1 Colección: Hacer Familia Director de la colección: Fernando Corominas © José Antonio Alcazar y Mª Ángeles Losantos, 1997 © Ediciones Palabra, S.A., 2011 Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España) Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39 www.palabra.es [email protected] Diseño de cubierta: Marta Tapias Fotografía de portada: Archivo Hacer Familia ISBN eBook: 978-84-9840-760-0 ePub: CrearLibrosDigitales Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. 2 I ntroducción Tu hijo de 8 a 9 años pretende ser, ante todo, un libro útil para los educadores, padres y profesores, en la gran aventura de ayudar a crecer, de formar personas responsables, que sepan hacer uso de su libertad. Analizaremos cómo es esta edad, entre la niñez y la adolescencia, e intentaremos llamar vuestra atención sobre aquellos pequeños cambios que no por pequeños dejan de tener trascendencia. Queremos, también, ayudaros a elaborar vuestro propio Proyecto Educativo Familiar. Todo el libro es un gran Proyecto Educativo para un niño de 8 a 9 años. ¿Por qué? Porque no podemos dejar al azar o simplemente a la improvisación algo de tanta trascendencia como es la educación de un hijo. La educación es un proceso intencional y los padres son los principales educadores. La sociedad ha cambiado mucho en los últimos años: es un hecho que nadie discute. Hoy en día nos movemos en un mundo en el que los medios audiovisuales forman parte del entorno más cercano y cotidiano de nuestros hijos. A través de la tecnología, se filtran en los hogares un sinfín de ideas, de influencias. Unas favorecen la educación que pretendemos para los hijos. Otras, cada vez más, van totalmente en contra. Hoy, para educar, los padres se encuentran con una amplia batería de adversarios que no siempre son capaces de controlar. Corren el riesgo, demasiado alto, de dejar el futuro de sus hijos en manos del destino. Un destino que, aun no siendo, con suerte, del todo malo, no podemos presumir que sea el que deseamos. Esto hace necesario que los padres se decidan a tomar las riendas de la educación de sus hijos. Ellos están creciendo y viviendo en la sociedad de hoy. Es distinta a la que nos vio crecer a nosotros. Lo que no cambia es el ser de la persona. Han cambiado y cambiarán las formas, los modos de hacer, las herramientas, las convenciones y las modas, pero lo básico, lo constitutivo de la persona humana sigue siendo como antes y como siempre. Ahora bien, es preciso aprender a educar a los hijos en el mundo de hoy, con pasos firmes y seguros, teniendo muy claro dónde queremos ir y utilizando los medios educativos más eficaces. 3 En primer lugar trataremos sobre cómo son los niños de 8 y 9 años. Recordaremos lo que es propio de la edad y hablaremos de sus rasgos más comunes y sus inquietudes más sobresalientes. Luego, os vamos a plantear el gran reto de «emplearse a fondo» en la educación de los hijos de estas edades. Os recordaremos lo necesario que es –y más hoy día– educar en futuro e intentaremos sugeriros cómo lo podéis hacer. Este libro no es un conjunto de recetas educativas (esto no quiere decir que pensemos que en educación no hay recetas: las hay muy buenas, pero no sirven para todo ni para todos). Pretendemos hacer reflexionar a los educadores y ofrecerles numerosas sugerencias de actuaciones educativas familiares. Tampoco es este libro un tratado científico sobre algún aspecto concreto de la educación en la infancia intermedia. Por eso evitaremos planteamientos y el lenguaje académico y citas textuales de prestigiosos pensadores de la educación. Pretendemos, sobre todo, ayudaros a pensar en vuestros hijos y daros ideas sobre cómo podéis ayudarles mejor a ellos, así como a elaborar un proyecto personal de mejora para ese hijo que pasa por esta etapa de su desarrollo. Para que podamos hablar de «proyecto personal» es preciso que tengamos en cuenta todos aquellos aspectos que conforman la persona y que es necesario atender en su educación: el desarrollo físico, la formación intelectual, la educación de la voluntad, el cultivo de la afectividad y la atención a la dimensión trascendente, esto es, la educación en la fe. La Educación de la Voluntad es, sin lugar a dudas, el capítulo más extenso. Las virtudes son el soporte primordial de una buena educación y es la familia la que incide en el descubrimiento y la adquisición de unos y otras. Tiene sentido que prestemos especial atención a este aspecto de la educación, ya que es el que más influye en la felicidad de la persona. 