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Subjetivad - Seis Ensayos PDF

79 Pages·1986·3.886 MB·Spanish
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ESTUDIOS ALEMANES Colección dirigida por Ernesto Garzón Valdés y Rafael Gutiérrez Girardot SUBJETIVIDAD SEIS ENSAYOS Joachim Ritter ,, . | averts^ to n tito Umversid^ Biblioteca Generé Ite, Editorial Alfa Barcelona/Caracas NOTA PRELIMINAR Los presentes ensayos, escritos en las décadas posteriores a 1933, son ofrecidos al lector bajo el título escueto de “Subjetivi­ dad”. El complemento “...y sociedad” que se imponía con atrayente evidencia, ha sido dejado de lado, en la convicción de que el fetichismo que conlleva hoy el uso de este concepto podría ,*«,^Mvaum borrar y hacer desaparecer fácilmente los rasgos característicos ’•"«•A UN de estos ensayos. Subjetividad -el individuo en sí mismo- adquiere su función •HllOTECA GfNeim de época, como figura histórico-universal en la que la belleza y 0 ° w acion la verdad se expresan en sentimientos y en convicciones, allí donde la sociedad naciente convierte la arboleda en leña, el tem­ plo en piedra, lo bello en cosa, y así hace aflorar la subjetividad Traducción de para guardar en el sentimiento íntimo y en el corazón cuanto la Rafael de la Vega sociedad desecha, en su tendencia a la reificación, o destruye con­ Título del original alemán: Subjektivität virtiéndolo en mera apariencia ideológica y en supraestructura. La subjetividad, como posibilidad y como peligro en su rela­ © Suhrkamp Verlag, Francfort del Meno, 1974 © Editorial Alfa, S. A., 1986 ción con la sociedad industrial, es estudiada de manera directa e inmediata, en el proceso de su génesis, sólo en el ensayo que Representante para España toma su título de dicha relación (cf. 1.). Pero todos los demás Editorial Laia S. A. Guitard 43, 5.» / 08014-Barcelona estudios reunidos en este volumen tienen a la subjetividad, ya sea de forma mediata o inmediata, como hilo conductor y dirigen ISBN: 84-7222-397-3 Depósito legal: B. 4.180-1986 la mirada hacia la riqueza y la plenitud de los fenómenos que la subjetividad guarda y mantiene presentes en el terreno de la so­ Fotocompone, imprime y encuaderna Industrias Gráficas Manuel Pareja ciedad y para ésta. En el “carácter abstracto” y en la “ahistorici- Montaña, 16 - 08026 Barcelona dad” que son constitutivos de esta sociedad, la pertenencia de lmprtte tn España PiiMtiJ in Spain las ciencias históricas del espíritu a ella se fundamenta en su con­ dición de órgano a través del cual se compensa su ahistoricidad 7 y se mantiene abierto y presente el mundo histórico, espiritual, 1. SUBJETIVIDAD Y SOCIEDAD INDUSTRIAL del hombre (cf. 5 ). En la ruptura entre la sociedad y naturaleza “objetiva”, por una parte, y la naturaleza que “circunsosiega” al hombre, por otra, el paisaje adquiere la función de hacer presente a éste, estéticamente, el cielo y la tierra de la naturaleza que le es mediatizada sensorialmente en la contemplación (cf. 6.). La poesía de T. S. Eliot atesora y venera la cercanía del tejo, el árbol sagrado, el suelo cargado de significación, que son “olvidados” en el lenguaje de los ordenamientos racionales y no llegan a ser expresados (cf. 4.). La risa es el gesto espléndido que recupera, despreocupada y alegremente, lo que para la gravedad juiciosa no entra jamás en consideración y es tan sólo algo inexistente, Sobre la teoría hegeliana de la subjetividad 1 adosándoselo a la gravedad deslindante como su propia ilimita- I ción (cf. 3.). A la riqueza y la plenitud de la subjetividad pertenece también Lo que es objeto de elucidación cuando la filosofía de Hegel su peligro. El primer ensayo llama la atención sobre él; allí donde habla de subjetividad, y lo que mienta este concepto mismo, no la existencia de la subjetividad es convertida en único y exclusivo suscitan apenas el interés inmediato de la conciencia actual. fundamento, se malbaratan en el irracionalismo las ciencias y la razón a ella vinculadas (cf. 1.). Estos ensayos no ofrecen solución alguna para el problema 1. Este ensayo se basa fundamentalmente en los textos siguientes: Grundli­ nien der Philosophie des Rechts, editado por J. Hoffmeister, Hamburgo 1955 (citado ínsito en la escisión entre sociedad y subjetividad, ni tampoco lo en adelante como Rph); tan solo las “Adiciones” (Zusätze, cit. 2) recopiladas por pretenden. Bástales con recordar, allí donde la productividad de E. Gans de los apuntes de las lecciones universitarias y- añadidas en su edición de la subjetividad es objeto de desprecio y desdén, por inútil, la ri­ 1833, que no se encuentran en Hoffmeister debido a que éste toma como base de su edición el texto publicado por el mismo Hegel, son citadas siguiendo la Edición queza que ella encierra, con pensarla