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Redalyc.Georg Simmel y los mandarines alemanes. Un forastero en la academia PDF

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Reencuentro ISSN: 0188-168X [email protected] Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco México Cárdenas García, Nicolás Georg Simmel y los mandarines alemanes. Un forastero en la academia Reencuentro, núm. 65, diciembre, 2012, pp. 6-19 Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34024824002 Cómo citar el artículo Número completo Sistema de Información Científica Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto Georg Simmel y los mandarines alemanes Un forastero en la academia nicolás cárdenas garcía* Resumen ABsTRACT En este trabajo se analiza la carrera académica de Georg Simmel In this work there is analyzed Georg Simmel’s academic career mediante una exploración de la naturaleza del campo académico by means of an exploration of the nature of the academic field en la Alemania de su tiempo. Por un lado se muestran sus carac- in the Germany of his time. On the one hand his institutional terísticas institucionales, por otro se expone la configuración de characteristics appear, by other one there is exposed the confi- una especie de visión dominante de lo que debían ser y hacer las guration of a species of dominant vision of what they had to be ciencias sociales y humanidades dentro del proyecto nacional and do the social sciences and humanities inside the national germano. En ese campo, Simmel no siguió un curso típico, ni en German project. In this field, Simmel followed a typical course, su práctica académica ni en su producción intelectual, de modo neither in his academic practice nor in his intellectual produc- que sólo tardíamente y después de varios rechazos obtuvo el tion, so that only late and after several rejections it obtained the puesto de profesor de carrera. teacher’s position of career. Palabras clave: Georg Simmel / Sociología en Alemania / Keywords: Georg Simmel / Sociology in Germany / Bureaucracy Burocracia y universidad / Campo académico. and university / Academic Field. Georg Simmel nació en Berlín el 1 de marzo de 1858, y murió en Estrasburgo el 26 de septiembre de 1918. En esos 56 años vivió y al mismo tiempo pudo ser observador de grandes cambios en el modo de vida tanto de su región natal como del conjunto de Europa. Con el tiempo hemos resumido tal transfor- mación bajo el doble rubro de modernización-modernidad, pero seguramente para los hombres de la época no fue fácil apreciarla, pensarla y darle un sentido, sobre todo porque tales cambios se dieron en múltiples campos, desde el económico hasta el de la vida cotidiana, pasando por la geografía, la política, las instituciones y la cultura. Para los hombres dedicados al estudio de las cosas humanas no era fácil el reto de dar una explicación de lo que ocurría, y de hecho tal empeño se correspondió con la fragmentación o especialización de su saber. En esa época apareció justamente la sociología y se abrió paso en las instituciones académicas, con distintas tonalidades dependiendo del país en que ello ocurría. Simmel participó en ese proceso en Alemania, aunque la sociología no fue su único campo de indagación, y aun cuando no se le rindió el suficiente reconocimiento en la misma Alemania. Sin embargo, con el tiempo se han reconocido sus contribuciones a la disciplina, de modo que hoy existe consenso suficiente para considerarlo como uno de sus clásicos. Campos como la microsociología, la sociología formal, la escuela de Chicago, la sociología del conflicto, e incluso la teoría de redes, parecen haber encontrado en su obra un punto de partida o inspiración. Esta paradoja de ser una especie de marginal en su tiempo y volverse un clásico cien años después, seguro le habría resultado congruente con la naturaleza relacional y dialéctica * Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Correo electrónico: [email protected] de su obra. Un futuro que estaba contenido en ese rodeado por amplios castillos, parques y lagos, dispues- pasado, un