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un canto de frontera. la lógica poética de antonio machado. PDF

466 Pages·2011·2.54 MB·Spanish
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UN CANTO DE FRONTERA. LA LÓGICA POÉTICA DE ANTONIO MACHADO. Juan Merchán Alcalá 1 FICHA Tesis doctoral leída en la Universidad de Almería Fecha: 1 de marzo de 2004. Calificación: Sobresaliente cum laude por unanimidad. Director de la tesis: Miguel Gallego Roca. Tribunal: Presidente: Pedro Cerezo Galán Secretario: María Isabel Navas Ocaña Vocal: Andrés Soria Olmedo Vocal: Fernando García Lara Vocal: Manuel Garrido Palazón 2 ÍNDICE INTRODUCCIÓN_____________________________________ 5 1. LA VIDA _________________________________________ 9 1.1. El yo poético _________________________________ 14 1.2. Las coplas ___________________________________ 33 1.3. Los niños ____________________________________ 37 1.4. Las tardes y el verano __________________________ 40 1.5. El corro _____________________________________ 43 1.6. El coro ______________________________________ 46 1.7. El sueño _____________________________________ 49 1.8. La fuente _____________________________________ 55 1.9. La monotonía _________________________________ 68 1.10. Las risas y las lágrimas __________________________ 71 1.11. Las tristezas __________________________________ 75 1.12. Las leyendas __________________________________ 77 1.13. La historia y la pena ____________________________ 80 1.14. Los viejos amores ______________________________ 83 1.15. Las sombra y la plaza ____________________________ 86 1.16. Lo que pasa y nunca llega _________________________95 1.17. La historia borrada _______________________________99 2. LA VIDA Y LA MUERTE ____________________________ 101 2.1. La hiedra y el parque ____________________________ 107 2.2. La llave _______________________________________ 154 2.3. El mármol _____________________________________ 157 2.4. La hermana ____________________________________ 163 2.5. El árbol y el fruto ________________________________171 2.6. Los ensueños, la amargura y los amores ______________177 2.7. El dolor y las risas ______________________________ 182 2.8. La sed y la pena ________________________________ 185 2.9. El adiós _______________________________________ 188 2.10. El silencio _____________________________________ 190 2.11. Nietzsche y Machado ____________________________ 191 3 3. LA MUERTE ______________________________________ 199 3.1. La virgen ______________________________________ 205 3.2. Esquiva y compañera ____________________________ 214 3.3. El misterio _____________________________________ 220 3.4. La lumbre y la aljaba _____________________________ 234 3.5. El odio y el amor ________________________________ 239 3.6. La sombra _____________________________________ 254 3.7. Las sandalias y la arena ___________________________ 269 3.8. El camino ______________________________________ 274 3.9. La sed y el agua _________________________________ 284 4. LA OTRA MUERTE __________________________________ 291 4.1. El vivir ________________________________________ 303 4.2. El pasar _______________________________________ 315 4.3. El huir ________________________________________ 322 4.4. El mar ________________________________________ 329 4.5. El morir ______________________________________ 386 4.6. El llegar ______________________________________ 394 4.7. El volver ______________________________________ 416 4.8. Machado y Heidegger ___________________________ 424 BIBLIOGRAFÍA CITADA _______________________________ 447 4 INTRODUCCIÓN 5 Muchos son los estudios que hasta el día presente se han escrito sobre Antonio Machado. No sólo la crítica literaria, también la filosofía, la antropología, la psicología y la teología se han venido ocupando desde hace tiempo de analizar todos aquellos aspectos relacionados con la vida y la obra del poeta, hasta aquellos que a simple vista pudieran parecer menos relevantes. Sin embargo —lo que no es extraño si consideramos que Machado es ya un clásico de nuestras letras— continúa aún abierta la discusión sobre algunos puntos