y hacerla valer. del Centenario aparecida en Stuttgart (cit. WW), edit. por H. Glöckner, tomo 7. Dokumente zu Hegels Entwicklung, ed. por J. Hoffmeister, Stuttgart 1936 (cit.: J. R., Münster, invierno de 1973 Dok). Erste Druckschriften, ed. por G. Las son, Leipzig 1928 (cit.: E. D.). Phänomenologie des Geistes, WW, tomo 2 (cit.: Phän). Schriften zur Politik und Richtsphilosophie, ed. por G. Las son, Leipzig 1913 (cit.: Pol.). Beuribeilung der im Druck erschienenen Verhandlungen in der Versammlung der Lands fände des KSnigsreicbs Wttrtemberg im Jahre 1815 und 1816, I-XXXIII. Ab­ theilung, WW, tomo 6 (cit.: Verh.). Die Vernunft in der Geschichte (Introducción a las Lecciones sobre la Filosofía de la Historia universal), ed. por J. Hofifmeister, Hamburgo 1955 (cit.: VG); en los restantes casos, esta lección magistral es citada (PhG) según WW, tomo II. Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie (GPh), WW, tomo 17 a 19. Briefe von und an Hegel, 4 tomos (1-3 eds. por J. Hoffmeister, 4 eds. por R. Flechsig), Hamburgo 1952, 1953, 1954, 1960 (cit.: Br). Sobre todo én relación con lo dicho en la primera parte del ensayo nos remitimos al trabajo del autor titulado Hegel und die französische Revolution (Eds. der AG für Forschung des Landes Nordrhein-Westfalen, Geisteswissenschaftl. H. 63), Colonia y Opladen 1957, prfgs. 183-255. 8 9 “Subjetividad” guarda relación con “sujeto” del mismo modo cismo, que intentó, en un “renacimiento de la vida tribal” como al captivus pertenece la captivitas en cuanto estado interior (renaissance of tribalism), sustituir la humanidad por el “sistema y constitución de su ser y su vida en sí. Sujeto es en el lenguaje autoritario prusiano” y el “pangermanismo”.2 Más grave empero, de la filosofía, desde el siglo XVII, el individuo, el yo, en tanto y no carente de un viso trágico, es el hecho de que sea principal­ en cuanto que se relaciona con lo dado, en toda su extensión y mente la teología protestante la que se aferré al veredicto conde­ de forma tanto cognoscitiva como activa, como “objeto”, esto natorio de la filosofía de Hegel, aunque ésta, para Hegel mismo, es, lo hace materia del conocimiento o se lo apropia y tranforma presupone histórica y objetivamente el protestantismo, y em­ prácticamente. La “subjetividad” es, así, el sujeto en todo aquello prende la tarea de definirlo en su relación con respecto a la socie­ que constituye su ser en sí y para sí en sus disposiciones natura­ dad moderna y de comprenderlo como presupuesto necesario de les, sus capacidades, en el sentir, el querer, el pensar, en la nostal­ ésta. gia, el amor, el sufrimiento y la fe. Por ello, allí donde Hegel Es necesario, por ello, romper la dura cáscara del prejuicio. habla de la “subjetividad” del individuo o bien de éste como “sub­ Hay que precisar, en primer lugar, cuál es el objeto propio de la jetividad”, no se refiere a las circunstancias externas, a las condi­ filosofía de Hegel, para de este modo sacar a la luz el contexto ciones y al mundo en el que vive el individuo, sino a su “ser- general en el que irrumpe para ella el problema de la subjetividad consigo-mismo” en su “interioridad”, y a su vida interior, en la y se postula la teoría de ésta. que vive en sentimientos y pensamientos, en la moral de su con­ Lo que desde un primer momento y de forma principalísinia ciencia ética, en dolo y en culpa, como él mismo y en el mundo fue considerado —y lo es hasta el día de hoy— como escandaloso que constituye su vida. Pero los conceptos, establecidos de tal y equívoco es lo especulativo. Hegel ha definido su filosofía como manera por sí propios, son como las piezas en el tablero de aje­ “ciencia especulativa”, en una explícita recepción y actualización drez, que tomadas aisladamente y movidas sin relación con las de la Filosofía Una a partir de Grecia; y su tarea consiste en demás son tan solo lo muerto solitario, que carece de sentido y “comprender lo que realmente es”.3 “Especulación” (cognitio de fuerza. speculativa) es el concepto latino que traduce, de manera fijada La verdadera dificultad con la que ha de contar todo intento ya desde la Escolástica temprana, el término griego de “teoría”; de aproximarse a la teoría hegeliana de la subjetividad en su signi­ la “teoría” es la contemplación intelectiva “libre”, que -desligada ficación actual, radica en que apenas filosofía alguna ha sido del nexo de la necesidad práctica— se entrega al todo de lo que abrumada por tantos prejuicios negativos como la de Hegel. Ya es o existe, concibiéndolo como “ente”. En la tarea de compren­ en la primera generación que siguió al filósofo fue repudiada der, como ciencia especulativa, la realidad de lo que es, define como baluarte de la reacción, filosofía estatal prusiana, deifica­ Hegel su propia