pasado que ahora debemos reinterpretar tos por los príncipes electores y los reyes desde el a la luz de este futuro, que a su vez nos reaparece siglo xvi, y dominado por la poderosa masa del castillo como un presente directamente vinculado con el del Stadtschloss de Schlüter…(Sturmer, 2003:108). tiempo en el que produjo su obra. El propósito de este artículo, por ello, es esclarecer las condiciones Ese crecimiento poblacional incluyó a miles de bus- institucionales y culturales del campo en que se cadores de trabajo, pero también a una variopinta desarrolló su obra, para entender tanto la posición de multitud de gente que venía del este en busca de Simmel en el mundo académico germano como la refugio o de un mundo lleno de promesas. Como naturaleza de sus interacciones sociales con diversos dice Parker (1996:141), justamente “es esta capacidad actores de ese campo. de atraer y ofrecer un santuario a los desarraigados y los migrantes lo que da a la experiencia urbana su peculiar cualidad polifónica”. el Tiempo BeRlinés de simmel Berlín, por lo demás, no sólo se convirtió en el En enero de 1871, bajo el liderazgo de Bismarck, centro político, sino en el eje industrial, financiero y se constituyó el Imperio Alemán, con Prusia a la comercial de Alemania, y cada vez más de la propia cabeza. Tal entidad era totalmente nueva en el mapa Europa. Con su eficiente sistema ferroviario, sus 6 7 europeo, y nacía bajo el signo del nacionalismo, bancos por acciones, sus pujantes industrias, era el liberalismo y la búsqueda de la estabilidad. Simmel una especie de “central de energía en el centro del tenía entonces 11 años, por lo que su vida adulta continente” (Sturmer, 2003: 114). Entre 1860 y 1900 transcurrió en una época de optimismo y desarrollo, Alemania casi triplicó su producción industrial, aunque terminó en la catástrofe que supondría la para colocarse en segundo lugar en el continente, primera guerra mundial. El final de la misma también sólo abajo del Reino Unido. supuso el fin del imperio, casi al mismo tiempo que En el mundo de la vida cotidiana, el cambio tal moría Simmel. vez fue más impactante: la luz eléctrica, la máquina de Unos pocos datos nos darán idea del cambio vapor, el metro, los trenes suburbanos, el telégrafo, vivido en Alemania durante esos años. En 1871, al el teléfono y los periódicos, transformaron profun- formarse el imperio, contaba con 41 millones de súb- damente el ritmo de la vida y la naturaleza de la ditos; en 1913 habían llegado a 68 millones, a pesar interacción social en las grandes ciudades como de que una buena cantidad de alemanes emigraron Berlín. Lo más sorprendente es que para muchas a buscar fortuna en otras partes del mundo –entre personas, contra lo que predicaba Marx, esto sig- 1880 y 1895 más de cien mil personas salieron cada nificó una mejora real en sus condiciones de vida. año del país. El destino principal, con mucho, fue Estados Unidos, lugar donde se instalaron unos Alemania no era la tierra de las posibilidades ilimita- cinco millones de alemanes (Ferguson, 2002). Sin das, como la América de la leyenda del lavaplatos, pero, embargo, no fue ése el único movimiento de pobla- según todas las antiguas experiencias europeas, no es- 12 0 ción, el otro fue de carácter interno, de los campos taba lejos de serlo: la biografía colectiva no sólo muestra e 2 br a las ciudades: a Berlín, Colonia, Hamburgo, Munich un ascenso duradero de las rentas reales, sino también m e y Frankfurt, que crecieron enormemente en este que millones de personas comían más carne de ternera, Dici periodo. Para nuestro propósito interesa señalar bebían más vino, se permitían el jabón, consumían más 5 / 6 que Berlín pasó de tener 200 mil habitantes en 1800 pan blanco y compraban más camisas y zapatos que or / a unos cuatro millones (incluyendo los suburbios) en antes. Se compraban más libros y diarios, ya que los peri u S 1900. El cambio no sólo fue cuantitativo, sino de alemanes sabían ahora leer y escribir casi sin excep- n ó índole más profunda. Berlín pasó de ser una antigua ción (Sturmer, 2003: 128). aci c u