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Tesis de maestría Mónica Aguilar B, 2010 PDF

392 Pages·2011·9.94 MB·Spanish
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I PARTE PRESENTACIÓN SOBRE EL TEMA A INVESTIGAR Y LA ZONA DE ESTUDIO “En casi todos los países de América Latina y el Caribe, es un secreto a voces que, diariamente, importantes bienes culturales desaparecen de sus lugares de origen o de los espacios en donde se encuentran. La lucha por recuperar los objetos desaparecidos se viene convirtiendo en un proceso no solo complejo y costoso, sino que enfrenta a los países en desigualdad de condiciones para atacar a este problema pues,[… ] por lo general son los países pobres o en vías de desarrollo los que se ven más afectados por este flagelo y, en la mayoría de los casos, no están en capacidad de desgastarse en un enfrentamiento por la devolución de bienes materiales […], cuando sus esfuerzos debieran orientarse, principalmente, a la construcción de su futuro consolidando su propia personalidad e identidad y ello implica, evidentemente, la preservación de su Patrimonio Cultural”. Bákula, 2008: s. p. 1 SECCIÓN I SOBRE LA INVESTIGACIÓN: PROBLEMATIZACIÓN “Nuestro arte precolombino fue durante muchas décadas apenas el hobby bonachón de algunos ricos excéntricos, y la actividad intensiva de los clásicos huaqueros. Pero el país no fue sino hasta hace pocos años que comenzó a darse cuenta de la riqueza que tenía”. Alberto Cañas, 4 enero, 1976. INTRODUCCIÓN La separación que existe entre la historia antigua (precolombina) y reciente (colonial en adelante) en Costa Rica y otros países de América Latina, ha estado determinada por las características ideológicas de dominación de las élites. En primera instancia, la negación y exterminio de las culturas por parte de los españoles y sus descendientes y posteriormente, en el siglo XIX por los liberales republicanos que con su ideología buscaban un Estado homogéneo. Para esta época, los restos materiales producidos por las sociedades antiguas eran apetecidos por coleccionistas, quienes los adquirían sin problema y atesoraban mostrándose como personas "cultas”. Para el siglo XVIII y XIX la arqueología como ciencia estaba en ciernes y en Costa Rica el papel que podría tener era secundario para los intereses de los gobernantes. Los estudios científicos que en ocasiones se hacían, tenían como característica principal el abastecer a museos locales y extranjeros de artefactos “llamativos” y en algunas ocasiones intentar vincular desde la historia a los restos materiales con sociedades extintas, mediante el uso de explicaciones románticas e idealizadas sobre ese pasado; pero desde el Estado no había mayor preocupación por regular la destrucción de sitios arqueológicos, ni por establecer programas concretos para investigar seriamente dichos contextos. Más adelante, se le dio un uso discursivo a los bienes arqueológicos como parte de la construcción de la identidad nacional, creándose mayores controles sobre ello, siempre visto como una “riqueza –arte- del Estado” y no como herencia y vínculo directo de las poblaciones actuales con su pasado sobre el cual podrían tenerse otras creencias muy diferentes a las oficiales. Tomando en cuenta dichos aspectos, y luego de más de treinta años de ejercicio científico de la disciplina arqueológica en Costa Rica, se percibe necesario abordar la triada 2 “saqueo/huaquerismo- trasiego1/circulación y tenencia2/coleccionismo” en Costa Rica, específicamente en la región de Línea Vieja, provincia de Limón, enfatizando en las décadas previas a la declaración de la Ley 6703 (de diciembre de 1981 y publicada en enero de 1982). Con lo anterior, se pretende conocer mejor las características del uso, manejo y destino de los bienes culturales arqueológicos durante gran parte del siglo XIX y XX, además de las políticas que se han seguido para protección. A la vez, se busca entender las características del ejercicio del saqueo por una gran parte de la población costarricense, con las consecuencias que todavía se pueden percibir, tanto en la destrucción de sitios, como mantenimiento de bienes arqueológicos en manos privadas, los cuales no están registrados ante el Museo Nacional, así como el tráfico ilícito de los mismos. El estudio planteado le permitiría a la comunidad profesional advertir que existieron límites ambiguos en los intereses que envolvieron los inicios de la práctica científica en Costa Rica, lo cual determinó su posterior desarrollo. Con esto el profesional podrá sensibilizarse más con el recurso cultural (visto de manera holística, más allá de los objetos o bienes arqueológicos) y establecer mayor contacto con las comunidades en las que éste se encuentra, cumpliendo la labor social para la cual también ha sido formado. