Tipología, cronología y producción de los hornos cerámicos en al-Andalus Jaume COLL CONESA (*) y Alberto GARCÍA PORRAS (**). (*) Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí (**) Universidad de Granada. 18/5/10 En el presente trabajo intentaremos aproximarnos al conocimiento material de los hornos, estructuras básicas en el sistema productivo, a través de su caracterización y estudio morfológico y cronológico. Entendemos que se trata de una primera aproximación sistemática que permite esbozar un cuadro general a modo de propuesta de síntesis preliminar. TIPOLOGÍA, CRONOLOGÍA Y PRODUCCIÓN DE LOS HORNOS CERÁMICOS EN AL- ANDALUS (*) Jaume Coll Conesa – Alberto García Porras (*) El presente trabajo, realizado en el marco del Proyecto de Investigación I+D HUM2006-06210 (Transferencias de conocimiento tecnológico aplicadas a la producción cerámica entre las áreas islámica y cristiana durante la Baja Edad Media), se ha basado en el análisis de 192 hornos excavados, de los cuales aproximadamente la mitad pueden ser identificados tipológicamente, proponiendo una tipología de las estructuras de cocción y un modelo de codificación. Excusándonos previamente por todos aquellos de los que nos hayamos podio olvidar, quisiéramos agradecer, por la información que nos han aportado sobre hornos de alfarero, la colaboración desinteresada de los siguientes investigadores Victor Algarra, José Javier Álvarez, Laura Aparicio Sánchez, Josep Benedito, Paloma Berrocal, Josep Burriel, Encarnación Cano Montoro, Juan Carlos Carrera, José Francisco Casabona, Fátima Castillo Pérez de Siles, Octavio Collado, Israel Espí, Aquilino Gallego, Isabel García, Ricardo García Benavente, Tina Herreros, Sonia López Chamiz, Javier Máñez, Conchi Marfil Lopera, Remedios Martínez, Antonio Molino, Germán Ribes, Lourdes Roca, Quique Ruiz, Elena Salinas Pleguezuelo y Marisa Serrano. I. INTRODUCCIÓN Tras casi tres décadas de investigación arqueológica en nuestras ciudades impulsada desde las normativas centradas en la protección del patrimonio arqueológico de los entornos urbanos, coincidentes también en esos años con el desarrollo extenso de la investigación arqueológica medieval y en concreto andalusí, se ha acumulado un extenso corpus documental sobre vestigios hispanomusulmanes de talleres y estructuras de producción cerámica. La convocatoria del coloquio "Fours de Potiers et "testares" médievaux en Méditerranée occidentale" en 1990 por F. Amigues y A. Bazzana fue un punto de partida fundamental aunque hoy la documentación conseguida desborda sobradamente los planteamientos presentados allí. Esfuerzos de síntesis posteriores han ido completando las noticias (THIRIOT 1995 y AZUAR RUIZ 1998 para Sharq al-Andalus) aunque en este punto consideramos necesario profundizar en la cuestión. En el presente artículo intentaremos aproximarnos al conocimiento material de los hornos, estructuras básicas en el sistema productivo, a través de su caracterización y estudio morfológico y cronológico. Entendemos que se trata de una primera aproximación sistemática que permite esbozar un cuadro general a modo de propuesta de síntesis preliminar. Cabrían otras aproximaciones de carácter tecnológico aunque requieren de un estudio de detalle que debe iniciarse en la propia excavación y fundamentarse en un análisis y descripción exhaustiva de los restos, sin eludir la aplicación de métodos arqueométricos. En el momento actual este aspecto está lejos de la realidad que hemos podido construir desde la investigación por falta, en parte, de las herramientas descriptivas básicas que lo orienten basadas en la necesaria reflexión metodológica. El análisis parte de unas bases de cierta significación dado que ha podido constatarse que, tras la conquista musulmana de al-Andalus, se instalan talleres especializados de producción cerámica que incorporan elementos que presentan soluciones formales originadas en diferentes tradiciones culturales y áreas geográficas incluso lejanas. Así, se constata la reaparición de hornos cuya estructura hunde sus raíces en la antigüedad romana, como ocurre con los de parrilla sostenida por arcos o pilares, y otros de un tipo absolutamente novedoso, como los hornos monocamerales, sin parrilla y con estantes formados por barras, cuyos antecedentes y paralelos son exclusivos del mundo islámico