filosofía, y renueva así con ella la “filosofía pri­ ción del poder del Estado y justificación de la realidad imperante. mera” (metafísica) de la tradición; retoma su definición, que se La teología, por su parte, la repudió también, tildándola de “pan­ remonta hasta Aristóteles, como “ciencia teórica del ente en teísmo” o de un sistema de pensamiento que pretende alcanzar cuanto ente” y como “teoría” que “se agrupa en torno al Ser”.4 el conocimiento de Dios por vía filosófica. La ciencia la pasó Pero esta ciencia especulativa es definida al mismo tiempo por alto, considerándola como una simple “especulación” que in­ por Hegel como "su propia época captada en pensamientos”. En su tenta mantener en vigor y renovar una metafísica periclitada ya frontispicio, y a modo de lema, campea la siguiente sentencia: desde hace mucho tiempo y destinada a desaparecer. En nuctros días, K. R. Popper -entre otros pensadores- ha arremetido de 2. K. íC Popper: Tit Open Sociity and its Enemits, 2 tomos, Londres 1945, nuevo contra Hegel, afirmando que, en su calidad de “enemigo 2.« ed. (revisada), 1952, II, cap. 12, págs. 27-80. 3. Rpb Varrtit (Prefacio), pág. 16. de la sociedad abierta”, es un precursor y un anticipado? 4eÍ fas­ 4. Aristóteles, Mrt. I, 2 982 b7 seq.; VI, 1 1026 a6 seq. XII, 1 1069 al8. 10 11 "Aquí está la Rosa, aquí has de danzar”. El filósofo es llamado da de todo contenido y convertida en la más, banal” y, “más' fría” "hijo de sú tiempo”; en lugar de evadirse dé este su propio tiem­ de las muertes, que es simplemente como un “trago de agua” o po, de bosquejar en sus pensamientos un mundo tál y como debe­ como un “partir por medio una coi .■ Y, sin embargo, Hegel ría ser y de buscar un ente que tiene su lugar propio quién, sabe conservó durante toda su vida el entusiasmo por la Revolución. dónde, pero desde luego no en la realidad misma, le incumbe Allí donde el “espíritu ha dado un tirón” y ganado una forma comprender en lo presente “la sustancia que le es inmanente” y nueva, mientras que “toda la masa de las ideas y conceptos hasta lo “eterno que está presente” en ello "extrayendo asi de su fondo ahora existentes, los vínculos del mundo”, se desmoronan como último la razón y la verdad Ínsitas en su tiempo y su realidad propios, una “quimera”, la filosofía, que es de suyo “algo solitario”, tiene para llevarlas a la luz del saber como concepto y como pensamiento’’.* que convertirse en atenta observación de “la historia del día”; Este tiempo presente, cuyo pensamiento especulativo quiere ser ella saluda y acepta lo nuevo y se enfrenta así al “extremo del la filosofía de Hegel, es la época de la Revolución Francesa. Cuando rígido aferrarse al Derecho político positivo de una situación ya estalló en Francia la tempestad, Hegel, que contaba a la sazón desaparecida” como un “desaprovechamiento de los años más ri­ diecinueve aflos, era estudiante en el Cabildo seglar de Tubínga. cos que conoce la historia universal”.8 En los últimos años de su De su entusiasmo por ella surgiría en aquel entonces la amistad vida llamó Hegel aún a la Revolución “un espléndido amanecer”, con Schelling y Hölderlin. Cuando muere Hegel, en noviembre aclamado por “todos los seres pensantes” con “sublime emoción” de 1831, se había derrumbado un año antes el sistema político y con el “entusiasmo del espíritu”.9 A lo largo de toda iu vida, de la Restauración y Carlos X había sido arrojado de su trono Hegel celebró el día del asalto a la Bastilla con la misma solemni­ tras duras refriegas callejeras (27 a 29 de julio). Hegel se refiere dad que el día de la Reforma protestante. expresamente a estos hechos en la versión definitiva de sus lec­ Lo histórico-universal, que otorga a la revolución política“ ciones universitarias sobre “Filosofía de la historia universal”, tanto su derecho como su poder, contra los que no hay resistencia con palabras en las que se expresa la identidad de su propia vida posible, radica para Hegel en el hecho de que estatuye en el derecho y su propia filosofía y la andadura y el curso de la Revolución: del hombre (droit de l'bomme) la libertad del hombre en tanto tal como allí donde “un viejo corazón podría alegrarse de ver cómo, tras principio supremo del derecho y del Estado. Con ella pertence ahora de cuarenta años de guerras y de inmenso desconcierto, acceden a la “formación intelectual, al pensamiento en cuanto conciencia un acabamiento de ambos y un apaciguamiento”, ha “acaecido del individuo, el que Yo sea concebido como persona universal, de nuevo una ruptura y el Gobierno ha sido derrocado”; de este en la que todos (los hombres) son idénticos. El hombre, así, tiene modo prosiguen “el movimiento y el desasosiego”; el problema valor por ser hombre, no por ser judío, católico, protestante, ale­ de