hernán vidal el movimiento de la izquierda revolucionaria (MIR) de Chile en la justicia transicional En este libro, fruto de la reflexión y del dolor, Hernán Vidal acomete el análisis de las traumáticas consecuencias sociales, políticas y culturales de la violencia militarista de sectores de izquierda y del terrorismo de estado desde el instrumento hermenéutico del Derecho Internacional de Derechos Humanos. Procurando comprender el lastre de aquella experiencia histórica en la reconstrucción actual de la democracia y el estado de derecho en Chile, Vidal argumenta a partir del concepto de “justicia transicional” promovido por las Naciones Unidas para el estudio de casos similares. En una época en que los Derechos Humanos han adquirido legitimidad como herramienta ética y política para la construcción de sociedades más justas, la noción de “estado de derecho” sirve a Vidal para criticar, en un análisis apasionado y polémico, la adopción en los 60 por parte de organizaciones revolucionarias como el MIR de Chile de una estrategia de guerra civil prolongada e irregular que culminaría en tragedia. Lo más desgarrador y paradójico, sostiene Vidal, es que al convertirse en instrumento de la geopolítica cubana en el marco de la Guerra Fría, el MIR coadyuvó a desestabilizar y subvertir al gobierno de la Unidad Popular. El error político de la estrategia militarista se vio magnificado por el ineficiente entrenamiento de sus cuadros, la incompetencia de sus direcciones y la ineficiencia de la organización a la hora de actuar militarmente. Las derrotas sufridas por el MIR fueron de tal magnitud que llevaron al partido a su autodisolución en 1988, pero desde comienzos de la década del 2000 algunos integrantes de la organización han intentado transformar aquella derrota político- militar en una victoria moral de militancia y sacrificio, llegando incluso a reivindicar la vigencia de la estrategia militarista en el entendido de que entroncaría con una “cultura” de origen anterior a la República de Chile. En estilo contenido, Vidal nos provoca a reflexionar sobre este importante capítulo de la historia latinoamericana reciente desde la perspectiva ética de los Derechos Humanos. HERNÁN VIDAL (profesor emérito, University of Minnesota) fue uno de los fundadores del Institute for the Study of Ideologies and Literature que desde la década de 1970 promovió activamente aproximaciones socio-históricas a las literaturas iberoa- mericanas, modalidad investigativa que posteriormente evolucionó hacia el campo de los estudios culturales latinoamericanos. Desde los años 80 el profesor Vidal se ha dedicado al estudio de la situación de los Derechos Humanos en Chile, experimentando con la creación de una hermenéutica cultural fundada en el Derecho Internacional de Derechos Humanos. Hernán Vidal EL MOVIMIENTO DE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA (MIR) DE CHILE EN LA JUSTICIA TRANSICIONAL EL MOVIMIENTO DE LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA (MIR) DE CHILE EN LA JUSTICIA TRANSICIONAL © Hernán Vidal, 2013 I.S.B.N. 978-1-941373-00-2 www.alternativas.osu.edu Edición y diseño: Abril Trigo Diagramación: Stephen Kip Tobin Portada: Abhijit Varde 2014 ÍNDICE INTRODUCCIÓN: “ JUSTICIA TRANSICIONAL” 5 EL MIR EN LA GUERRA FRÍA 23 LA GUERRA DEL MIR EN CHILE 43 PREPARATIVOS PARA LA “GUERRA POPULAR PROLONGADA E IRREGULAR” - DERROTA PRIMERA 43 “OPERACIÓN RETORNO” - DERROTA SEGUNDA 92 ICONOGRAFÍA MIRISTA 143 CALLE SANTA FE, DE CARMEN CASTILLO (2007) 153 MEMORIAS DE UN LABRADOR DE FUTURO. CARLOS LIBERONA, EL AMOR Y LA LUCHA, DE LUCÍA SEPÚLVEDA RUIZ (2010) 181 HACIA EL FINAL DE LA PARTIDA, DE GUILLERMO RODRÍGUEZ MORALES (2007) 203 APÉNDICE: CONTRAINTELIGENCIA SOBRE LOS MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS CHILENOS 220 OBRAS CITADAS 239 hernán vidal 5 INTRODUCCIÓN: “JUSTICIA TRANSICIONAL” En retrospectiva el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) aparece como el índice más agudo de la derrota de la Izquierda marxista-leninista chilena luego del golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Proclamando el imperativo de una guerra civil para imponer el socialismo revolucionario inspirado por la Revolución Cubana, el MIR maniobró para empujar más allá de sus límites la capacidad de transformación social del gobierno de la Unidad Popular (UP), gobierno minoritario de transición al socialismo, elegido según el estado de derecho de la democracia burguesa. El MIR extremó la imagen de su capacidad para acelerar y liderar los cambios revolucionarios que propuso en el período 1968-1973, en abierta competición con el gobierno de la UP. La debilidad, limitaciones, incompetencia e ineficiencia de su aparato político-militar causaron la primera derrota catastrófica del MIR entre 1973-1975, con centenas de ejecutados y desaparecidos y miles de torturados, encarcelados y deportados. El MIR sufrió una segunda derrota catastrófica con la “Operación Retorno” (1978-1986), por la que militantes entrenados en Cuba fueron infiltrados en Chile para formar un aparato de combate contra la dictadura militar. La ineficiencia e impertinencia del entrenamiento recibido, los golpes devastadores asestados por los servicios de seguridad militar, las discrepancias de la Dirección en cuanto a la gran estrategia de la guerra en Chile, finalmente resultaron en la división del MIR en 1986 y su autodisolución en 1988. En su Informe Rettig (1991) la Comisión de Verdad y Reconciliación indica que durante la dictadura militar el MIR tuvo 384 bajas entre muertos en enfrentamientos, ejecutados y desaparecidos, un 16,9 % de la militancia durante el período, alrededor de 6 el movimiento de la izquierda revolucionaria 2.210 militantes según este estimado. La militancia tuvo números crecientes y decrecientes, según cambiaban las condiciones en que el MIR desarrollaba sus tácticas político-militares. Inmediatamente después de 1975, por ejemplo, el partido sobrevivió con una red apenas articulada de no más de quince militantes en Santiago. El número de muertos, torturados y exiliados ha quedado indefinido. En una investigación del 2009 José Calderón López hace un recuento más devastador pues un mínimo de 398 miristas habrían sido muertos sólo entre 1973-1975 (Calderón 2009, 212-264). En la actualidad con frecuencia se menciona que fue alrededor de 800 el número total de muertos y desaparecidos del MIR a manos de los servicios de seguridad militar. Desde comienzos de los años 2000 exmilitantes y familiares de militantes caídos han hecho esfuerzos por reconstruir el partido, conservar la memoria de su experiencia, monumentalizarla, mitologizarla y, sobre esta base, reclutar entre las nuevas generaciones. Grupos muy pequeños se disputan el uso del rótulo MIR con fuertes discrepancias en cuanto a estrategias políticas, propinándose mutuamente duras descalificaciones, rehusando unirse en una sola organización. En una nota del 2005, Danilo Neira lista entre los grupos más visibles al MIR-Ejército Guerrillero de los Pobres-Patria Libre (EGP), grupo militar clandestino que continuó la lucha armada asaltando bancos y atacando cuarteles policiales; al MIR-Demetrio Hernández que se sumó al juego eleccionario antes repudiado por el MIR original, instalándose en la coalición de partidos de Izquierda opuestos a la Concertación de Partidos por la Democracia; al MIR Dirección Nacional, escindido del grupo anterior en el 2003, que ha continuado su juego eleccionario con una tendencia a la reflexión ideológica; la Coordinadora Mirista, que ha reunido a antiguos dirigentes, entre ellos a Andrés Pascal Allende -uno de los fundadores del MIR y Secretario General entre 1974 y 1988- para establecer un foro de las diferentes tendencias y mantenerlas en diálogo continuo, buscando a la vez conservar la memoria del mirismo y exaltar la figura hernán vidal 7 icónica de Miguel Enríquez. Por sobre sus discrepancias, estos grupos buscan mantener alguna relación y diálogo expresando la intención de conservar una “cultura mirista”, una “matriz cultural del mirismo”, términos no definidos con precisión. Pueden captarse algunas