Description:Tristán o el pesimismo fue escrita en 1906, en cuya portada consta, junto a la firma del autor, la descripción “novela de costumbres”. Diestro en esto, los retratos y escenarios costumbristas, Palacio Valdés es un arquitecto de novelas naturalista, estilo derivado del realismo literario de finales del siglo XIX, en el que desarrolla la formación de carácter del hombre a través de planteamientos filosóficos y cristianos, mostrando una mano certera en la creación de personajes femeninos, algo así como Flauvert con Bovary, perteneciente también al realismo. En esta novela, para el estudio de caracteres y situaciones, Palacio Valdés coloca frente a frente a dos hombres, Reynoso y Tristán de naturaleza tan distinta como el agua y la gasolina. Dos contrastes rodeados de secundarios (muy estupendamente trazados) que crean una trama de enredos sociales, caricaturas o retratos de fina y sutil ironía sobre la “alta” sociedad ( y burguesía) del cambio de siglo anterior, en la España de los intelectuales de cafés y cafetines, de la Restauración, y la corrupción del régimen parlamentario que la caracterizó, algo de lo que el autor rasca migajas en este historial folletinesco. Tristán, influenciado por un pesimismo de época, decide saldar los excesos de su misantropía llevando su delirio hasta el límite. Mientras, Reynoso se ve obligado a tomar una importante decisión, para lo que ha de enfrentarse a su propio código ético, lejos de convenciones morales sociales o religiosas. Clara y Elena, respectivamente, serán las víctimas o beneficiarias de las resoluciones de ambos personajes, tan antagónicos. Tristán o el pesimismo era la obra preferida de Palacio Valdés, según sus manifestaciones. En ella podemos deleitarnos de buenas dosis de humor que se manifiestan a través de personajes como Gustavo Núñez o el feo Barragán, por no hablar de la ridícula prima de Tristán, Araceli, adolescente aspirante a marquesa de pitiminí, orgásmica con el postín de las habituales reuniones de saloncitos particulares, “Aquel día rebosaba de distinción y de elegancia el gabinete y el saloncito contiguo de la bella esposa de Reynoso. Una duquesa, tres condesas, una marquesa, y dos vizcondesas; además, las de Domínguez y las de Mínguez, emparentadas con lo más elevado e inaccesible de la aristocracia española. Araceli estaba en sus glorias. Empezaba a perdonar a Elena su oscura estirpe en gracia a los muchos títulos que ya acudían a sus martes”.