TRATADO DE ANTROPOLOGÍA DE LO SAGRADO [1] Los orígenes del homo religiosus E. ANATI, R.BOYER, M. DELAHOUTRE, G. DURAND, F. FACCHINI, C. FAIK-NZUJI MADIYA, I. P. LALEYE, V. MULAGO GWA CIKALA, J.RIES, L.V. THOMAS COORDINADOR: JULIEN RIES Esta obra ha sido editada mediante ayuda de la Dirección del Libro y Bibliotecas del Ministerio de Cultura C O L E C C I Ó N P A R A D I G M A S Biblioteca de Ciencias de las religiones Título original Trattato di Antropologia del Sacro volume I, Le origini e il problema dell'homo religiosus Traducción de María Tabuya y Agustín López © Editoriale Jaca Book SpA, Milano, 1989 © Editorial Trotta S. A., 1995 Altamirano, 34. 28008 Madrid Teléfono: 549 14 43 FAX: 549 16 15 © María Tabuyo, Agustín López para la traducción, 1995 Diseño Joaquín Gallego ISBN, 84-8164-047-6 (Obra completa), ISBN, 84-8164-048-4 (Volumen l) Depósito Legal VA-228/95 Impresión Simancos Ediciones, S.A Pol. Ind. San Cristóbal C/ España, parcela 152 47012 Valladolid CONTENIDO Nota del editor Introducción. El hombre y lo sagrado. Tratado de antropología religiosa: Julien Ries Primera parte EL HOMO RELIGIOSUS Y LO SAGRADO El hombre religioso y lo sagrado a la luz del nuevo espíritu antropológico: Julien Ries. La experiencia de lo sagrado: Régis Boyer. El hombre religioso y sus símbolos: Gilbert Durand Lo sagrado y su expresión estética, espacio sagrado, arte sagrado, monumentos religiosos: Michel Delahoutre. Segunda parte LO SAGRADO, LOS ORÍGENES, EL HOMBRE ARCAICO, LA MUERTE La emergencia del homo religiosus. Paleoantropología y Paleolítico: Fiorenzo Facchini. Simbolización, pensamiento conceptual y ritualismo del homo sapiens: Emmanuel Anati Lo sagrado y la muerte: Louis-Vincent Thomas. Tercera parte LO SAGRADO Y LOS PUEBLOS AFRICANOS El hombre africano y lo sagrado: V. Mulago Gwa Cikala El homo religiosus africano y sus símbolos: C. Faik-Nzuji Madiya. Mito y rito en la experiencia religiosa africana: Issiaka-Prosper Lalèyê Conclusiones y perspectivas: Julien Ries Bibliografía Nota biográfica de autores índice general NOTA DEL EDITOR El diccionario de la lengua italiana de G. Devoto y G. Oli ofrece la siguiente definición de tratado: «Obra que expone de forma sistemática temas de interés científico, histórico o literario. Por ejemplo: tratados de zoología, botánica, filosofía, etc.». En Francia, el Petit Robert define el tratado como una «obra didáctica que expone de manera sistemática un tema o un conjunto de temas relativos a una materia [...] Por ejemplo, Tratado de la radiactividad, Marie Curie». El término «didáctico» tiene aquí un valor que podríamos llamar «universitario» y que hace referencia al nivel de los estudios superiores. Lo que actualmente se mantiene en vigencia de la concepción de tratado propia del siglo XIX y de principios del XX es la necesidad de establecer obras de referencia ante la aparición de nuevos campos de estudio e investigación. Por tal motivo, la proliferación de «materias» científicas en los siglos XIX y XX explica la multiplicación de los tratados. Nos encontramos actualmente en presencia de un fenómeno análogo y, al mismo tiempo, diferente. Tras la aparición de nuevos dominios científicos en la primera mitad de este siglo (relatividad restringida, mecánica cuántica, microbiología...), asistimos en los últimos años al nacimiento de nuevas ramas de investigación que se configuran, bien por una renovación absoluta de las materias ya existentes, bien por fusión de diversas disciplinas científicas hasta entonces totalmente independientes y que al unirse dan lugar a otras nuevas o a una modificación decisiva de las anteriores. El tratado tiene, pues, como objetivo abarcar la nueva materia o disciplina en toda su extensión, a fin de poder ofrecer un marco de referencia común a todos los especialistas interesados, así como a los estudiantes que deben decidir la orientación de su trabajo, paralelamente - y ésta