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Sexo Contra Sexo O Clase Contra Clase PDF

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EVELYN REED SEXO CONTRA SEXO O CLASE CONTRA CLASE edkomC'finimam Título original: Problems of Wornen9s Liberation Traduccióñ: Helga Pawlowsky y Rosa M.* Cañadell Diseño portada: Estudi Dat Primera edición: mayo de 1977 Segunda edición: enero de 1980 © Pathfinder Press, Inc. © EDITORIAL FONTAMARA, S. A. Enteriza, 116 — Barcelona-15 Tlfno. 325 16 83 Reservados todos los derechos conforme a la ley ISBN: 84 - 7367 - 046 - 9 Depósito Legal: B. 3473 -1980 Impreso en España Gráficas Diamante, Zamora 83, Barcelona-18 INDICE GENERAL Nota editorial. . 9 SEXO CONTRA SEXO O CLASE CONTRA CLASE Prefacio de la autora....................................................... 13 Nota de la autora a la quinta edición norteamericana . 17 I. LA MUJER: ¿CASTA, CLASE O SEXO OPRI­ MIDO? .............................................................. 19 II. ¿SEXO CONTRA SEXO O CLASE CONTRA CLASE?............................ . . . . 37 Cosméticos y moda en el comercio de la belleza . 41 La competición entre los sexos: ¿natural o social? 44 Especuladores del sexo femenino........................... 48 Oposición-inadaptación . ¡ ........................... 50 La propaganda masiva . . . . . . 52 III. LA MUJER Y LA FAMILIA . . . . 57 IV. EL MITO DE LA INFERIORIDAD DE LA M UJER............................................................. 81 Control sobre los alimentos.................................. 86 La mujer en la industria, en la ciencia y en la medicina............................................................. 90 De la cuerda al tejido 94 Trabajadoras de la piel.......................................... 96 Curtido.................................................................... 97 Alfareras y artistas................................................ 99 Constructoras y arquitectas...................................100 Sobre los hombros de la mujer............................101 Las primeras comunidades...................................104 La familia — la comunidad...................................105 V. ¿ES EL FACTOR BIOLOGICO EL QUE HA CONDICIONADO A LA MUJER? . . . . 111 Los seres humanos, una especie única . . . . 114 El «macho dominante»: realidad y fantasía . . 121 Las mujeres, ¿han estado siempre oprimidas? . . 127 La división del trabajo social contra la familia . . 135 VI. COMO PERDIO LA MUJER SU AUTONOMIA Y COMO PODRA RECONQUISTARLA . . 139 NOTA EDITORIAL La lucha de las mujeres por su liberación está alcanzando niveles de lúcida radicalidad. Si bien sus movimientos se ini­ ciaron con la perspectiva de “mejorar su condición” bajo las sociedades capitalistas, el curso de sus luchas nos señala, inequívocamente, que los objetivos del movimiento de libera­ ción ya no se reducen a simples mejoras, ni a la erradicación de las “evidentes injusticias” ni tampoco a la “humaniza­ ción” de su condición. Es mucho más que todo esto lo que exigen; luchan por la recuperación de su personalidad históri­ camente estafada, en el camino de la erradicación de las insti­ tuciones, mitos y costumbres que coadyuvan y condicionan su status subordinado. Pero en ese camino, y en el transcurso de sus luchas, han ido descubriendo que en la base de tales instituciones se encuentra un determinado modo de producción, el capita­ lista, que es al fin de cuentas el único beneficiario de su opresión y explotación. No se trata, por tanto, de combatir “situaciones injustas” o discriminatorias; se trata de abolir un sistema al que le es inherente el machismo, la opresión y la explotación. Pero ello no es posible sin antes poner al descu­ bierto los mecanismos mediante los cuales la sociedad capita­ lista mantiene a la mujer en una condición de subordinación. La educación, la familia burguesa, los medios de comunica­ ción de masas, la ideología Seudocientífica en la biología, la antropología, la sociología y la sicología, son armas de que se valen los aparatos ideológicos del Estado para asi mantener la dominación burguesa sobre media humanidad, gracias, en este caso, a la opresión sexista. Cuando ello no baste, los aparatos represivos de ese mismo Estado se pondrán en marcha para mantener a cada cual en su “natural99 lugar, dentro de la espe- cifica función que cada ciudadano tiene asignada-en el seno de la sociedad clasista qu$ nos ha tocado vivir. Las leyes penales y civiles de carácter represivo no tienen otra función que advertimos que aquéllos que detenían el monopolio de la violencia pueden ejercerla en cualquier momento y lugar para