EL LÉXICO TAURINO EN ESPAÑA (SIGLOS XVI-XX) 1.1. Nuestra investigación abarca desde el siglo xvi hasta la actuali- dad. Históricamente nos hemos encontrado con dos ciclos muy definidos, el primero (siglo xvi hasta parte del XVIII) se caracteriza por el toreo a caballo de la nobleza, que ni es asalariado ni profesional (el noble tiene a gala hacerlo, lo mismo que ejercita el manejo de las armas, la monta a caballo y la caza). El segundo ciclo (hacia 1726, según Ortega y Gasset, hasta 1968, momento en que comenzamos la elaboración del léxico fichado) se caracteriza por la aparición del toreo asalariado y profesional, a conse- cuencias del cambio dinástico acaecido en la Casa Real española y dejar la nobleza de participar de un modo decisivo en los festejos taurinos al subir al trono Felipe V, según el historiador José María de Cossío. 1.2. Durante el primer período señalado hay también un toreo a cargo del pueblo, anónimo en la mayoría de las ocasiones y efectuado a pie. En los libros de actas de los ayuntamientos se encuentran en ocasiones noticias de las cuentas sufragadas por los concejos para las fiestas taurinas celebradas con ocasión de alguna festividad religiosa o algún acontecimiento político. Incluso a veces surge el nombre de algún vecino encomendado para hacer diligencias concretas en el festejo, asimismo como nombres de armas, lugar de la fiesta en el pueblo o ciudad, etc. Algunas tablas de pin- tura, e incluso tallas de madera en las «misericordias» de los coros españo- les (véase Mateo Gómez, Isabel: «Algunos temas profanos en las sillerías de coro góticas españolas», en Archivo Español de Arte, t. XLIII, núme- ro 170, 1970, pp. 181-192) nos ofrecen el colosal espectáculo del enfren- tamiento con el toro de un hombre, o de una masa humana, armados, muy en contraste con el toreo noble a caballo del siglo xvn principalmente. La virilidad y fuerza del juego con la muerte del torero a pie nos hace olvidar la esencia ancestral del toreo como residuo de pueblos primitivos exten- didos por el Mediterráneo: la sangre, cuya presencia evoca el carácter pa- gano-religioso de lo que hace milenios debió representar en determinados pueblos la lucha con el toro y su antecesor el «uro». José Carlos de Torres Martínez En cambio, cuando el noble participa en la fiesta (real, civil o particu- lar), su carácter aristocrático, la alcurnia de su sangre, reviste a la lucha de otro tinte muy distinto. El honor nobiliario entra en juego, junto al derroche de valor y exhibición (el carácter y estilo barroco, así como el romántico impulsan el realismo del toreo). Más adelante hablaremos de los «empeños» del honor y los «desempeños», a cargo del noble agraviado, o de su padrino. 1.3. Como consecuencias de no gustarle a Felipe V los toros (la moda francesa de Versalles sucede en el alcázar madrileño a la apagada dinastía austríaca),, los gustos y modas cambian oficialmente. Sin embargo, para rellenar el vacío producido, surge del pueblo, otra vez, un toreo, primero a caballo (tenía que serlo así en tal momento) para después, lentamente, ir imponiéndose el torero a pie- con espada de matar. Durante el siglo xvm el varilarguero cobra más que el torero a pie, hasta que el hallazgo de las suertes de matar a pie le da nuevas posibilidades al toreo profesional. La Tauromaquia de Pepe-Hillo (Cádiz, '1796) refleja ya un toreo profesional muy consolidado, con un tecnicismo léxico preciso y una delimitación cabal de terrenos, suertes y armas. En cuanto a la cuadrilla (de donde debió surgir el «diestro» destacado al dominar unos conocimientos y facultades sobre los demás) proviene del período del toreo a caballo de la nobleza por lo menos, pero con una dife- rencia social muy clara: para el noble, el «peón» o «chulo» no deja de ser un inferior, un «miserable», como se le llama en un tratado de toreo a caballo, cuya vida no llega a parangonarse en importancia con el honor nobiliario. Los «desempeños» del noble debían hacerse lo más presto posi- ble cuando el caballero resultaba alcanzado por el toro o perdía el arma, y en caso de estar imposibilitado, su padrino era el encargado de efectuarlos, mientras el auxilio del torero de a pie no pasaba de un acto caritativo, humano o habilidoso. Como trasfondo de estos cambios, ocurridos entre el siglo xvn y el xvni, están los acontecimientos históricos que separan ambos siglos, reflejados en el toreo. 