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN Las personas que se interesan en la arqueología como una ciencia histórica y social comparten una gran preocupación por el daño irreparable al que se ha venido sometiendo el patrimonio cultural a lo largo del tiempo. Es así, como se rechazan las prácticas ilegales y el comercio de “antigüedades”. Sin embargo, resulta necesario el indagar el contexto sobre el cual se han presentado estas actividades, las cuales se mantienen a pesar de la ilegalidad y riesgos que presenta a sus practicantes. El mercado de los bienes culturales con una serie de concepciones sociales imaginadas, que ligan a sus compradores -poseedores- con nociones de prestigio; es así como este comercio ilícito sirve para satisfacer gustos estéticos y evocar un poder adquisitivo, entre otras necesidades sociales. No obstante, se ha dejado de lado el contexto histórico en que se desarrolló esta práctica durante el siglo XIX y parte del siglo XX, cuando las barreras entre el 1 Con la palabra trasiego se desea incluir tanto la venta, intercambio y tenencia de bienes patrimoniales. 2Se usa la palabra tenencia de bienes arqueológicos como descriptor de la posesión de objetos arqueológicos, ya que como se verá más adelante, no toda la tenencia de bienes culturales coincide con las definiciones de coleccionismo. 3 saqueo-tenencia o coleccionismo y el quehacer profesional eran muy tenues e inclusive los científicos buscaban el trabajo en conjunto con los “amateurs” o interesados en la arqueología sin conocimientos académicos. El uso del patrimonio cultural antiguo en la construcción del discurso de identidad nacional, dio un giro con la legitimidad de la práctica arqueológica, e instauró el papel del científico como único poseedor de conocimiento válido- característica adoptada firmemente de los principios de la Modernidad. En Costa Rica es conocido que “como parte de la consolidación del nacionalismo oficial, que fue impulsado a finales del siglo XIX por los dirigentes liberales, se crearon instituciones “nacionales” con la misión de naturalizar y legitimar una jerarquía política y social ya establecida” (Corrales, 2002: 279). Así, desaparece el contacto con los “investigadores empíricos o amateurs” y con ellos se pierde cantidad de información de gran interés para el conocimiento de muchos contextos ya destruidos o desaparecidos. Además, las prácticas de trasiego de bienes culturales han dejado una profunda huella en la concepción que tienen las personas de los objetos y sitios arqueológicos, el ejercicio profesional de la arqueología, y el papel de las instancias encargadas de la protección de los contextos y recursos patrimoniales, así como el destino final de dichos bienes. Es así como la pregunta a investigar será: ¿Cuál ha sido el impacto sobre el patrimonio cultural arqueológico de la práctica del saqueo, trasiego y tenencia de bienes arqueológicos en Costa Rica, previo a la instauración de la ley 6703, tomando en cuenta el papel del Estado como ente regulador del mismo? OBJETIVOS a. Objetivo General Analizarar los alcances del saqueo, trasiego y tenencia de artefactos arqueológicos en Costa Rica, enfatizando en la zona de Línea Vieja -Caribe Central- provincia de Limón, previo a la promulgación de la ley 6703 de Protección al Patrimonio Arqueológico. b. Objetivos Específicos (cid:1) Identificar a la población que se dedicó al saqueo en la zona de Línea Vieja, reconociendo y conocer las razones que los motivaron a ejecutar esa práctica. 4 (cid:1) Indagar cómo se dio el trasiego, tráfico y venta de artefactos precolombinos desde su extracción en el sitio, hasta el destino al cual se dirigieron; tomando en cuenta el papel positivo y negativo que tuvieron las instituciones estatales costarricenses. (cid:1) Analizar la normativa que protege al patrimonio cultural a nivel internacional y su repercusión y aplicabilidad en las leyes nacionales. JUSTIFICACIÓN En Costa Rica, para finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, el Estado con sus políticas agrarias buscó la extensión de la frontera agrícola, poniendo en evidencia la existencia de sitios arqueológicos los cuales en muchos casos eran explotados ya que se les consideraba “propiedad privada”, pensamiento que se mantiene hasta la actualidad (ayudado en gran parte por la fuerte legislación que existe en torno a la tenencia de tierras). Por esta razón, el huaquerismo no era mal visto e inclusive personas muy reconocidas las ponían en práctica o tenían “peones” que trabajaban especialmente en la recuperación de artefactos para sus propias colecciones. Hasta