Soñar loa nti üedad g en Loss oñadoyrs eues x periencia SergiPoé rez Cortés SOÑAR EN LA ANTIGÜEDAD AUTORES, TEXTOS Y TEMAS F I L O S O F Í A 100 UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA Rector General Salvador Vega y León Secretario General Norberto Manjarrez Álvarez Director de Publicaciones y Promoción Editorial Bernardo Ruiz López Subdirector de Distribución y Promoción Editorial Marco A. Moctezuma Zamarrón UNIDAD IZTAPALAPA Rector José Octavio Nateras Domínguez Secretario Miguel Ángel Gómez Fonseca Directora de la División de Ciencias Sociales y Humanidades Juana Juárez Romero Coordinadora General del Consejo Editorial de Ciencias Sociales y Humanidades Alicia Lindón Villoria Comité Editorial de Libros Gabriela Correa López (Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa) Pablo Castro Domingo (Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa) Pedro Castro Martínez (Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa) Gustavo Leyva Martínez (Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa) Alicia Lindón Villoria (Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa) José Manuel Valenzuela Arce (El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana) El manuscrito de este libro ingresó al Comité Editorial de Libros del Consejo Editorial de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, para iniciar el proceso de evalua- ción por sistema doble ciego, en la sesión trimestral de XXXXXXXXXXX, celebrada el XXXXXXXXXXXXXX y quedó aprobado para su publicación el XXXXXXXXXXXXXXX. Sergio López Cortés SOÑAR EN LA ANTIGÜEDAD Los soñadores y su experiencia UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD IZTAPALAPA Consejo Editorial de Ciencias Sociales y Humanidades Soñar en la antigüedad : Los soñadores y su experiencia / Sergio López Cortés. — Barcelona : Anthropos Editorial ; México : Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa, 2017 000 p. ; 21 cm. — (Autores, Textos y Temas. Filosofía ; 100) Bibliografía p. 000-000 ISBN 978-84-16421-73-2 ISBN UAM: 978-607-28-FALTA 1. I. Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa (México) II. Título III. Colección Primera edición: 2017 © Sergio Pérez Cortés, 2017 © Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa, 2017 © Anthropos Editorial. Nariño, S.L., 2017 Edita: Anthropos Editorial. Lepanto, 241. 08013 Barcelona, España www.anthropos-editorial.com En coedición con la Universidad Autónoma Metropolitana Prolongación Canal de Miramontes 3855. Ex Hacienda San Juan de Dios 14387, Tlalpan. Ciudad de México, México Unidad Iztapalapa Consejo Editorial de la División de Ciencias Sociales y Humanidades San Rafael Atlixco No. 186, edificio H, Segundo piso Colonia Vicentina, 09340 Iztapalapa. Ciudad de México, México ISBN Anthropos: 978-84-16421-73-2 ISBN UAM: 978-607-28-FALTA Diseño de cubierta: Javier Delgado Serrano Diseño, realización y coordinación: Anthropos Editorial (Nariño, S.L.), Barcelona. Tel.: (+34) 936 972 296 Impresión: Litográfica Ingramex, S.A. de C.V. Centeno 162-1. Col. Granjas Esmeralda. Ciudad de México, 09810 Impreso en México - Printed in Mexico Este libro ha sido dictaminado positivamente por pares académicos ciegos y externos a través del Consejo Editorial de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autóno- ma Metropolitana - Iztapalapa, se privilegia con el aval de la institución coeditora. Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de los editores. PRESENTACIÓN SUBJETIVIDAD Y EXPERIENCIA ONÍRICA ¿Soy yo quien sueña? ¿Es a mí a quién pueden serle atribui- das esas narraciones extravagantes, por momentos criminales y las más de las veces imposibles? Los sueños posibilitan estas preguntas porque son un aspecto singular de la experiencia hu- mana: el soñador sabe que los sueños son suyos, puesto que es él quien sueña, pero al mismo tiempo no puede estar seguro de que son su obra, al menos no bajo el estado de conciencia ordi- nario. Los sueños parecen escindir al individuo en diversas ins- tancias de sí. Y sin embargo, está claro que sus sueños le con- ciernen solo a él, dicen algo de él mismo y de nadie más: soña- mos siempre de manera individual, es decir como existencias subjetivas independientes. Con frecuencia, los sueños se presen- tan como acertijos: son narraciones hechas con los recursos de la imaginación por medio de un simbolismo atemporal y pre- lingüístico. Es precisamente ese carácter enigmático lo que pa- rece demandar un cierto compromiso reflexivo que suscita di- versas interrogaciones, nuevas maneras de introspección que pueden tomar la forma, sea de una interpretación del contenido del supuesto mensaje o bien preguntarse por el estado interior del soñador. Para muchos de nosotros, sujetos de la moderni- dad, después de la conmoción freudiana los sueños deben ser comprendidos en clave subjetiva: ellos permiten entrever una escena que, aunque interior al individuo, permanece largamen- te ignorada por este. Los sueños son hoy sobre todo manifesta- ciones de una verdad alojada en cada individuo que, aunque re- sulta ser su verdad más profunda, solo aflora a la superficie en- vuelta en los ropajes de la imaginación incontrolable. Puesto que son experiencias estrictamente