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Teoría de los colores PDF

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JOHANN WOLFGANG vox GOETHE === TEORIA E COLOR ES== Sig. Tcp. 7. 044.4 G 62 No de inv. 4620 Colección Luz y Sombra EDITORIAL POSEIDON . BUENOS AIRES ER E IA ds IA eli ii Rpreesveirevnaed os la toldeoy s Nl?o s d1e1r7e2c3h.o s. CoQpuyerdiag ht¡ h1ec9h4o5 ,e l bdye pósEidtiot oriqaule A Contenide o Poseidon, Sociedad de Responsabilidad Limitada, Perú 973, Buenos Aires. E q Impreso en la República Argentina Título del original alemán: “oZur F ARBENLEHRE” | rá o PARTE DIDÁCTICA Páagi na Esbozo de una teoría de los colores. Introducción 19 Capítulo primero: Los colores fisiológicos* 0:27 3 Capítulo segundo: Los colores: físicos ; ::61 Capítulo tercero: Los colores químicos '' * 11143 Capítulo cuarto: Nociones generales j 185 Capítulo quinto: Relaciones con otras disciplinas 193 Capítulo sexto: El efecto sensible-moral del color 205 , Los colores entópticos ds 237 Las dobles imágenesd'el espato: cálcico de Islandia- 237 y Los elementos de: los: colores entópticos 0241 a Colores entópticos" . 246 PARTE POLÉMICA Denunciación de la teoría de Newton 283 Tomo primero de la “Óptica” de Newton. 1* parte 291 Primera proposición. Primer teorema 291 Segunda proposición. Segundo teorema 311 5 Tercera proposición. Tércer teorema Cuarta proposición. Primer problema. Quinta proposición. Cuarto teorema Séptima proposición, Sexto teorema ¡Octava proposición. Segundo problema Tomo primero de la “Óptica” de Newton. 2* parte * ¿Primera proposición. Primer teorema - Tercera proposición. Primer problema ' ¿Cuarta proposición. Tercer teorema Parte Didáctica : Quinta proposición. Cuarto teorema «* Sexta proposición. Segundo problema Séptima propósición. Quinto teorema Octava proposición. Tercer problema Novena proposición: Cuarto problema * . Décirita proposición: Quinto problema da '' ¡Undécima proposición. Sexto problema , Palabras finales ¿No corresponde, al iniciar el estudio de los colores, hablar ante todo de la Juz? He aquí una pregunta lógica, a la que nos limitamos, sin embargo, a dar esta respuesta breve, y sincera: toda vez que ya se ha dicho tanto acerca de la luz, parece improcedente repetir lo dicho o tantas veces ya repetido. Pues en definitiva tratamos en vano de expresar la esencia de una cosa. Percibimos efectos, sí, y, una historia completa de estos efectos comprendería a lo mejor la esencia de dicha cosa. En vano mos esforzamos por describir el carácter de un hombre; mas si juntamos sus actos y acciones, surgirá de ellos una imagen del carácter, Los colores son «actos de la luz; actos y sufrimientos, En - este sentido cabe esperar que nos ilustren sobre la naturaleza de la misma. Si bien los colores y la luz guardan entre sí re- laciones, exactísimas, tanto aquéllos como ésta ¡pertenecen en un. todo a la: Naturaleza; puae trsav é s de ellos la Naturaleza di particularmente : al sentido de la: vista. hasta el ruido, más ensordecedor, desde el sonido más. simpl hasta la armonía Sup ra, desde el grito más frenético y Teoría de los colores ———— 17 cmqpgoo1ouama6mtrie dMitao oiva u rons qn po ouu a peelcrssigo dn eucin iesn puatnaedlnrs niaa tlce erahcr acoadusr l eaatears r ed tqeraaauccyc,tei e ec érnsiencas óli u onóspppp nlolaG,aesr nomdttteeeeeh en raatttih baaihopárilrarfos srl eeiatmt naó herd,rnanao ieytb ccaeaaqen j ups oeonir sy do ia oscddtebooo ratn rsactdatsoie ae r ,nqrp seaueu rHe pte prelmaei lmodosii.csr roge s vraaiosgwso P itrudóreenade-s,se d eulnlt Saoóc aldoo esc á