es una función importante del tratado - éste se convierte también en fuente común de referencias para todos aquellos que se dedican al estudio de la disciplina en cuestión o de otras más o menos directamente relacionadas con ella, permitiendo calibrar qué es lo que puede esperarse de esta materia renovada o de nueva creación. En el contexto actual, en el que vemos, por un lado, cómo las ciencias exactas y la biología se desarrollan con gran rapidez y constatamos, por otro, las dudas e incertidumbres de unas ciencias humanas en crisis, se plantea la exigencia de reconstruir un esquema de referencia para la lectura de los fenómenos humanos, exigencia que sitúa en primer plano la cuestión del discurso antropológico. La antropología religiosa, en particular, estudia al hombre en tanto que portador de convenciones religiosas susceptibles de regular su vida y su comportamiento. De hecho, las diversas religiones proponen diferentes antropologías, cada una de las cuales tiene su propia concepción de la condición humana y de la relación del hombre con el mundo. Estamos en disposición de reconstruir la antropología que configura el armazón del pensamiento semítico, de las Upanishad, del budismo, de la religión de los faraones, del pensamiento griego. Existe, finalmente, una antropología cristiana, basada en la tradición bíblica y marcada de forma decisiva por la presencia de Jesucristo, el Hombre-Dios, el hombre nuevo que proyecta una luz nueva sobre el misterio del hombre. Pero junto a esta antropología religiosa, cuyas múltiples facetas están enraizadas en las doctrinas filosóficas de las distintas religiones, asistimos hoy al desarrollo de una nueva antropología religiosa centrada en el homo religiosus y en sus comportamientos en las diferentes experiencias por él vividas de lo sagrado. Como muestra Mircea Eliade en sus trabajos, lo sagrado no es un momento de la historia del conocimiento, sino un elemento estructural de la propia conciencia. Gracias al gran estudioso rumano, que retoma y desarrolla los hallazgos de Söderblom, Rudolf Otto y van der Leeuw, entre otros, las investigaciones sobre lo sagrado ocupan un lugar de preferencia en el estudio de la historia de las religiones. Esta nueva antropología religiosa tiene, pues, por objetivo comprender al hombre como sujeto de la experiencia de lo sagrado; dentro de este marco, estudia la estructura fundamental de dicha experiencia, la conciencia y las actividades del ser humano a través de los múltiples vestigios y documentos que el homo religiosus nos ha dejado desde sus orígenes hasta nuestros días, como expresión de su relación con una «Realidad absoluta» que transciende este mundo aunque se manifieste en él. La percepción de estas manifestaciones de la Realidad es, precisamente, el descubrimiento que lleva al hombre a asumir ese modo específico de existencia que se puede denominar «lo sagrado». Esta experiencia humana tiene lugar tanto dentro como fuera de las grandes religiones, y ha configurado a su alrededor, a lo largo de la historia, todo una universo simbólico de mitos y de ritos. Son éstos los que constituyen el objeto de estudio de este tratado, que se propone llegar a su conocimiento, así como a la evaluación de su importancia desde el punto de vista antropológico, a fin de elaborar una antropología del homo religiosus basada en lo sagrado en tanto que experiencia vivida. Dirigida por Julien Ries, de la Universidad católica de Lovaina, y realizada con la contribución de cerca de cincuenta especialistas, en su mayor parte europeos, la obra abarca - como explica con mayor amplitud la introducción - las siguientes disciplinas: historia de las religiones, historia general, historia de las culturas, prehistoria y paleoantropología, etnología y sociología. El gran interés que, desde esta perspectiva, presenta la historia de las religiones radica sencillamente en la clarificación