2.1. Las fuentes consultadas han cubierto el eje diacróníco y el sin- crónico. El primero lo hemos hecho con la lectura de fuentes escritas. El eje sincrónico con fuentes escritas y orales (encuestas a mayorales, toreros, veterinarios, personal diverso de la plaza y del matadero, así como un cro- nista del periodismo). Aquí nos vamos a referir a las fuentes escritas. 2.2. La bibliografía taurina es muy numerosa. Aparte de los datos esporádicos que hay dispersos en los archivos municipales (variarán según El léxico taurino en España (siglos XVI-XX) J09 la región española), podemos de un modo concreto clasificar las fuentes en varios grupos. Comenzaremos por el ciclo del toreo a caballo de la nobleza. I. Relaciones poéticas y en prosa, en donde se describen fiestas, su- cesos, personas, etc., principalmente correspondientes al siglo xvn. En la Biblioteca Nacional madrileña hay un buen fondo de ellas. II. Tratados de jineta. Su número es considerable en la citada Na- cional. A veces son capítulos de libros más extensos de contenido. Se editan desde el siglo xvi hasta bien entrado el XVIII, cuando ya existía el toreo asalariado y profesional. III. Tratados diversos. Pueden serlo el Arte de ballestería y montería de A. Martínez del Espinar ('1644), el Libro de agricultura del talave- rano G. Alonso de Herrera ('1513), el Tesoro lexicográfico de S.Covarru- bias (1611), libros de historias locales en los que se describen fiestas taurinas con motivo de acontecimientos religiosos o políticos, como Vida, martirio, traslación y milagros de San Eufrasio de A. Terrones de Robles (1657), etcétera. 2.2.1. Durante este período, el léxico registrado es posible de ser cla- sificado por campos semánticos (nos referimos al toreo a caballo, pues el toreo a pie del pueblo no está recogido en las fuentes leídas por nosotros para fichar el léxico). Podemos metodizarlos de la manera siguiente: I. Posturas o suertes a caballo para torear. De un modo general po- demos señalar: suerte a ancas vueltas, suerte al estribo, esperar a caballo cara a cara, postura rostro a rostro... Y de un modo concreto podemos hacer una clasificación del modo siguiente: a) Según el sitio de la plaza: el toro con las astas a la plaza, con las astas al tablado, sitios de la plaza, suerte de enfrente del toril, suerte del tablero o de los rincones, suerte en medio de la plaza y suerte entre el ta- blero y el toro. Dado el que no podemos registrar la abundante bibliografía consultada en la comunicación, no señalamos la fecha de la fuente escrita que registra el léxico señalado aquí. b) Modos diversos de hacer la postura: poner el brazo de media luna, suerte atravesada, suerte cruzada y suerte recia. c) Según los movimientos del caballo y del toro: Modos de sacar el caballo en la suerte, suerte a caballo parado, suerte a toro parado y suerte que recargue el toro. d) Según las armas que se empleen: hacer una muela (invención atri- buida a los caballeros de Salamanca, según Pedro Fernández de Andrada), suerte como en el rejón, suerte de torear con vara larga, modos de dar varazos... José Carlos de Torres Martínez II. Armas y partes de las misma. Podemos señalar como armas cu- chilla, daga, espada, garrochón, jáculo, lanza, puntíllete, rejón, vara y varilla, entre las más usuales. Las partes de las armas son también detalladas en las fuentes consul- tadas. Así en el rejón hemos encontrado la caña, la colonia, el fiador, el listón, la manija y la virola; el cuento en la lanza; la mazorca en la garro- cha, etcétera. Aparte del material empleado en la fabricación de las armas (fresno, madera vidriosa, pinillo y pino mollar), hemos encontrado los accesorios para las armas, como una aserradura, la cera, el corazón, etcétera. III. Léxico relacionado con el vestido del caballero. El caballero no tenía fijado el modo de salir vestido para torear, como hoy en día lo está según una tradición que se remonta al siglo xvm. Es más, cuando aparece detallado en algún tratado, ya no toreaba a caballo la