concretos de esa obra, claves para la correcta interpretación de sus poemas y para establecer el lugar concreto que le corresponde a Machado en la historia de la literatura española. Se trata de asuntos tan importantes como el significado profundo que encierran los símbolos utilizados en la primera y última etapas de su producción; las relaciones de Machado con el romanticismo, el realismo y el simbolismo; el contenido concreto de su deuda con el vitalismo filosófico de Nietzsche y Bergson, señalada por él mismo en diferentes lugares de sus escritos en prosa; la coincidencia de algunos de sus planteamientos teóricos con la posterior filosofía de Heidegger, una coincidencia señalada también por el propio poeta en sus últimos escritos. En el desarrollo de la investigación advertimos que no se trata, contra lo que pudiera parecer, de problemas independientes unos de otros, sino que convergen todos en el principal, el que más ha preocupado siempre a los lectores de Machado: el contenido simbólico de los poemas de Soledades, Soledades. Galerías. Otros poemas y los cancioneros apócrifos del final. Mas, para que ese significado oculto pudiera desvelarse, era necesario, al mismo tiempo, abordar los demás problemas citados. Para intentar su resolución nos pareció conveniente partir siempre de los resultados conseguidos por la tradición crítica, con la que hemos querido establecer un diálogo que nos permitiese o bien avanzar por el camino por ella transitado o bien tomar necesariamente por alguno nuevo. Y pensamos que el método más adecuado para llevar a cabo el estudio debía consistir en tomar, para analizarlos de manera exhaustiva, cuatro poemas representativos de las primeras Soledades de Machado, advertidos ya previamente por el propio autor de que en ese libro inicial, tras los símbolos de los extraños poemas que lo conforman, se encuentran los contenidos teóricos de las filosofías de Nietzsche, Bergson y Heidegger y de la poesía de los simbolistas menores franceses. Ese método nos ha permitido evitar uno de los escollos con los que se han topado frecuentemente los esfuerzos de algunos críticos, que, al partir de valoraciones de carácter general en torno a los símbolos, se encontraron con que aquellas que resultaban válidas para unos poemas se veían contradichas o matizadas en otros; luego, al intentar la interpretación definitiva de un poema, concreto, sus conclusiones no resultaban satisfactorias. Para evitar ese escollo hemos querido partir del análisis exhaustivo de un poema 6 concreto y centrar nuestra atención en él; de esa manera se tornaba más difícil caer en cualquier tipo de ambigüedad. Si al final la interpretación y los valores propuestos para los símbolos de ese poema concreto no podían ser otros que aquellos a los que se ha había llegado porque así lo exigía la coherencia significativa interna del texto y de la obra general de Machado, esos valores extraídos podrían luego aplicarse con resultados positivos a los demás poemas en que esos símbolos volvieran a aparecer. Se asentaba así con firmeza el significado de un símbolo y se hacía más fácil la interpretación de otros con él relacionados. La fuente, el mar, el río, el mármol, la plaza, las calles, la hiedra, el muro, la tarde, la virgen, el camino, la sombra, ésas y otras palabras que forman el universo simbólico de Machado nos han ido, de esa manera, mostrando su significado oculto. Y, al mismo tiempo, se ha ido revelando también la posibilidad de resolver los otros problemas relacionados con el principal de la interpretación simbólica. El de la posible filiación romántica de Machado es uno de ellos. Desde hace algunos años se viene afirmando por parte de la crítica la existencia de rasgos románticos no sólo en Machado sino en los demás escritores españoles de principios del siglo XX; e incluso se ha querido explicar la poesía y el pensamiento de Machado a partir de la ideología del idealismo krausista imperante en su entorno familiar. Se hacía necesario, pues, examinar y valorar con cuidado esa posibilidad. Y decidimos plantearla y resolverla en la parte segunda del trabajo, al hilo de una reflexión general