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Transicion De Los Principios Metafisicos De La Ciencia Natural A La Fisica PDF

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IMMANUEL KANT TRANSICION DE LOS PRINCIPIOS METAFISICOS DE LA CIENCIA NATURAL A LA FISICA (Opus postumum) Edición preparada por Félix Duque EDITORA NACIONAL Torregalindo. 10 - Madrid-16 PROLOGO Cuando el lector abre un libro (aun de filosofía) tiene derecho a que en él se encuentre una obra más o menos bien trabada, hasta en el caso de que los azares de! destino la hayan dejado inconclusa. Así sucede, por ejemplo, con el De intellectus emendatione spino- zista, que la mano del editor ha cerrado con un desesperante reli- qua DESIDERANTUR. No ocurre lo mismo con el llamado Opus postumum de Immanuel Kant. Si un bienintencionado lector se acerca a los dos gruesos volúmenes de la Academia de Berlín (XXI y XXII: 1936 y 1938) y abre cualquiera de ellos, a! azar, retrocede­ rá —espantado o divertido, según su grado de admiración por el viejo filósofo— ante un fárrago mal escrito, fragmentado y frag­ mentario, sin apenas dignos de puntuación (y los escasos que pueda encontrar estarán seguramente mal colocados) y que, ade­ más, parece tocar todo lo divino y humano que darse pueda: desde las excelencias del abadejo báltico y las salchichas de Gotinga hasta la audaz afirmación: Wir uns Gott machen; desde la electrici­ dad del aire responsable de la muerte de los gatos hasta la idea de que, en el caso de! éter, a posse ad esse valet consequentia. Si acu­ de, en busca de ayuda, al índice de materias elaborado por el edi­ tor, Georg Lehmann (el más denso y largo de cuantos índices co­ nozco: de las págs. 625 a la 748 del vol. XXII), creerá hallarse ante un diccionario enciclopédico (más bien esotérico). Allí se en­ cuentran, unidos a ¡a fuerza por el arbitrario rigor del orden alfa­ bético, conceptos tomados de la física y la química (pero también el 9 Archeus de Van Helmont o los asiros sexuados de Plinio), riguro­ sos términos de la teología escolástica en promiscua convivencia con Ormuz y Ahrimán, y también (¡al fin!) viejos conocidos: cosa en sí, yo pienso, filosofía trascendental, etc. Claro que si atiende a los subconceptos de esta última, por ejemplo, verá que se le remite a Zoroastro, o que hay una entrada que reza de esta suerte: —ais Galvanismus (XXII, 728). Y si, esforzado él, continúa leyendo, se encontrará con una definición de filosofía trascendental seguida por la mención a un planeta, una definición del Ser Supremo, una anotación sobre una beca, la alusión a alguien que está en coma, Kant que confiesa su edad y (la cosa va in crescendo^ la afirmación de que hay que tratar la hinchazón en la boca del estómago según Principios subjetivos. Y como todo este maremagnum está en una sola página (XX 1,3), pensará seguramente que hay medios más agradables (y quizá no tan peligrosos) de lograr visiones psicodéli- cas y que, después de todo, los alemanes no son tan serios. Hasta puede que cambie su buena intención inicial y se fije en que el dichoso Opus ha sido editado en Berlín en 1936 y 1938: lugar y fechas por demás sospechosas. Bueno, pues no es así. Y para probarlo, la editorial y yo nos he­ mos arriesgado a presentar en castellano la obra postuma de! an­ ciano de Kónigsberg, en una edición ordenada y que ofrece una vi­ sión de conjunto suficientemente coherente de la rica y amplia temática de los legajos, dado que una edición completa sería casi im­ posible de lograr, y seguramente poco fructífera, en vista de las nu­ merosas repeticiones. Hasta ahora, sólo han sido realizados en nuestro siglo (las viejas ediciones de Reicke y Krause carecen ya de valor) tres intentos de publicación. En 1920 (antes de la edición académica) Erich Adickes publica su Kants