Description:Cualquiera pudo haber presionado la palanca. El error fue suyo, ciertamente. Pero la realidad es que los errores venían ya de muy lejos. Otros muchos, más importantes y responsables que él, los cometieron antes. Él no hizo más que cometer el último de la serie de errores: mover la palanca. Eso fue todo.Por auténtica ironía del Destino, aquel hombre quedó en la oscuridad, en el anónimo. Nadie iba a saber si el responsable de lo que luego sucedió se llamaba Smith, Salkoff, Dubois, Brown, Alejovitch o Marcel. Su identidad quedó en la sombra, para siempre; ya hemos dicho que el error no fue suyo más que en una proporción infinitesimal. Aunque fuera el decisivo.Y todo sucedió de un modo tan simple...