oriental (Persia y Siria) y que parece relacionarse con la difusión de técnicas cerámicas como la loza estannífera y decorada. Del mismo modo, el desarrollo productivo genera necesidades y soluciones técnicas para satisfacerlas en una clara dinámica evolutiva, e incluso de especialización funcional, asociada a su morfología. Las estructuras se refieren necesariamente a modelos productivos y a tradiciones tecnológicas, y en especial en la transmisión de conocimientos empíricos -en el que el alfarero es clave- se suele dar un claro conservadurismo. Partiendo desde este punto de vista, se abren posibilidades de interpretación relativas a las transferencias de tecnología y a procesos históricos ocultos bajo la propia cultura arqueológica, claves para conocer mejor cuestiones de carácter local o general relacionadas con la estructura de la ciudad o con las dinámicas sociales de un momento dado. Cualquier actividad productiva requiere una tecnología que involucra una serie de variables como son: materia prima, energía, equipamientos, técnicas, conocimientos y sistemas de reproducción y control social de la actividad. Como productos se obtienen bienes, pero también servidumbres en forma de exigencias de espacio e incluso subproductos como desechos, contaminación o molestias directas (humos, malos olores, etc.). La ciudad organiza su espacio de manera que el impacto de la actividad productiva sea el menor posible o, al menos, soportable, y establece para ello unas normas públicas de control de la actividad. En el mundo islámico el maksad o consejo moral, que tiene como último referente el hadith - tradición del profeta-, son un punto de partida para ello, señalando A. Fili en este sentido el principio "la darar wa la dirar" (no causar mal ni molestias), reforzado en el rito maliquí con la noción de maslaha o interés público. De ahí surgen codificaciones como los tratados de hisba que son las fuentes de referencia que utilizará la policía de mercado entre las que podemos citar en al-Andalus textos de 'Ibn 'Abd al-Ra'ûf (s. X), 'Ibn 'Abdûn (ss. Fin s. XI inic. S. XII), al-Garsîfì (fin s. XIII, inci. s. XIV), 'Al-Sakati (Málaga, c. 1210-1220). También generan normativas los fatawi o nawâzil, consistentes en consultas jurídicas autorizadas realizadas por juristas a partir de las demandas del kâdi (juez) o de particulares (FILI 2003: 391-406; FILI-RHONDALI 2002: 659). En la ciudad andalusí la supervisión de la instalación de talleres dependía del Muhtasib, y en general buscaban situarse cercanos a las puertas por la mayor proximidad a los recursos básicos masivos que se encuentran fuera de la ciudad: arcilla y agua como materias primas, y leña como combustible. Las puertas de la ciudad por las que se accedía a los talleres solían llamarse bab al-fajjarîn, y situarse en zonas de tránsito no alejadas de los mercados. La exigencia de espacio para el desarrollo de la actividad, que requiere acumulación de tierras, si no su extracción en el lugar, pozos o canalizaciones con agua y balsas o depósitos, cierto trasiego con polvo, vertidos de desechos, y en especial el humo, denso y persistente en determinados momentos ocasionando evidentes molestias, obligaban a los talleres a desplazarse hacia el extrarradio. II. LOS HORNOS DE CERÁMICA En lo relativo a la distribución de centros de producción cerámica en al-Andalus se observa la existencia de grandes concentraciones de hornos en Córdoba, donde se han hallado más de 150 estructuras, seguida a distancia por Sevilla, Málaga, Denia, Valencia, Priego de Córdoba y Murcia. Distribución de los hornos en al-Andalus En al-Andalus, los hornos de cerámica obedecían a variadas morfologías. Los estudios etnográficos realizados en el mundo musulmán, y en especial en el occidental (Marruecos, Argelia, Túnez e incluso Egipto) muestran una serie de sistemas de cocción, asociados a diversas tecnologías de producción, que van desde simples hogueras hasta hornos verticales complejos de doble cámara. Picon y El Hraiki llaman al primer sistema "cuissons en aire" (PICON-EL HRAIKI 2002), término que podríamos traducir por cocciones en área o en abierto, técnica definida por el uso de hogueras que a veces presentan hoyos revestidos, muros circulares etc.,; el segundo es denominado "cuissons en four", o en horno, y aún existen procedimientos de