Opus postumum, dar- gestellt und beurteilt en los Suplementos de la revista kant- STUDIEN (un «suplemento» de 855 págs). Ahora bien, la ordenación temática (no la cronológica) es bastante arbitraria (Lehmann, suce­ sor de Adickes en la edición de! Nachlass, se ha encargado de mostrarlo palmariamente en diversos artículos); faltan numerosos fragmentos y, sobre todo, no se trata de una edición, sino de un comentario a un libro que no había aparecido sino troceado por Krause y Reicke (ver el siguiente Estudio introductorio^. La admi­ rable edición académica, casi completa (faltan algunos Lose Blát- ter, publicados en 1955, en el vol. XXIII) no entra en el cómputo porque, con una escrupulosidad digna de alabanza, refleja, como si se tratara de un facsímil, el estado real de los legajos y pliegos que 10 manos alevosas e inexpertas convirtieron, «gracias» a su «ordena­ ción», en amasijo poco menos que ilegible. Se trata, pues, de una edición diplomática, tan poco apta —me atrevo a decir— para el lector culto como incluso para el conocedor de las obras publicadas de Kant. Sin embargo, y asi las cosas, J. Gibelin presenta en 1950 una breve selección de textos (en una buena traducción francesa), siguiendo el mismo «orden», y sin notas. De este modo, pueden leerse en francés cosas que siguen siendo igual de ininteligibles que en alemán (ahora, a! menos, se pueden leer: algo se ha progresado). Por fin, uno de los mejores conocedores del último Kant presenta en 1963 una buena edición italiana. Se trata de Vittorio Mathieu, que ya en 1958 había publicado un excelente y voluminoso estudio sobre la filosofía trascendental y el Opus postumum. En esta edi­ ción, los temas aparecen en orden cronplógico y sistemático (en la medida de ¡o posible), precedidos por una cuidada y clara introduc­ ción —hay que lamentar, en cambio, la escasez de notas—. Pero adolece de un defecto, en mi opinión (aparte de su excesiva breve­ dad: algo más de 300 páginas), asumido por lo demás consciente­ mente por Mathieu. Y es que, dada la fragmentariedad de la redac­ ción kantiana, y las frecuentes repeticiones (aunque por lo general siempre haya variaciones), el estudioso italiano se decidió por refle­ jar algunos pliegos completos de la obra. Estamos, pues, en el extremo opuesto a Gibelin. Cabe incluso pensar que Mathieu eligió esta solución para no seguir el (mal) ejemplo de! francés. Pero esto presenta, creo, grandes inconvenientes —aunque haga desde luego más fácil la elección—. Así, se recogen, por el sólo hecho de estar escritas en la misma página, anotaciones de escaso interés o que después van a aparecer más perfiladas. Y, por el contrario, párra­ fos enteros de indudable valor son relegados. Ante estos Scylla y Charibdis, parece claro que la solución era la intermedia: elegir to­ dos los pasajes representativos, ligándolos en lo posible mediante explicaciones intertextuales (como hizo también Mathieu) y conec­ tando los distintos temas mediante notas, atendiendo en todo caso a la evolución cronológica o la conexión sistemática, pero no a la división en pliegos o legajos, casi enteramente arbitraria. Claro que de este modo Ia edición se ha extendido considerablemente, ten­ diendo incluso (una tendencia ideal) a la transcripción completa —aun a riesgo de repeticiones— de cuanto de interés pueda apare­ cer en los doce legajos (el decimotercero no ha sido transcrito, por tratarse de un esbozo de Der Streit der FakultátenJ. A! animoso —y paciente— lector tocará juzgar si el empeño ha 11 merecido ¡a pena. Nada me alegraría más que pensar que alguno pueda encontrar incluso apasionante ¡a lectura de este puñado de páginas. Hay aquí, al menos, un soplo muy distinto al que corre por las páginas de las grandes obras críticas. Un soplo, me atreve­ ría a decir, de vida. Aquí