UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOSOFÍA Departamento de Filosofía I (Metafísica y Teoría del Conocimiento) LA ONTOLOGÍA DE LA HISTORIA DE NIETZSCHE. MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR David Puche Díaz Bajo la dirección del doctor J. M. Navarro Cordón Madrid, 2010 ISBN: 978-84-693-6337-9 © David Puche Díaz, 2010 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE FILOSOFÍA LA ONTOLOGÍA DE LA HISTORIA DE NIETZSCHE DAVID PUCHE DÍAZ TESIS DOCTORAL DIRIGIDA POR J. M. NAVARRO CORDÓN 2009 LA ONTOLOGÍA DE LA HISTORIA DE NIETZSCHE DAVID PUCHE DÍAZ 2 LA ONTOLOGÍA DE LA HISTORIA DE NIETZSCHE DAVID PUCHE DÍAZ Tesis doctoral dirigida por J. M. Navarro Cordón Universidad Complutense de Madrid Facultad de Filosofía Departamento de Filosofía I 2009 Esta investigación fue iniciada gracias a una beca de Formación de Profesorado Universitario concedida por el M.E.C. en 2003 3 «¡Cuándo iremos, más allá de montes y playas, a saludar el nacimiento del nuevo trabajo, de la nueva sabiduría, la huida de los tiranos y de los demonios, el fin de la superstición, a adorar –los primeros– la Navidad en la tierra! […] El combate espiritual es tan brutal como la batalla de los hombres; pero la visión de la justicia es el exclusivo placer de Dios». –A. Rimbaud, Una temporada en el infierno. «Esperamos que otros tiempos hayan sido y vuelvan a ser mejores, más ricos, más amplios, más profundos». –Hermann Hesse, El lobo estepario. 4 ÍNDICE La ontología de la historia de Nietzsche pág. Nota sobre las citas 6 INTRODUCCIÓN: Justificación y planteamiento de la investigación 8 SECCIÓN PRIMERA: EL PROBLEMA DE LA CULTURA Y LA HISTORICIDAD HUMANA 27 Primera parte: El análisis nietzscheano de la cultura 28 § 1. El nihilismo y el final de la historia 28 § 2. Concepto y fines de la cultura 45 § 3. Naturaleza y cultura. El papel del genio en la obra temprana 56 Segunda parte: Tránsito de la crítica de la cultura a la ontología 70 § 4. La constitución ontológica del hombre como historicidad 70 4.1. Análisis del concepto de “ahistórico” 71 4.2. Lo nuevo y la cuestión de la autoconciencia histórica 78 § 5. La “ontología histórica” de Nietzsche y la continuidad de su pensamiento 92 SECCIÓN SEGUNDA: LA ONTOLOGÍA NIETZSCHEANA: MUNDO, TIEMPO Y LIBERTAD 110 Primera parte: El “nuevo modo de pensar” nietzscheano 111 § 6. El mundo como apariencia 111 § 7. La orientación del pensamiento nietzscheano 121 § 8. La voluntad de poder como dominio y como liberación 135 Segunda parte: El problema de la libertad 151 § 9. El pensamiento del eterno retorno 151 9.1. La experiencia dionisíaca 154 9.2. El eterno retorno: tiempo y libertad 167 a) Sentido del devenir 167 b) Temporalidad y posibilidad 172 § 10. Libertad y tragedia 182 SECCIÓN TERCERA: LA RECONSTRUCCIÓN NIETZSCHEANA DE LO POLÍTICO 195 Primera parte: El análisis nietzscheano de lo político 196 § 11. Individuo y colectivo. Aproximación al concepto de “político” en Nietzsche 196 § 12. Determinaciones históricas de lo político 208 Segunda parte: La propuesta política de Nietzsche y su fundamento ontológico 225 § 13. La “gran política” como final de la historia habida 225 § 14. La cuestión del superhombre y la construcción estética de lo político 239 14.1. Dioniso y Apolo, o lo sagrado y la historia 241 14.2. La genealogía frente a la sabiduría dionisíaca: el concepto de “naturaleza humana” 248 14.3. El superhombre como superación del nihilismo 256 a) Tipología del ser humano 258 b) Determinación del concepto de “superhombre” 268 § 15. Apéndice a la Sección tercera : El superhombre, la política y la naturaleza 285 CONCLUSIONES: El nuevo comienzo de la historia como final de la Historia 301 BIBLIOGRAFÍA MANEJADA 320 5 Nota sobre las citas Los textos de Nietzsche