ciudad barroca a ser la mayor aglomeración indus- Ed y trial del continente europeo; era Vale la pena destacar este último rasgo, pues en d a d Prusia se pudo constatar que ya en 1910 no había etivi …en su parte este más bien formal, pequeñoburguesa y analfabetas varones adultos. Berlín podía no ser ubj proletaria, y en el oeste acomodada, verde y generosa, aún la capital cultural de Europa, pero contaba con una o, s et con la gran avenida del Kurfürstendamm como eje de intensa vida cultural y artística. Un joven Stephan Suj o: desarrollo, Charlottenburg, el barrio con mayor número Zweig llegó por esos años a la ciudad y aunque su ntr e de fortuna millonarias, Grunewald, el garden city alemán, primera impresión no fue tan buena, pues la com- cu n como Hampstead en Londres, todo ello atravesado y paraba con Viena, dejó constancia de esa enorme ee R vitalidad: “desde la mañana hasta la noche, en Berlín sidad moderna había nacido de hecho en Berlín en siempre me encontraba en compañía de gente nueva, 1810, en los aciagos días de la derrota ante Napoleón, siempre distinta, que me entusiasmaba, me defrau- diseñado por Alexander Von Humboldt, bajo la idea daba e incluso me estafaba. Creo que ni en diez años de “elegir a los mejores intelectos disponibles, y dar- me he recreado en tanta compañía intelectual...” les la libertad de conducir su investigación a donde (Zweig, 2002:159). Esa vitalidad es la que justamente quiera que ésta conduzca” (Scott, 2006:20). Tres prin- intentaba caracterizar Meinecke como “una nueva cipios básicos caracterizaron el nuevo modelo: la sensibilidad para el carácter fragmentario y proble- unidad de enseñanza e investigación, la libertad de mático de la vida moderna” (Sheehan, 2002: 178). aprendizaje y de enseñanza, y la centralidad de las Ese carácter, esa sensibilidad parecen ejemplares artes liberales y las ciencias en el sistema universi- en el caso de Simmel, quien reconoció que su obra tario. El eje del mismo, en la práctica, era el profesor estaba ligada indisolublemente al medio berlinés. ordinario (de tiempo completo, el titular de cátedra), Ahí pudo captar el “modo de experimentar” esa vida quien era considerado un servidor nacional civil. contemporánea y “destilar lo eterno de lo transi- De hecho, aun cuando los profesores de una facultad torio” de ese mundo cambiante, méritos por los que sometían a escrutinio a los candidatos a ocupar las Frisby le ha llamado justamente el primer sociólogo plazas, era la sección encargada de la educación de la modernidad (Frisby, 1993:61,65). superior del ministerio de educación de Prusia la que Parte de esa sensibilidad le venía de estar en el tomaba la decisión final. Esto daba lugar al entre- centro de esa experiencia, pues nació y creció prác- cruzamiento de dos criterios distintos en la selección: ticamente en el centro de Berlín, en el cruce de las uno académico, aún con todos los vicios normales dos principales calles comerciales, como séptimo de la academia: preferencias, prejuicios y lucha por hijo de una familia acomodada, de origen judío, pero el poder, y otro claramente político, que a partir de cuyos padres, Edward Simmel y Flora Bodstein, se 1880 tuvo como componente central la lealtad a la habían convertido al catolicismo y al protestantismo. monarquía (McClelland, 1973). Pero más importante aún, amó entrañablemente a esa ciudad y sólo consintió en dejarla en 1914 porque Cada profesor ordinario en la Universidad de Berlín finalmente le habían otorgado una plaza de profesor dirigía un “Instituto” o “seminario” (de especialización en la entonces provinciana Universidad de Estras- curricular) construido alrededor suyo, que incluía una burgo. Al hacerlo creía que dejaba atrás las posibi- pirámide de profesores jóvenes, conferencistas (lec- lidades de influir en la “cultura filosófica” alemana turers) y estudiantes. Los profesores también negocia- (Frisby, 1993:51), pero seguro que lo más doloroso ban directamente con los ministerios gubernamentales fue comprobar que en Estrasburgo había nada pare- apropiados, no con la universidad, el financiamiento