la estabilización política sigue siendo el “nudo en el que se mán, italiano, etc”.10 De este modo, y por principio, toda forma encuentra la Historia y que habrá que desenlazar en tiempos veni­ de falta de libertad, como la esclavitud, la servidumbre personal, deros”.6 la dependencia directa, etc., es considerada y proclamada -tam­ Así, las cuestiones ante las que nos coloca la subversión del bién allí donde todavía subsiste- como injusticia, y el hombre en viejo mundo quedan sin resolver. Hegel se percató muy pronto cuanto tal elevado a la condición de sujeto, con lo que la libertad del carácter abstracto y de la incapacidad de la Revolución para lo es también a la de sustancia y fundamento del derecho y del crear un orden político positivo y resistente, debido a la insepara­ ble pertenencia a ella del terror, en el que la muerte queda priva- 7. Pbdn. ITT 2, 454. 8. Cf. Dok. Pág. 352; Br. Nr. 85, del 23 de enero de 1807. Veri. WVP 6, pág. 395 y s. 5. Rpi Vorr, pág. 16, cf. pág. 15. 9. PtG m r II, pág. 557 y s. 6. PtG WW II, pág. 562 y s. 10. Rpi $ 209. 12 13 Estado. Esto constituye, para Hegel, la significación histérico- inmanente “dialéctica”; tiene que “buscar fuera de ella, en otros universal de la Revolución y su carácter único e irrepetible: “En pueblos... consumidores, y con ello los necesarios medios de sub­ la idea del derecho se ha instaurado ahora una Constitución, y sistencia”. Así como para el antiguo mundo europeo de la histo­ sobre este fundamento deberá estar basado todo a partir de aho­ ria universal conocida hasta entonces era base y condición previa ra. Desde que el sol está en el firmamento y los planetas giran la “tierra, fundamento y suelo firme”, así es “para la industria el en torno suyo no había sido vista cosa semejante”.1' mar el elemento que la vivifica hacia afutra”, y “mediante este Sin embargo, mientras que para los espíritus reflexivos que medio máximo de enlace coloca a países remotos en la relación en un primer principio saludaron y aclamaron la Revolución, recíproca del tráfico”. Con este tráfico, y en el comercio y el pero que luego, ante su deformación negativa y su infructuosi­ envío de ciudadanos, se expanden también por toda la tierra las dad, se apartaron enseguida de ella en su mayoría, para Hegel “relaciones jurídicas” basadas en la libertad y que son constituti­ quedará siempre su idea fundamental del derecho y del Estado vas de la sociedad burguesa. Hegel califica por ello al comercio segregada y elevada por encima del elemento inseguro y voluble de “supremo medio de formación cultural”, dice de él que posee de las ideas y exigencias meramente políticas, porque arraiga en “importancia histórico-universal”, que con él se realizará necesa­ el suelo mismo de la realidad histórica. Hegel se había percatado riamente en la práctica la tendencia, ínsita en la sociedad burgue­ muy pronto, ya en los años de su actividad como preceptor en sa de acuerdo con sus derechos humanos, a constituir una socie­ casas distinguidas de Berna y de Francfort -quizá como único dad universal de toda la Humanidad. Hegel dice al respecto, en alemán, por lo demás, que desempeñó a la sazón está tarea-, de sus lecciones universitarias sobre “Filosofía del Derecho”, que que con los derechos humanos proclamados por la Revolución, de este modo también el colonialismo, dentro de la contradicción, así como en la disolución de los viejos ordenamientos, como ver­ que le es intrínseca, apunta rpás allá de sí mismo, hacia los princi­ dadera subversión, en el fondo, de la realidad histórica, se constituye a pios de la libertad. Ya han surgido de él, en la época presente, sí misma políticamente la sociedad burguesa industrial e intenta crearse “emancipaciones” diversas, “como lo evidencia la historia de las su derecho y su Estado propios. En la “Filosofía del Derecho”, del colonias inglesas y españolas” (EE.UU.; guerras de independen­ año 1820, la revolución social que se abre paso inconteniblemen­ cia sudamericana entre 1810 y 1825). La liberación de las colo­ te en Inglaterra y en Francia se ha convertido por ello en proble­ nias se evidenciará a este respecto como “la más grande ventaja ma central y primordial, saltando al centro mismo de la reflexión para la metrópoli”, del mismo modo como “la liberación de los filosófica. Todos los problemas políticos, jurídicos o intelectuales esclavos supone la ventaja máxima para el amo”.12 que ha planteado la revolución política son puestos ahora por Quizá se torne claro aquí (en uno de los escasos pasajes en Hegel en relación directa con la sociedad burguesa en trance de los que Hegel habla del futuro, con mirada anticipadora) de for­ constitución y formación. Ella es la subversión, el cambio radical ma singularmente enfática cuán distinta es