citados a lo largo de este trabajo están tomados íntegramente de la Kritische Studienausgabe (de ahora en adelante, KSA), edición crítica preparada por G. Colli y M. Montinari. Puntualmente, sin embargo, serán también mencionadas, de los mismos editores, la Kritische Gesamtausgabe (KGW) y la Sämtliche Briefe. Kritische Studienausgabe (KSB). Tanto las referencias al texto de Nietzsche como las citas del mismo, que por lo general irán en el propio cuerpo del trabajo, tendrán el formato siguiente: se indicará el título de la obra (siguiendo las abreviaturas consignadas a continuación) y el número del parágrafo citado en cada caso. Se indicará también el título, o el número en romanos, de la sección de la obra citada, en caso de que la numeración de los parágrafos comience de nuevo al pasar de una a otra. Así, por ejemplo: «FW 152», «GM III 9» o «Z, “Von den drei Verwandlungen”». Cuando se considere oportuno, se citará el volumen de la KSA y la página correspondientes. Lo mismo vale para la KGW, de la que se darán sección, volumen y página. En el caso de la KSB se indicará el volumen y el número de la carta citada. Los fragmentos póstumos se citan según el formato establecido por los editores. Éste sigue el esquema: Nachlass, año(s), volumen de la KSA, número del fragmento. Se añadirá número de página o no según convenga (por ejemplo, en fragmentos de una extensión considerable). Así, tendríamos: «Nachlass 1884-1885, KSA 11, 26 [146]». La traducción de los textos de Nietzsche es siempre propia, sin que ello impida acudir en algunos casos a la ya clásica de A. Sánchez Pascual, en Alianza Editorial, u otras disponibles, para su cotejo. Los términos de difícil traducción se indican entre corchetes acompañando al término castellano. En cuanto a la bibliografía adicional, será citada del modo habitual, normalmente en notas al pie, siguiendo las traducciones existentes en castellano; en caso de no haberlas, se citarán las ediciones originales. 6 Abreviaturas de las obras de Nietzsche citadas: AC Der Antichrist BA Über die Zukunft unserer Bildungsanstalten CV Fünf Vorreden zu fünf ungeschriebenen Büchern DD Dionysos-Dithyramben DW Die dionysische Weltanschauung EH Ecce homo FW Die fröhliche Wissenschaft GD Götzen-Dämmerung GM Zur Genealogie der Moral GMD Das griechische Musikdrama GT Die Geburt der Tragödie JGB Jenseits von Gut und Böse M Morgenröthe MA Menschliches, Allzumenschliches NW Nietzsche contra Wagner PHG Die Philosophie im tragischen Zeitalter der Griechen ST Sokrates und die Tragödie UB Unzeitgemäβe Betrachtungen VM Vermischte Meinungen und Sprüche WA Der Fall Wagner WL Über Wahrheit und Lüge im aussermoralischen Sinne WS Der Wanderer und sein Schatten Z Also sprach Zarathustra 7 Introducción JUSTIFICACIÓN Y PLANTEAMIENTO DE LA INVESTIGACIÓN Las dos citas que encabezan este trabajo pretenden dar una primera indicación sobre la línea del mismo. De algún modo se ha de comenzar la presentación de una investigación como la que sigue, aunque se haga muy difícil explicar el propósito de un trabajo que, a lo largo de varios años, termina por desbordar al autor y que, finalmente, poco tiene que ver con su idea inicial. Pero quizá sea imprescindible dejarse llevar por el “asunto del pensar” para poder llegar a alguna parte. En la medida en que esta investigación recoge una multiplicidad de temas –lo cual tal vez sea un primer alegato en contra de un texto que pretende ser una tesis doctoral–, cuyo engarce trato de señalar a continuación, permítaseme que comience alejándome por un momento de ella. Intentaremos así tomar la distancia necesaria para verla en su conjunto. Partamos de lo siguiente: la “Weltanschauung occidental” ya no existe, si es que alguna vez la hubo; éste es el efecto principal