implicaciones, sin embargo. El EGP busca prolongar el militarismo clandestino, verticalista y autoritario del MIR de Miguel Enríquez; si sus acciones armadas todavía se mantienen, son desconocidas porque la policía y los medios de comunicación las rotulan como mera criminalidad. En el Internet se encuentran cortos videos de grupos que entregan comunicados como si fueran militares clandestinos. El intento de la Coordinadora Mirista parece ser el mantenimiento de un contacto y diálogo entre las tendencias para que, a muy largo plazo, coalescan a medida que las políticas económicas del neoliberalismo deterioren las relaciones sociales y sus consecuencias se hagan catastróficas. La Coordinadora es descalificada por otros grupos como mero museo para la conmemoración de los muertos del MIR, sin capacidad de gravitar en la conciencia y acción de las masas en la actualidad. En todos estos grupos se advierte la pervivencia de concepciones del MIR de Miguel Enríquez en cuanto a que el capitalismo transnacional irá a un fin apocalíptico y que la Izquierda debe prepararse formando grupos político-militares que concienticen y dirijan a las masas; en última instancia, éstas no tendrán otra opción que la de sublevarse. La periodista Lucía Sepúlveda Ruiz ha hecho un listado de las organizaciones de Derechos Humanos en demanda de justicia fundadas por el MIR, de familiares de miristas victimizadas por la represión militar y de sitios de Internet dedicadas a conservar la memoria mirista (Sepúlveda Ruiz “La Memoria del MIR”). La noción de “cultura mirista”, “matriz cultural mirista” se presenta como un magma de significaciones difusas. En el sentido leninista, el MIR intentaba congregar a militantes con la mayor conciencia de las necesidades de liberación del pueblo chileno, con una capacidad de análisis científico del devenir político-cultural como 8 el movimiento de la izquierda revolucionaria para definir las estrategias, tácticas y el uso de los militantes y de los recursos materiales necesarios para influir en las masas, movilizarlas y conducirlas en la lucha armada. El MIR se concibió a sí mismo como vanguardia revolucionaria que conduciría al “pueblo” chileno para instaurar alguna forma de socialismo que nunca fue definida conceptualmente. Los remanentes del partido que hoy hablan de una “cultura mirista” aparecen como una subcultura política aislada, de grupos pequeñísimos que sólo dialogan entre sí, sin resonancia más amplia, mutilados por sus derrotas, que buscan un hueco épico en el imaginario mítico de la cultura nacional chilena. A más de veinticuatro años de su disolución en 1988 y veintitrés de la redemocratización de Chile, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria continúa siendo un misterio, ahora recubierto, además, de gruesos estereotipos: propuso al país una “guerra popular prolongada e irregular” como imperativo de rectificación de la historia de la Izquierda chilena, cuyo revolucionarismo socialista había sido desvirtuado y corrompido por la institucionalidad burguesa; según orientaciones cubanas el MIR, aceleró más allá de lo posible el proceso de reformas de la Unidad Popular, convirtiéndose en uno de los principales factores políticos de la catástrofe del gobierno de Salvador Allende; como quedó demostrado con el golpe militar de septiembre de 1973, resultaron falsas las estridentes bravatas del MIR en cuanto a contar con un poder político-militar efectivo; entre esta fecha y comienzos de 1976 el MIR prácticamente desapareció en Chile; en este lapso los hechos caducaron la identidad revolucionaria de estos militantes convirtiéndolos sólo en víctimas, víctimas de torturas, ejecuciones, desaparecimientos y deportaciones; imagen denigradora y menospreciadora para quienes querían concebirse a sí mismos como combatientes de una guerra de liberación nacional. Sobresale en la discusión interna de la “cultura mirista” la posibilidad de renovar y reconstruir -en el contexto actual de la redemocratización de Chile- el modelo
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