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Teología radical y la muerte de Dios PDF

234 Pages·1967·7.7 MB·Spanish
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[homasJ.Altizer -Wiliam Hamilton TEOLOGIA RADICAL .MUEATE DE DIOS THOMAS J. J. ALTIZER Y WILLIAM HAMILTON TEOLOGIA RADICAL Y LA MUERTE DE DIOS VES Ac dy % y EDICIONES GRIJALBO, $. A. BARCEL- OMÉNXICAO, D. F. 1967 Título original RADICAL THEOLOGY AND THE DEATH OF GOD Esta versión castellana ha sido realizada por Joaquín Sempere de la 1.* edición en inglés de The Bobbs-Merrill Company, Inc., Nueva York, 1966 O 1966, THOMAS J.J. ALTIZER Y WILLIAM HAMILTON O 1967, EDICIONES GRIJALBO, S. A. Aragón, 386, Barcelona, 9 (España) Primera edición Reservados todos los derechos IMPRESO EN ESPAÑA PRINTED IN SPAIN Depósito Legal: B. 22,461 - 1967 Impreso por GRÁFICAS DIAMANTE - Berlín, 20 - Barcelona INDICE Prefacio INTRODUCCIONES A LA TEOLOGÍA RADICAL La teología norteamericana, el radicalismo y la muerte de Dios . 17 William Hamilton Norteamérica y el futuro de la teología . 25 Thomas J. J. Altizer Las teologías de la muerte de Dios en la actualidad . 39 William Hamilton T. EXPOSICIONES DE LA TEOLOGÍA RADICAL Exiliado de la tierra de la unidad . 73 William Hamilton En torno a la situación del teólogo de hoy . 109 William Hamilton La teología y la muerte de Dios . 119 Thomas J. J. Altizer Dietrich Bonhoeffer 139 William Hamilton Palabra e historia , » . . .. .. . +. . e 147 Thomas J. J. Altizer Lo sacro y lo profano: una concepción dialéctica del cristianismo . . . 167 Thomas J. J. Altizer El nuevo optimismo. De Prufrock a Ringo . 185 William Hamilton William Blake y el papel del mito en la concepción cristiana radical . 201 Thomas J. J. Altizer BIBLIOGRAFÍA 225 A la memoria de Paul Tillich Prefacio La teología radical es un movimiento en el seno del protestantismo —aunque se da ya también en ella cierta participación y cierta toma de posición por parte de pensa- dores judíos, católicos y no creyentes— que está haciendo avanzar un paso más la prudente apertura de las anterio- res teologías hacia el ateísmo. En efecto, se trata de un in- tento de establecer un punto de vista ateístico en el aba- nico de las posibilidades del cristianismo, Pese a que la teología radical en este sentido no ha llegado a ser todavía un «movimiento» consciente de sí mismo, se ha ganado sin embargo el interés y en parte la confianza de un gran nú- mero de cristianos en Norteamérica, especialmente de es- tudiantes de todas las disciplinas y de profesores y pasto- res de las jóvenes promociones. El propósito de la teología radical no es el de hallar simplemente la adecuación o la contemporaneidad por sí mismas, sino el de esforzarse en pos de una vía totalmente nueva para el pensar teológico. Así pues, se trata de una aventura teológica en sentido es- tricto, pero no por ello deja de ser una respuesta pastoral que espera dar apoyo a quienes han optado por vivir como ateos cristianos, La expresión «muerte de Dios» se ha convertido propia- 10 ALTIZER Y HAMILTON mente en santo y seña, en obstáculo y, al mismo tiempo, en piedra de toque en la teología radical, que es, ella misma, una expresión teológica de una afirmación cristiana y con- temporánea de la muerte de Dios. Así pues, la teología ra- dical proporciona la mejor interpretación de sí misma cuando empieza a decir lo que entiende por esta expresión. La tarea de clarificar los posibles significados de la expre- sión «muerte de Dios» apenas se inicia en los diversos en- sayos que integran este volumen, pero ningún estudioso de Nietzsche se sorprenderá ante lo inconcluso de sus resul- tados al recordar la cantidad de interpretaciones diversas que ha recibido en el siglo veinte la proclamación nietzs- cheana de la muerte de Dios. Tampoco debe ligarse la expresión «muerte de Dios» únicamente