sobre la naturaleza del paisaje que se nos muestra en su poesía. Los datos extraídos de ese análisis y las propias afirmaciones del poeta, vertidas en diferentes lugares de su obra crítica, nos hicieron llegar a la conclusión de que la metafísica idealista del romanticismo chocaba claramente con la de Machado, que eran otros sus presupuestos ideológicos de partida. Desechada, pues, esa posibilidad de interpretación, la romántica, en la misma segunda parte del trabajo, y en relación también con la naturaleza del paisaje, sopesamos lo que de realista pudiera haber en su obra. No se trata en ningún caso de un problema menor, dado que esa adscripción de Machado al realismo, defendida después de la Guerra Civil por los partidarios de una poesía socialmente comprometida, marcó profundamente la valoración que del poeta se hizo en los años posteriores. En nuestro estudio se niega también la naturaleza realista de esa poesía porque sus presupuestos ideológicos chocan también con los del realismo. Pero no con los del simbolismo. En la primera parte de nuestro trabajo hemos querido establecer con claridad las relaciones que existen entre los dos primeros libros de Machado y ese movimiento poético, unas relaciones aceptadas y explicadas por el propio poeta en años posteriores. Y hemos insistido sobre todo en que se trata del llamado simbolismo menor, el de los poetas franceses y belgas de finales del siglo XIX. Sin embargo, establecida ya suficientemente esa relación, nos encontramos con el problema de que no bastaba para explicar lo más importante: el significado de los símbolos. Para ello se hacía necesario señalar y aclarar cuál fue la metafísica concreta que proporcionó a esos poetas su visión especial del mundo. Guiándonos 7 por las propias palabras de Machado, partimos del supuesto de que esa filosofía fue la vitalista, sobre todo la de Bergson y la Nietzsche. La deuda de Machado con Bergson había sido señalada ya por algunos críticos, como José María Valverde, e incluso filósofos, como Eugenio Frutos. Pero no así la de Nietzsche. La obra de Gonzalo Sobejano, Nietzsche en España, fundamental para conocer la presencia del filósofo alemán en la literatura española de la primera mitad del siglo XX, no se detiene en Machado, quizá por el rechazo que de forma explícita realizó el poeta en algunos lugares de su obra en prosa de las ideas de Nietzsche. Pero en nuestra indagación se puso de manifiesto que son precisamente esas ideas la clave que puede permitirnos explicar el contenido de bastantes poemas de Soledades; en algunos, los más antiguos, las toma Machado aceptando los fundamentos ontológicos del vitalismo, tanto de Nietzsche como de Bergson; en otros, los más cercanos a 1903, para ponerlos en cuestión. En el primero de los cuatro poemas que hemos seleccionado para la interpretación, ―Los cantos de los niños‖, se acepta, en efecto, la verdad del vitalismo y su manifestación a través de las formas artísticas; en el segundo, ―Tarde‖, a la verdad, eterna, del vitalismo opone la verdad finita del ser humano individual. Al final de esa segunda parte, mostrada ya suficientemente la presencia de Nietzsche en la poesía de Machado, hemos creído conveniente exponer en un apartado, de una forma más directa, las relaciones entre los dos. A partir de ahí, de la crítica al vitalismo, Machado pasa a centrar su preocupación por la verdad en el existir humano individual. Esa localización lo puso en un camino de pensamiento cercano al que, años más tarde, recorrió Heidegger. Y para establecer el contenido concreto de las coincidencias entre uno y otro, hemos partido, otra vez, de las propias afirmaciones de Machado, según las cuales, algunos de los poemas de Soledades han de ser explicados a partir de los planteamientos del filósofo alemán. En los análisis de los poemas ―Arde en tus ojos un misterio‖ y ―Glosa‖, que constituyen las partes tercera y cuarta de nuestro trabajo, hemos procurado averiguar qué es lo que se muestra en la poesía de Machado que, luego, en la filosofía de Heidegger tendría una rigurosa formulación teórica. Al final de la parte cuarta, como hicimos también con Nietzsche