hace muy pocas décadas se incentivó esta actividad y a partir de 1908 (aunque más popularizado desde 1938) se concedieron permisos para excavar, los cuales en cierta medida brindaban un mejor control de los huaqueros y coleccionistas. Para mediados del siglo XX se dio la compra de artefactos arqueológicos por parte de, instituciones autónomas y semiautónomas, para que se mantuvieran dentro del país, así como de particulares y extranjeros, aceleró la destrucción de sitios arqueológicos, principalmente en lugares como el Pacífico Norte, Sur y Caribe. Esta investigación enfatizará en el sector Caribe, específicamente Línea Vieja, debido a la concentración de sitios arqueológicos complejos y su amplia tradición de saqueo desde finales del siglo XIX. En dicho lugar se encuentran muchos de los sitios arqueológicos más reconocidos del país, algunos con arquitectura monumental (montículos, plazas, basamentos, sectores de caminos empedrados, etc.), así como amplios cementerios, cuya ubicación era conocida por algunos locales, lo cual potenció su destrucción (para mayor detalle referirse al Anexo N° 1 “Arqueología en Línea Vieja”). Gran parte de los materiales extraídos del Caribe costarricense en encuentran en colecciones tanto nacionales como extranjeras, lamentablemente sin información relativa a su contexto y por ende se limita las interpretaciones sociales que se pueden tener de los mismos. El saqueo de los sitios de dicho sector representó el modo de subsistencia de muchas 5 familias, algunas de las cuales obtuvieron todos sus ingresos con el tráfico de bienes arqueológicos, así como se verá –según los documentos oficiales- la provincia de Limón albergó el segundo lugar de importancia para este tipo de actividad ilícita. Debido a lo anterior, se vio la necesidad de establecer mecanismos legales que buscaran impedir dicha práctica. Lo anterior, se refuerza con las ratificaciones de convenios internacionales para la protección del patrimonio cultural, lo que condujo en la década de 1970 a la elaboración de la legislación vigente de protección al patrimonio arqueológico. Sin embargo, es conocido que la investigación científica ha sido muy escasa si se le compara con las de los saqueadores u otros interesados no profesionalizados y las consecuencias en los sitios arqueológicos son muy negativas e irreparables. Es conocido que el saqueo no cesa, razón por la cual más que negar y condenar el ejercicio, resulta necesario conocerlo para poder enfrentar los problemas vinculados a la destrucción de los sitios, así como abordar y recuperar todo el conocimiento que se ha acumulado y establecer o readecuar mejores mecanismos para el control del tráfico de artefactos y posesión de colecciones en crecimiento por parte de instancias privadas. Con la presente investigación se buscó analizar de manera holística, los factores que han incidido en la protección o no de los bienes patrimoniales. Como bien indica Krzysztof Pomian (1996: 93 en Prats 2004: 21), la historia del patrimonio cultural es diferente a la de los objetos que la conforman, en su amplitud real va más allá, no es la historia de los artefactos, ni del coleccionismo de objetos, o de quienes los extraen de los sitios, ni sólo las de los museos, ya que ver el tema de esta manera sería incorrecto por la tendencia anacrónica por lo que se estarían perdiendo los contextos en los cuales se producen. Los nuevos retos que afrontan los encargados del patrimonio arqueológico en Costa Rica y en el mundo entero, incitan a una reorientación del papel que tienen todos los investigadores y el público en general en la salvaguardia, valoración y conocimiento del pasado. Estas discusiones deben ser lideradas tanto por las personas que se dedican al estudio y protección de bienes, como por otros actores interesados, con el fin de generar un verdadero vínculo entre la sociedad civil y las instituciones centralizadas del Estado y lograr un mejor entendimiento que favorezca los intereses de preservación y a la vez del apoderamiento popular del pasado cultural y dar un uso actual al patrimonio. La presente investigación pretende retomar lo anterior y poner en el “tapete” la discusión de un tema del que se suele quejar, pero que a la vez no se busca afrontar o conocer a fondo. 