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Un imperio fallido. La Unión Soviética durante la Guerra Fría PDF

525 Pages·2008·75.52 MB·Spanish
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Un imperio fallido La Unión Soviética durante la Guerra Fría Vladislav M. Zubok x h< wm ¿ f'i : mk CRÍTICA VLADISLAV M. ZUBOK UN IMPERIO FALLIDO La Unión Soviética durante la Guerra Fría Traducción castellana de Teófilo de Lozoya y Juan Rabasseda CRÍTICA BARCELONA Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Título original: A Failed Empire. The Soviet Union in the Cold War from Stalin to Gorbachev First published by The University of North Carolina Press Diseño de la colección: Compañía Diseño de la cubierta: Jaime Fernández Ilustración de la cubierta: ©iStock Realización: Atona, SL © 2007, Vladislav M. Zubok © 2008, de la traducción castellana para España y América: CRITICA, S. L., Diagonal, 662-664,08034 Barcelona [email protected] www.ed-critica.es ISBN: 978-84-8432-756-1 Depósito legal: B-36.210-2008 2008. Impreso y encuadernado en España por Egedsa (Barcelona) A mis padres, Martin y Liudmila Zubok Prólogo El presente libro explora las razones que movieron y guiaron a la Unión Soviética durante la Guerra Fría, una confrontación global con Estados Unidos y sus aliados. La desclasificación de numerosos archi- vos en Rusia y otros países del otrora bloque comunista ofrece fasci- nantes oportunidades para escribir sobre el pasado soviético. La abun- dancia de fuentes sobre política nacional y sobre el desarrollo social y cultural que se produjo tras el antiguo telón de acero es sorprendente. Actualmente podemos examinar deliberaciones del Politburó, seguir hora a hora la correspondencia telegráfica que mantuvieron los distin- tos líderes comunistas, observar cómo los impulsos de los máximos responsables iban filtrándose en el sistema burocrático, e incluso leer los diarios privados de los apparatchiks comunistas. Una serie de pro- yectos de historia oral de carácter crítico ha reunido a los veteranos del proceso de toma de decisiones y ofrece el trasfondo emocional que echamos a faltar en la documentación burocrática. Con todas esas fuentes se ha hecho posible el estudio de la Guerra Fría, entendida no sólo como un choque de grandes potencias y una acumulación de armas letales. Ante todo, cualquier historia no deja de ser el relato sobre unos individuos y sus motivaciones, sus esperanzas, sus crímenes, sus ilusiones y sus errores. La Guerra Fría soviética tuvo numerosos frentes y dimensiones: desde el «Puesto de Control Char- lie » en Berlín hasta las cocinas moscovitas, donde los disidentes habla- ban de un comunismo «con rostro humano», desde el Politburó en el Kremlin hasta las residencias estudiantiles. Fue una guerra de nervios y recursos, pero principalmente se trató de una lucha de ideas y valores.1 Además se han podido llevar a cabo verdaderos estudios comparativos internacionales, un avance intelectual que permite situar la política y la actitud soviética en una perspectiva más amplia: el contexto de imperio. Recientemente los especialistas han realizado numerosas investiga- ciones que arrojan luz sobre la influencia que ejercieron los aliados y los países satélites del Kremlin sobre la postura internacional soviética. Algunos de los descubrimientos más asombrosos llevados a cabo en la «nueva» historiografía de la Guerra Fría ponen de manifiesto hasta qué punto la República Popular de China, Corea del Norte, Alemania Oriental, Cuba, Afganistán y otros países clientes afectaron las moti- vaciones, los planes y los cálculos de Moscú.2 Esta expansión de los horizontes y los nuevos desafíos metodoló- gicos han servido para crear el presente libro. Aunque soy un especia- lista ruso por mi nacionalidad y por mi escuela, he vivido y trabajado en Estados Unidos desde comienzos de los años noventa. Los meses dedicados a la investigación en los archivos rusos y americanos entre otros, mi participación en numerosas conferencias académicas inter- nacionales y los intercambios realizados con colegas, amigos y críti- cos han ejercido una notabilísima influencia en los últimos quince años de mi vida. Mi colaboración en el proyecto televisivo de la CNN de veinticuatro capítulos dedicado a la historia de la Guerra Fría su- puso una experiencia totalmente nueva que sirvió para darme cuenta de la importancia de las percepciones, las imágenes y la imaginación colectiva. Por último, mi labor docente en la Temple University me recuerda en todo momento que las enseñanzas y la experiencia del pasado no se transmiten de manera automática a las nuevas genera- ciones. Sin una investigación, un debate y una revisión constantes, las lecciones y la experiencia de la Guerra Fría se convierten en una serie de estadísticas sumamente aburridas. Aunque suponga todo un desa- fío, es necesario abordar esta confrontación