tipo intermedio (sobre su distribución geográfica, documentada etnográficamentre véase DESBAT 1995; VOSSEN-EBERT 1986; VOSSEN et alii 1990; CERÁMICA RIFEÑA 2009). Las hogueras en área cuecen por contacto directo entre el combustible y los objetos, mientras los hornos requieren que ambos elementos estén separados y, aunque pueden compartir el mismo espacio en una zona de la estructura (caldera p.e.), la combustión no se produce en contacto directo entre el combustible y los objetos, sino que a éstos les llegan sólo los gases (cocción por convección), o el calor (cocción por radiación). Esto permite controlar el proceso de cocción interviniendo en todas las fases de su desarrollo de forma directa. Ambos procedimientos pertenecen a diferentes niveles básicos de organización de la producción cerámica. Corresponde al sistema doméstico de producción el nivel de menor complejidad, que incluye trabajo a tiempo parcial y compartido con otras tareas, uso de barros preparados para resistir el estrés térmico, modelado manual por urdido o torneado lento, y cocción en hoguera (modelo rural de época emiral que aún pervive en zonas del Rif vid SCHÜTZ 2009; VOSSEN 2009). El superior, especializado, con operarios dedicados a tiempo completo, es la producción de taller, con barros depurados, torneado rápido, técnicas de acabados complejos con vidriados y cocción en hornos de convección y/o radiación. La identificación arqueológica de esas evidencias debe combinar no sólo los vestigios de los hornos sino su producción asociada, y ello es así dado que, en especial, los restos más permanentes de los hornos (el fondo de la caldera) no son determinantes para la identificación de uno u otro sistema de producción. Se considera que las instalaciones urbanas son siempre talleres especializados a tiempo completo, a diferencia de lo que ocurre en la producción rural, generalmente realizada con el sistema doméstico en el que la fabricación cerámica se asocia a las tareas de la mujer. La arqueología aplicada a la investigación de este aspecto puede ofrecer indicios interesantes respecto a la organización productiva, por lo que requiere un estudio cuidado, en especial en relación con los primeros núcleos urbanos de cronología emiral. El horno es el equipamiento más sofisticado del taller y el que permitirá la producción y el acabado final de los objetos más elaborados. El taller urbano medieval suele contar con un horno vertical, de convección, que dispone de un espacio para la combustión y otro para la cocción de los objetos. Jacques Thiriot (2003) ha señalado que en éstos el tiro, o la forma en la que los gases calientan las cerámicas, puede ser generalmente de dos maneras: de tiro vertical o el semi-horizontal. Sin embargo, existen otros procedimientos habituales para la cocción menos extendidos entre nuestros hornos, como el tiro horizontal y la llama invertida. Entendemos por tiro vertical aquel en el que la combustión se produce en la parte inferior de la misma estructura vertical en la que se cuecen las cerámicas. Por semi-horizontal, cuando la combustión -por ende el hogar- se sitúa adelantado respecto a la cámara principal y los gases deben recorrer un tramo en horizontal antes de ascender para cocer los objetos. El tiro horizontal, muy usado en extremo oriente, se produce cuando la entrada de gases, la combustión y la salida se encuentran aproximadamente al mismo nivel, y finalmente la llama invertida cuando dentro del laboratorio se fuerza a los gases a subir en vertical y luego bajar para encontrar las chimeneas de salida en posición baja. Este último procedimiento es el de mejor rendimiento térmico y el que produce más calor con idéntico consumo de combustible. El más pobre en rendimiento, y más exigente en combustible, es el tiro horizontal, seguido del vertical, y por ello los hornos incorporan diversas soluciones para regular y controlar el flujo de gases (toberas curvas, cegadas, varias chimeneas, etc.). Por otra parte, otro elemento que debe controlarse en la cocción es la atmósfera, en referencia a la calidad de los gases que producen la cocción, que puede ser oxidante -rica en oxígeno-, o reductora -pobre y ávida del mismo-. Partiendo como modelo teórico de una arcilla ferruginoso calcáreo, la primera producirá cerámicas rosadas y la segunda grises a una misma