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TESIS DOCTORAL Conceptos de lo español en la música rusa De Glinka a Manuel de Falla PDF

466 Pages·2016·4.92 MB·English
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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA Departamento de Musicología TESIS DOCTORAL Conceptos de lo español en la música rusa De Glinka a Manuel de Falla MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Cristina Aguilar Hernández Directores Carmen Julia Gutiérrez González Víctor Sánchez Sánchez Madrid, 2017 © Cristina Aguilar Hernández, 2016 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA DEPARTAMENTO DE MUSICOLOGÍA Conceptos de lo español en la música rusa De Glinka a Manuel de Falla Memoria para optar al grado de doctor presentada por: Cristina Aguilar Hernández Dirigida por: Dra. Carmen Julia Gutiérrez González Dr. Víctor Sánchez Sánchez AGRADECIMIENTOS «Мне нужна помощь» es una de las frases que los doctorandos decimos a menudo, desde cualquier país, en cualquier idioma. La pensamos mucho, pero no siempre la expresamos en voz alta, a veces no nos responden, quizás no nos entiendan. «Minié nushhhh(una shhhh muy fuerte)na pomash»: «Necesito ayuda». Pocos reaccionan con tanta eficacia como Marta Rodríguez Cuervo quien, llevada por su instinto ruso más que cubano, me metió en su despacho y me dirigió hacia un tema, me quitó las comas, las palabras repetidas… Y me tendió un anzuelo. Me enganchó a Rusia. Por ello y mucho más, gracias. La misma celeridad tuvieron Carmen Julia Gutiérrez y Víctor Sánchez por rescatarme. Ni atar los cabos demasiado pronto es bueno, ni dejarlos a su libre albedrío es conveniente debido a su dispersión, poco apta para la pesca. Al uno y al otro gracias por una holgura justa en su ten con ten, su enorme confianza, su aliento y su cariño. Por sus Italias, por ese Verdi tan bien viajado por España. A las cocacolas a medias, entre sentimentales y chinchonas, de Javier Suárez Pajares. Por su crítica, por la escritura. Por abrir puertas y ventanas a la imaginación. Por los entrecots también. A Ángel González García, siempre in memoriam. Por ese Canetti compartido, esa música burlada, por esa carcajada que tanto ha estremecido mi escritura. A las comas sin cursiva, digo a Elena Torres Clemente, por sacarme a flote tantas veces, por el cultivo de la manía, ¿sana? –que sí, hombre, sana– de todo lo que aún puede estar mejor. Y, en este mismo párrafo, a Gerardo, otro perseguidor de las cosas muy bien hechas, muy bien, y aun así parece que se queda corto. Por su confianza en mí a los dos. Gracias. A David Haas, quien desde la distancia no ha desesperado entre el lodo de tantos cambios de planes truncados. Por aquel congreso en San Petersburgo, por su apoyo incondicional. A Irina Górnaya, por esa feliz estancia en Petrozavodsk, esos seminarios y reuniones que me permitieron acercarme a un mundo que no se me hizo desconocido. Gracias. A John Nelson, que me mostró su calidez y ayuda, enviándome incluso un precioso manuscrito desde la no tan fría Finlandia. A Lidia Adler, por ese congreso triunfal, por sus capacidades de organización y aguante, que una no puede más que admirar, desde muy lejos. Gracias. A Alekséi Lopanov, por abrirme todas las puertas de la ciudad de San Petersburgo y sus archivos, cuya generosidad nunca saciará mi asombro. A Galina Kopitova, por Pushkin y esa breve pero enriquecedora conversación. A Irina Teplova, por sus consejos sobre Rimski-Kórsakov. A Galina Nekrasova, a Natalia Braginskaya. 