de cido a la vitalidad cultural de Berlín. Decía, por el sus institutos (Scott, 2006:20-21). contrario, que vivían (él y su esposa), una “existencia enclaustrada, indiferente y desolada. La actividad Para fines de siglo, este modelo había resultado enor- 9. académica es=0, la gente extraña y profundamente memente exitoso e influyente en el mundo. Sus logros 6-1 hostil” (Ritzer, 2001:321). eran grandes en muchos campos, pero tal vez eran pp. Esa relación entre Simmel y Alemania, entre Sim- más notables en historia, filología y química. Sin em- es..., n mel y Berlín, también serviría para ilustrar algunas bargo, el propio éxito generó tensiones, pues las dis- a m de sus formulaciones sociológicas. Por un lado nues- ciplinas nuevas no fueron fácilmente aceptadas por ale tro autor no puede considerarse más berlinés y ale- las más institucionalizadas y, además, las ciencias nes ari mán, pero las instituciones y muchos alemanes no naturales demandaban cada vez más recursos para nd a parecen considerarlo en esas mismas categorías. sus laboratorios. En todo caso, lo que importa hacer m os De hecho, es un lugar común señalar que su origen notar es que la investigación y la enseñanza superior y l el judío fue un factor importante para limitar su carrera se convirtieron en una verdadera profesión en el m m académica e impidió el reconocimiento oficial de siglo xix. Más aún, los investigadores de la época g Si su obra. Debemos examinar con cierto detalle esta conformaron redes científicas a través de publica- eor G afirmación. ciones, congresos, y diversas asociaciones, lo que a, les permitía estar en contacto, difundir sus descubri- Garcí lA ACAdemiA pRusiAnA mientos y debatir al respecto. La ciencia, conforme nas e Tanto el desarrollo alemán como su propia identidad avanzaba el siglo, dejó de ser una ocupación soli- árd C no pudieron hacerse sin el concurso de las ciencias y taria, y se convirtió en una actividad disciplinaria ás ol por ende de las universidades. El modelo de univer- organizada, que requirió instalaciones especiales y Nic grandes financiamientos, que sólo podían venir por para obtener el primer puesto de carrera pagado, canales institucionales. A partir de ahí, el laboratorio ya fuera como asociado o titular. Es decir, esto se y el seminario se convirtieron en los espacios cen- conseguía entre los 34 y los 38 años entre 1873 y trales de la generación y transmisión del conoci- 1910 (Ringer, 1992). miento. En ellos “los aprendices adquirían tanto Más aún, vale la pena tener en cuenta que en los técnicas de investigación, como los valores y con- campos de elite de la historia y la filosofía, había una vencionalismos necesarios para el éxito profesional” tradición rica y poderosa que privilegiaba las obras (Sheehan, 2002: 170). sistemáticas, de largo alcance y gran originalidad, o al En la época previa al imperio alemán, este mo- menos controvertidas. Por ello, era una regla no es- delo había dado ya muestras de su vigor, pero des- crita obtener ese primer puesto en provincia y luego pués de 1870 sus éxitos fueron conocidos por el ir ascendiendo hasta llegar a ser profesor ordinario mundo entero. Se ha señalado como el indicador más en la Universidad de Berlín, lo que era una especie de rotundo de este éxito, que al instituirse el premio Nobel consagración definitiva para cualquier académico. en 1901, el predominio alemán fuera tan grande entre Mommsen, por ejemplo, obtuvo la cátedra de Historia los galardonados. Sólo entre 1901 y 1918, el año de la Antigua a los 41 años, después de haber trabajado en muerte de Simmel, 23 alemanes lo obtuvieron: seis en Leipzig, Zurich y Breslau. Dilthey, por su parte, lo física, siete en química, cuatro en fisiología y cuatro logró a los 49 años, después de haber trabajado en 8 9 en letras. Entre estos últimos estaban un historiador, Basilea, Kiel y Breslau. Pero hubo a quien le tomó un Theodor Mommsen (en 1902), y un filósofo, Rudolf poco más de tiempo, como Meinecke, quien lo logró Christoph Eucken (en 1908). Vale la pena consignar en 1914 a los 52 años, y Sombart, quien lo