temperatura. Sin embargo una cocción real es compleja y pasa por fases con predominancia reductora a otras oxidantes, y será el control de esos cambios a través de elementos como el combustible, la presencia de materiales orgánicos en las pastas, o la propia estructura del horno, lo que permitirá obtener el resultado final deseado por el ceramista. Los conocimientos necesarios para ello fueron acumulándose empíricamente, generación tras generación, y trasmitiéndose mediante la difusión cultural, de forma que la sociedad islámica del siglo IX poseía un enorme bagaje técnico sobre producción cerámica que recogía los conocimientos de la Antigüedad y otros llegados de Extremo Oriente, en especial de la china Tang. Sólo las técnicas no adaptables a las pastas y productos característicos del Medio Oriente, donde se asentó la corte abasí de Bagdad, no cruzaron hacia occidente, como ocurrió con el gres blanco y la porcelana, cuyas materias primas no resultaron fácilmente identificables en el área del medio oriente y del Mediterráneo. Pero también hubo reflujos hacia China y técnicas originadas en Occidente que se adaptaron allí. Los hornos utilizados por el mundo musulmán obedecían a los modelos experimentados en Occidente desde hacía seis milenios. En lo referente a la península ibérica, el tipo de horno estructuralmente más complejo usado en el medioevo aparece representado en la miniatura de un códice del siglo X, lo que no es baladí por varias cuestiones. Su iconografía, a pesar de pertenecer al ambiente cultural cristiano occidental, se refiere a la quema de tres jóvenes en un horno por Nabucodonosor, descrito en el Libro de Daniel según la exposición de San Jerónimo (3, 46-49). El texto fue recogido en el Comentario de Beato de Liébana al Apocalipsis de San Juan, y la ilustración pertenece a una copia realizada en el monasterio de Valcavado (Valladolid) por el miniaturista Oveco (analizado iconográficamente por MILLÁN CRESPO 1986). El interés que posee esta fuente iconográfica es que nos remite a un modelo formal de horno vertical bicameral, de tiro directo, de tradición romana, cuyos rasgos principales son: dos pisos, el inferior con dos arcos perforados completos y parte de un tercero, y el superior cerrado por arriba con una bóveda en cuyo centro existe una apertura cenital. En el piso bajo se observa la boca de la caldera en posición alta, dejando espacio abajo para la combustión. La combustión viva se representa gráficamente con llamas de colores intensos, lo mismo que el resto de los gases que circulan por el horno son tratados de forma más tenue, y se constata que se produce en el tercio anterior del piso inferior, bajo el primer arco, colindante con la boca de la caldera. Es destacable que la imagen, a pesar de su abstracción, es muy detallista y rica en elementos estructurales y de proceso. También es significativo que no reproduce los hornos usados habitualmente en el siglo X en los reinos cristianos peninsulares, o al menos, no los que ha constatado la arqueología altomedieval, pero sí los ya extensamente documentados del área andalusí. Es finalmente destacable que la imagen representa de modo absoluto los principales elementos de un horno cerámico occidental complejo, tal y como fuera descrito sistemáticamente por Brongniart en 1877, descripción recuperada por J. Thiriot en una reciente aproximación para establecer un glosario políglota referido a los términos técnicos del taller y del horno alfarero (THIRIOT 2003). Estos son: el hogar o lugar donde se produce la combustión, la boca, por donde se aspira el aire necesario para ésta y se carga el combustible, el laboratorio o lugar donde se produce la cocción y, finalmente, la chimenea o salida de gases. La ilustración del códice reproduce con rigor un horno musulmán como los hallados en Bezmiliana (Málaga - ACIÉN ALMANSA 1990) o en el circo de Toledo (MARTÍNEZ LILLO 1990). Para establecer una primera sistematización es necesario hablar de los principales elementos constituyentes de los hornos cerámicos que nos permitirán su análisis. De hecho, éstos en el sentido que recorren los gases son: boca de carga, hogar i/o caldera y cámara de combustión, sistema de soporte y parrilla, laboratorio o cámara de cocción, bóveda y chimenea(s). Partes de un horno sobre la reconstrucción del horno E.L. 94 de