ohymn a oocs:p e OorNlpurO éaeneCmlrs Iitqt caeuila odeeuois cit s dt;oeeo rpplñr u amlemáhaadsaasrla t enem2r a áfi uoanntulr, tee miezlu dbdinqleeaze uda jaceedro e lotsa s esiapp erlruemiáoesopmimd.onoi a s vnn ear rselYc;iooig .euS hs rnEmatsa:eNs soad sohttermoapo s srt aloe mEst-aa n definición y corrección, son inevitables las adiciones y las rec- rara vez: tificaciones. En esta ocasión hemos agregado también las citas. E tdPrioavrti adudlaool se dse,md eá pso,ru n eesjtmeeo mdptoloo m o dsiosbcproeen rtsiloeo sn ee cno ltoaremle bs icéuanrt smoo aslfgédure niocosls a , eesxltopusod sicoiusca ilóenisn,,- CandidusS i enpeqruidt isn ovsiis tin on,r ecthiisu s udtsetries , mecum. aquí se estudian juntos y en un todo. Si este estudio conduce al lector a la naturaleza libre, otro trata de promover el saber abstracto describiendo minuciosa- mente el material que en lo sucesivo será necesario para la teoría de los colores. ] Así como una buena pieza de teatro no puede ser puesta por escrito, totalmente, sino apenas en una mitad, quedando la mayor parte de ella librada al grado de desarrollo del arte * escénico, a la personalidad de los actores, al poder de su voz, la peculiaridad de sus imis y aun la espiritualyid alda buena disposición del público, éste es naturalmente en un grado aun mayor el caso con un libro que trata de fenómenos natu- rales. Para disfrutar y sacar provecho de él, el lector debe tener presente a la Naturaleza, ya realmente o en viva imaginación. Pues en rigor el autor debiera hablar, en vez de escribir, e ilus- trar ante todo a su público sobre los fenómenos, en parte tal como pku eden ser rdse preseSna tadcoosn arrEeAglSo a la finatlodiayd adeidl- / . Jucidación, explicación e interpretación surtiría un efecto real y palpitante. Un sucedáneo de todo punto inadecuado son las láminas que suelen agregarse a tales escritos. Un libre fenómeno físico no puede ser aprisionado entre líneas y sugerido por una sección. 'A nadie se le ocurre explicar los experimentos químicos por «medio de figuras; esto es sin embargo práctica corriente respecto. | a los experimentos físicos, muy afines a aquéllos, porque es un método que da alguno que otro resultado. Mas muchas veces | esas figuras no constituyen sino conceptos; son recursos sim- |] sbólicos, modalidades jeroglíficas de transmisión, que. poco a poco A al fi ala N: 1 e impiden el RIE . nn ARO Esbozo de una teo ría de los colores; Si uera nostra sunt aut falsa, erunt talia, licet nostra per vitam defendimus. Post fata nostra pue- ri, qui nunc ludunt, nostri judices erunt. Introdu cción Nace en el hombre el afán de saber :al percibir grandes fe- nómenos que atraen su atención. Para que persista este afán, debe desarrollarse un interés más profundo, que lo lleva a co- hocer paulatinamente los objetos. Recién entonces nos perca- tdaemsocso ncdeer taunntae grya n nosd iveorbsliigdaa d a qusee pasre arn,o s cplraesisfeinctaar cy omroe agprluéptaorr.a Así surge finalmente un orden que podemos abarcar más o menoPsa ra sathiascfearc toersitao men-stieq,u iera medianamente en una disciplina, cualquiera que sea, se requiere una labor constante e intensa. Es así que los hombres prefieren dar cuenta de los fenómenos por algún concepto teórico general, una explicación cualquiera, a tomarse el trabajo de construir un todo a través del estudio de las ia ta el presente, sólo dos veces se ha hecho una tentativa de enumerar y, clasificar los fenómenos cromáticos: la primera vez por Teofrasto y la segun da por Boyle. No se negará el * tercer lugar a la presente