Description:Cradock cogió una mano de ella entre las suyas. —Estoy muy solo desde que murió mi esposa Priscilla. Ya han transcurrido cuatro meses y, bueno, un hombre no puede estar toda la vida llorando a su mujer. Susan se sentía halagada, Stephen Cradock, el hombre más rico de Mineóla City, el dueño de las minas de cobre «La Esperanza», estaba ahora allí, en el pórtico de su casa, casi declarándosele. Naturalmente, ella sabía que él no hablaba en serio. Había oído hablar muchas cosas acerca de Cradock. Mientras Priscilla vivió, Cradock le había sido infiel. Muchos hombres lo habían visto en las ciudades cercanas a Mineóla City y, justamente, nunca estaba solo. Siempre había alguna mujer con él. Y Cradock también estaba mintiendo con respecto a aquellos cuatro meses que habían transcurrido desde su viudez. No, tampoco había sido fiel a la memoria de Priscilla. Continuó sus devaneos amorosos casi al día siguiente de haber quedado ella enterrada en el cementerio de la Colina.