el filósofo vacila, duda, lucha con los problemas y con su formulación exacta: deja incluso muchas frases sin terminar porque no sabe en ese momento cómo seguir. Estamos muy lejos de la triunfal seguridad (ese señorío que Schiller vio en Kant) de las obras publicadas. El Opus postumum, al no estar fija­ do su texto, no se arista en perfiles de pieza museística: no es per­ fecto, pero está vivo. Nos acerca al laboratorio mental del gran filósofo; y los allotria (anotaciones dispares) permiten vislumbrar al­ go del calor que animaba al viejo Kant. Esta obra no es un escapa­ rate, sino un taller. Un taller muy desordenado que yo he intentado arreglar un poco, procurando romper lo menos posible. Ni qué decir tiene que esta edición ni puede ni quiere sustituir al origina!. Pero me gustaría pensar que permite leerlo con sentido. Y si tal hubiera conseguido, no sería poco. Ahora, dejo el libro en manos ajenas. No sé qué será de él; pero seguro que podrá defenderse por sí solo: habent sua fata libelli. Santiuste de San Juan Bautista y Madrid, 1981 12 OBSERVACION GENERAL SOBRE ESTA EDICION Dejando aparte el Prólogo y el Estudio introductorio, la presente edición con­ tiene cinco partes bien diferenciadas, sobre las cuales puede resultar conveniente hacer algunas precisiones. I) CORRESPONDENCIA DE PASAJES Esta correspondencia pretende dar solamente una visión de conjunto de los tex­ tos traducidos; por ello, y para no hacerla demasiado prolija, se señalan únicamente, en cada caso, la primera y última página de la edición académica. Ello no significa, pues, que dichas páginas hayan sido enteramente traducidas (puede tratarse de un breve fragmento). 2) BIBLIOGRAFIA Está dividida en dos secciones: la primera pretende dar una información exhaus­ tiva (en lo posible) de obras y artículos estrictamente referidos al Opus postumum; la segunda presenta estudios referidos a la filosofía critica en general/ pero sólo g cuanto que tratan de temas conectados con la problemática del último Kant. No 8 hacen constar las obras científicas, religiosas o de otros filósofos, que esclarecen « sentido de la temática del Opus postumum. En este caso, la lista tendría que ser mucho más extensa. Buena parte de estas obras es citada en las notas. 3) TRADUCCION La división en partes y capítulos es convencional, y ha sido establecida por mi. Pero entiendo que no es arbitraria, dado que intenta atender a insinuaciones del pro­ 13 pío Kant y a cambios claros de temática. La ordenación de los fragmentos es crono­ lógica y, dentro de un mismo periodo, se ha cambiado a veces el orden de los legajos y pliegos, atendiendo a una mayor sistematicidad. Al margen izquierdo se señala la paginación académica; cada fragmento es prece­ dido por la fecha probable en que se escribió, y se hace constar la ordenación del manuscrito, en legajos, pliegos (o folios) y páginas. Cuando Kant mismo marca los pliegos con una signatura, se hace constar ésta. Las partes, capítulos y, aun dentro de éstos, los cambios de fecha o de temática, van precedidos por una explicación mia en cursivas. Dadas las caracteristicas de la edición académica (reproducción fiel de un ma­ nuscrito) se ha intentado reflejar al máximo el estado real de los fragmentos traduci­ dos. En muchos casos es imposible establecer el sentido sin añadir (o en algunas ocasiones, quitar) palabras. En este caso, las palabras añadidas por mi van entre corchetes, y se hace seguir un signo de interrogación cuando el sentido de la adi­ ción es dudoso. Entre corchetes van también los términos originales (en cursiva) cuando éstos son importantes o de difícil traducción. Siempre que es necesario advertirlo, los cortes del original van seguidos, o prece­ didos, por tres puntos suspensivos. El texto alemán apenas presenta signos de puntuación, ni