la Avda. Montgó/Teulada de Denia, a partir de GISBERT SANTONJA 1990 No todos los hornos disponen de estos elementos, ya que las estructuras sencillas suman varios de ellos en un espacio, y las complejas incorporan otros aditamentos (banco en la caldera, muflas o cámaras estancas, etc.). En la figura siguiente presentamos una propuesta básica de codificación para facilitar su descripción y comparación. Esquema básico de codificación de las partes de un horno III. TIPOS DE HORNOS 1. Horneras. La hornera es una hoguera u hogar en la que se acumula, en contacto, directo la cerámica con el combustible. Por ello la capacidad de control sobre la cocción es escasa. Su morfología es muy básica, a lo sumo la zona de combustión y, en ocasiones, algún hoyo o murete que la circunda. Podemos distinguir dos variantes básicas, la hornera de superficie, en llano o de amontonamiento (Mount kiln, hornos 1.1, 1.2.2, 1.2.1 de VOSSEN 2009 y 3 y 4 de PICÓN-EL HRAIKI 2002), y en hoyo o foso (Pit kiln, horno tipo 2.1.1, 2.2.1, 2.1.2 y 2.2.1 de VOSSEN 2009, 1 y 2 de PICÓN-EL HRAIKI 2002). Cuando sólo se conserva la base del horno o el fondo de la caldera distinguir una hornera de un horno de cámara puede ser muy difícil, si no imposible, y el único argumento discriminante puede ser la presencia en su contexto de desechos de producción elaborados por procedimientos exclusivamente manuales, como mediante la técnica de rollos, el urdido o los torneados lentos, y las pastas con inclusiones groseras o irregulares, así como la total ausencia de pastas depuradas y evidencias de torneados rápidos. Esto es así debido a que las horneras pertenecen al sistema doméstico de producción, ambiente que manifiesta una total ausencia de tecnologías especializadas para la producción masiva, a pesar de que ésta se encuentra perfectamente adaptada a la calidad del producto requerido y a su producción limitada para cortas demandas. Tipológicamente definiremos los hornos de hoguera u hornera con las variantes 1A si se trata del sistema de hoguera de amontonamiento o llano, y la 1B si es de hoyo o foso, y en función de sus plantas, 1 si es circular o redondeada y 2 si es cuadrada. Tipos de hornos y codificación de sus componentes a partir del análisis de hasta 7 características estructurales En la bibliografía no se han descrito, que conozcamos, hornos arqueológicos claros de este tipo, a pesar de que pudieron usarse en época emiral y en ambientes rurales. Sin embargo, las ollas de menor tecnología que hemos identificado, con barros groseros o realizadas a torneta o modeladas, se han encontrado en hornos del grupo siguiente. 2. Hornos de ladera. Constan de dos cámaras dispuestas en una ladera en la que suelen excavarse de forma escalonada. En el escalón inferior se ubica el hogar que se abre hacia el escalón superior o laboratorio con un gran conducto frontal y otros menores que están excavados en su suelo y se dirigen hacia el extremo posterior de la cámara de cocción (toberas). El modelo tendría algunas semejanzas formales con remotos hornos de la cultura Yangshao hallados en Banpo, cerca de Xian (BEURDELEY 1974), que deben ser vistas sólo como el resultado de la búsqueda de soluciones de baja tecnología que se producen sin ninguna relación directa cronológica ni cultural. Sólo han sido hallados dos hornos de esta tipología asociados a la cocción de ollas modeladas a torno lento fechables en el siglo X. Ambos fueron documentados en el Castellar de Meca (Ayora) (COLL CONESA 2003). Esquema del horno de Meca Localización de los hornos de ladera en al-Andalus En estas estructuras encontramos ya los elementos principales de un horno de doble cámara de planta circular (a), boca de la caldera alimentación en corredor horizontal (CH), caldera de planta circular (1) con plataforma (P) sin soporte (0), laboratorio liso (L) y bóveda con salida de humos. (Código descriptivo 2aCH1P0L). Representa un escaso 2% de los hornos identificados. 3. Hornos de barras. Descrito en su día por J. Thiriot (1994 y 1997), el horno de barras es una estructura cilíndrica monocameral, con hogar bajo a veces situado en la misma cámara (Zaragoza - MOSTALAC CARRILLO 1990: 32) y en ocasiones en corredor (en Denia - GISBERT SANTONJA 2000, 2003 - o Priego - CARMONA ÁVILA 1995: 29).
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