nobleza, sino que era el varilarguero quien había ocupado su puesto en el siglo xvni. Podemos registrar, como léxico auténtico del siglo xvn, el armador, la capa, el coleto, la espinillera, la gola, la gregoriana, los guantes, el justillo, el penacho (lo llevaban también los jáculos y rejones) y las plumas del sombrero. IV. Léxico referente al honor, ceremonial, personal, etc., de la función. Con el honor hay que relacionar desempeñarse y modos de desempeñarse, desempeño, duelo, empeño, satisfacción y socorrer (había cuatro maneras de socorrer). Con el padrinazgo: ahijado, padrino y apadrinar. Con las cortesías: podemos señalar el saludo. También se documenta ya el santiguarse antes de salir a la plaza. Con el léxico referente a las carrozas y personal: carroza, cumplidor de caballos, esportillero, la guarda, lacayo, mozo, paje y peón. La condición social del caballero la refleja cobrar (el arma perdida), sacar la daga, desagravio, desmán, sacar la espada, etiqueta, prevención y tardanza (para salir con un nuevo caballo a la plaza cuando el toro era bravo). V. Léxico de la lidia y el toreo (a caballo y a pie) desde 1500 has- ta 1726. Podemos señalar: ajar, cabecear, cargar, cebar, a cercén, compás, desahogarse, desasosegar, desbaratar, descogotar, desengañar, desnudar (la espada), destroncar, divertir, ejercicio, embarazar, entregarse, envainar, en- vedijar, escombrar (de gente la plaza el toro bravo), escopetear, fijar, ganar la cara, ir industriado, jurisdicción, librar, medir la plaza, montear (los to- ros), movimiento, obligar, pasar de banda, puesto, puntería, quedar en vía y al hilo, repechazo, rodar, sacar de la mano, sacar pies, sitio, superchería, tomar las suertes, trocar y varazo. Hemos señalado el léxico principal. El léxico taurino en España (siglos XVI-XX) Jl J Por razones de abreviar no entramos a señalar el léxico que guarda re- lación con ei caballo y sus movimientos, partes de la montura, etcétera. 2.3. Fuentes taurinas desde 1726 hasta la actualidad. A partir de esta fecha comienza a ser abrumadora la bibliografía, ya que la aparición del periodismo taurino, a partir del siglo pasado, incre- menta las fuentes de una manera notable. La mejor bibliografía taurina hasta el momento es la de G. Díaz Arquer, Libros y folletos de toros, Ma- drid, 1931, que amplía la de L. Carmena y Millán, a quien se ie debe (en el Homenaje a Menéndez Pelayo) una gran bibliografía taurina sobre el periodismo taurino. Los toros de Cossío recogen el estado de los estudios taurinos —en los citados aspectos— para el lector que se inicie en nuestro tema. La selección que hicimos de las fuentes (desde el siglo xvi) nos llevó nueve meses de lectura y consulta para poder hacer un trabajo decoroso. 2.4. El léxico registrado nos permite la distribución del mismo por campos semánticos. Hay que señalar la incorporación, a partir de 1927, del rejoneo español con don Antonio Cañero: las suertes se incrementan (suerte a parta gayola, suerte de cara recibiendo, suerte de cara al rostro, banderillear a caballo, suerte al estribo, suerte a la grupa, suerte a silla pasada, etc.). Hay que agregar el léxico del traje, las armas, arreos, etcéte- ra. En el siglo pasado hay, en cambio, unos pocos portuguesismos como préstamo a nuestra lengua de términos que reflejaban la actividad torera a caballo que hacían en nuestras plazas los rejoneadores lusos. Se fija ya en este período el léxico del vestido (para el torero a caballo y a pie). Los útiles de la lidia comprenden el engallo (capa y muleta) y las armas (vara de detener, más tarde vara o palo de picar; las banderillas en sus distintos tipos, el estoque, el verduguillo y la puntilla, además de la no usada ya media-luna y la desjarretadera, que explica el Diccionario de Auto- ridades, una rica fuente de léxico taurino, en un momento muy intere- sante del toreó). Las suertes del toreo a pie son numerosas. Comprende suertes con la cap;!, banderillas, muleta, estoque, descabello, puntilla, juegos y adornos. Además de un millar de términos para expresar el léxico relacionado con la lidia y el toreo (picador y torero de a píe). 