hace mucho caso de la distinción entre mayúsculas y minúsculas. De ahí que los signos coma, punto y co­ ma, dos puntos, guiones y, en muy pocos casos (normalmente advertidos) puntos y paréntesis redondos, hayan sido introducidos por mi para facilitar la lectura. Habría sido de una prolijidad improcedente señalar en cada caso las modificaciones en la puntuación. Por el contrario, la separación en párrafos e incluso, en la medida de lo posible, la ubicación del fragmento en el manuscrito, han sido escrupulosamente res­ petadas. Las notas a pie de página (introducidas por una letra latina minúscula) son exclu­ sivamente filológicas, y atienden a variaciones textuales, explicación de sentido, ubi­ cación en la página (si se trata de una anotación marginal, si es una segunda versión, etc.), y controversias sobre adiciones propuestas por los distintos editores (Rcicke, Krause, Lehmann, Adickes y Mathieu). Las notas que podríamos denominar «doc­ trinales» están señaladas en el texto con números árabes volados. Cada una de las cuatro partes tiene su numeración propia. De acuerdo con la edición original (y, en definitiva, con el manuscrito de Kant), las palabras realzadas por el autor van espaciadas, utilizándose las cursivas (en ei Corpus del texto) para reproducir términos no traducidos (normalmente, en alemán o en latín). 4) NOTAS DOCTRINALES Están colocadas al final de cada parte. Las citas de obras de Kant se hacen según la paginación académica (salvo por lo que respecta a la primera Critica, signada se­ gún costumbre como A y B). El número romano corresponde al volumen, y el árabe a la página. Soy responsable en todo caso de la traducción de los pasajes. Las refe­ rencias a Adickes (Kants O.p.i, Mathieu (edic. it.) y los biógrafos Hasse, Jachmann, Wasianski, se hacen señalando solamente el nombre y la página. Las obras citadas que constan en la bibliografía son señaladas de forma abreviada. De las no citadas en bibliografía se da referencia completa. Salvo en el caso de citas en latín (cuando no se trata de textos poéticos), todos los textos presentados han sido traducidos por mi. Las interpolaciones dentro de los textos van en corchetes. 14 5) INDICES De los (res Indices (de autores, de materias y general), sólo precisa de breve acla­ ración el de maierias. Ha sido confeccionado éste teniendo a la vista el de Lehmann (verdaderamente monumental) pero sin pretender reflejarlo. Después de cada térmi­ no castellano se señala el correspondiente alemán. De este modo puede tenerse una visión de conjunto de la terminología traducida, que he procurado fijar por todos los medios posibles, siempre que el sentido no se viera alterado gravemente. Al res­ pecto, puede ser interesante señalar algunos casos relevantes. He traducido Slo/f por «estofa», recuperando asi una vieja expresión, ya que Kant advierte explícitamente en varios pasajes que Stoff no significa «materia» ni «elemento». El sentido más cercano es el del griego sioicheion: elemento simple cualitativo. La distinción entre Prinzip y Grundsatz es reflejada en castellano vertiendo «Principio» y «principio». Igualmente se ha procedido con Object y Gegenstand: «Objeto» y «objeto», respec­ tivamente. Wirklichkeit y Realilái han sido siempre escrupulosamente distinguidos, traduciendo en primer caso «facticidad» o «efectividad» (junto con las correspon­ dientes variaciones cuando se emplea como adverbio o adjetivo), y en el segundo «realidad». Del mismo modo se ha distinguido entre Verbindung («enlace») y Ver- knüpfung («conexión»), como se ha hecho también en los verbos correspondientes. Los términos importantes que aparecen en el indice presentan subdivisiones, remi­ tiendo también a términos conectados. 15 ESTUDIO INTRODUCTORIO

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