ebook img

Un Escenario Para El Libro De Mormon En La America Antigua PDF

500 Pages·1.184 MB·Spanish
Save to my drive
Quick download
Download
Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.

Preview Un Escenario Para El Libro De Mormon En La America Antigua

Prólogo En 1964 Gordon H. Fraser publicó esta declaración con cinismo: “el hecho de que el Libro de Mormón esté desprovisto de cualquier contenido literario, historia creíble, biografía, romance o enseñanza ética, es garantía de que no será leído o analizado de manera concienzuda; por lo tanto no hay peligro de que el lector medio, al estudiarlo, llegue al punto de tener una opinión sobre su credibilidad.” El libro que está ahora en sus manos demuestra el error y los prejuicios de la triste valoración de Fraser. Aquí hay una historia consistente. Aquí están los resultados de una lectura cuidadosa. Aquí hay una información creíble que sitúa al Libro de Mormón en el entorno del Nuevo Mundo de la antigüedad. Este libro ha estado en preparación muchos años y perdurará durante años. Se requerirá su lectura a todos aquellos interesados en la antigüedad del Libro de Mormón. Aquellos que hagan observaciones acerca de la historicidad de los registros que se encuentran en el Libro de Mormón de ahora en adelante o son unos irresponsables o no están informados o ignoran la presente obra del doctor Sorenson. Así como este estudio será fundamental para las investigaciones futuras, también es el producto de la tendencia, de las últimas tres décadas, hacia un estudio serio del Libro de Mormón. Muchos de los que lean este libro pueden apreciar lo lejos que han llegado estos estudios. Durante estos años, se han tomado diferentes vías para investigar sobre el Libro de Mormón. Algunas han sido apologéticas, hostiles, polémicas o eclécticas. Algunas han representado al Libro de Mormón como una prueba de la autenticidad, fecundidad y poder de la Restauración bajo el liderazgo del profeta José Smith. Eruditos santos de los últimos días, como George IX X PROLOGO Reynolds y B. H. Roberts, han sugerido la necesidad de un examen sincero y sistemático de los libros seculares relevantes, pero ellos no podían prever cuándo se llevaría a cabo un trabajo serio histórico y analítico. El surgimiento de metodologías histórico-críticas en los estudios bíblicos (lo que una vez B. H. Roberts llamó “colgar grandes pesos con hilos finos”) trajo consigo técnicas para examinar el lenguaje y la composición de las escrituras hebreas antiguas, y se ha probado que éstas son efectivas a la hora de examinar los textos del Libro de Mormón. El sorprendente descubrimiento de documentos como los rollos del Mar Muerto también invitó a los especialistas santos de los últimos días a comparar el material que nos da el Libro de Mormón con las prácticas de otros pueblos religiosos antiguos. Sidney B. Perry adoptó la línea lingüística; él dijo a menudo que, sólo basándose en sus conocimientos del hebreo, sabía que el Libro de Mormón no podía haber tenido su origen exclusivamente en el siglo XIX. Durante algunos años, el curso que dio en la Universidad de Brigham Young sobre “El comportamiento y las costumbres hebreas” examinó caso por caso la narrativa del Libro de Mormón, demostrando que el libro tenía origen hebreo. Hugh W. Nibley y M. Wells Jakeman, mientras tanto, examinaban el contexto. Jakeman elaboró un marco donde el Libro de Mormón encajaba, en términos de la tradición mesoamericana, mientras que el profesor Nibley siguió la pista, con sorprendente perspicacia, a enormes cantidades de materiales históricos que encuadraron al libro en la época y en el emplazamiento en el que declaraba estar escrito. Pero Nibley no hizo ningún esfuerzo por precisar conexiones con el Nuevo Mundo. “¿Que hay de las extraordinarias ruinas de América Central?”, reflexiona. “Hasta que los que estudian esa área puedan llegar a un acuerdo entre ellos mismos en lo PROLOGO XI que respecta a lo que han encontrado, el resto de nosotros no podemos muy bien comenzar a sacar conclusiones.” Ahora bien, tanta precaución puede revelar posibilidades concretas. Con el planteamiento del doctor Sorenson, ha comenzado en serio el proceso de entrever un contexto geográfico y arqueológico explícito. El presenta un modelo de marco verosímil para el Libro de Mormón en la América antigua. Este modelo presta atención a los detalles que se han dado en las descripciones de las tierras del Libro de Mormón, de los movimientos en las batallas, de las ciudades construidas y abandonadas, y de los datos geográficos. Sugiere que las tierras altas de Guatemala son buenas candidatas para ser la tierra de Nefi, que el istmo de Tehuantepec cumple todos los requisitos para ser la estrecha “lengua de tierra,” y que otros cientos de hechos encajan en su lugar cuando se lleva esta teoría a sus conclusiones lógicas. Este es un modelo y una hipótesis para que la consideren otros especialistas mormones y no mormones. A diferencia de muchos de sus predecesores, el