alcanzó en que entre esos 23 laureados, había dos científicos de 1917, a los 54 años. No sabemos si alguien como el origen judío, ambos químicos, Wilstätter (en 1915) y propio Weber lo hubiera logrado antes, pues aunque Haber (en 1918). El primero trabajó tres años (1912- había comenzado una brillante carrera obteniendo 1915) en la Universidad de Berlín, pero hizo la mayor la cátedra de economía en Heidelberg en 1896, a parte de su carrera en Zurich y Munich. El segundo los 32 años, tuvo que dejarla en la práctica en 1899, estuvo primero en Karlsruhe y luego en el Instituto aquejado por fuertes problemas nerviosos. Káiser Guillermo de Física y Electroquímica, en Ber- lín, un centro de investigación que no dependía de la universidad y que era financiado en buena parte por lA CARReRA y lA pRáCTiCA ACAdémiCA de simmel recursos de judíos acaudalados que buscaban pro- En este contexto hay que entender la poco convencio- mover la competitividad de Alemania. No sobra decir, nal carrera intelectual y académica de Simmel. En en todo caso, que ello se debió en buena parte a la su familia no había un ambiente cultural estimulante, naturaleza de los descubrimientos de Haber, que per- pero su padre murió en 1874 cuando tenía apenas mitieron elaborar fertilizantes industriales, mejorar 16 años, por lo que un amigo de la familia, Julius los explosivos y el uso de gases químicos en la pri- Friedlander, fue nombrado su tutor. Dada una rela- mera guerra mundial (Huxtable, 2002). ción distante con su dominante madre, Friedlander 12 0 Para nuestro propósito, lo importante es consig- parece haber sido una influencia decisiva en la gene- e 2 br nar el elevado status de las universidades, particular- ración de sus intereses intelectuales. Esto es expli- m e mente la de Berlín, y de los profesores universitarios cable no sólo porque era un próspero editor de mú- Dici en la época de SImmel. De hecho, en sus estudios clási- sica, sino amigo de Theodor Mommsen y estudioso 5 / 6 cos de la academia alemana, Ringer (1978) asegura de la numismática, materia sobre la que publicó am- or / que el 44.5 de la elite alemana (1315 personas) estaba pliamente, al grado que en 1868 fue nombrado peri u S constituido por académicos, en su gran mayoría pro- director de la sección de numismática del Museo n ó fesores universitarios de carrera. Ahora bien, alcan- de Berlín, y en 1872 miembro de la Academia de aci c u zar este tipo de puestos era bastante difícil y lento. Ciencias. Con esos datos se entiende que Simmel Ed y El primer paso era obtener el título de doctor, cosa le dedicara a él su tesis doctoral. d a d que en la época de Simmel se alcanzaba en prome- Simmel ingresó en la Universidad de Berlín en etivi dio a los 25 años. Luego, se pasaba por un periodo de 1876 y ahí estudió historia, psicología, etnología y ubj prueba para ser examinado mediante una nueva filosofía, lo cual ya daba muestra de sus diversos o, s et disertación y habilitado como privatdozent, con lo intereses. En cuatro años estuvo en condiciones de Suj o: que se podía dar clases pero sin recibir salario de la presentar una tesis doctoral, “Estudios psicológicos ntr e universidad. Generalmente esto tomaba unos seis y etnográficos sobre música”, pero la misma fue re- u c n años. Y finalmente pasaban al menos otros seis años chazada por los sinodales, quienes hicieron constar ee R además “numerosas faltas de ortografía y errores historia, estética, filosofía de la cultura. Es interesan- de estilo en su trabajo”. Uno de ellos, Herman von te también el hecho de que mientras fue privatdozent, Helmholtz, médico de origen, pero cuyas investi- hasta 1900, la mitad de sus trabajos aparecieron en gaciones abarcaban también temas de psicología, revistas académicas. Después de esa fecha, cuando acústica y física (de hecho su cátedra en Berlín, ob- probablemente estaba un tanto decepcionado de tenida en 1871, era de física), llegó incluso a afirmar esperar el reconocimiento académico, sólo el 28 por que “le haremos un gran favor si no lo estimulamos ciento de sus escritos apareció en ese tipo de revistas. a