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Tesis Alfredo Escaja PDF

153 Pages·2015·1.27 MB·Portuguese
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UNIVERSIDAD DE LEÓN DEPARTAMENTO DE CIENCIAS BIOMÉDICAS PROGRAMA DE DOCTORADO CIENCIAS DE LA SALUD TESIS DOCTORAL PARTICIPACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN COLEGIAL AUTONÓMICA DE ENFERMERÍA DE CASTILLA Y LEÓN EN LA FORMACIÓN CONTINUADA DEL PERSONAL DE ENFERMERÍA EN LOS ÚLTIMOS 6 AÑOS ALFREDO ESCAJA FERNÁNDEZ LEÓN 2015 1 UNIVERSIDAD DE LEÓN DEPARTAMENTO DE CIENCIAS BIOMÉDICAS PROGRAMA DE DOCTORADO CIENCIAS DE LA SALUD TESIS DOCTORAL PARTICIPACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN COLEGIAL AUTONÓMICA DE ENFERMERÍA DE CASTILLA Y LEÓN EN LA FORMACIÓN CONTINUADA DEL PERSONAL DE ENFERMERÍA EN LOS ÚLTIMOS 6 AÑOS D. ALFREDO ESCAJA FERNÁNDEZ DIRECTORES: DRA. Dª Mª NÉLIDA FERNÁNDEZ MARTÍNEZ DR. D. JULIÁN JOSÉ SUSPERREGUI LESACA     LEÓN, 2015 2 ÍNDICE 3 Página   1. Introducción 6 1.1. Los inicios de la formación en Enfermería 6 1.2. De la incorporación en la Universidad hasta la publicación de los Reales Decretos de grado y posgrado 24 1.2.1. Ámbito académico 24 1.3. Ordenación de la profesión enfermera 29 1.3.1. Ordenación de los Colegios Profesionales 29 1.3.2. Ordenación del ejercicio profesional 31 1.4. Relaciones Internacionales 33 1.5. Acuerdos entre profesionales: Mesa Institucional de la Enfermería Española 35 1.6. Código deontológico 35 1.7. Formación continuada en Enfermería 36 2. Objetivos 42 2.1. Objetivo principal 42 2.2. Objetivos secundarios 42 3. Material y métodos 44 3.1. Diseño del estudio 44 3.2. Descripción de la muestra del estudio 44 3.3. Variables estudiadas 48 3.4. Análisis estadístico 49 4. Resultados y discusión 52 4.1.- Variables cualitativas 52 4.1.1.- Variable Tipo 52 4.1.2.- Variable Año 53 4.1.3.- Variable Provincia 55 4.1.4.- Variables Tipo y Año 56 4 4.1.5.- Variables Tipo y Provincia 59 4.1.6.- Variables Año y Provincia 63 4.2.- Variables cuantitativas 66 4.2.1.- Variable Alumnos 66 4.2.1.1. Alumnos vs Tipo 68 4.2.1.2. Alumnos vs Año 70 4.2.1.3. Alumnos vs Año y Tipo 75 4.2.1.4. Alumnos vs Provincia 79 4.2.1.5. Alumnos vs Provincia y Tipo 82 4.2.2.- Variable Horas 87 4.2.3. Variable AlumHoras 91 4.2.3.1. AlumHoras vs. Tipo 92 4.2.3.2. AlumHoras vs. Año 94 4.2.3.3. AlumHoras vs. Año y Tipo 98 4.2.3.4. AlumHoras vs. Provincia 102 4.2.3.5. AlumHoras vs. Provincia y Tipo 105 4.2.4 Variable Índice 110 4.2.4.1. Índice vs. Tipo 112 4.2.4.2. Índice vs. Año 113 4.2.4.3. Índice vs. Año y Tipo 115 4.2.4.4. Índice vs. Provincia 119 4.2.4.5. Índice vs. Provincia y Tipo 122 4.2.5.- Variable Créditos 127 4.2.6.- Variable Coste 129 4.3. Plan Estratégico 2015-2020 de Formación de la Organización Colegial de Enfermería 137 5. Conclusiones 143 6. Bibliografía 147 5 1. Introducción 1.1. Los inicios de la formación en Enfermería La formación en su sentido más amplio de la palabra, ya sea reglada o continuada, fue siempre una preocupación de las autoridades políticas, administrativas y académicas. Las primeras reseñas al respecto las tenemos de la época de los Reyes Católicos en las que, preocupados por evitar la asistencia a los ciudadanos de intrusos, charlatanes y visionarios, iniciaron la organización de todo un elenco legislativo para regular el acceso a las profesiones de contenido sanitario, su ejercicio y su formación (Hernández, 1996). En España, siguiendo los aires académicos que venían de la Europa culta, se inicia la instauración de las universidades en los distintos reinos de España a imagen y semejanza de sus precursoras, la de Bolonia (1089); Oxford (1096); París (1159); Módena (1175) y Cambridge (1208). El inicio de la formación reglada en España data del siglo XIII, en los reinos de Castilla y León. Así, entre 1208 y 1214 aparece la Universidad de Palencia bajo el reinado de Alfonso VIII de Castilla, aunque tuvo una vida muy efímera, desapareció en 1218 y el nuevo Rey Alfonso IX de León, funda la de Salamanca, el studium salmantino. El Rey Sancho IV autoriza la creación de la Universidad de Valladolid en 1292 y la de Alcalá, precursora de la Universidad Complutense de Madrid, denominada universidad Complutense del Cardenal Cisneros (Jiménez, 1971). El desarrollo de las universidades en el resto de la península Ibérica, se produjo también en torno a este período. Así, en Aragón, el Rey Jaime II crea la primera universidad en Lérida entre los años 1279 y 1300. Durante el reinado de los Reyes 6 Católicos hubo un período de gran expansión llegando a existir en el año 1475 ocho universidades en España y ya en 1625 llegaron a ser treinta y dos (Jiménez, 1971). La formación reglada y los Colegios Profesionales