Pocos temas identifican más a los argentinos a lo largo de toda su historia que lo concerniente al gaucho: sus pesares y destrezas, su coraje y rebeldía. Pero ¿cómo se fue delineando a lo largo del tiempo el significado y el valor del gaucho en el imaginario social argentino? ¿Vagos y malentretenidos, héroes de la independencia, rebeldes sociales?
Horacio Seno Díaz es docente en Lengua y Literatura desde hace 15 años y en este trabajo, su tesis de Licenciatura en Letras para la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza), comienza por estudiar cómo ciertos discursos contribuyen a configurar el inconsciente colectivo de una sociedad. A continuación la narración fluye en la reconstrucción histórico-política de la clase gaucha y de cómo su imagen se fue resignificando a través de los distintos períodos de la literatura gauchesca. Luego se demuestra cómo escritores y payadores del fuerte movimiento anarquista de principios del siglo XX, en su disputa con los nacionalistas conservadores por una imagen arquetípica de la identidad nacional, le asignaron una impronta muy particular que llega hasta nuestros días.
Cuenta González Pacheco en sus Carteles que, luego del alambrado de lo que fuera la tierra gaucha, invariablemente los gauchos se despedían deseándose: “Güena salú y mal istinto! Buena salud para afrontar aquella vida dura e inclemente. ”Mal istinto” para poder reaccionar con la fiereza y determinación necesaria frente a las peores circunstancias que les planteara su destino de matrero, más allá de dogmas y buenos modales; pero manteniéndose íntegros, conservando su honra y, con ella, su libertad.
No muy distinto era el saludo tradicional de los anarquistas, ya desde el siglo XIX: “¡Salud y revolución social!” Misma juramentación con distintas palabras para sembrar con el ideal de un mundo abierto todo ambiente donde les tocara vivir. ``[Contratapa]