Description:La niña salió al encuentro de la Princesa Iridya y le ofreció un hermoso ramo de flores, atado con una monumental cinta negra, roja y plata, los colores de la Federación Siriana. La Princesa Iridya, muy bella y sonriente, se inclinó, besó a la niña y tuvo unas breves palabras de elogio para ella. Todo esto motivó los más entusiastas aplausos de la distinguida concurrencia que llenaba a rebosar el recinto, en tanto que las cámaras de los fotógrafos y las de cinematógrafos y TV se despachaban a su gusto.La Princesa Iridya se volvió y saludó, casi frente a la cámara, sonriendo con aquella sonrisa suya, tan peculiar, y que la había hecho tan popular como la más popular de nuestras estrellas de cine tridimensional. Vestía un soberbio traje blanco, recamado en oro y piedras preciosas, cuya confección hacía olvidar los materiales con que había sido confeccionado, que ya es decir, y su frente estaba ceñida por la más valiosa diadema que jamás vieran ojos humanos.Cuando empezó a hablar, pareció como si una fascinadora música de desconocidos tonos brotara de sus labios.