doctor Sorenson insiste en que este modelo no se debe considerar sacrosanto. Invita a hacer consideraciones críticas a la vez que corroborativas. ¿Cómo lo hace? Dicho en pocas palabras, hace más preguntas que da respuestas. No deja piedra por mover. Sopesa sus palabras meticulosa y cuidadosamente. En cada hoja le esperan al lector grandes sorpresas e ideas que merecen la pena. Hace preguntas como: “¿Quiénes eran esos pueblos, en términos arqueológicos?” “¿Qué apariencia pudieron haber tenido?” “¿Quiénes eran sus vecinos?” “¿Cuántos nefitas había allí?” “¿Cómo vivían, comían, hablaban, trabajaban y luchaban?” Luego encuentra respuestas plausibles para estas preguntas haciendo corresponder datos específicos fiables, provenientes de estudios arqueológicos y antropológicos sobre Mesoamérica, con todo el espectro de información cultural e histórica que se XII PROLOGO encuentra en el Libro de Mormón. Este enfoque es panorámico y estimulante; ve cosas que, sencillamente, no se han visto antes. Una buena pregunta vale tanto como media respuesta; sin embargo, una buena respuesta hace surgir todavía más preguntas. Este libro nunca ha caído en el error de pretender que una confirmación es una “prueba” definitiva. Lo más que puede conseguir un enfoque científico dentro de su terreno, como en cualquier otro, es lograr un grado de probabilidad. Está claro que este libro lo hace de manera plausible, aunque (ineludiblemente) todavía quedan preguntas. Así la dimensión religiosa queda “entre paréntesis”, por muy interesantes que resulten estos estudios para usos apologéticos. En su favor, John Sorenson es extremada y consistentemente consciente de estas limitaciones. Un Marco Geográfico para el Libro de Mormón en la Antigua América, escribe, por primera vez, la historia cultural y natural de Nefi en el contexto de la realidad del hemisferio americano. Aunque siempre puede que haya resistencia y controversia en torno al Libro de Mormón, aquí hay una invitación consistente para continuar las investigaciones y su comprensión. No se puede rechazar el libro como lo hace Fraser, con un manotazo de menosprecio. Leonard J. Arrington Truman G. Madsen John W.Welch Prefacio El conocimiento que contiene este libro habría tardado más tiempo en aparecer y tenido alguna otra forma sin la insistencia y ayuda de algunas personas en particular. Para 1974, yo llevaba veinticinco años trabajando en la relación entre el Libro de Mormón y los datos geográficos y culturales de Mesoamérica, pero me sentía poco proclive a imponer mis opiniones al público o a mis colegas. David A. Palmer me insistió por entonces para que preparara un escrito explicando y documentando mi opinión; se ofreció a hacerlo circular privadamente para que un grupo selecto lo analizara, junto a un artículo que adoptara una posición diferente. A partir del intercambio de comentarios, Palmer y otros se convencieron de que mi material debía conocerse mejor, así que persuadió a miembros del personal de varias oficinas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días para que me escucharan. En el otoño de 1975 nos reunimos una tarde por semana, en Salt Lake City, y presenté con cierto detalle una versión de lo que está en este libro. Jay Todd, director administrativo de la Ensign, que participó en aquellas sesiones, me invitó a preparar una serie de artículos para la revista general de la Iglesia. El y su personal (principalmente Lavina Fielding Anderson y Lane Johnson) trabajaron extensamente para mejorar lo que yo producía. Sin la continua fe del director Todd en la importancia de nuestro proyecto, yo no habría persistido. Pero no fue sino hasta 1983 cuando nuestros intentos de que el material estuviera expresado en condiciones aceptables para su publicación en la Ensign llegaron a término sin éxito. Para entonces unas 1.500 fotocopias de una versión anterior del libro llevaban circulando entre XIII XIV PREFACIO personas que habían sabido de él por medio de sus amigos. Parecía claro que su publicación como libro satisfaría una amplia necesidad. La Fundación para la Investigación de la Antigüedad y Estudios Mormones1 se decidió en 1983 a publicar el libro. John Welch y Kirk Magleby han sido acérrimos partidarios de esta decisión y han allanado considerablemente el camino. A otros hay que agradecer el haber puesto las bases para la entusiasta participación de la Compañía de Libros Deseret2 como editora junto a F.A.R.M.S. Sería imposible reconocer expresamente a todos los que debería dar gracias pero sobresalen algunos: George Reynolds por A Complete Concordance of the Book of Mormon3, una valiosa herramienta de trabajo; Tom Ferguson, por proporcionarme mi primera experiencia sobre el terreno en Mesoamérica; Hugh Nibley, por su ejemplo de paciencia e integridad que me impulsó a no cejar en esta tarea por otras menos importantes; Ben Alexander, que me enseñó la importancia de concebir lo inconcebible; mis amigos, que me han proporcionado el prefacio; los editores, incluyendo Don Norton y Jack Lyon, por obligarme a decir lo que yo quería expresar; Kathryn, mi mujer, que falleció posteriormente, porque nunca se quejó del tiempo que me costó; y a los arqueólogos, benditos sean, que siguieron excavando bajo condiciones absurdas en las que personas más racionales hubieran optado por la comodidad. Tom Peterson y Steve Gordon prepararon valiosos mapas, y Gary Gillum hizo los índices. Si hay fallos en el libro, son indudablemente debidos a mis propias limitaciones, no a las de otros. Naturalmente, las opiniones que se 1.