su filosofía, en cuanto que afecta a Europa en la concreción de la existencia humana teoría de su época histórica, de lo que la crítica y la polémica configurada a lo largo de su historia; y en el futuro se expandirá han ido creando como imagen suya. La filosofía de Hegel, en el también por todo el haz de la tierra. En el “exceso de riqueza”, término de ¡a Revolución Francesa, es en todos sus elementos y ramifica­ en el que la sociedad burguesa “no es lo bastante rica” como para ciones teóricas, la filosofía de la sociedad burguesa en proceso de constitu­ “controlar el exceso de pobreza y la creación de la plebe (proleta­ ción. En cuanto filosofía especulativa, asume e incorpora en sí la riado)”, se ve “impulsada más allá de sí misma” por su propia e riqueza del pensamiento filosófico acumulada a lo largo de dos 11. Pbg iriTII, 557. 12. Rpb §S 245-248; § 248 Z. 14 15 milenios, para estar pertrechada así para comprender la razón En el contexto general de esta andadura histérico-universal que va desde del cambio revolucionario en proceso de consumación. la "libertad de algunos" hasta la "libertad de todos” sitúa Hegel el Todo esto, empero, posee una importancia intrínseca. En la Cristianismo. Con él adviene por vez primera al mundo la conciencia mudanza de los tiempos, cuando la sociedad industrial se consti­ de que el "hombre es libre en cuanto hombre”, y de que “el sujeto posee tuye en la emancipación del contexto de la tradición europea y un valor infinito”-, en el Cristianismo se alcanza así lo “sustancial la historia universal se apresta a abandonar el terreno del viejo del fin último del Espíritu Absoluto a través de la libertad de cosmos europeo y a convertirse en historia del género humano, cada uno”.14 Hegel emprende la tarea de dirimir el problema, central y deter­ Pero esta libertad cristiana de todos se halla para Hegel, en minante, de esta separación del viejo mundo histórico y del nue­ su sustancia religiosa, que abarca y va más allá de todas las cir­ vo mundo de la sociedad y de comprenderlo en su misma entra­ cunstancias mundanas, asimismo en una relación inmediata con ña. Mientras que en Francia la “Philosophie positive” de Auguste el Derecho y la política. Aunque con el Cristianismo la libertad ■ Comte hace de la sociedad la única realidad del hombre y liquida se torna en sí, y por principio, independiente del nacimiento, la la tradición de la teología y la metafísica europeas, para instaurar clase social, la cultura, etc., con su admisión no ha “cesado inme­ en su lugar la “physique sociale” o “sociología”, Hegel emprende diatamente la esclavitud” ni han sido “organizados los gobiernos el camino de colocar la revolución política y social de la época y las Constituciones de una manera racional, fundados sobre el en el horizonte de visión de la historia universal hasta entonces principio de la libertad”. Por ello pertenece para Hegel la libertad vivida, para reducir de este modo a su concepto la determinación de la sociedad burguesa, en cuanto libertad de todos y de forma positiva, , sustancial de la sociedad, que no puede ser extraída de ella me­ al contexto de la historia de la libertad cristiana. Esta libertad, en diante su teoría independizada, estatuida por sí misma y aislada. su condición de principio absorbido e integrado “en la región más íntima del espíritu”, ha sido ya incorporada “en un largo y II arduo trabajo de formación”, a la “esencia terrena . La libertad de todos, que el Cristianismo ha traído espiritualmente, recibe En este contexto general se alzan tanto el problema como la existencia terrena con la sociedad burguesa y su ordenamiento jurí­ teoría de la subjetividad. En la “Filosofía de la historia universal”, dico.15 Hegel pone la libertad, en cuanto principio jurídico y político- Pero esta relación histórica y de contenido entre el Cristianis­ estatal estatuido por la Revolución Francesa, en directa relación mo y la moderna sociedad industrial y su revolución ha permane­ histórica con el orto de la libertad en la polis griega y después cido, hoy como antaño, ajena a la época. Mientras que para Com­ con el Cristianismo. La historia, que se inicia con el hecho de te, y más tarde para la teoría de la revolución social, el Cristianis­ que, precisamente en ésta y con esta polis, aparece en el mundo mo pierde sus derechos con el surgimiento de la sociedad indus­ una comunidad de ciudadanos cuyos miembros son seres libres, trial, Novalis había opuesto en 1799, con un breve trabajo titula­ llega a su término y culminación con la moderna sociedad bur­ do “La Cristiandad o Europa”, la imagen de los hermosos guesa. Mientras que en Grecia sólo “algunos eran libres”, y por tiempos pasados, “cuando Europa era una tierra cristiana , a la ello la libertad, en cuanto “flor casual, no elaborada, efímera y actual de la revolución. En la radical separación de ambas, el limitada”, tenía a su lado la esclavitud, y de este modo la “dura presente es definido por él negativamente mediante la pérdida y servidumbre de lo humano”, “nosotros sabemos que todos los hom­ la decadencia de lo cristiano; este tiempo actual, dice, este “tiem- bres son en sí libres, que el hombre es libre en cuanto hombre”.13 14. VG pág. 62 y s y 64. 