tentativa. . Sobre los pormenores. nos informa la historia. Aquí sólo con- signaremos que en el siglo pasado no pudo ser cuestión de tal clasificación, porque Newton había basado su hipótesis en un |. ¿Experimento complicado y derivado, al que los hombres de 20 e Go6 th * Teoría. de los colores ——_— 21 ciencia referían artificiosamente los demás fenómenos manifies- cepto al respecto. Repetimos que el color es la Naturaleza regida tos que no podían escamotear y suprimir metiéndolos en situa- E por: leyes respecto al sentido de la vista. Aquí también tenemos ciones comprometidas; procedimiento que tendría que seguir, que partir del supuesto de que los hombres poseen este sentido por ejemplo, un astrónomo empeñado en situar la luna en el saben que la Naturaleza obra sobre él; pues no puede ha- centro. de nuestro sistema. Se vería obligado a hacer girar la blarse del color a los ciegos. Tierra y el Sol, con todos los demás planetas, alrededor de este Mas para atenuar la impresión de que tratemos afanosa- cuerpo subalterno y disimular mediante toda clase de cálculos mente de eludir una explicación, nos apresuramos a agregar a y conceptos artificiosos el error de su tesis básica. mayor abundamiento que el color es para el sentido de la vista .Avancemos ahora en base a lo que hemos expuesto en el un fenómeno natural fundamental, el cual, como todos los prefacio. Allí hemos dado la luz por cosa reconocida; aquí ha- demás, se manifiesta por separación y contraste, mezcla y fu- cemos lo mismo to al ojo. Dijimos más arriba que toda la sión, exaltación y neutralización, adición y distribución, etcétera, Naturaleza se revelaba a través del color al sentido de la vista. . y puede ser encarado y captado mejor bajo estas fórmulas ge- Pues bien, afirmamos, por extraño que acaso parezca nuestro nerales de la Naturaleza. aserto, que el ojo en sí no percibe forma alguna, por cuanto No podemos imponer a nadie este modo de imaginarse la la claridad, la oscuridad y el color constituyen juntos lo que cosa. El que lo considere cómodo, como nosotros, lo adoptará para la vista diferencia los objetos y las distintas partes del de buen grado. Tampoco estamos dispuestos a defenderlo en lo objeto. De modo que a base de estos tres factores construímos sucesivo a través de la polémica y la disputa. Pues desde siempre el mundo visible haciendo así posible, al mismo tiempo, la pin- el tratar del color ha comportado ciertos riesgos, al punto que tura, capaz de representar un mundo visible mucho más perfecto uno de nuestros predecesores hasta se atrevió, en cierta ocasión, de lo que puede ser el mundo real. a declarar: “El toro, cuando sele muestra un paño rojo, se Debe el ojo su existencia a la luz. De subalternos' órganos enfurece; pero el filósofo, no bien se le hable del color, se pone auxiliares animales la luz desarrolla un órgano adecuado a frenético.” ella; así el ojo se adapta gracias a la luz para la luz, para que a la Si hemos de hablar un poco de ¡aquella disertación a que luz exterior corresponda otra interior. nos remitimos, señalaremos ante todo cómo hemos clasificado A este respecto señalamos la antigua escuela jónica que no se las distintas condiciones en que el color.es susceptible de ma- cansó de recalcar que únicamente lo-afín puede reconocer lo if E tres modalidades de ifestación, tres clases de color o, si se quiere, tres aspectos netamente diferen» Nadie negará este parentesco directo del ojo con la luz; ciados del fenómeno cromático. cuesta más concebir el uno y la otra como una y la misma cosa. Consideramos, pues, en