-Foundation for Ancient Research and Mormon Studies (F.A.R.M.S.) (N. del T.). 2.-Deseret Book Company(N. del T.) 3.-”Una Concordancia Completa del Libro de Mormón”(N. del T.) PREFACIO XV expresan son estrictamente mías y no pretenden representar las de la Universidad de Brigham Young, donde yo trabajo, las de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días, la Fundación para la Investigación de la Antigüedad y Estudios Mormones ni las de la Compañía de Libros Deseret. Todas las ganancias por los derechos de autor de la venta del libro irán a la Fundación para la Investigación de la Antigüedad y los Estudios Mormones, para que continúe su investigación de las escrituras. Introducción El Libro de Mormón formó parte de mi ambiente cultural general mientras crecía en el valle Caché en Utah, algo que se me había dado de manera tan incuestionada como las montañas que se encontraban al este de mi casa. Durante mis primeras clases universitarias (de ciencias), la guerra, y mi misión en Polinesia, todo lo cual me mantuvo ocupado la década de los cuarenta, el libro simplemente estaba allí, como punto de referencia y fuente de inspiración en la que tenía una incuestionable confianza. Ni entonces ni más adelante tuve que preguntar: ¿es este libro cierto? Nunca pedí apoyo externo para mi confirmación privada, de la cual ya disfrutaba. Cuando llegué a la Universidad de Brigham Young en 1949 con mi mujer y un hijo, había decidido sin ningún motivo racional dedicarme a los estudios arqueológicos. Durante los próximos tres años los profesores Jakeman, Nibley, y Sperry me hicieron entender que el Libro de Mormón no era sólo una fuente de información religiosa sino también un desafiante acertijo intelectual e histórico. Llegué a verlo como un documento tan sutil y complejo que prácticamente pedía ser analizado y entendido en diferentes términos. Mientras profundizaba mis conocimientos sobre arqueología, historia e idiomas, cientos de preguntas atrajeron mi atención, preguntas que las disciplinas académicas que yo estaba comenzando a investigar prometían poder responder algún día. Los años que transcurrieron me condujeron a muchos otros intereses aunque continué fascinado por muchas de aquellas preguntas. Desde entonces, miles de días de detenida investigación han disciplinado mi inicial ingenuidad, pero no importa que otra cosa desvíe mi atención, siempre termino volviendo al XVI INTRODUCCION XVII mismo asunto, haciéndome eco del acertado consejo de Thoreau: “Haz lo que quieres, reconoce tu propio hueso; róelo, entiérralo, desentiérralo y sigue royéndolo.” El hueso que he estando royendo durante estos años ha sido “¿Cómo sucedieron los hechos que se narran en el Libro de Mormón?”. En vez de probar de alguna manera que esos hechos ocurrieron realmente, lo que me ha preocupado ha sido la complejidad de su historia: el intrincado proceso humano e histórico que es el telón de fondo de su mensaje espiritual principal. Y cada vez que volvía al relato una y otra vez, incluso después de décadas de investigación, encontraba que el libro ganaba en amplitud y profundidad de significado, al mismo tiempo que yo ganaba en perspectiva cultural e histórica sobre las vidas de las personas que el libro describe. En resumen, he podido obtener algún conocimiento del contexto que Brigham Young nos instó a conseguir respecto a las escrituras: ¿Leeís las escrituras, hermanos y hermanas, como si las hubierais escrito hace mil, dos mil, o cinco mil años? ¿Las leeís como si estuviérais en el lugar de los hombres que las escribieron? Si no os sentís así, tenéis el privilegio de hacerlo.”4 Este tipo de conocimiento del contexto requiere más que el mero estudio del texto como escritura, ni es suficiente tampoco el estudio erudito de su geografía. Son necesarios ambos conjuntamente. Entender cómo eran los nefitas y jareditas, sus lugares de asentamiento, lo que comía la gente, cómo pensaban, las fuerzas que moldearon su historia, nos ayuda a entender más claramente lo que dijeron sus profetas Algunos lectores del libro no parecen conceder importancia al conocimiento del contexto; otros lo consideran imposible. Para mí, la Biblia es un ejemplo 4.- John Widtsoe, ed., Discourses of Brigham Young (Salt Lake City: Deseret Book Co., 1941), pág. 128.

See more

The list of books you might like

Most books are stored in the elastic cloud where traffic is expensive. For this reason, we have a limit on daily download.