4 PARTE PRIMERA “A” No jugamos porque somos niños sino que se nos ha dado la niñez justamente para que podamos jugar. K. Gross 5 C ÓMO ES MI HIJO Y CÓMO APROVECHARLO 6 CAPÍTULO 1 Perfil de desarrollo Edad puente: entre la niñez y la pubertad Antes de comenzar con las características propias de esta edad, interesa considerar que el desarrollo de un niño constituye una secuencia continuada, sin interrupciones bruscas ni saltos de un ciclo a otro, aunque se suela designar con denominaciones concretas cada estadio por el que transcurre el desarrollo normal de la persona. Así, el paso de un momento evolutivo a otro no ocurre de igual manera ni en la misma edad en todas las personas, aunque sí de forma aproximada, lo que permite singularizar cada edad con matices diferenciados. Hablaremos de rasgos que se destacan por ser básicamente comunes, a pesar de que pueden aparecer en mayor o menor grado, según los condicionantes personales y socioculturales de cada niño. Debemos tenerlos muy en cuenta como apoyo para nuestra acción educativa, pero resulta imprescindible el conocer personalmente a los niños. Un proyecto personal de mejora ha de partir siempre del conocimiento de cada persona concreta. Esta es la razón de que insistamos en que han de ser los padres quienes tomen las riendas de la educación de sus hijos. No olvidemos que el amor es una fuente importante de conocimiento, y nadie quiere a un hijo más que sus padres. Desarrollo físico Los niños de 8 y 9 años crecen a un ritmo más lento que en edades anteriores, pero son sensiblemente más altos y espigados que los de la etapa anterior (6 y 7 años). La altura y la fuerza es muy valorada entre los chicos de esta edad y concede, a los más desarrollados, prestigio social y mayor éxito en las actividades deportivas, lo que influirá sobre la conducta, personalidad, concepto de sí mismo y seguridad. Los desarrollos biológicos más notables son: 7 — La visión está totalmente desarrollada. Hay total coordinación binocular y existe ya una madurez y preferencia lateral ocular. También pueden estar superadas algunas alteraciones visuales infantiles, como el estrabismo. — La percepción auditiva de estímulos y tonos está totalmente desarrollada a esta edad. — Las proporciones de la cara van cambiando y la expresión del rostro es más madura. El cráneo crece más, ya que la casi totalidad del desarrollo cerebral se realiza ahora. Las facciones adquieren un tamaño semejante al que tendrán de adulto, debido al cambio de dentición y al consiguiente crecimiento de las mandíbulas. — El sistema óseo atraviesa una etapa de crecimiento lento. Los huesos son todavía muy flexibles, con mayor riesgo de fracturas, lo que aumenta la facilidad para el movimiento, la agilidad y la actividad físico-deportiva que tanto le atrae. — El sistema nervioso alcanza la madurez hacia los 8 años. A partir de ahora el establecimiento de redes neuronales tendrá un ritmo muy lento. Como consecuencia del desarrollo del neocórtex frontal se producen cambios rápidos en las capacidades mentales, como recordar, razonar, atribuir significados a personas y objetos, clasificar, asociar y discriminar, lo que permite al niño realizar mejores aprendizajes y ajustes personales y sociales. — El sistema digestivo funciona correctamente y ya se han superado las dificultades típicamente infantiles, aunque es preciso cuidar la alimentación, porque pueden aparecer alteraciones endocrinas: gordura o delgadez notables que repercuten en otras áreas de conducta y adaptación. La asistencia al colegio es más regular, al estar más estacionadas las típicas enfermedades infantiles, si bien persisten algunas asociadas a los cambios climáticos, como las gripes y alergias. Los niños suelen ser más propensos a enfermedades gastro- intestinales. Conviene cuidar y poner atención especial a las enfermedades imaginarias o reactivas a estados emocionales inadecuados. Suelen aparecer como mecanismos para mejorar y aliviar situaciones alteradas o mal toleradas. Entre ellas, interesa destacar los vómitos, las gastritis, la anorexia nerviosa, la eneuresis, el asma o las reacciones alérgicas sin causa física. Suelen ser síntomas de una relación interpersonal inadecuada, ya sea familiar o en el centro educativo. Es necesario detectar y tratar cuanto antes estos comportamientos y averiguar sus causas. En cuanto al desarrollo motor, esta etapa se caracteriza por una gran apertura y madurez, acompañadas de vitalidad, expansividad y curiosidad por todo lo que le rodea y por el movimiento. Su cuerpo e intereses hacen que este sea el momento ideal para iniciar y afianzar habilidades motrices. Nos encontramos en el período sensitivo del aprendizaje de las técnicas de ejecución motriz. El ejercicio motor le proporciona alegría, seguridad y salud. La precisión en los movimientos y la rapidez de ejecución aumentan notablemente. Es la época de la coordinación fina y adaptación al espacio y al tiempo de las acciones 8 motrices y sensoriales. Podría decirse que pasa de ser dominado por sus movimientos a dominarlos. Los aspectos cuantitativos del movimiento se van haciendo gradualmente más patentes: corre más, lanza con mayor potencia y precisión, aguanta un esfuerzo durante más tiempo, etc. Aumenta la riqueza de las conductas motrices, que se traducen en: — mayor destreza en la manipulación de los objetos, los utensilios de trabajo o del juego. La motricidad fina se perfecciona: usa las manos independientemente una de otra, juega con los dedos, puede escribir durante un tiempo prolongado, etc.; — posibilidad de realizar por sí solo, con