hacer cumplir "las normas”, h establecido, “lo natural” Hubo quien dijo, y no sin razón, que sin teoría revolucio­ naria no hay movimiento revolucionario. Y las mujeres se han lanzado a la construcción de una teoría revolucionaria, no sobre bases utópicas, teñidas de contenido eticista, sino sobre fundamentos científicos, que son en definitiva los que le dan su contenido revolucionario. Y ha sido precisamente la reflexión, el estudio y la inves­ tigación en el camino de reconstruir su pasado, lo que ha permitido ir soldando la cadena que da coherencia y explica­ ción a su actual condición de sexo oprimido. A partir de ahí, la monumental estafa histórica ha empezado a derrumbarse, y un hondo grito de rabia y rebeldía se empieza a escuchar en todo el planeta. Y ello está preocupando y alarmando a las clases dominantes. Pero todavía• hay más. De la rebeldía se pasa al orgullo de ser mujer, y con *ello a la lucha decidida y sin cuartel contra los opresores. Es el camino que han seguido en su evolución concienciadora los pueblos, las razas y las clases oprimidas. Bástenos recordar el orgullo de los negros, de- los pueblos coloniales, y de las clases sociales explotadas que mediante una valiente lucha han expropiado a sus expro- piadores. El poder, todo poder, organiza el consenso de sus ciuda­ danos para de ese modo obtener la legitimación necesaria que le permita monopolizar el poder con un mínimo de resisten­ cia. Para ello dispone fundamentalmente de los aparatos ideo-" lógicos del Estado: desde la educación hasta las instituciones que impone como vehículos adecuados para la conformación y transmisión de la ideología de las clases dominantes. De ahí la enorme importancia de un análisis concreto qué nos per­ mita comprender los mecanismos de funcionamiento de tales instituciones, para así poder oponer no sólo nuestra resisten­ cia sinq, además, una estrategia que postule un cambio alter­ nativo radical. Desde este punto de vista, el trabajo de Evelyn Reed constituye un aporte fundamental, y casi nos atrevería- mos a decir que insuperado, a la reconstrucción del estafado pasado histórico de la mujer. Haciendo añicos el mito de la inferioridad de la mujer, la autora estudia detenidamente el por qué la mujer dejó de ocupar el lugar preeminente que tuvo en el pasado, para así señalar el camino que les permitiría recobrar su libertad y ocupar el status social del que fueron desplazadas. Socialista convencida, Reed llama a las mujeres a organizarse para la lucha en pro de sus derechos, clarificando que sólo una alian- za de las mismas con los trabajadores explotados por el sistema, permitirá la liberación de la totalidad del género humano. Y para ello Reed no duda en denunciar las posturas de quienes, reclamándose del socialismo. prefieren una poli- tica de alianzas con los explotadores “democráticos99 o de aquellas que, traicionadas por el reformismo obrero, lo confunden con el marxismo, deduciendo entonces que se trata de una lucha de sexo contra sexo y no de clase contra clase. - PREFACIO DE LA AUTORA Después de años de letargo y de sumisión a un statu quo, un número cada vez mayor de mujeres americanas levanta cabeza para unirse a los negros rebeldes y a los estudiantes radicales en su lucha contra el sistema capitalista. Esta van­ guardia de mujeres militantes reclama el fin del estado de inferioridad al cual ha quedado relegado nuestro sexo, y somete las instituciones y los valores de la sociedad actual a una dura crítica. Sus reivindicaciones van desde la abolición de las discriminaciones practicadas contra el sexo femenino en el campo laboral, hasta la revisión de las leyes reacciona­ rías sobre el aborto, sostenidas por la Iglesia y el Estado. Los grupos de liberación de la mujer, surgidos en tomo a esta lucha por la igualdad, debaten seriamente los diferentes problemas teóricos y prácticos que surgen. Exactamente igual que lo hacen los afro-americanos cuando intentan compren­ der por qué fueron relegados a un estado de esclavitud y cómo les será posible liberarse rápidamente, del mismo modo estas mujeres recientemente concienciadas quieren saber cómo y por qué han estado subyugadas por las leyes machis- tas y qué puede hacerse para remediarló. * Sin embargo, cuando buscan una explicación, descubren con sorpresa que hay poquísima información disponible sobre este tema. Existen muchos estudios que tratan del desarrollo del género humano en su conjunto, desde los tiempos más antiguos hasta nuestros días. Pero ¿dónde en­ contrará, si quiere llegar más allá en sus indagaciones, un sumario fiable dedicado a la evolución de la mujer, que pueda