ETRATOS fJSJp,\ REALES E IMAGINARIOS ALFONSO REYES POR MÉXICO LECTURA SEIvKCTA 1920 Tip.Murguía. Av, 16 de Septiembre, 54 Al azar de los sucesos y de los libros, he publi- cado en la Prensa de Madrid unas notas, unos esbozos, reseñas, extractos de lecturas ycomenta- rios, que yo quisiera haber escrito con sencillez. Escojo del montón estos quince artículos, y los — envío—Jiel a los amigos de mi tierra, con este mensaje y saludo: Conservaos unidos. Sacad razones de amistad de vuestras diferenciascomodevuestrassemejan- zas. Mañana caeremos enlos brazos del tiempo. Opongamos a lafuerzaobscura, lamurallaigual de voluntades. A. 11. índice. Págs. — I. Madama lyucrecia, último amor de Don Al- fonso elMagnánimo 9 — II. Dos Centenarios. (Cisneros: I/Utero) 25 — III. Antonio de Nebrija 39 — IV. ChateaubriandenAmérica 53 — V. Américo Vespucio 67 — VI. Fray Servando Teresade Mier 85 — VII. Fortunas deApolonio de Tiro 105 VIII.—Don Rodrigo Calderón 121 IX.—Gradan y la guerra 135 — X. Felipe IV y los deportes 147 .. — XI, Napoleón I, orador y periodista 157 XII.—Unabate francés del sigloXVIII 173 XIII.—Rl Obispo de Orense 183 XIV.—En lacasade Garcilaso 199 XV.—Francisco Codera y Zaidín 205 MADAMA LUCRECIA, ULTIMO AMOR DE DON ALFONSO EL MAGNÁNIMO'" (1) B. Croce, "Ivucrezia d'Alagno," "Nuova An- — tologia," 1915, tomo Iv, páginas 30-46. Pasolini, "Ren- diconti della R. Acad. del Ivincei," 1917, serie V, volu- men XXVI, fase. 79 a IQO I. LA NUEVA LUCRECIA. ERA el año de 1909. Las demoliciones en torno al monumento de Víctor Manuel, en Roma, descubrieron un día el anti- guo callejón de Madama Lucrecia. Ahora bien; un busto colosal de mujer, con la cara comple- — tamente borrada Palacio de Venecia, extremo — de la fachada de San Marcos recibe también , popularmente el nombre da ''Madama Lucre- cia." El pueblo, asociando el nombre al re- cuerdo de la antigua Lucrecia, causa de la ruina de la Monarquía romana, había hecho del busto un objeto de superstición nacional. Se juraba por madama Lucrecia, y algunas veces el busto aparecía tocado con un gorro ridículo, el cuello ceñido con una banda o teñi- do de rojo el rostro. Pero los eruditos opinan que el busto no re- presenta a la esposa de Colatino. Según aquél, es la efigie de alguna diosa del Lacio; según el otro, es la diosa Isis de Egipto, cuyo culto viuo a Roma en tiempos de Sila. También pu- 13