13. VG pág. 62 y s. 15. VG pág. 62. 17 1« po nuevo”, está afanado incansablemente “en su revolución” por mismo, ni menos aún en el terreno de la sociedad industrial, en limpiar de todo resto de poesía la naturaleza, la tierra que pisa­ cuanto concepto objetivo de aquélla. mos, las almas humanas, las ciencias, y por borrar toda huella Ello se evidencia, de manera espléndida, en la forma como de lo sagrado”.16 Estos pensamientos siguen vivos hoy día allí Hegel incorpora y maneja metodológicamente el principio de la donde, en el diagnóstico de la época como “decadencia” o ruina, subjetividad. Hegel parte de la subjetividad y su libertad como se contrapone al mundo moderno el “Occidente cristiano” y se de una "segunda figura” de la historia universal europea, que ya por prescribe su restauración como panacea contra la actual pérdida su mismo lugar es distinta del escenario en el que acontece en de la sustancia cristiana, equiparada a lo “occidental”. Contraria­ Europa —preparada por la Ilustración— la revolución política: mente a ello, Hegel consideró la sociedad moderna no sólo en “La gran forma del Espíritu Universal” que se “ha conocido a sí Mis­ modo alguno como decadencia, sino como culminación de la his­ ma", en la era de la revolución, en la filosofía de Kant, Ficbtey Schelling, toria europea, y vinculó la libertad cristiana con sus principios es el principio fundamental del Norte y, visto desde el punto de vista jurídicos y políticos. religioso, del protestantismo, la subjetividad, en la que la belleza y la Esto parece antes corroborar que refutar las reservas formu­ verdad se expresan en sentimientos y en ideas, en amor y en el intelec­ ladas por la teología frente a la interpretación filosófica que hace to”.'7 Mientras que se forma y constituye en el “Occidente” el Hegel 'del Cristianismo. En efecto, pudiera parecer que en él se moderno mundo social, entra la subjetividad en el “Norte”, con encuentra ya bosquejada la idea, típica de la crítica radical contra el protestantismo, en la historia universal. La misma figura retó­ el Cristianismo, de que el núcleo real de la libertad cristiana es rica aparece de nuevo cuando Hegel, en la “Filosofía de la histo­ la libertad jurídico-política, y que por ello, con su realización so­ ria universal”, caracteriza el comienzo de la Edad Moderna, en cial y estatal puede desprenderse de su sentido religioso como cuanto “día de la universalidad”, mediante lo “más noble y más pura y simple forma externa y como algo que es ahora superfluo elevado” que “representa el espíritu humano y eterno”; 18 mien- , y un mero relicto histórico. tras que “el resto del mundo se expande hacia las Indias Orienta­ Contra ello habla, empero, el hecho de que Hegel incorpora el les, hacia América..., para conquistar riquezas, para implantar concepto de libertad cristiana a la definición de subjetividad. Cuando una dominación terrenal”, en Alemania ha encontrado un “sim­ relaciona los derechos humanos con la libertad cristiana está ha­ ple monje” la certidumbre de la fe “en la profunda cripta de la ciendo valer el hecho de que, con ello, la libertad en cuanto liber­ idealidad absoluta de todo lo sensual y externo, en el espíritu” y tad del individuo en su subjetividad, religiosa en su relación con en el “corazón”, como una “exposición acaecida a las necesidades Dios, ética en su conciencia íntima, universal en su ser fundado de lo más íntimo”, y de este modo ha recuperado la fe, devolvién­ en la entraña íntima del yo, se convierte en principio del derecho dola desde lo puramente externo a la “certidumbre subjetiva de y del Estado. Ello significa que Hegel no sólo no degrada la liber­ lo eterno, de la verdad que existe en sí y por sí, de la verdad de tad cristiana de todos a un mero fenómeno de transición entre Dios”. El individuo sabe ahora que el “corazón” y la “espirituali­ la. polis y la moderna sociedad burguesa, convertida en universal, dad sentiente” deben acceder, en cuanto “subjetividad de todos sino que, de manera positiva y con la definición del individuo y los hombres” a la posesión de la verdad, mientras que todas las su libertad subjetiva ínsita y formulada en el Cristianismo, recu­ relaciones de la exterioridad” quedan “suprimidas” para la defini­ pera lo que ni aparece de forma inmanente, ni puede aparecer ción del individuo en sí mismo y en el nexo relativo de la fe.19 tampoco en el concepto jurídico de la libertad, estatuido por sí 17. Glauben und Wissen (1802), E. D., pág. 225. 