servirle para arrojar alguna luz sobre ciertas cuestiones desconcertantes que se refieren a su situación social cambian­ te a través de los tiempos? La escasez de datos sobré un tema que es del máximo interés para la mitad del género humano, rio debe sorprender­ nos. La historia ha sido escrita hasta nuestros propios días desde el punto de vista de las clases dominantes y del sexo dominante. Así ha podido suceder que todavía esté por escribir una relación completa de las contribuciones que ha realizado la mujer al progreso social. La documentación auténtica de todo lo que ella ha realizado hasta ahora ha sido escamoteada, limi­ tada, subvalorada; del mismo modo y por las mismas razones que las luchas y las victorias de la población trabajadora y de las minorías oprimidas. Todos los oprimidos, incluidas las mujeres, necesitan ahora urgentemente escribir y reescribir su propia historia, para sacarla a la luz y corregir las falsificaciones. Al mismo tiempo, esta tarea debe ser realizada en medio del c*lor de la lucha por su emancipación y como instrumento para la misma. Un estudio amplio de la historia de la parte femenina del género humano, tendrá que iniciarse necesariamente en los mismos orígenes de la sociedad. El período más antiguo, el del estado salvaje, es, o debería ser, un campo muy específico de la antropología. Como ciencia dedicada al estudio de la prehistoria o de la precivilización, la antropología tiene una enorme importancia para la “cuestión de la mujer”, y esto es lo que intento exponer aquí. Sus descubrimientos, interpreta­ dos y comprendidos en su justo vztfor, pueden servir para destruir muchos de los mitos que todavía prevalecen y prejui­ cios que existen sobre la mujer, y pueden convertirse en una valiosa ayuda para el movimiento de su liberación. Por ejemplo, las mujeres de la sociedad precivilizada eran tanto económicamente independientes como sexuiimente libres. No dependían de unos maridos, padres o patronos para conseguir su subsistencia, y no eran humildes ni se mostraban agradecidas por cualquier migaja que se les cediera. En la sociedad> comunitaria trabajaban junto con otras mujeres y otros hombres en beneficio de toda la comunidad, y dividían los resultados de su labor sobre una base igualitaria. Según las costumbres’ decidían ellas mismas autónomamente acerca de su comportamiento sexual. No eran objetos que se pudieran poseer, oprimir, manipular y explotar. Como productoras y procreadoras eran la cabeza reconocida de una sociedad matriarcal, y eran tenidas en el más alto honor y respeto por los hombres. Sin embargo, cuando estos hechos fueron descubiertos por primera vez por los antropólogos del siglo pasado, estas versiones de las formas primitivas de organización social ofen­ dieron y alarmaron a los guardianes del statu quo, exacta­ mente como sucede todavía en nuestros días. Sus objeciones han tenido efectos negativos sobre el desarrollo sucesivo de la ciencia de la antropología, y han servido incluso para impedir y retardar la elaboración de una historia de la mujer que fuese auténtica y completa. Existen razones políticas para esta obstinada resistencia. El descubrimiento de que las mujeres no siempre han sido consideradas como el “segundo sexo”, relegadas a un estado de inferioridad, sino que por el contrario, han disfrutado en su día de una inmensa capacidad creativa, social y cultural, contenía implicaciones peligrosamente “subversivas”: amena­ zaba con minar la supremacía del hombre tanto como el dominio capitalista. Porque si resultaba verdad que el sexo femenino había tenido una participación fundamental en la construcción de la sociedad comunitaria primitiva ¿por qué no iba a poder hacer lo mismo en la reconstrucción de las relaciones sociales, a un nivel histórico más elevado? Una vez que las mujeres actuales, frustradas y rebeldes, hubieran comprendido lo que habían podido realizar sus antecesoras en su tiempo y cuál había sido la posición influ­ yente que poseían, difícilmente se contentarían con perma­ necer en su actual estado de inferioridad. Las adeptas de los movimientos de liberación de la mujer no solamente se senti­ rían reforzadas, sino mucho mejor equipadas en su lucha por la abolición de la sociedad capitalista que las humilla, y por la construcción de una nueva sociedacj, una sociedad mejor, en la cual todos los seres humanos y ambos sexos serían libres. Los escritos de los fundadores del socialismo científico, Marx y Engels, y de sus discípulos,, apuntaban en esta direc­ ción. Ellos creían que la opresión y la degradación a que

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