6 SECCIÓN II CONTEXTUALIZACIÓN DE LA ZONA DE ESTUDIO “No recordaba que aquí las lluvias duraban casi todo el año, sin un periodo seco definido. Los bosques a lo largo de la costa Atlántica de América Central son siempre verdes y una vegetación densa cubre las montañas de la costa desde los puntos más altos hasta la playa sombreada por las palmeras de coco. Sin la menor abra para cultivos o rastros de viviendas humanas se elevan imponentes cordilleras, con sus contornos suaves y redondeadas, cubiertas de frondosos e ininterrumpidos bosques. (Hartman, 1991: 29). INTRODUCCIÓN En la presente investigación se hará referencia al Caribe Central, como la zona comprendida por las llanuras del Caribe costarricense, por donde a finales del siglo XIX y parte del siglo XX pasó la antigua línea férrea al “Atlántico”, “[…] el nombre de Línea Vieja se debe a que el primer ferrocarril en el Norte de Costa Rica atravesó parte de esta sección hasta llegar a Carrillo3” (Stone, 1966: 16); cuya construcción se dio principalmente entre 1879 y 1881 (Murillo, 1994: 7) y atravesó localidades como Guápiles, Guácimo, Siquirres, entre otras (para más detalles revisar el Anexo N° 2 “Construcción del ferrocarril al Caribe de Costa Rica”). Esta vía férrea fue la primera de las grandes obras llevadas a cabo por el comerciante Minor Cooper Keith del Caribe y atravesó desde el río Reventazón, hasta el río Toro Amarillo y posteriormente hasta el río Sucio de Carrillo, con distancia de unas 30 millas sobre un terreno muy quebrado (Stewart, 1967: 48). La selección de esta zona se da porque muchos de los tramos de línea férrea atravesaron o se construyeron cerca de sitios arqueológicos de gran tamaño y complejidad, lo que dio como resultado una explotación desmesurada de los mismos. Aunque se reconoce que este proceso de destrucción se venía dando previo a la construcción del ferrocarril, pero no de forma tan alarmante. Ya para el siglo XX, este va a ser uno de los lugares más explotados y saqueados de todo el país. 3 El camino o como también se conoció, la calzada a Carrillo era un camino empedrado que comunicaba la depresión tectónica Central (Valle Central) con el Caribe costarricense, por el Paso de La Palma, entre los volcanes Barva e Irazú. 7 Figura Nº 1 Ruta del ferrocarril al Caribe según su etapa de construcción. Fuente: Modificado de: Fonseca, et al 1997.: 51. Elaboración Natalia Villalobos, 2010. La Línea Vieja Para la segunda mitad del siglo XIX el científico sueco Carl Bovallius4, comentó lo que sería un viaje por la “Línea Vieja” para el año 1882, en su recorrido siguieron un camino de mulas y carretones en medio de la montaña, hasta pasar por la vuelta de la Hondura que llevaba al río Blanco (ruta por San José y Heredia-Camino a Carrillo); el cual desembocaba en el río Sucio, cabalgaron a lo largo de dicho río. En este último lugar, se ubicaba la estación final del ferrocarril (donde había además hospedaje y provisiones), y 3 pequeños hoteles y unas 40-50 casas de madera y chozas de hojas de palmera. De aquí se podía tomar el tren el cual describió como firme y de vía estrecha, “Durante el viaje paró el tren algunas veces para cargar leña para la locomotora, en lugares apropiados para ello. En Jiménez, la primera estación después del río Sucio, tuvimos una parada para el almuerzo. El ferrocarril corre a través de una región dotada por la naturaleza de manera rica y poco común, rica en frutas, y a través de una cantidad incontable de 4Permaneció tres meses en Costa Rica, brindando importantes datos etnológicos ya que además convivió con poblaciones indígenas. 8 arroyos y ríos. El más grande de estos ríos es el río Reventazón, que pasamos antes de llegar a nuestro destino, Siquirres” (Bovallius, 1997:114-115). En Siquirres había para esa fecha, haciendas como Caño Seco, pertenecientes a 2 alemanes Herr Müllner y Her Schäfer, que trabajan en la compañía del ferrocarril. Otra era La Esperanza, que tenía una gran vista al Pacuare. La pequeña hacienda El Pacuarito tenía una buena posición en la ribera del río, la casa estaba a unos 100 m del ferrocarril. “El río Matina es probablemente entre éstas la más importante. Del puente del ferrocarril con sus 130 m de largo, se tiene una importante vista sobre el río que se desliza pacífica y majestuosamente. La estación de Matina, una futura ciudad, consiste ahora en dos largas hileras de casas: la mayoría […] son chozas de negros hechas de troncos de palmera y de montones de cajones y otro material similar; sólo dos casas más grandes se encuentran aquí, una, la Estación del ferrocarril, la otra el Hotel San Blas, con su tienda. La región de Matina es una de las más fértiles en toda la república […]. Puerto Limón no tiene ciertamente más de 500 habitantes, de los cuales la mayoría son negros, trabajadores del ferrocarril o antiguos trabajadores del ferrocarril” (Bovallius, 1997: 122-123). El enclave y la producción bananera en el Caribe Como es conocido, debido entre otros factores, a la incapacidad del país de poder autofinanciar una obra de tal envergadura, se brindaron concesiones de vastos terrenos alrededor de la