que siga en esta dirección” (Frisby, 1993:32). Lo que Coser argumenta es que Simmel, al no contar Lo notable es que el joven Simmel no parece haber con un puesto de profesor, y por tanto no partici- sido muy afectado por ese tropiezo inicial –lo cual par de la vida académica plenamente, lo que quiere habla de una fuerte autoestima–, y al año siguiente decir dirigir tesis, mantener seminarios, ofrecer una volvió a presentarse con el trabajo “Descripción y cartera de cursos limitada, discutir colegiadamente, valoración de las diversas opiniones de Kant sobre tuvo que orientar buena parte de su trabajo a un tipo la naturaleza de la materia”, el cual fue aceptado, de público no exactamente académico. Tenía que e incluso premiado. Cuatro años después, en 1885, ofrecer cursos “interesantes”, que atrajeran oyentes cuando ya había publicado una versión de su tesis (que debían pagar), y sus ensayos se dirigían a un rechazada y otro trabajo sobre la psicología de Dante, universo de lectores más extenso que el mundillo obtuvo la habilitación como privatdozent con una académico. En otras palabras, Simmel no podía ate- disertación sobre Kant. Esta categoría era la más nerse a las reglas de la vida académica, a su discipli- baja de la carrera académica en Alemania, indicaba un na intelectual, a la observancia de estándares fijos status de aprendiz y no estaba acompañada de salario de investigación, a la limitación de las fronteras disci- alguno. Simplemente permitía a quien lo ostentaba plinarias y la respetuosa atención a las contribucio- dar clases en la universidad y recibir un pago que de- nes de los colegas más establecidos. No es de extrañar pendía de los estudiantes inscritos en sus cursos. A que su creciente obra fuera recibida con alguna des- diferencia de la mayoría de sus colegas, Simmel de- confianza, y que su popularidad le ganara alguna cidió quedarse en Berlín y no buscar otras alterna- animadversión (Coser, 1958). tivas para mejorar su posición en provincia, de modo Este tipo de enseñanza y de indagación tampoco que los siguientes quince años permaneció en ese eran lo más a propósito para crear una escuela, bajo status.1 Mientras tanto, en 1890 contrajo ma- para tener seguidores dentro del mundo académico. trimonio con la pintora y filósofa Gertrude Kinel, También es verdad que a cambio, se podría hacer con quien procreó un hijo al año siguiente, Hans. una lista interminable de futuras personalidades del Aparentemente por esos años la familia Simmel no mundo de la cultura que asistieron a sus cursos y que tenía mayores urgencias de dinero, pues en 1884 fueron influidos por su obra. Sus cursos eran tan po- había muerto Friedlander y podían vivir con la pulares que ya en la década del 90 debía usar el aula herencia que había dejado a su protegido (Frisby, más grande de la universidad. Incluso uno tan poco 9. 1993, Watier, 2005). glamoroso como el de lógica atrajo a 80 estudiantes 6-1 Esta posición inferior en la academia, si bien y un seminario sobre psicología social a 70. A partir pp. no obstruyó el desarrollo intelectual de Simmel, sí de 1894, entre esa variedad de cursos, destaca el es..., n condicionó en alguna medida tanto la naturaleza hecho de que ofreciera cada año uno de sociología, a m de su enseñanza, como la de las publicaciones que al menos hasta 1908. Esto es interesante, porque ale daban cuenta de su investigación. Igual que los otros justamente un poco antes, había comenzado a pu- nes ari grandes clásicos de la ciencia social, Simmel trabajó blicar sus trabajos más sociológicos, que a la postre nd a intensamente. Como resume Frisby, al momento conformarían un cuerpo teórico bastante articulado, m os de su muerte, había publicado 25 libros (tres de ellos por el que sería más reconocido. El primero de esos y l el bastante voluminosos) y aproximadamente 300 ar- cursos atrajo ya a 152 estudiantes, nada mal si se m m tículos, reseñas y otros trabajos. Ya los números son compara con los 259 que se inscribieron a otro Si g bastante impresionantes, pero habría que añadir que “Sobre el pesimismo” que ofreció en