3.1. Hasta ahora nos hemos referido al léxico relacionado con uno de los tres protagonistas que integran el léxico taurino. Los otros dos son el toro (el más importante) y la muerte, nombrada sin eufemismos a lo largo de los siglos estudiados, menos en el momento de la «Revista de toros», en donde el periodista de la época refleja la sátira política y anticlerical reinan- te en la segunda mitad del siglo pasado. Veamos una muestra a cargo de! y 12 ¡osé Carlos de Torres Martínez inolvidable don José Rodríguez de la Orden «Carrasquilla», revistero se- villano y seguidor del infortunado «Espartero». Se refiere a la corrida celebrada en la Real Maestranza el 29 de septiembre de 1894; ganadería del señor Marqués de Villamarta para los espadas «Guerrita», «Quinito» y «Bombita». He aquí cómo describió los seis astados el citado revistero: 1.° «Canoveño».—«Conservaó» de güeña estampa, negro bragao, cor- niveleto, cornilargo y lucero. 2.° «Sagastino».—«Fusionista» entrepelao en cárdeno, de güeña lámi- na, corniveleto y carichiquitillo. 3.° «Gonzaleño».—La ganadería de los González es bastante larga... Era cárdeno y lucero, corniabierto y afilao de cuernos. 4.° «Gamazón».—Cárdeno claro, de hermosa lámina y de muchas libras. 5." «Moretino».—Era de pelo y cuerna retorcía. 6.° « Malastripas ».—... Como puede apreciarse, la reunión de los cinco políticos no puede re- sultar más sangrienta. Todo esto era el reflejo en la vida política (y a veces en otras esferas de la vida española) de la costumbre de nuestros antepa- sados de comparar de una manera metafórica los toros con otros aspectos de la vida nacional. Por ejemplo, la frase tomar varas, citada en La Regen- ta de «Clarín» referido al personaje Alvaro Mesía (p. 117, ed. Alianza Editorial) es un reflejo de un dicho extendido en la época con un sentido indudablemente erótico. He aquí el pasaje: —Señores, yo no digo que la Regenta toma varas sino que Alvaro quiere ponérselas, lo cual es muy distinto. Todos negaron la posibilidad del aserto. —Hombre... La Regenta... ¡es algo mucho! El pollo se encogió de hombros. «Estaba seguro. Se lo había dicho el marquesito, el íntimo de Mesía». —Y, vamos a ver —preguntó el señor Faja, el exalcalde—: ¿qué tiene que ver eso de las varas que Mesía quiere poner a la Regenta con el Magistral y la confesión? (el subrayado es nuestro). Si consultamos el Diccionario cómico taurino (Madrid, 1883) de Paco Media-Luna, encontramos: Tomar varas. Esta es una frase taurina que se aplica a cosas que no son de toros, vamos al decir. La hembra que es codiciosa, que deja llegar, y que además es voluntaria, pertenece al género de las que toman varas. Hay hom- bres que aguantan una docena sin volver la cara y queriendo quimera; suelen dar caídas de latiguillo y caídas mortales; como que hay quien se casa (p. 183). El léxico laurino en España (siglos XVI-XX) Como final de toda esta influencia de los toros en las costumbres es- pañolas durante el siglo pasado y el primer tercio del actual, recuérdese el título de Ramón Pérez de Avala Política y toros, en donde las muestras e intención son abrumadoras. 3.2. El léxico relacionado con el toro de lidia (en cuya acuñación in- tervienen los estamentos sociales del ganadero, veterinario, aficionado y periodista) comprende dos zonas socio-lingüísticas muy definidas: la vida en el campo —vida comunal en las ganaderías— y su lidia en la plaza de toros. El léxico relacionado con el campo es más conservador, mientras el de la plaza está más expuesto a la influencia de la moda taurina. El mayor esplendor del léxico ganadero, es decir, del toro de lidia, corresponde al siglo xix y se extiende hasta la época de José y Juan (que coincide con la primera guerra mundial). El dicho «no hay quinto malo» alude a que los ganaderos de antaño elegían el ganado y decidían el orden de salida de los astados, reservando para tal lugar el cornúpeta que creían «teóricamente» el más bravo, siendo la suerte de varas, quites, banderillas y estocada lo importante del toreo. Este predominio del toro sobre las exigencias del espada, que en todas las épocas las ha tenido de alguna manera y en conso- nancia con su categoría profesional, además de las frecuentes cogidas mor- tales incrementadas por el estado de la medicina y la cirugía, revestían