18. PbG WW II, 518. 16. Novalis, WW (Obras completas), ed. por Wasmuth I, pág. 279 y ss. 19. PbG WW II, pág. 521 y ss. 19 Si, por el momento, se sigueh los pasos de esta definición de lo que acontece actualmente: con él principio de la subjetividad la subjetividad, que enlaza directamente con la Reforma protes­ se ha erguido “el nuevo, el postrer estandarte, en torno al cual tante, bien pudiera parecer que es la intención de Hegel afirmar se congregan los pueblos, la bandera del espíritu libre que está en que con la reintegración de la fe desde la exterioridad a la interio­ sí y consigo en la verdad, y que sólo en ella puede estar consigo ridad se constituye en Alemania un “imperio interior” de la sub­ mismo... La época que va desde entonces hasta nosotros no ha jetividad, mientras que el mundo occidental se ha precipitado tenido otra tarea que cumplir sino la de implantar este principio hacia la realidad y ha comenzado a edificar el reino exterior del en el mundo... Derecho, propiedad privada, moralidad, Gobier­ hombre, que se convertirá en realidad con la sociedad moderna. no, Constitución, etc., habrán de ser definidos de manera gene­ Pero éste no es el sentido de lo manifestado por Hegel. La subjeti­ ral” para que “resulten racionales y conformes”21 a la libertad vidad es llamada por ¿l la “segunda figura histórico - universal" porque del individuo en su objetividad. Así pues, si en un primer mo­ con ella accede positivamente a su concepto la sustancia de la libertad, mento pudiera parecer que Hegel neutraliza la libertad cristiana qut, con la sociedad moderna, se convierte en el mundo occidental, en la en su relación con la sociedad moderna, se evidencia ahora que subversión de todos los viejos ordenamientos, en elf undamento básico del la libertad brotada en el Cristianismo y retrotraída en el protes­ derecho y dtl Estado, Por ello mismo dice Hegel que Alemania, en tantismo desde la exterioridad al yo íntimo del individuo, se la “nulidad” de su realidad política, ha participado activa y positi­ evidencia para Hegel como el principio que sirve de fundamento vamente en la revolución con las filosofías de Kant, Fichte y a la libertad política y jurídica de la revolución y que accede a Schelling. Esta participación tiene la importancia concreta de su existencia “terrena” o profana en la sociedad burguesa y en * que en estas filosofías de la subjetividad el principio de la revolu­ su Derecho, en su propiedad, en su Constitución y en su gobier­ ción, que ella misma hace válido de forma puramente negativa no. La libertad cristiana de la subjetividad no es llevada a su desapari­ en el enfrentamiento con el “ancien régime”, es llevado, de ma­ ción en el concepto jurídico de la libertad burguesa, sino que, por el nera positiva y en cuanto él mismo, a su propio concepto y a la contrario, se afirma que sólo cuando la libertad burguesa es relacionada luz del saber especulativo: “Filosofía kantiana, fichteana, sche- directamente con ¡a libertad cristiana de ¡a subjetividad, llega a su llinguiana. En estas filosofías ha hallado su precipitado y su propio concepto lo que en la libertad de todos se ha convertido expresión la revolución, en la forma del pensamiento... Sólo dos en sustancia misma de la sociedad y de su Estado y ordenamiento pueblos participan activamente en esta gran época de la historia jurídico. universal: el pueblo francés y el pueblo alemán... En Alemania, ¿Qué significa esto? Para definir exactamente el sujeto de la este principio se ha lanzado afuera como pensamiento, espíritu, sociedad, Hegel acude a la subjetividad. ¿Qué significa que Hegel, concepto; en Francia lo ha hecho hacia la realidad”.20 El concepto con ello, obtenga un concepto del hombre como sujeto de la so­ que halla elaboración en estas filosofías es el concepto de la subje­ ciedad que ésta, en cuanto tal, no es capaz de suministrar? tividad. En ellas surge a la luz, así, la convicción de que el sujeto Todo el que se enfrente de forma desprevenida a la exposi­ de la sociedady del Estado fundado sobre la libertad es el individuo en ción sistemática de la sociedad burguesa que ofrece Hegel en la siy en su subjetividad. “Filosofía del Derecho” se percatará enseguida de que aquí se A ello corresponde el hecho de que Hegel pueda decir tam­ encuentran ya todas las determinaciones conceptuales de las que bién, acto seguido, que la subjetividad ha llegado a su realización partirá más tarde la teoría revolucionaria de Marx: disolución de práctica en el movimiento de la historia desde la Reforma hasta los viejos estamentos y gremios en la autonomía del trabajo libre, 20. GPb III VW 19, 534. 