Description:Era un lunes por la mañana y todo el personal daba la impresión de haber dormido mal, como si sufrieran resaca después de una noche de juerga. Estaban de mal humor la mayoría. Quizás a causa de la perspectiva de una semana de rutina y encierro en las enormes oficinas de la Cooperativa Frutera. El cajero jefe abandonó el ascensor a las nueve menos tres minutos y se dirigió con pasos mesurados a su despacho privado. Para ello tenía que atravesar buena parte del departamento de contabilidad, donde ya estaban instalándose los cincuenta y pico de empleados. Algunos le saludaron, otros ni siquiera levantaron la cabeza a su paso. El cajero apenas si lo advirtió, estaba acostumbrado a ello después de casi toda su vida pasada entre aquellas paredes. Se detuvo ante la puerta de su despacho. Cambió de mano la cartera que empuñaba y extrajo la llave del bolsillo, que insertó en la cerradura. No obstante, no pudo darle vuelta, porque la puerta cedió a la primera presión. No estaba cerrada con llave.