individuales, los sueños se han convertido en un hilo más en la trama de reclusión del sujeto 7 moderno en sí mismo. Pero este modo de relacionarse con los sueños, característico de la modernidad, no es sin embargo más que una entre otras distintas posibilidades en que los individuos de occidente han dialogado con sus sueños, se han interrogado a sí mismos e interactuado con otros soñadores. El propósito de este trabajo es justamente examinar otras formas de experiencia onírica es decir otras formas de inciden- cia de los sueños en la existencia. Para ello nos desplazaremos a la antigüedad. No lo hacemos con el fin de encontrar en qué medida esas experiencias antiguas se aproximan o prefiguran a la nuestra sino a la inversa, para la mostrar la distancia que se- para aquellas preocupaciones, esas ansiedades, esos afanes, de nosotros mismos. A diferencia del sujeto moderno quien, salvo sufrir problemas afectivos graves que lo remiten al diván, suele enviar los sueños al cajón de la indiferencia y el olvido, los indi- viduos de la antigüedad hicieron uso de sus sueños para diferen- tes propósitos: para conocerse, para guiar su conducta, para es- tablecer una diferencia con sus semejantes, para exaltarse o in- dividualizarse. En la antigüedad, una vida razonable no podía dispensarse de esa tarea. La conciencia antigua interroga a los sueños pues no sabe a ciencia cierta cuál es su origen y no siem- pre cree que se trate de simples productos del psiquismo inte- rior; en consecuencia, esa consciencia se problematiza a sí mis- ma: ¿qué parte de responsabilidad tiene, qué le corresponde ha- cer, hasta qué punto está involucrada? y finalmente dialoga con muchos otros individuos acerca de sus sueños, sea para pedir su ayuda en la interpretación, sea para sobresalir entre ellos. Es debido a este desplazamiento que nuestro libro está divi- dido de la siguiente manera: El primer capítulo incluye las filo- sofías helenísticas y su concepción de los sueños. Su primer apar- tado se refiere a la filosofía estoica y el segundo a la filosofía de Epicuro. Hemos elegido las filosofías helenísticas porque son las que prestan mayor atención a la subjetividad soñadora y al carácter moral del durmiente. Ocasionalmente aparecerán men- cionadas otras doctrinas filosóficas de la antigüedad, pero por su carácter ético aquellas doctrinas centran su reflexión en la manera en la que el agente moral debe hacer frente a sus pro- ducciones oníricas. Ambas se proponen definir una actitud que permita al soñador vivir una vida libre y verdadera, una plena realización de sí. Para estas filosofías los sueños no son un obs- táculo a la vida moral sino una oportunidad de alcanzar la vir- 8 tud, la impasibilidad, la libertad interior, a pesar de las amena- zas, tentaciones o insinuaciones que los sueños pueden propi- ciar. El segundo capítulo se ocupa de lo que hemos llamado «gran- des soñadores», esto es de hombres y mujeres que han dejado testimonio explícito de la manera en que los sueños incidieron es sus vidas. El primer apartado se refiere a Elio Aristides, un orador perteneciente a la cultura pagana en la segunda mitad del siglo II, quien hizo de sus sueños y sus visiones un medio de comunicación constante con Asclepio, el dios taumaturgo grie- go. La obediencia absoluta a las prescripciones divinas fue para Aristides una forma de sobrevivencia y un modo de realización profesional. El segundo apartado se refiere a Perpetua, una jo- ven mártir cristiana de inicios del siglo III quien unos días antes de ser sacrificada en la arena parece haber dejado de propia mano, en una serie de sueños y visiones, el testimonio de la nueva fe y de los valores que los creyentes perseguidos debían hacer suyos si deseaban ser acogidos por Cristo. Los sueños de Perpetua son indicativos de una nueva forma de la subjetividad, asombrosa para el mundo clásico, que la religión naciente traía consigo. El tercer apartado se refiere a san Jerónimo, el gran exégeta cristia- no quien expresó, a través de sus sueños, la tensión interior de un intelectual educado en la tradición clásica que no podía aban- donar y que no contaba con una cultura cristiana, apenas en formación. Los sueños de san Jerónimo son un signo del papel que una nueva interioridad jugaría en la tradición cultural del mundo de Cristo. Finalmente, el cuarto apartado se concentra en los monjes que a partir del siglo IV decidieron exiliarse al de- sierto para llevar la guerra moral hasta el último reducto del territorio diabólico, y luchar ahí en nombre de la humanidad entera. Para estos, los sueños ocupan un lugar especial porque revelan, sin el obstáculo de la conciencia, el estado del alma que lucha por alcanzar una pureza perfecta que le permita volver al estado original de la creación. Este segundo capítulo se propone mostrar que para un gran número de individuos de la antigüedad los sueños ofrecían un modo alternativo de mirar al mundo y mirarse a sí mismos. Cier- tos sueños los llenaban de inquietud, otros les aportaban imáge- nes consoladoras: a Elio Aristides ellos le revelaban la presencia de un dios personal y sanador; a los otros, soñadores cristianos, les hacían reconocer la existencia intangible de un Dios trascen- 9