21. PbG WW II, 524. 20 21 definido por la exteriorización de habilidades y aptitudes, pro­ tic la naturaleza. Ésta eS la condición para que él hombre, no ducción de mercancías para el mercado, sustitución de la mano lometido ya a su poderío, pueda comportarse como “sujeto” libre por la máquina, formación de clases sociales en el proceso de frente a una naturaleza a la que considera su “objeto”. Hegel re­ acumulación de la riqueza en unas pocas manos y, frente a ella, chazó por ello toda glorificación romántica y rousseauniana de el surgimiento en miseria y pobreza de una clase vinculada al un “estado natural” originario, que, según él, es hija de una forma trabajo en la formación del proletariado, etc. Pero la significa­ de pensar que ignora deliberadamente la importancia de la libera­ ción y el peso de la teoría de Hegel no radican en este punto; ción que va ínsita en el trabajo y es ciega para el hecho de que Hegel tomó estos conceptos, en lo sustancial, de la teoría de la »ólo con la sociedad industrial del trabajo se torna posible para economía política, a la sazón muy en boga en Inglaterra. Ya en lodos, realiter, la libertad.24 Pero en esta limitación de la sociedad Berna había tenido ocasión de conocer el libro de James Stewart « la relación del hombre con la naturaleza —una limitación consti­ titulado Inquiry into tbe Principies of political Economy (Londres, tutiva de la libertad- radica al mismo tiempo para Hegel el 1767), y escrito entonces un minucioso comentario sobre esta problema, no resuelto, de su “condición abstracta”. Este proble­ obra, comentario que debe considerarse hoy como definitiva­ ma consiste en que la sociedad posee así necesariamente fuera mente perdido. En la Filosofía del Derecho se refiere sobre todo de sí misma todos aquellos ordenamientos e instituciones mora­ -junto a Ricardo y Say- a Adam Smith, a quien llama el “Kepler” les, religiosos e intelectuales no estatuidos directamente por la de la sociedad industrial porque fue el primero en extraer de la relación con la naturaleza, y se constituye como tal sociedad en “masa de contingencias” las leyes que la determinan.22 el proceso de emancipación de ellos. Mientras que, por una parte, Pero en este enlace con la economía política se le descubre la sociedad crea las condiciones necesarias pára la libertad de al mismo tiempo el “carácter abstracto” de la sociedad; Hegel com­ todos a través de la dominación racional de la naturaleza, por prende que esta sociedad se constituye en la emancipación con respecto a ella posibilitada, irrumpe por otra parte en el mundo histórico en la historia universal hasta entonces vivida. Smith había considera­ cuanto “potencia de diferenciación y de escisión”.25 Ella lleva al hom­ do a la sociedad burguesa como un “sistema de las necesidades”, bre a una existencia social para la que no posee importancia algu­ y por lo tanto como una sociedad cuyo único contenido consiste na todo cuanto él es en sí y para sí a partir de las sustancias de en la “mediación de la necesidad y la satisfacción del individuo su origen histórico. En esta escisión (Entzweiung) se desgarra la a través de su trabajo y la satisfacción de las necesidades de todos continuidad de la historia. El mundo intelectual, moral, configu­ los demás”.23 Esta sociedad se diferencia de todos los demás imperios, rado en el largo trabajo de la historia universal, y el ser del hom­ Estados, comunidades y demás que conocemos por la historia en que ella bre estatuido por la sociedad y limitado a su relación con la se limita exclusivamente a la relación del hombre con la Naturaleza, naturaleza, mediatizada por el trabajo, se escinden y separan. El relación que desarrolla al mismo tiempo hasta la forma del trabajo ra­ futuro que comienza con la sociedad guarda una relación de discontinui­ cional en el aprovechamiento industrial de la Naturaleza. Hegel la ha dad con el pasado. Hegel partió originariamente de esta escisión caracterizado por ello, en cuanto “sistema de las necesidades”, en sus reflexiones sobre el mundo de ideas de la Ilustración, en diciendo que con ella el hombre se convierte en “dueño y señor el que el raciocinio excluye de la realidad lo “divino” y lo “bello”, de la naturaleza”. Esto tiene una decisiva importancia para la haciendo de ello algo puramente subjetivo, que sólo podrá poseer libertad individual, que presupone, para poder realizarse en cuan­ la significación y la importancia de la “superstición” o de un “jue­ to tal libertad, la liberación del hombre frente al poder aplastante go insustancial”. Allí donde lo bello se convierte en “cosa”, el 22. Rph § 189 Z. 24. Rpb J 187; § 194. 23. Rpb § 188. 25. Rpb § 182; § 33. 23 22

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