su texto tiene una «dudosa utilidad» para el estudioso, el autor asume una independencia que le permite entrar en debate con el mundo de los especialistas en Cervantes; un debate del que sale airoso gracias a un particular sentido del humor y a una erudición que descuella por su carácter lúdico. Viaje alrededor de El Quijote es una visión fresca sobre la cumbre de la literatura hispana que ofrece al lector, como diría Del Paso, la rara emoción de «descubrir bellezas, honduras y enigmas insospechados» hasta ahora. Fernando del Paso Viaje alrededor de El Quijote ePub r1.0 Titivillus 18.12.15 Fernando del Paso, 2004 Diseño de cubierta: Francisco Ibarra Ilustraciones: Fernando del Paso, Tríptico de la soledad (Don Quijote en casa, Don Quijote de la verde mar, Don Quijote de las Manchas) Editor digital: Titivillus ePub base r1.2 Este libro está dedicado a una institución mexicana: la Universidad de Guadalajara, que me dio el apoyo moral y, lo que es más precioso aún, el tiempo para escribirlo. Otros agradecimientos Mi profundo agradecimiento a la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México, que me abrió las puertas, en calidad de lector e investigador externo, de su magnífico acervo. Esto fue posible gracias a la gentileza del presidente de esa institución, el doctor Andrés Lira González, y al director de la biblioteca, el profesor Álvaro Quijano Solís. Mi agradecimiento también a El Colegio Nacional (México), del cual, en calidad de miembro, he recibido siempre un apoyo total para realizar mis investigaciones y mi trabajo como escritor. A la profesora Elizabeth Corral Peña de la Universidad Veracruzana, autora del índice onomástico y temático, quien corrigió el manuscrito con el cuidado y el amor que siempre ha dedicado a mi obra y a quien le debo valiosas observaciones. Al poeta Angel Ortuño, por su eficaz y paciente ayuda en la ubicación y la redacción de las notas, y quien también tuvo la gentileza de sugerir algunas modificaciones. A la licenciada Rosario Trejo, por su asistencia técnica siempre impecable. A mi querido y admirado amigo Eulalio Ferrer, quien me abrió las puertas de su espléndida biblioteca cervantina. Y a mi esposa, Socorro, por su paciencia, su fe y su cariño. I. ¿Quijotitos a mí? ¿QUIJOTITOS A MÍ? ¿A mí quijotitos y a tales horas? A lo largo de toda la historia de El ingenioso hidalgo —y después caballero— Don Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, destacan, entre un sinnúmero de expresiones por demás conspicuas y sorprendentes, dos frases inolvidables que parecen encajadas en el texto, embutidas, como el nácar taraceado en la madera. Una de ellas la dice el lastimado Durandarte, cuyo corazón, que Montesinos se ha encargado de
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