línea férrea en el Caribe, que posteriormente se destinarían al cultivo del banano (principalmente en manos de la U. F. Co.), además de la administración de la vía. Es precisamente esta concesión y potestad de uso y manejo de grandes extensiones de terreno lo que se ha conocido como enclave. Para el caso centroamericano, la formación de estos se dio entre 1899 y 1917 siendo su origen principalmente norteamericano (Consejo Superior Centroamericano, 1979: 8) y dando como resultado, el inicio de la producción bananera y ocupación y dominio de la zona por casi un siglo (Smith y Murillo, 1989: 23). Para el caso costarricense, los beneplácitos venían desde antes, pero la diferencia era que inicialmente estaban en manos de Keith así, para 1884 en el Caribe costarricense habían 350 fincas bananeras en una extensión de 4000 Ha, cuya producción rondaba los 420 000 racimos de frutas, las cuales eran exportadas. La producción era simple y barata por lo que resultaba un negocio rentable (Ibíd.: 7). Este enclave actuó bajo la forma de inversión directa, que ejerce un monopolio a través de una explotación principal (banano), aunque la pueden alternar con otras de menor importancia. Contaba con grandes extensiones de tierra, las cuales se explotaron como “economía huésped”, aunque sus centros de operacionalización estaban en los países del primer mundo. Aquí resulta vital retomar a Viales (1998: 26-28) cuando asegura 9 que es necesario borrar el mito de que las relaciones del enclave y la economía nacional era nula, más bien se presentó como una relación dinámica con mayor y menor incidencia del Estado sobre la U. F. Co5 en este caso. Es preciso recordar el papel que tuvo la zona caribeña como una barrera cultural entre poblaciones con diferentes orígenes a la de los pobladores del Valle Central, así como las repercusiones acaecidas en la región por la incorporación del cultivo del banano en manos extranjeras. La primera fase de desarrollo por la industria del banano abarcó de 1880 a 1941-42, esta última cuando se da el vencimiento de los últimos contratos establecidos por la compañía, así, “[…] la sección media de las tierras bajas (de Limón a Siquirres) fue la primera área desarrollada, en una secuencia de este a oeste. Contemporáneamente al desarrollo del final occidental de la sección central se dio el desarrollo de la sección sur, de Limón al Valle de la Estrella. Las últimas áreas desarrolladas fueron aquellas más remotas del puerto de Limón: el área de Guácimo en Línea Vieja y el área de Home Creek cerca de Cahuita, respectivamente las áreas más al norte y más al sur del desarrollo de la plantación bananera tributarias de Limón” (Stouse, S. f.: 32, citado por Viales, 1998: 128-129). El control de la producción estuvo principalmente en manos de grandes compañías extranjeras, especialmente la U. F. Co., y posteriormente la Standard Fruit Company (S. F. Co.). Así, la consolidación de los monopolios fruteros se presentó entre 1917 y 1945, época de auge y expansión de la producción (Consejo Superior Centroamericano, 1979: 9). Con la expansión latifundista entre 1929 y 1946 vino la enfermedad conocida como “mal de Panamá” la cual junto a la “sigatoka” afectaron fuertemente las plantaciones bananeras; es por ello, que para el caso costarricense, se negoció nuevas tierras en el Pacífico. Fue a mediados de la década de 1950 cuando se comenzó a vislumbrar la decadencia de los enclaves y surgieron con mayor fuerza los productores nacionales, quienes vendían su producción o alquilaban sus tierras a las compañías extranjeras, surgiendo una diversificación de la producción (Consejo Superior Centroamericano, 1979: 11; 13). Lo 5 “La U.F.CO. se creó en marzo de 1889 por Lorenzo Baker (quien desde 1870 comercializaba banano entre Jamaica y Boston), Andrew Preston (comerciante bananero de Boston) y Minor C. Keith (bananero y ferrocarrilero en Colombia (Panamá y Costa Rica). La empresa se formó con un capital de $20 millones inscrita bajo las leyes del Estado de Nueva Jersey. Le compraron a Samuel Zemurray su empresa Cuyamel Fruit Co., en Honduras y Nicaragua. Con la depresión Zemurray se convirtió en el Presidente de la UFCO. Desde entonces esta empresa ha sembrado y abandonado el banano en países como: Honduras, Nicaragua, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Colombia, Cuba, Jamaica, Santo Domingo, Ecuador, Madagascar, China, Filipinas (Consejo Superior Centroamericano, 1979: 28). 10

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las de los saqueadores u otros interesados no profesionalizados y las y custodiados28 en el extranjero como parte de sus tesis doctorales o.
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