institucional y doctrinal que las grandes religiones proyectan sobre las relaciones entre el hombre y lo sagrado, entre el hombre y lo infinito - relaciones de particular interés en el momento presente, en este período de crisis de las religiones institucionales -, clarificación cuyo alcance se extiende tanto a la antigüedad como a nuestros días. EL EDITOR Introducción EL HOMBRE Y LO SAGRADO. TRATADO DE ANTROPOLOGÍA RELIGIOSA Julien Ries Las ciencias exactas, la biología y la medicina conocen actualmente un extraordinario desarrollo. Las ciencias humanas, por el contrario, parecen tímidas, vacilantes, casi inseguras. Y, sin embargo, nuestros contemporáneos están obsesionados por estas ciencias humanas que se debaten en un verdadero callejón sin salida, debido a que los excesos del reduccionismo han condenado a «las ciencias humanas a perder al hombre por el camino»1. Esta situación exige rehacer con urgencia la estructura de referencia para la lectura del fenómeno humano. En otras palabras, la antropología está llamada a ocupar un puesto privilegiado en el saber de nuestra época. En primer lugar, sería necesario clarificar la terminología de las ciencias del hombre. En 1787, el suizo Chavannes introdujo el término «etnología», que a comienzos del siglo XIX era considerado sinónimo de ciencias de la clasificación de las razas. Durante las primeras décadas del siglo XX, se entendía por etnología el conjunto de las ciencias sociales que tenían por objeto el hombre fósil y las sociedades llamadas «primitivas». En la actualidad, se tiende a restringir la etnología a los estudios sintéticos y teóricos elaborados a partir de las observaciones realizadas sobre el terreno por las diversas disciplinas de la etnociencia, entre las que se encuentran la etnodemografía, la etnoeconomía, la etnolingüística y la etnosociología2. 1 G. Durand, La imaginación simbólica, Buenos Aires, l971, Science de l’home et tradition, Paris, 1979, pp. 11-12. 2 Véase M. Panoff y M. Perrin, Dictionnaire de l'ethnologie, Paris, 1973. Véanse también los artículos «Ethnologie», en Encyclopaedia Universalis En Europa, el término antropología designó durante mucho tiempo a la antropología física, dejando así todo el ámbito social y cultural del hombre a la etnología. Actualmente, gracias al desarrollo de la biología y la genética, la antropología física se encuentra en una fase de expansión desconocida con anterioridad. De este modo, el término «antropología» se ha extendido a una parte del extenso campo de lo que antes era la etnología. Interesada primero por el estudio de los fenómenos de la vida del hombre en sociedad, así como por los fenómenos de la cultura y el hecho de la civilización, esta disciplina, que se ha denominado antropología social y cultural, pretende proceder al estudio sistemático de los comportamientos sociales del hombre, tal como se manifiestan en las sociedades y en las culturas. Diversas corrientes se han sucedido tanto en los países anglosajones como en Francia: antropología social de la escuela de Durkheim, funcionalismo, antropología marxista, antropología estructural de Lévi-Strauss. Actualmente se habla también de antropología económica o antropología histórica, etiqueta garantizadora de éxito que esconde sin embargo una gran imprecisión, pues puede referirse tanto a la alimentación como a la familia, la sexualidad, la infancia o la muerte. Finalmente, llegamos a la disciplina antropológica situada en la cola del pelotón, a saber, la antropología religiosa3. 1. LA ANTROPOLOGIA RELIGIOSA 1. Antropología y religión La antropología religiosa debe distinguirse de la etnología, la historia y la sociología de las VII, Paris, 1985, pp. 448-484. 3 R. Bastide, «Anthropologie religieuse», en Encyclopaedia Universalis II, Paris, 1985, pp. 271-27S. Véanse los restantes artículos «Anthropologie», pp. 239-271.
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