tienen una estrechísima relación toda vez que las universidades nacen como desarrollo y protección de asociaciones gremiales y corporativas, de oficios, como sistema de aprendizaje y mejora de sus conocimientos y sus servicios. Los distintos diccionarios etimológicos nos informan que el término universidad viene de universitas, del latín universitas magistrorum et scholarium, lo que vendría a ser traducido al castellano moderno como “comunidad de profesores y académicos”. El latín continuó siendo la lengua culta una vez caído el imperio Romano y el término “universitas”, proviene de la palabra “unos”, integral, que no admite división, etimológicamente tiene la misma base que “Universo” o “Universal” y se utilizó en la edad media para simbolizar la unidad de los gremios para defender sus intereses comunes (Coromines, 2012). Podríamos decir que la creación de las universidades obedece en gran medida para dar respuesta a las necesidades gremiales que se reservaban el derecho a la admisión y aprobación de los estudiantes, de los aprendices, otorgándoles una licencia o graduación que habilitaba para el ejercicio de la práctica profesional y también para sus enseñanzas. El término utilizado para los que se dedicaban a las enseñanzas era el de “licentía” o “Docendi” (Jiménez, 1971; Le Goff, 1996). El profesor Diego Gracia, médico y filósofo español que obtuvo la licenciatura en Medicina en la Universidad de Salamanca, discípulo de Laín Entralgo y Xavier Zubiri, Catedrático del Departamento de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense de Madrid y uno de los organizadores de la Oficina de la OPS/OMS en Latinoamérica, dice que “profesiones como tal solo hay tres, la médica que tiene que ver con los problemas del cuerpo, la eclesiástica que tiene que ver con los problemas del alma y la jurídica que dirime los problemas entre el cuerpo y el alma” y añade que “incuso la arquitectura es un oficio que con el devenir de los tiempos, tornó en profesión”. El autor como es lógico, contextualiza esta afirmación en el inicio de las 7 enseñanzas universitarias en el siglo XIII cuyas primeras titulaciones fueron las de Teología y Derecho, y posteriormente la Medicina (Martínez y Chamorro, 2011). Pero conviene recordar que la organización de las enseñanzas regladas no siempre estuvieron en manos de las universidades. Así, los Reyes Católicos crean en 1477 el Protomedicato, organización responsabilizada de controlar el desarrollo de las profesiones sanitarias, su ejercicio profesional, ejerciendo incluso funciones docentes (Hernández, 1996). La formación de los profesionales sanitarios y la lucha contra el intrusismo fueron una de las constantes en las distintas normas que aprobaron los Reyes Católicos. Así, por Pragmática Sanción de S. M. dictada en Segovia el 9 de abril de 1500, se establece en su preámbulo que los “exámenes de los barberos; y pena de los que sin requisito pusieran tienda para sangrar, y hacer las demás operaciones que se expresan”. Es ilustrativo el primero de sus párrafos cuando se refiere a los criterios establecidos con respecto al intrusismo: “Mandamos, que los Barberos y examinadores mayores de aquí en adelante no consientan ni den lugar, que ningún barbero no otra persona alguna pueda poner tienda para sajar ni sangrar, ni echar sanguijuelas ni ventosas, ni sacar dientes ni muelas, sin ser examinado primeramente por los dichos nuestros barberos mayores personalmente……” (García y Hernández, 1993; Hernández, 1996). Los protomedicatos y por extensión los Protocirujanatos, Protobarberatos y Protofarmaceuticatos asumían las funciones docentes, no solo nos referimos a la formación reglada sino a todo el entramado regulador de la formación en su conjunto, es decir a regulación de una actividad dirigida a proteger a los ciudadanos de charlatanes, curanderos y visionarios, orientando esta protección por la vía de propiciar los derechos a percibir los mejores cuidados posibles, verificando no solo la idoneidad de los profesionales en términos de titulación, sino también su capacidad y competencia, propiciando sistemas de acreditación y reacreditación, como elemento de garantía y seguridad para el ciudadano que, no olvidemos, fue la razón de ser de los Protomedicatos, Protocirujanatos, Protofarmaceuticatos y Protobarberatos creados por los Reyes Católicos (Hernández, 1996). 