al término de la segunda, hemos querido exponer, en un orden más preciso, lo que une a Machado con Heidegger y lo que la tradición crítica ha dicho sobre esa relación. La labor hermenéutica inicial sobre poemas concretos nos llevó, inevitablemente, a transitar el itinerario que siguió el pensamiento de Machado, un camino que, desde Bergson y Nietzsche hasta Heidegger, recorre toda la filosofía irracionalista dominante en el siglo XX y que lo llevó a situar su poesía en el límite exacto de la razón, a convertirla en un ―canto de frontera‖; un camino apasionado en torno a la cuestión central de toda filosofía y de toda poesía, la que más importa: la indagación sobre la verdad, sobre el ser. 8 I L A V I D A 9 Es posible que ya desde sus mismos inicios estuviera viciado el camino de la Ilustración, de ese proceso ininterrumpido de la acción racional humana en la historia. Había surgido con la intención de acabar con los mitos, para, una vez subsumidos en sus entrañas, poner de manifiesto la falsedad que encierran. Pero pronto adoptó la forma del dominio; sobre la parte del hombre que no es razón sino naturaleza, dando forma así al sujeto libre capaz de controlar sus pasiones, y también sobre la naturaleza exterior en general, al establecer un distanciamiento en el que el objeto sólo se ve como algo exterior puesto ahí al servicio del sujeto, que puede utilizarlo a su conveniencia1. Ese dominio sobre el objeto alcanzó su punto culminante en el siglo XIX, con la construcción de los grandes sistemas metafísicos del idealismo romántico. En ellos se logró la eliminación absoluta del objeto. La razón, aparentemente, había ganado la batalla contra todos los mitos y podía ya ser paseada en procesión por las calles de París como la única diosa. Y luego, con la llegada del positivismo cientificista, el uso instrumental que de ella se hizo anuló su parte crítica y sus ansias de verdad; en ese momento sólo interesaba ya la búsqueda de las leyes que gobiernan el mundo de los fenómenos, para poner, más aún, la naturaleza al servicio del hombre. No faltaron en ese siglo las críticas a la absolutización y a la instrumentalización ilustradas desde sus mismos presupuestos racionales, sobre todo por parte de los hegelianos de derecha y de izquierda2. Incluso desde el mismo interior del romanticismo surgieron intentos de revitalizar los mitos, aunque racionalizándolos, para cubrir las necesidades sentimentales del pueblo, que no se hubiera conformado con una religión fundada sólo en fórmulas abstractas3. La intuición estética de Schelling, la única, según él, capaz de acceder a un conocimiento directo de la verdad absoluta, estaba situada en las fronteras de la razón4. Y fuera ya totalmente de ella, se colocaron las filosofías de Schopenhauer y de Kierkegaard. Pero fue Nietzsche el pensador que puso al descubierto lo que de verdad se ocultaba detrás de los grandes principios levantados por las metafísicas idealistas y detrás de la, en apariencia, neutral y altruista actividad científica: 1 Véase Max HORKHEIMER y Theodor W. ADORNO, Dialéctica de la Ilustración, intr. y trad. de Juan José Sánchez, Trotta, Madrid, 1997, 2ª ed. [1ª ed. en alemán, 1947; 1ª ed. en español, 1970], pp. 59-95. 2 Véase Jürgen HABERMAS, El discurso filosófico de la modernidad, trad. de Manuel Jiménez Redondo, Taurus, Madrid, 1989 [1ª ed. en alemán, 1985], pp. 74-98. 3 ―Pero contra los ilustrados sostiene Hegel que la religión racional pura, no menos que la fe fetichista, representa una abstracción; pues es incapaz de interesar el corazón del hombre e influir sobre sus sentimientos y necesidades. [...] Sólo si la religión racional lograra presentarse públicamente en fiestas y cultos, se asociara con el mito, hablara al corazón y a la fantasía, podría una moral mediada por la religión ‗entretejerse en el plexo global del Estado‖, ibidem, pp. 40-41. 4 Ibidem, pp. 116-117. 10

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razón, a convertirla en un ―canto de frontera‖; un camino apasionado en torno a la una lógica interna a la que la razón humana podía acceder.
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