1 A todas esas respuestas, casi inmediatas, de los investigadores a los que mi teclado ha podido acceder sin pestañear. A Richard Taruskin, por ese chispazo de interés que tanto sirvió de incentivo. A Ralph Locke por sus consejos en Orientalismo y confianza gratuita, a Boris Gasparov por su apoyo en el campo de la literatura, a Larry Wolff por animarme a seguir por el camino que había comenzado a dibujar, a Inna Naroditskaya por rescatarme del enfangado siglo XVIII, a Marina Ritzarev. A Margarita Torremocha y Rosa Dávila por guiarme en mis investigaciones sobre Glinka en Valladolid. A mis «danzarinas». A Tatiana Stepanova por su disponibilidad, ayuda y clases magistrales sobre danza. A esa otra Vera, también hija de Petipa, Laura Hormigón, su calor y por todos los materiales que hemos compartido y compartiremos. A Paco Bethencourt por sus páginas y más páginas, y aún más, sobre flamenco, que han sellado con su sal esta tesis. Aunque quizás haya aún más de su entusiasmo y ganas de dar. A Vera Fouter, por sus consejos, por esos archivos inescrutables (¡con los que ya nos veremos las caras!), por donar de manera gratuita, además de información, afecto a una desconocida. A Cristina Álvarez Losada, esa tocaya con quien inicié una correspondencia a raíz otras misivas voladoras, las de Felipe Pedrell y César Cui, cuyas palabras fue capaz de desenterrar. A la suerte de tener un Departamento que arropa. A Arturo Tello por sus pipas y su ternura, que no hace falta ir a buscar. A Ruth Piquer por sus retornos y su confianza, a la infancia en la que me inició, que tanta inspiración me han traído. A Polo Vallejo, a su danza y sus jingalis, esa palabra que con su mención aporta aromas de tiempos felices. A Belén Pérez Castillo por sus zumitos, siempre entre risas, a María Nagore y su violín de Europa, a Paolo Cascio, por convertir mis textos en itañol en «Dante», por sus Figari. A Celsa Alonso, cuya lejanía es sólo virtual. A Álvaro Torrente, a Emilio Casares, a Victoria Eli, a Cristina Bordas. A Ascensión, por aquellas risas, que se echan tanto de menos. A Ismael. Desde la itinerante cercanía de los congresos, a Fátima Bethencourt, a Laura de Miguel, a Dácil González Mesa. A esa Manena rusa y a Lucía, por iniciarme en este mundo de la música en movimiento. A Matilde Tovar-Espada por las jotas. A Dani, ese profesor de Historia de Bachillerato que sellaba, a través de la comprensión –¡extraño método!– los hechos en las memorias. A Amaya y Esther del Servicio de Préstamo Interbibliotecario de la Universidad Complutense. Sin su eficacia a este trabajo le faltaría todo: material e ideas. Gracias. A todo el personal de la Biblioteca de la UCM, con muchas menciones especiales como a Raquel (y alguna que otra disculpa, muy agradecida). A la Biblioteca Nacional de España, Biblioteca Nacional de San Petersburgo, particularmente a Natalia Razinova 2 por ese fandango reabierto al mundo. Al Instituto de las Artes de San Petersburgo, a la siempre acogedora Biblioteca de la Filarmonía, a la Biblioteca Teatral de San Petersburgo, al Archivo Glinka de Moscú. Al personal del departamento de música de la Biblioteca Nacional de Karelia y sus abrumadores esfuerzos, también físicos. A las digitalizaciones que éstas y muchas más instituciones han hecho posible el acceso a la información. A los inventores de Zotero. A Alekséi Kiseliov, por el envío precipitado de documentos desde tierras lejanas a una cara desconocida. A mis profesores de ruso, sin los que el cirílico se habría hecho indescifrable. A esos comienzos con Irina, a Oleg, a Ksenia. A Ryden Jones por su simpatía y por su disponibilidad a la hora de revisar las conclusiones en inglés. A aquellas personas que se encuentran en esa apacible frontera entre la ayuda personal y la académica. A Cristina Ávila por esa danza que siempre fluirá en tu interior y que es