aquella disertación los colores ante Sin embárgo, esta concepción resulta más fácil si se afirma que todo como algo que forma parte: de.la vista y es el re- en el ojo está localizada una luz patente, que es excitada por sultado de una acción y contraacción de la ¡misma; en segundo eilm amgeinnaocri óne stípmoudl o intperrioodru cio r:e xetnerlioar . Al coindajdu r'ol as de imánguse stra término los enf« como fenó i o deriyad de medios incoloros; por último, los estudiamos como algo que más claras. En sueños se nos aparecen los objetos como en pleno podríamos imaginaros como parte integrante de los objetos. día. Y en el estado de vigilia reaccionamos a la más leve sen- Di i los pri: colores fisiológi los di sación luminosa exterior; más aun, cuando el órgano de la “físicos y los terceros químicos y señalamos que los primeros son vista experimenta una excitación mecánica produce luz y necesariamente fugaces, los segundos pasajeros, pero de cierta colores. duración, en tant o que los, terceros pueden se r fijados inde- Aesta altura de nuestra exposición acaso se nos objete que finidamente. - hasta aquí ni siquiera hemos definido claramente la naturaleza Al clasificar y diferenciar así los colores, para los fines. di-, del color. Quisiéramos eludir aquí también esta cuestión y re- dácticos, en tal orden' natural, logramos al mismo tiempo pre- mitirnos a la disertación en que hemos explicado nuestro con- sentarlos en una serie continua, ligar los fugaces con los pasa- A EN Y: E EN Teoría de los colores _______.25- tenido no, pocos inconvenien- "prestado un gran servicio también al pintor, al habernos esfor- más: t ras un estudio zado en la sexta parte de dilucidar los efectos sensibles y morales del color para facilitar así su uso en el dominio del arte. Si también en este respecto, como en todos los demás, no poco está tan sólo esbozado, queremos señalar que la función de iento de que lo toda teoría se limita, en definitiva, a insinuar los grandes linea- muda lo es engañoso, Do mientos, que han de servir de base para la acción palpitante y ar los procesos raás entra- Y fecunda. po d col visión, qu ' , ha: estado, e causa: ha de buscarse en el hecho de que nat o l E nente trató de la teoría de los colyo, hrabieénsdos e equivocado E en el terreno de la física, movilizó: toda la fuerza, desu talento para consolidar su error. Cuando se llegue a reconocer una y otra causa, no tardará en disiparse.todo malentendido. y los matemáticos se prestarán de buen grado a contribuir parti- cularmente al estudio: del aspecto físico de;la teoría de los colores. y 1. Estos colores, que corresponde considerar en primer tér- mino, toda vez que atañen por completo o en su mayor parte al sujeto, al órgano visual; estos colores, que constituyen el fundamento de toda la teoría y mos revelan la armonía cromá- tica que da lugar a tan enconadas disputas, han sido tenidos hasta ahora por fenómenos subalternos y casuales, por ilusión y defecto. Sus manifestaciones se conocen desde tiempos remotos; . Pero como no se podía captar su fugacidad se los confinaba al reino de los fantasmas nocivos designándolos en este sentido con los nombres más diversos, 2. Es así que Boyle les llama “colores adventicii”, Rizetti “imaginari?” y “phantaistici”, Bufion “coul eentelles? Scherffer “colores aparentes”; algunos los denominan “ilusión Óptica” y “engaño de la vista”, Hamberger, “vitia fugitiva” y Darwin, “ocular spectra”. AS. Nosotros les hemos llamados “fisiológicos”, toda vez que atañen al ojo normal, y los consideramos como condición ¡n= DA ote