del pasado entre las dos grandes superpotencias y explicar cómo sirvió para condicionar el mundo moderno. Este libro es una continuación de las investigaciones que empecé junto con Constantine Pleshakov hace más de una década.3 Mi mar- co conceptual para explicar las motivaciones y el comportamiento de la URSS sigue siendo el mismo. Es un paradigma revolucionario-im- perial. La seguridad y el poder fueron los objetivos principales de Sta- lin y sus sucesores. Estos líderes utilizaron todos los métodos dispo- nibles de la política del poder y la diplomacia para promover los intereses estatales soviéticos en un mundo competitivo. Al mismo tiempo, las motivaciones de la política exterior de Stalin y sus suceso- res no pueden separarse de cómo pensaban y quiénes eran. Los líderes de la Unión Soviética, al igual que las elites soviéticas y que millones de ciudadanos soviéticos, fueron los herederos de aquella gran revo- lución trágica y estuvieron motivados por una ideología mesiánica. Resulta imposible explicar las motivaciones de la URSS durante la Guerra Fría sin intentar comprender al menos cómo los líderes, las elites y el pueblo de la Unión Soviética entendían el mundo y se veían a sí mismos. Una manera de abordar esta cuestión es observando la ideología soviética. Otra manera de comprender las razones de la URSS es observando la experiencia soviética, especialmente el im- pacto que tuvo la Segunda Guerra Mundial en el país. Una tercera manera es estudiar las vidas de los líderes y las elites de la Unión So- viética, así como los factores culturales que los condicionaron. El presente libro consta de diez capítulos, organizados alrededor de los grandes desarrollos, las principales políticas y los máximos lí- deres del bando soviético durante la Guerra Fría. El capítulo 1 ana- liza el enorme impacto que tuvo la Segunda Guerra Mundial en la clase política soviética y el pueblo en general y explica cómo la expe- riencia durante el conflicto bélico se tradujo en una búsqueda no sólo de seguridad, sino también de predominio geopolítico y de imperio externo. El capítulo 2 explica por qué la política de Stalin, que tan notables resultados tuvo en la construcción del imperio soviético, rompió la frágil cooperación de posguerra entre las grandes potencias y contribuyó al nacimiento de la Guerra Fría. El capítulo 3 utiliza el estudio específico de la política soviética en Alemania para poner de relieve la confrontación entre los planes geopolíticos del Kremlin y la realidad y la dinámica del imperio soviético en Europa Central. El capítulo 4 analiza los cambios en la política exterior soviética tras la muerte de Stalin, fruto no sólo de los nuevos objetivos ideológicos y geopolíticos que tenían los nuevos dirigentes, sino también de la po- lítica nacional soviética. El capítulo 5 estudia las repercusiones de la revolución termonuclear y de las nuevas tecnologías de misiles balís- ticos en el modo en que los soviéticos contemplaban su seguridad na- cional, centrándome especialmente en la singular contribución de Jrushchov a la crisis más peligrosa de la Guerra Fría. El capítulo 6 tiene una importancia capital, pues introduce el tema de la transformación social y cultural que experimentaron la so- ciedad y las elites soviéticas ya lejos del estalinismo. Analiza el ro- manticismo y el optimismo del período de desestalinización, así como las primeras fisuras que se produjeron en el frente nacional de la Guerra Fría y la aparición de una nueva generación, los «hombres y mujeres de los sesenta», fenómeno que se repetiría vigorosamente veinticinco años más tarde bajo el liderazgo de Mijail Gorbachov. El capítulo 7 fija su atención en las razones que impulsaron a los soviéti- cos hacia la distensión, con especial énfasis en la actuación y las moti- vaciones personales de Leonid Brezhnev. El capítulo 8 describe las percepciones soviéticas del declive de la distensión y el camino que llevó a los soldados soviéticos hasta Afganistán. El capítulo 9 aborda la transición de poder desde la vieja guardia del Kremlin hasta Mijail Gorbachov y la cohorte de «hombres y mujeres de los sesenta». En el último capítulo, que trata de las distintas interpretaciones que se han hecho del fin de la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética, pre- sento mi propia explicación, haciendo hincapié en el extraordinario papel de la personalidad de Gorbachov y su ideología romántica del «nuevo pensamiento». Es evidente que el estudio de un período de la historia tan lleno de acontecimientos y sucesos no puede quedar completo en un solo volumen. Para enmendar cualquier descuido por mi parte en el estu- dio del tema que se trata en estas páginas, indico a los lectores un buen número de magníficos libros y artículos que analizan en profun- didad la historia de la Guerra Fría desde una perspectiva realmente internacional. Espero