tan contagiosa. A Mario Muñoz por nuestros bosques, por lo urgente, pero más por lo importante. A Javier Pino por sus análisis, por su apoyo, por las sierras, por su escritura. A María Elena Cuenca, que tan tarde llegaste al despacho de al lado. A Jaime Alonso, por recomendarme a ese Gellner del que no he podido separarme. A Fernán del Val, por sus píldoras, de marcos teóricos, de sociología, que falta le hacían a esta tesis. A los colaboradores y miembros de la redacción de Síneris, de los que tanto he aprendido en forma y contenido. A mis alumnos, siempre por menos tiempo del que me habría gustado. Sin ellos muchas de las ideas no habrían sido más que un borrón en un papel de dibujo técnico, una escenografía sin drama. Gracias. Al yayo, in memoriam, primer académico, del que todos hemos aprendido desde sus rodillas a profesar la enseñanza. A todos aquellos que me han apoyado en lo personal. A mi prima Anita, Martita, a Lucía, Paola, Rocío y Pilar. A mis abuelitas y a mis tíos. A las Olgas, feliz incorporación familiar. Y, como los últimos serán los primeros, a Iñaketo y a mis padres. Por su paciencia a mares y su aliento, cargado de buenas palabras y muchas risas. A Raimundo, mi revisor más exigente, por todo lo que no se expresa con palabras. Y por si las encuentras, por todas ellas también. 3 NOTAS EDITORIALES A lo largo de este trabajo hemos optado por aprovechar una cualidad del alfabeto cirílico: a la hora de transliterarlo cada idioma tiene su código de pronunciación propio. Esta propiedad proporciona un inconveniente: la falta de consenso internacional y la dificultad de realizarlo con corrección si se desconoce el idioma original. Pero a la vez cuenta con una enorme ventaja: podemos acercarnos a la pronunciación del original de manera precisa mediante la adaptación de nuestro alfabeto a la fonética rusa. Y una pronunciación unitaria sí nos acerca a un consenso universal en el lenguaje hablado, que además se acerca mucho al ruso. No se levante el lector del asiento al encontrar la sugerente grafía de Rajmáninov, que intenta evitar la españolista pronunciación de Rachmaninov.1 De acuerdo con el Servicio de Traducción Española del Parlamento Europeo, cuyas bases fueron normalizadas en el Boletín 74 del 2 de enero de 2005, adjuntamos la tabla, tomada de Wikipedia,2 con algunas modificaciones nuestras. Letra Letra Caso Ejemplo rusa española А, а a siempre Владимир = Vladímir Б, б b siempre Борис = Borís В, в v siempre Павлов = Pávlov Сергей = Serguéi Георгий = Gueorgui gu delante de e o de i интеллигенция = Г, г inteliguentsia интеллигент = inteliguent g resto de los casos Новгород = Nóvgorod Д, д d siempre Менделеев = Mendeléiev después de consonante, de «и» Чехов = Chéjov e o «й» Киев = Kiev comienzo de palabra átono Екатерина = Ekaterina Е, е después de vocal (excepto «и»), Дудаев = Dudáiev ie ь o ъ Прокофьев = Prokófiev ye al comienzo de palabra tónica Ельцин = Yeltsin Ё, ё o después de «ж», «ч», «ш» o «щ» Горбачёв = Gorbachov 1 Generada, a su vez, por haber difundido su obra en Alemania, donde nuestro sonido «j» se escribe «ch». Los anglosajones, que carecen de este fonema, suelen optar por «kh», muy difundido en la escritura internacional. 2 <https://es.wikipedia.org/wiki/Romanizaci%C3%B3n_del_ruso>, consultado el 24/VI/2015. 5

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14 «What a blessing that no new building is allowed here. No wedding-cake estancia del español en Rusia: Didon abandonnée, Amour et Psyché y L'oracle. Un género que no se había 161 «Glinka's letters from Spain in fact read like the reports of someone bent on not exoticing the. Spanish
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