a los toreros de un carácter de «mito», respecto a los demás miembros de la sociedad española. Pero cuando el «mito» empezó a girar en los primeros años de este siglo (véase el libro de Joaquín Bellsolá «Relance», El toro de lidia, Madrid, 1912), es decir, la afición joven del momento y los periodis- tas, empezaron a fijarse en el diestro como centro principal del duelo, el léxico taurino tradicional comenzó a sufrir un cambio paulatino, como reflejo de lo que estaba pasando en el «ruedo». Se incrementan las suertes con capa y muleta, el toreo empieza a ser tan importante como la lidia (dos conceptos inseparables cuando hay un toro bravo en la plaza, no un «borre- go» o un «perritoro») y, sobre todo, con la aparición y triunfo del toreo del trianero Belmonte, el auge del toreo con los pies quietos cuando se carga la suerte y se juegan los brazos. Los aficionados de entonces acuñaron la frase «ponerse al tren en medio de la vía» para indicar que el diestro obliga a cambiar la dirección que lleva la res cuando entra en los terrenos del torero. Gerardo Diego lo ha contado así: —Cambia la aguja al correo, pata, carga, templa y manda, y si el tren te duda y anda, J14 }osé Carlos de Torres Martínez aguanta, quieto y torero (el fraile fue cocinero) y échatelo a la otra banda. (de Cargar la suerte). La guerra civil señala otro importante paso en la reafirmación del torero frente al ganadero, siendo posteriores el afeitado y reducción na- tural de las astas, rebajarle la casta al toro, es decir, un nuevo sentido se- mántico para el concepto de semental o «simiente» de la ganadería, etcétera. 3.3. Como muestra del léxico relacionado con el toro bravo, vamos a exponer la gradación semántica para la cornamenta y las capas de las reses. En primer lugar vamos a presentar la graduación semántica del léxico relacionado con la cornamenta de las reses. La distribución socio-lingüística no podemos señalarla aquí por no hacer más extensa la comunicación. Grado aumentativo < Xormal > diado diminutivo astigordo cornirregular cornidelgado cornigordo astifino u cornilargo cornicorto cornalón cornipotente (rebasa la consideración física) cornimonumental (humorístico) Teniendo en cuenta la dirección de los cuernos: Hacia abajo > Un punto menos _> Menos aún gacho cornibajo caído cornigacho cornibayón Hacia adelante simplemente, cornidelantero delantero Hacia atrás > Un punto más cornitrasero corniavacado (además de cierta implicación sexual) El léxico taurino en España (siglos XVI-XX) 715 Teniendo en cuenta la pala: Hacia 'ibajo capacho: caídos abiertos cornispacho (anticuado) acapachado 1 corniacapa- I tiende hacia semejanza diferencia cubeto chado caídos cornicubeto cerrados Hacia arriba Menos elevados _ Lo más elevado cornialto corniveleto cornilevantado cornicimbareto I veleto Con tendencia a juntarse -^ /:// grado mayor abrochado brocho corn i abrochado cornibrocho corucho í regional) Teniendo en cuenta los pitones: Con tendencia a abiertos En grado mayor abierto playero corniabierto corniancho Con tendencia a cernidos > En grado mayor corniapretado cornicerrado corniarqueado (anticuado) cornijunto Sin vuelta simplemente astillano cornillano corniaspado (anticuado) Con las puntas levantadas Menos levantadas cornivuelto tocado vuelto 716 José Carlos de Torres Martínez Con las puntas vueltas hacia atrás corniespaso V'enceslada señala cornipaso hacia los lados cornivacuno paso Con los pitones agudos afilado astiagudo astifino Con defectos en los pitones Yin grado mayor astillado escobillado despi torrado despuntado corneto mocho mogón hormigón (por enfermedad) Teniendo en cuenta una desigualdad en la cuerna: De altura Por algún defecto bizco cornivicioso cornibizco Si pasamos a las capas = {pelo = pinta, la cual nos conduce a las re- visteras capote -= ropa — sotana = traje = uniforme, que usaron los periodistas y aficionados), hallamos una gradación muy rica para ir preci- sando el color. Así: 1." grado de capas ensabanado > jabonero barroso colorado castaño negro jabonero (rojo) castaño claro claro (plateado) jabonero castaño oscuro I oscuro cervuno perlino 2° grado de capas albahío retinto
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