Description:Serie los Justicieros Nº 8. El hombre tenía una cara pálida y cetrina. Profundas ojeras rodeaban sus párpados y en su mirada parecía arder una alta fiebre. Estaba sentado muy erguido en el asiento trasero de un sedán que se deslizaba como una flecha sobre el mojado asfalto de la carretera. El chófer del coche miraba ante sí, rígido y atento a la peligrosa lluvia sobre la cual los neumáticos chirriaban siniestramente. En el asiento de atrás, al lado del hombre silencioso y cetrino, se sentaba otro de rostro duro e impasible. La muñeca izquierda de éste estaba unida a la del primero por unas recias esposas de reglamento. Tampoco ellos hablaban. Repentinamente él de la mirada enfebrecida gruñó: —¿Puedo fumar un cigarrillo? No creo que eso esté prohibido por los malditos reglamentos. El que estaba unido a él le miró de reojo, despreciativamente.