‹‹Lo sé. Sé que soy despistada (yo prefiero decir “soñadora”) y tiendo a abusar, pero de ahí a echarme del piso… pero oye, he aterrizado en un pueblo precioso, pintoresco y lleno de flores. Lástima que sus gentes estén chifladas y mantengan una lucha ancestral con el dueño del castillo, quien resulta ser… mi casero. No, yo no tengo la personalidad evitativa de Amélie, yo solo tiendo a flotar en las nubes. ¿El problema? Que él nació con las raíces más profundas de toda Francia. Me llamo Julie, Julie Dufresne; y para comprenderme mejor has de poner una alegre música de acordeón, abrir la ventana de par en par para escuchar los pájaros cantar y comerte un croasán a trocitos con un café fuerte, a ser posible en una taza con la Torre Eiffel. Pero esta no es mi historia, sino la de él. Ah, ¿que no sabes quién es él? Pues siéntate y ponte cómoda , porque es el tío más centrado en su carrera. Demasiado responsable. Demasiado ocupado. Un “mevoymevoymevoymevoymevoy”. ¿Le distraemos un poco?››