Dos fiscales ayudantes del condado de Nueva York, Mac y Gibby, van a realizar una excursión de pesca a una pequeña ciudad de la costa. Pero ésa no parece ser la estación de los peces… sino la de los cadáveres.
Se encuentran con una comunidad regida por severas normas victorianas, con familias aristocráticas emparentadas entre sí y estrechamente unidas por un lazo común: un secreto siniestro.
El colega de Mac y Gibby en la ciudad parece más interesado en matar a sus enemigos que en hacer justicia, y la excursión de descanso se ve turbada por la presencia de un solo estrangulador y de muchos estrangulados.
El trágico enigma que va cambiando de facetas a lo largo de la trama de la novela se resuelve con un inesperado final que está a la altura de los mejor logrados en la literatura del género policial.