1 2 SPINOZA 3 PEQUEÑA GALERÍA DEL PENSAMIENTO 4 Rodolfo Cortés del Moral SPINOZA UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO 5 Spinoza Primera edición, 2020 D.R. © Del texto: Rodolfo Cortés del Moral D.R. © De la presente edición: Universidad de Guanajuato, Lascuráin de Retana 5 Centro, C. P. 36000, Guanajuato, Guanajuato Todos los derechos reservados. Se prohíbe la reproducción total o parcial de la presente obra, a través de cualquier medio, sin el consentimiento previo del editor. ISBN (electrónico): 978-607-441-764-7 ISBN (impreso): 978-607-441-763-0 ISBN (obra completa): 978-607-745-6 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico 6 Contenido Presentación 9 I. Ubicación histórica 25 II. Dios: lo absolutamente infinito 57 III. El conocimiento 127 IV. La servidumbre y la libertad humanas 199 V. Libertad y orden social 277 Bibliografía 307 Sobre el autor 310 7 8 Presentación Leer a Spinoza No parece posible leer sin gafas. Esto se aplica –no habría por qué asustarse– a los grandes filósofos: Platón lee a Sócrates (por más que este no escribiera nada), Plotino y Marsilio Ficino leen a Platón, Tomás de Aqui- no o Averroes a Aristóteles, Heidegger a Kant y a Nietzsche, Spinoza a Descartes, Hegel o Deleuze a Spinoza... El resultado no es ni será nunca el mismo. Entre ellos no hay –por fortuna– lo que se dice fidelidad. Tampoco se podría concluir que existe, a cambio y sin es- cape, una distorsión consciente o deliberada. No son, por descontado, lecturas enteramente arbitrarias o frutos envenenados de un mero capricho. Pero son eso: interpretaciones. Hay 9 una deformación inevitable. Si son filósofos, no pueden, aunque crean y estén convencidos de que lo hacen, comportarse con el otro como si ellos mismos fuesen un barniz transparente. No son copistas. Stravinsky, por cambiar de re- gistro, no reproduce a Pergolesi, Rachmaninoff no copia a Haydn o a Paganini y Bach no sim- plemente imita a Vivaldi; les sirven de moti- vo o de inspiración. Entre los filósofos, esta costumbre o manía puede llegar a extremos enojosos. El objeto de la reflexión queda, con frecuencia, reducido a una caricatura. Los pre- juicios suelen ser enérgicos, enconados –y de- sazonadoramente miopes–. Su pensamiento se recorta sobre los límites del pensamiento del otro. El resultado puede ser muy interesante, pero no podríamos nunca prescindir de una lectura propia, cuerpo a cuerpo, por muy ru- dimentaria o limitada que esta sea. Si quere- mos entender a Heidegger, debemos leer sus trabajos sobre Nietzsche, pero si necesitamos entender a Nietzsche no podremos confiar a ciegas en la lectura de Heidegger. Son pensa- dores, y ese carácter posee, además de su obvio interés, un alto costo. Por otro lado, no hay po- sibilidad real de efectuar una lectura totalmen- te virgen. Leer exige altas dosis de paciencia, 10