que ha tenido ese proceso que acompaña a occidente en cuanto tal, desde sus orígenes hasta hoy, y al que podemos llamar, como concepto intelectual, no meramente histórico, “Ilustración”: la des-absolutización y el descentramiento de toda imagen imperante del mundo; la aparición, por tanto, de un discurso racional que pretende hacerse cargo de ese colapso para reinstaurar de algún modo un orden que estaría perdido de antemano. Este fenómeno, que se consuma en la modernidad, es el que está detrás de las diferentes descripciones de la misma que ofrecen, por citar sólo a algunos autores especialmente señalados, Weber, Heidegger o Habermas. Ello no quiere decir, por supuesto, que ya no haya “ideologías” o diversas “formas de entender el mundo”; que ya todo sea puro conocimiento objetivo de la realidad. Sino, más bien, el descubrimiento de que el tejido de nuestra realidad se compone de múltiples narraciones1 –a las cuales el propio discurso teórico, al que siempre se ha privilegiado en occidente, ha de hacer justicia–, como ha señalado Lyotard2, y antes de él Adorno y Horkheimer, y aún antes de ellos un autor como el que nos ocupa, Nietzsche. Entre los factores que caracterizan la modernidad el esencial sería, entendido ontológicamente, la secularización, la eliminación de todo absoluto en el centro de la reflexión. 1 Sin que haya un relato privilegiado que las englobe, la metanarración que establecería el sentido general y la ordenación de los restantes discursos: el papel que, en diferentes momentos de nuestra historia, han representado la metafísica, la teología o la historia universal. 2 «Estos relatos no son mitos en el sentido de fábulas (incluso el relato cristiano). Es cierto que, igual que los mitos, su finalidad es legitimar las instituciones y las prácticas sociales y políticas, las legislaciones, las éticas, las maneras de pensar. Pero, a diferencia de los mitos, estos relatos no buscan la referida legitimidad en un acto originario fundacional, sino en un futuro que se ha de producir, es decir, en una Idea a realizar. Esta Idea (de libertad, de “luz”, de socialismo, etc.) posee un valor legitimante porque es universal. Como tal, orienta todas las realidades humanas, da a la modernidad su modo característico: el proyecto, ese proyecto que Habermas considera aún inacabado y que debe ser retomado, renovado». Cf. LYOTARD, J.-F.; La posmodernidad, pág. 30. 8 Esa fragmentación de la Weltanschauung otrora única, en la que consistiría fundamentalmente la Ilustración, y que ha radicalizado en los últimos tiempos el llamado pensamiento posmoderno (una forma extrema de Ilustración que quiere ser consecuente hasta sus últimas consecuencias, no dando por cerrado el proceso reconstructivo del tejido sociocultural y político a la altura de ciertos intereses de clase, sino yendo hasta el final3), no deja de ser imprescindible en una sociedad que quiere reconocerse racional, justa y libre. Sus beneficios son inestimables, y no podemos renunciar a ellos. Ahora bien, el problema que aparece en inextricable relación con ella no es pequeño –y no otro es el tema central de toda genuina filosofía desde el siglo XIX hasta ahora, cuyo alcance no ha dejado de mostrarse cada vez de mayor envergadura para el observador atento–: aunque la cultura occidental en cuanto tal se erige sobre lo constitutivamente ausente, como Nietzsche supo ver4, esa fragmentación y multiplicación de los lógoi que la componen ha terminado por hacer que ya no haya tal cultura: no está nada claro, en efecto, qué significa “occidente”, es decir, quiénes o qué somos; y muchos problemas sociopolíticos que hoy nos asaltan son prueba de ello. Si occidente siempre fue el lugar de la fuga del sentido5, parece hoy que la fuerza que siempre