a Nietzsche, puesto que de un modo u otro es algo que está en la base de todo un pensamiento y una experiencia especificamente modernos. Quizás sea la categoría de «acontecimiento» la que se muestre como la respuesta más útil a la pregunta: «A qué se refiere exactamente la expresión “muerte de Dios”?». Pero tampoco esta especificación aprisiona suficientemente el significado para hacer posible una definición, y si se quisiera podría hacerse una lista de los significados posi- bles de la frase, yendo desde la postura del ateísmo con- vencional hasta la ortodoxia teológica. Podría hacerse del siguiente modo: 1. Que no hay Dios y que jamás lo ha habido. Esta posición es la del ateísmo tradicional en su forma anti- cuada, y es difícil ver de qué modo —<que no fuera ines- table— podría combinarse con el cristianismo o con cualquiera de las religiones occidentales. 2. Que hubo alguna vez un Dios, para el cual la adoración, la fe y la oración eran apropiadas, posibles e incluso necesarias, pero que ahora ya no hay tal Dios. Esta es la posición de la muerte de Dios, o teología ra- dical. Se trata de una. postura atea, pero con una dife- rencia. Si había un Dios y ahora no lo hay, debiera ser posible indicar por qué este cambio se registró, cuándo sucedió y quién fue el causante. 3. Que la idea de Dios y la misma palabra «Dios» re- quieren una reformulación radical. Quizás se necesiten palabras totalmente nuevas; quizás deba observarse un modoso silencio acerca de Dios; últimamente, sin em- LA MUERTE DE DIOS 11 bargo, puede esperarse un nuevo tratamiento de la idea y de la palabra, por muy sorprendente e inesperado que resulte, a la postre. 4. Que nuestro tradicional lenguaje litúrgico y teo- lógico necesita una completa revisión; la realidad per- manece, pero los modos clásicos de pensamiento y las formas clásicas del lenguaje pueden haber periclitado. 5. Que la historia de Cristo ya no es una historia redentora. Puede usarse para seguir cumpliendo una función iluminadora, de edificación o de guía, pero ya no ejerce sus clásicas funciones de salvación o redención. En esta nueva forma, nos puede ayudar a contender con los demonios, pero no puede abolirlos. 6. Que deben ser destruidos ciertos conceptos de Dios que a menudo se confundían, en el pasado, con la clásica doctrina cristiana de Dios: por ejemplo, Dios como solución de problemas, como poder absoluto, como ser necesario, o como objeto de las últimas aspi- raciones, 7. Que los hombres hoy no experimentan a Dios más que como ser escondido, ausente y silencioso. Vi- vimos, por decirlo así, en la época de la muerte de Dios, aunque esta época, sin duda, pasará. 8. Que los dioses que los hombres hacen, en su pen- samiento y en su acción (falsos dioses o ídolos, con otras palabras), deben morir siempre, de suerte que pueda emerger, venir a la vida, nacer de nuevo el verdadero objeto del pensamiento y de la acción, a saber, el verda- dero Dios. 9. Puede tener un significado místico: Dios debe morir en el mundo de modo que pueda nacer en nuestro interior. En muchas formas de misticismo la muerte de Jesucristo en la cruz es la señal de esta muerte mun- dana. Esta es una idea medieval que influyó sobre Martín Lutero, y probablemente sea este complejo de ideas el que subyace al cántico alemán «Dios mismo ha muerto», que podría ser perfectamente la fuente histórica del uso moderno de la expresión «muerte de Dios». 10. Por último, que nuestro lenguaje acerca de Dios es siempre inadecuado e imperfecto. Hay otras preguntas acuciantes además de éstas acerca del significado de la expresión. Si la muerte de Dios es un acontecimiento, sea de la clase que sea, ¿cuándo y por qué ocurrió? Para responder a estas preguntas, la teología ra- dical se está viendo más y más inclinada hacia las disci-

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