8 Como es razonable, los protomedicatos tuvieron no pocos problemas y fricciones con las universidades lo que provocó que según los momentos políticos, los distintos protomedicatos aparecieron y desaparecieron hasta su definitiva desaparición a finales del siglo XIX (Hernández, 1996). Se tienen constancia documental de que inició su actividad en el año 1477 desapareciendo oficialmente en el año 1822. Pero en este periplo fue abolido en el año 17991 y restablecido nuevamente en el año 18012; posteriormente fue nuevamente abolido en el año18043 y restaurado por la regencia de las Cortes de Cádiz en 1811; Fernando VII lo suprimió de nuevo en 1814; y por último fue restablecido durante el trienio liberal (1820-1823), celebrando su última sesión el 28 de marzo de 1822 (Campos, 1999). Esta práctica se extendió como es lógico en todos los territorios en los que el reino de España tenía influencia, fundamentalmente en México, Perú y Argentina. Así, los Reyes españoles implantaron este modelo de reconocimiento de la suficiencia de quienes aspiraban a ser médicos, cirujanos, boticarios y parteras, concediendo las correspondientes licencias para el ejercicio profesional y convirtiéndose de hecho en un órgano consultivo en la recién descubierta América. Así, se implantó en México en el año 1527 y perduró en el tiempo hasta 1831, fecha en la que se publica la Ley de cesación del Tribunal del Protomedicato y la creación de la Facultad de Medicina del distrito Federal (Barreiro y Bermejo, 2009; Solórzano et al., 2009). Para observar y analizar las enseñanzas enfermeras a lo largo de la historia, se hace preciso previamente conocer y definir a que nos estamos refiriendo. Lo que hoy entendemos como profesión enfermera es la suma de tres oficios que con anterioridad a la creación de la figura del Ayudante Técnico Sanitario (A.T.S.) en el año 1953, se 1 Carlos IV por Real Cédula de 12 de marzo de 1799, resolvió unir el estudio de Medicina práctica al Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid, y en 20 de abril del mismo año, las dos Facultades de Medicina y Cirugía, creando una Junta General de Gobierno de la Facultad reunida, anulando el Protomedicato 2 Carlos IV, por Decreto de 23 de Agosto, y Cédula del Consejo de 28 de septiembre de 1801 establece que: “He tenido á bien resolver, que cese la Junta general de Gobierno de la Facultad reunida, y se restablezca el Protomedicato en los términos en que estaba á la fecha de 20 de abril de 1799, en que se anuló” 3 Carlos IV en Aranjuez por Real Orden de 18 de enero y Cédula del Consejo de 5 de febrero de 1804, regula la “Formación de la Real Junta superior gubernativa de Medicina, y cesación del Protomedicato” 9 accedía a sus titulaciones por vía diferentes, y tenían funciones claramente diferenciadas, me estoy refiriendo a los practicantes, las matronas y las enfermeras. A su vez, estas tres familias tenían sus orígenes claramente diferenciadas, al menos en lo que a sus enseñanzas se refiere (ventosa, 1984). Así, de la familia de los practicantes provienen los sangradores, flebotomianos, ministrantes y cirujanos menores. Todas estas denominaciones se unificaron en la figura del practicantes gracias a la Ley de Instrucción Pública de 1857, más conocida como Ley Moyano, en honor a D. Claudio Moyano Samariego, quien fuera en 1841 alcalde de Valladolid y en 1843 Rector de su universidad, y en 1844 elegido diputado por Zamora y, en 1846, por Toro (González, 1996). En 1853 entró en el gobierno ocupando la cartera del Ministerio de Fomento, y durante su mandato se publicó la citada Ley, en cuyo artículo 40 se recoge textualmente: “Queda suprimida la enseñanza de la Cirugía menor o ministrante. El reglamento determinará los conocimientos prácticos que se han de exigir a los que aspiren al título de Practicantes”. Asimismo, en su artículo 41 se establece que: “Igualmente determinará el reglamento las condiciones necesarias para obtener el título de Matrona o Partera”. Esta es la primera referencia oficial de la creación del título de Practicantes, el reglamento al que hace referencia la Ley de 1857 se publicó en el año 1861 al que posteriormente haré referencia (Expósito, 2009). En la familia de las Matronas, bajo esta denominación se agrupan las denominadas matronas y parteras y, bajo la denominación de enfermeras, también hay un importante número de peculiaridades que quizá convenga aclarar en este momento, con independencia de que posteriormente haré un desarrollo más pormenorizado (Cabré y Ortiz, 2001). Bajo la denominación de enfermera había toda una serie de enseñanzas y titulaciones y diplomas que no eran en absoluto equiparables, es más eran en algunos casos excluyentes, como es el caso de las Damas enfermeras de la Cruz Roja, cuyo plan de estudios fue aprobado por el Ministro de la Guerra D. Agustín Luque en el año 1917, 10

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Y LEÓN EN LA FORMACIÓN. CONTINUADA DEL PERSONAL DE. ENFERMERÍA EN LOS ÚLTIMOS 6 AÑOS. ALFREDO ESCAJA FERNÁNDEZ.
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