eN ; Teoría de los colores 29 dispensable de la visión, cuya correlación vital hacia dentro y 10. fuera sugieren. Quien de la luz del día pasa a un lugar bastante oscuro, por lo pronto no puede distinguir nada; poco a los ojos o 4 recobran su. sensibilidad, los agudos antes que los débiles, Agregamos a renglón seguijd o los colores patológiics os, los aquéllos ya al cabo de un minuto, en tanto que éstos requieren cuales, como todo estado.anormal permite comprender más Ca- de siete a ocho “minutos. balmente el normal, sirven para profundizar nuestra noción de los colores fisiológicos. 11, E n el caso de las observaciones tientíficas, 14 insensibilidad de los ojos a las impresiones lummiinnoossaass ddéébbiilleess ccoommoo ccoonnsseeccuueenn - 1. La luz y la oscuridad con respecto al ojo. brusco de la luz a la oscuridad, puede dar lugár ve galos. A, por ejemplo, cierto observador cuyos Se . ptaban con lentitud, creyó durante un tiempo' que La retina se halla, según que obre sobre ella la luz o la la madera putrefacta no era fosforecente a mediodía, niaun en un cuarto oscuro, porque solía. pasar de la radiante luz. solár oscuridad, en dos estados distintos, diametralmente opuestos el uno al otro. auln dcíuaar tsoe oslec urooc ury rinóo padevrermtaían elca ederénb il efl oscfuoarretsoc enceli a,t'i ehmapsot a suqfuie: 6. ciente para permitir a sus ojos adaptarse a la oscuridad. Cuando en una habitación completamente oscura mantene- Le ocurriría igual al doctor.Wall con el brillo eléctrico del ros abiertos los ojos, notamos que falta algo. El órgano, librado ámbar, que de día apenas podía percibir, ni siquiera en 'una habitación completamente oscura. a su propia suerte, se repliega sobre sí mismo por falta de ese elc onmtuacntdoo eesxttiemruiolra doyr l ley gag raat os ere n lo viqruteu de s.d el cual se vincula con que Edne deísate noo rdseen vedne laisde aess,t reclalbaes , saesñía lcaor mot aemsbei éont roel dhee cqhuoe: sdee ven mejor las pinturas cuando se las mirapor un doble tubo. 7. n. “Cuando luego volvemos los ojos hacia una superficie blanca crudamente iluminada, quedamos deslumbrados y por un ie E Quien pasa de un lugar completamente oscuro a otro en que po no somos capaces de distinguir objetos discretamente ilu- da el sol, queda deslumbrado. El que pasa del crepúsculo a una minados. ycolra rindiatdi demz.á s Deb ielno dciusaclr etase, idnifsiterien gueq ue todeol s ojloo s roebpjoestoasd o coens mmáas- 8. sensible a las impresiones moderadas. ? Cada uno de estos dos estados extremos abarca, del modo En los presos que han pasado largo tiempo en una celda indicado, la totalidad de la retina, de modo que no pueden oscura la sensibilidad de la retina es tan grande que ya'en la coexistir en ella. En aquel caso (6)' hemos encontrado el Órgano nd (probablemente en una un poco aclarada) distinguen visual en el estado de máxima relajación y sensibilidad, en los objetos. éste (7), en el de una tensión e insensibielxtirdemaads. 13, 9. En lo que damos en llamar la visión la retina se halla al oCtruoa,n daou nqpuaes amnoos dre ápuind ameexnttree mod e alu noo trod,e seisntoo,s vdeors biegsrtacaidao,s dsei mulla tácnleaarmiednatde en iemsat adnodso esdlisupmarbers any tea un“ actoúpuae sltao s, osAcl:u rliaddao d- ddea bllea ccloamrpidraodb aral cqrueep úslocsu leos,t adlao s dipfeerrseinsctiea n esd urmaunyt e gruann det,i emyp oe:s mabesdoiloust a, delA l cmliarsomsoc urtoi emyp. ot,o dapse-rlcaisb-i modse tetrodmoisn anltose s grcardoosm átiintcear-s . 4

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