mayor perfección, actos como vestirse y desvestirse, comer, etc., que antes realizaba más torpemente; — perfecta coordinación de pies y manos; — destreza en los ejercicios físicos. En estos años, los niños afianzan su lateralidad, son más hábiles en sus comportamientos motores y les agrada ostentar sus habilidades. El dominio de la lateralidad facilita la correcta localización y orientación espacio-temporal, la comunicación con los demás y la memoria en términos de tiempo y espacio. La comprensión espacio-temporal es condición previa para comprender las relaciones antecedente-consiguiente en términos de causalidad; también tiene relación con: — el desarrollo de la atención. La capacidad para mantener atención y postura adecuada es ya bastante duradera –varias horas al día–; — la habilidad gráfico-estructural (capacidad de fijarse, retener, interpretar y representar gráficamente estructuras), especialmente importante para el aprendizaje de la ortografía; — el interés por los fenómenos del medio físico y social, al facilitar la comprensión del cambio, del movimiento, de la sucesión espacio-temporal; — la capacidad de ordenar sucesos e ideas; — la capacidad de distribuir su tiempo, de programar actividades según un horario. Los chicos de esta edad prefieren ejercicios y deportes donde predomine la fuerza y el riesgo. Sus intereses en las actividades empiezan a diferenciarse según el sexo. Es el período en que existe más antagonismo sexual, mayor rechazo intersexual para juegos y diversiones. Entre los problemas más comunes que suelen presentarse a estas edades está la torpeza motriz, es decir, la falta de control de movimiento del cuerpo y la falta de agilidad para ser preciso y eficaz en la realización de actividades físicas. Las causas pueden ser: — Retraso madurativo general. — Cuerpos muy gruesos o muy delgados y débiles. — Muy bajo nivel intelectual (límites o retrasos fuertes). — Muy alto nivel intelectual que les lleva a preferir las actividades intelectuales a las de movimiento. — Falta de oportunidades y motivación para el desarrollo. 9 Teniendo en cuenta el gran interés que despiertan en estos chicos el juego y el deporte en grupo, así como las posibilidades educativas de este tipo de actividades, privarles de ellas les dejaría sin una importante fuente de motivación y podría acarrear diversos daños que deben tenerse en cuenta: — Menor desarrollo físico e intelectual. — Menor armonía corporal, agilidad y dominio-destreza. — Menor capacidad de integrarse en grupos y de socialización. — Menor naturalidad, soltura, independencia y respeto a las normas impuestas. — Falta de estímulos que disminuyen la capacidad de gozo y diversión, relajación y equilibrio personal. Desarrollo intelectual Es la edad propicia para el desarrollo del pensamiento operativo concreto, a través de la paulatina aprehensión intelectual. El proceso que siguen es el paso de lo intuitivo e imaginativo a lo racional, para llegar a sintetizar y estructurar sus propios conocimientos. La inteligencia sensomotora pasa a ser lógica, aunque necesite de los sentidos para captar las cosas, ya que el razonamiento abstracto vendrá después, alrededor de los 13 años. Empiezan a razonar por sí mismos a partir de los porqués y son frecuentes las preguntas sobre el porqué y para qué de las cosas. La capacidad de atención aumenta paulatinamente y van siendo capaces de retener mayor número de estímulos en tiempo más duradero, aunque aún necesiten cambiar de actividad con cierta frecuencia. Poseen capacidad de discriminación, así como facilidad para combinar objetos, distinguirlos, agruparlos y distribuirlos según sus cualidades. Es el momento oportuno para ejercitarles en la memoria de detalles y conjuntos de elementos, la clasificación y combinación de elementos, y las mediciones. Sus preguntas y «porqués» tienen como finalidad averiguar el origen y fin de las cosas. No le satisface la respuesta tranquilizadora con la que se contentaba el niño de 3 o 4 años, sino que busca el conocimiento de los procesos, el para qué sirven las cosas, cuál es el origen de personas y animales –interés por la vida–, cuál es el fin de las personas – trascendencia–, qué mecanismos rigen o determinan los procesos climáticos, los cambios estacionales o las leyes de la naturaleza. Les interesa mucho todo lo que afecta a su entorno, naturaleza, vida, normas, leyes, mecanismos (indagar cómo funcionan coches, máquinas…) pero aún no son capaces de abstraer, trasladar conceptos, aplicar normas o leyes a procesos diferentes, etc. El pensamiento adquiere un papel predominante, de modo que gran parte de la actividad y los intereses del niño se centran en el terreno del descubrimiento y del desarrollo intelectual. Se vuelve más analítico y hay una mayor disposición para la observación. También despierta el sentido crítico, ya que, a medida que el niño adquiere una mayor comprensión de la realidad, deja de aceptar los contenidos de la experiencia de forma ingenua y reflexiona sobre sí mismo, lo que hace y la repercusión de su conducta en los 10