había pretendido recuperarlo (esa que sustituía el múthos por el lógos) ha perdido toda su tensión. El cosmopolitismo, en efecto, expande sus irrenunciables ideales, pero a costa de nivelar, de desbastar la propia cultura que lo concibió; al precio de que al final se olvide la razón de ser misma del cosmopolitismo6. La sociedad justa, libre y racional tiene por condición de su realización una serie de factores que al final amenazan con hacer olvidar aquella voluntad que movía a ella. Nuestra cultura y sus propias producciones van alejándose lenta pero inexorablemente, y cada vez se 3 La posmodernidad, dice Lyotard, «no es el fin del modernismo [sic] sino su estado naciente, y este estado es constante» (ibíd., pág. 23). Vattimo, que habla de “pensamiento débil”, afirma que esta expresión «constituye, sin ninguna duda, una metáfora y una cierta paradoja. Pero en ningún caso podrá transformarse en la sigla emblemática de una nueva filosofía. Se trata de una manera de hablar provisional, e incluso, tal vez, contradictoria, pero que señala un camino, una dirección posible: un sendero que se separa del que sigue la razón-dominio –traducida y camuflada de mil modos diversos–, pero sabiendo al mismo tiempo que un adiós definitivo a esa razón es absolutamente imposible». Cf. VATTIMO, G., y ROVATTI, P. A.; Advertencia preliminar a VV. AA.; El pensamiento débil, pág. 16. 4 «Nietzsche conoció, hasta la locura (y tal vez Hegel antes que él) la postración y el extravío que embarga a la reflexión que no refleja, en todas sus proyecciones (Verdad, Bondad, Valor, Humanidad…), más que el destello vacío de la propia proyección. Un acontecimiento del que no es posible regresar sin un estremecimiento tan profundo que impide todo retorno a lo que lo precedía. La época de Nietzsche es la época en que todos los proyectos de Humanidad acaban por reconocerse bajo el signo del “nihilismo”, es decir, como consagrados de entrada y por esencia al agotamiento de su significación». Cf. NANCY, J.- L.; El olvido de la filosofía, pág. 48. El sentido no sería, en palabras de Adorno, más que el «refugio de la teología en decadencia». Cf. ADORNO, Th. W.; Teoría estética, pág. 206. 5 La llegada de occidente, nos dice Nancy, «consistió en significar que lo “anterior” se había perdido, que lo “anterior” era el sentido perdido (Egipto, los dioses, Homero, Solón…) y que el proceso de significación se inauguraba a partir de esta pérdida […]. El lógos llegado a sus fines ha cercado el espacio general de la significación al anillar la historia del nihilismo. Pero esto mismo, este cumplimiento, no tiene nada de nihilista en sí. El nihilismo consiste en que la significación se escapa infinitamente de sí misma. Pero el cumplimiento, como tal, cumple el sentido de la significación, todo el sentido significable del lógos. Sin este cumplimiento, Occidente no habría tenido lugar». Cf. NANCY, J.-L.; op. cit., pág. 51. 6 Tal vez porque lo que hay no es cosmopolitismo (ciudadanía universal), sino únicamente el triunfo del capitalismo (mercado universal). Como dice Lyotard, «la victoria de la tecnociencia capitalista sobre los demás candidatos a la finalidad universal de la historia humana es otra manera de destruir el proyecto moderno que, a su vez, simula que ha de realizarlo». Esa dominación «no viene acompañada de una mayor libertad», sino que, más bien, «acelera el proceso de deslegitimación» (cf. LYOTARD, J.-F.; op. cit., pág. 30). Nietzsche, por otra parte, no señala al capitalismo –y a la tecnociencia asociada a él– como la única ni la esencial fuente del problema. La localiza en la caducidad misma del proyecto occidental, no en una desviación de éste que pudiera restablecerse. 9
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