Description:Desde que Camerón llegara al rancho con aires de presunto heredero y, por lo tanto, presunto dueño de la hacienda, le había sido antipático, pero sobre la antipatía general que sentía hacia él, había algo superlativo que aumentaba el encono y ese algo era la nariz del joven y presunto heredero. En justicia había que reconocer que el apéndice de Camerón era algo destacable y lo único que afeaba su rostro de líneas bien trazadas. Era una nariz que a veces daba la sensación de judaica y otras, la de algo superpuesto, para llamar la atención y hacer que se fijasen en él más detenidamente. En sus ratos de mal humor, Crisp cerraba los ojos y se forjaba en su mente el momento inenarrable en que su duro puño se aplastaba sobre aquel incitante apéndice y lo aplastaba a ambos lados, convirtiéndolo en algo exótico y risible, que, desbordando los carrillos, tenía que llegar a las orejas por ley de elasticidad.