que esta obra, con su focalización y su dedica- ción a las cuestiones más importantes, sirva para compensar la omi- sión de determinados acontecimientos y el enfoque superficial en los que otras hayan incurrido. La omisión que más me preocupa, sin em- bargo, es la falta de un análisis sistemático de la historia económica y financiera de la URSS. Los últimos capítulos de este libro ponen claramente de manifiesto que la naturaleza del malestar económico de los años setenta y ochenta que caracterizó el mandato de Brezhnev y los años siguientes, así como la incapacidad de la clase política a la hora de afrontarlo, contribuyeron en gran medida al declive de la in- fluencia global de la Unión Soviética, y acabó siendo en último tér- mino una de las principales razones de la caída de la URSS. Asimis- mo, no cabe duda de que un profundo estudio del pensamiento militar soviético y de su complejo industrial me habría permitido convertir numerosas hipótesis inciertas, pero probables, sobre el comportamiento internacional de la Unión Soviética en conclusiones sólidas. Así pues, el mejor libro en la materia sigue siendo el que to- davía está por escribir. Las presentes páginas no habrían sido posibles sin los constantes áni- mos, el firme apoyo y la vital inspiración de numerosos amigos y co- legas. Mi gran suerte es haber pertenecido durante muchos años al círculo internacional de especialistas en la Guerra Fría. El Cold War International Histoiy Project at the Woodrow Wilson Center for In- ternational Scholars ha figurado en todo momento en el centro de dicho círculo. Mi camiseta de «veterano» del CWIHP trae a la me- moria numerosas conferencias en las que presenté mis investigacio- nes y las enriquecí con nuevas perspectivas y aportaciones proceden- tes de ese círculo académico internacional. James G. Hershberg, David Wolf y Christian Ostermann, grandes exponentes los tres del CWIHP, me han ofrecido sus comentarios y consejos, su colabora- ción en el ámbito editorial y un rápido acceso a las fuentes de los ar- chivos recientemente desclasificados. También quiero expresar mi más sentida gratitud a Melvyn Leffler, Jeffrey Brooks, William C. Wohlforth, James Blight, Philip Brenner, Archie Brown, Jack Ma- tlock, Robert English, Raymond Garthoff, Leo Gluchowsky, Mark Kramer, Jacques Lévesque, Odd Arne Westad, Norman Naimark, Victor Zaslavski y Eric Shiraev por compartir conmigo sus ideas, sus documentos y sus comentarios críticos. Mel Leffler puso a mi alcance los resultados de su investigación más reciente acerca de la política exterior americana. Chen Jian, uno de los mejores especialistas en historia de China y Estados Unidos con el que comparto un cumplea- ños, me ayudó a entender numerosos matices de las relaciones entre el «gran hermano» (la URSS) y la República Popular China. Comencé las investigaciones para este libro cuando estuve traba- jando en el Archivo de la Seguridad Nacional, una biblioteca y un centro especializado no gubernamental absolutamente único, esta- blecido en la actualidad en la George Washington University. Tho- mas S. Blanton, Malcolm Byrne, William Burr, Will Ferrogiaro, Pe- ter Kornbluh, Sue Bechtel y Svetlana Savranskaya me ayudaron a combinar la investigación con la gran aventura de descubrir nuevos testimonios sobre la Guerra Fría en distintos archivos del mundo. Desde 2001, el departamento de historia de la Universidad de Tem- ple ha sido para mí un nuevo hogar académico y el lugar en el que los profesores se relacionan con sus «clientes» más naturales, los estu- diantes. Richard Immerman me convenció de que ciertos paralelis- mos entre la toma de decisiones y las acciones de americanos y sovié- ticos, especialmente en el Tercer Mundo, no eran meros retazos de mi imaginación. Otros colegas míos, especialmente James Hilty, Howard Spodek, Jay B. Lockenour, David Farber, Petra Goedde y Hill Hitchcock, me dieron ánimos en el terreno tanto profesional como humano. Ralph Young ensanchó mis horizontes con sus rela- tos sobre el modo en que los americanos percibían la amenaza sovié- tica en los años cincuenta y sesenta. Este libro sería impensable sin el apoyo y los consejos de nu- merosos especialistas y archiveros de Rusia, entre ellos Vladimir Pe- chatnov, Sergei Mironenko, Oleg Naumov, Alexander Chubaryan, Natalia Yegorova, Natalia G. Tomilina, Tatiana Goriaeva, Zoia Vo- dopianova, Oleg Skvortsov, Yuri Smirnov, Leonid Gibianski, Elena Zubkova y Rudolf Pijoia. Sergei Kudriashov, editor de Istochnik, ex- presó en todo momento su interés por mis investigaciones. El presi- dente de Georgia, Eduard Shevardnadze, encontró tiempo para con- cederme una entrevista y autorizó mi acceso al Archivo Presidencia de Georgia. Me siento profundamente agradecido al personal de la Fundación Gorbachov, el Archivo Estatal Ruso de Historia Social y

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