A veces solo hay que dejar atrás el pasado.
Y, a veces, para poder empezar de nuevo, debes dejar que el corazón te guíe.
Secuestrar a una mujer no parece una tarea complicada para Diego; al fin y al cabo, no conoce otra forma de ganarse la vida.
Ha pasado varios años preso en una cárcel cubana, pero ahora tiene que regresar a la España de 1898, devastada por la pérdida de las últimas colonias, donde no parece haber esperanza para un maleante como él. Necesita dinero, así que poco importa si la muchacha en cuestión es culpable o no. La encontrará, la obligará a volver a Cuba con su prometido y él se embolsará una buena suma. Solo para sacar a su familia adelante. Solo para olvidar los largos años de cárcel. Simple. Sencillo. Efectivo.
Matilde no necesita un héroe. Aunque sea guapo, adinerado y le esté tendiendo la mano desinteresadamente. Ha sido capaz de escapar sola del hombre que quería controlarla, a ella y a su dinero. Y sola seguirá luchando por recuperar lo que es suyo.
Ambos tienen un objetivo claro, el deseo de empezar de nuevo, y el único obstáculo es precisamente lo único que no pueden evitar: enamorarse.