El diagnóstico psiquiátrico es, en rigor, un diagnóstico psicopatológico y se establece a
través de la constatación de conductas y experiencias psíquicas anormales, de acuerdo a los
modelos sindromátícos de la nosología clínica. Es sabido que en Psiquiatría, con la
excepción de las Psicosis Exógenas u Orgánicas, que traducen directamente un transtomo
metabólico o una injuria neuronal, no existe una anatomía patológica conocida ni una
fisiopatología objetivable. El diagnóstico, por lo tanto, en las enfermedades propiamente
mentales (esquizofrenia, delirios sensitivos, constelación maníaco-depresiva, fobias y
obsesiones, perversiones instintivas, transtornos y anomalías de la personalidad, etc.), se
fundamenta, única y exclusivamente, en la sintomatología clínica y en las modalidades del
curso evolutivo, natural o terapéutico, de la enfermedad. En este marco, estrictamente
sintomático, las pruebas estandarizadas de rendimientos mentales, los tests proyectivos y
especialmente los métodos psicodiagnósticos como el de Rorschach que exploran la
estructura íntima del psiquismo y de la personalidad, constituyen un aporte valiosísimo,
muchas veces indispensable, para formular un correcto diagnóstico psiquiátrico. Puede
decirse, en este sentido, que los tests psicométricos son el "laboratorio" de la Psiquiatría y
que las diversas pruebas y baterías psicológicas reemplazan y suplen, en el diagnóstico de
la mayor parte de las enfermedades mentales, la ausencia o la inutilidad de los exámenes
biológicos y físico químicos de la medicina somática y visceral.
Del conjunto de pruebas psicométricas que se utilizan en clínica el test de Rorschach se
destaca, sin duda alguna, por su especial finura y eficacia para establecer la existencia de
alteraciones mórbidas del psiquismo y precisar los rasgos anormales de la estructura de la
personalidad. Como psiquiatra no puedo opinar sobre la metodología del Rorschach, ni
juzgar por consiguiente, el valor intrínseco de este manual. El Rorschach es un test difícil
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