el mismo año eor G esas publicaciones cubren una gama muy amplia de (Frisby, 1993). a, campos y temas: de psicología, filosofía, teoría de la Buena parte de la vida intelectual de Simmel trans- Garcí currió, entonces, en el espacio público, en periódicos, nas e d revistas, e incluso en los “salones” de la época, donde ár C 1. De hecho, recibió una oferta de cátedra en Johns Hopkins por parte de se reunían poetas, dramaturgos, novelistas, pintores, olás Stanley Hall en 1889, que por supuesto no aceptó (Gil, 1997). escultores. Se entiende que haya trabado amistad con Nic muchos de ellos, y que él mismo mantuviera un inquietas manos… La intensidad de su discurso indi- salón, que una asistente describió como “un lugar caba una suprema tensión de pensamiento; hablaba exquisito… (en el que los Simmel) Tienen un peque- abstractamente, pero este pensar abstracto emergía ño mundo cultural cerrado, con pocos amigos, una de preocupaciones vívidas, y así cobraban vida en el vigorosa cultura en estado puro” (Frisby, 1993:57). oyente… (Coser, 1958:637).2 Simmel se convertía, pues en una celebridad. De hecho, todos los testimonios coinciden en señalarlo Me he extendido un poco en esta goffmaniana des- como uno de los más brillantes conferencistas de cripción de Simmel dando clase, porque a la par su tiempo. Como tal, sin embargo, también atraía un que retrata su personalidad de un modo impresio- público variopinto que era visto con desconfianza nista, permite analizar la mezcla de distancia y cer- por el estado y la academia. canía que lo vinculaba tanto a su público como a sus colegas académicos. Su exitosa representación Atrajo estudiantes de las más variadas disciplinas; lo obligaba a tomar distancia de su público –y de visitantes extranjeros; intelectuales independientes hecho se sabe que era muy selectivo con sus amis- del mundo de las publicaciones, el periodismo y las tades–, pero a la vez sus colegas tomaban distancia artes; y un buen número de miembros de la “sociedad” de él mismo, a pesar de sus deseos de obtener su en busca de estímulo intelectual. No es una exagera- reconocimiento. 10 11 ción decir que muchas de las conferencias de Simmel Lo trágico del asunto reside en que Simmel bus- fueron eventos públicos y a menudo descritos como caba la aprobación del mundo académico. En 1898, tales en los periódicos (Coser, 1958: 637). un grupo de distinguidos profesores –entre ellos Dilthey, Schmoller y Wagner– propusieron al mi- Esta capacidad de atraer y ejercer una suerte de nistro de educación la promoción de Simmel en la fascinación en el oyente no siempre era bien valora- facultad de Filosofía. Para ese momento ya había da, más aun, me inclino a pensar que en ocasiones se publicado trabajos sobre la diferenciación social, mezclaba con cierto rechazo, como lo indican algu- sobre problemas de filosofía de la historia, sobre la nos testimonios. En todo caso, lo importante es que psicología del dinero, el artículo sobre superioridad y este público, o al menos una parte considerable, no subordinación, y el importante texto “El problema de juzgaba tales conferencias en términos del trabajo la sociología”, que se había traducido muy pronto sistemático y metódico sobre las evidencias o por la al francés y al inglés. En la propuesta lo asociaban con disciplinada presentación de sus descubrimientos, la teoría de la evolución de Spencer y sintetizaban sino más bien por “la brillantez de su performance, sus propósitos al trabajar en la “llamada sociología” la novedad de sus ideas y la habilidad de fascinar como el de analizar “las formas sociológicas, los pro- con ellas” (Coser, 1958;637). cesos y estructuras dominantes que se producen y Por lo que parece, lo que hacía Simmel en tales que afectan a la sociedad”, de modo que sus esfuer- conferencias era una especie de representación de su zos eran muy semejantes, según ellos, a lo que se propio personaje público. Un testimonio lo describe hacía en psicología social (Frisby, 1993:42). 12 0 como alguien que pensaba en voz alta, más aún, que Tal vez por ese problema para ubicar su trabajo, o e 2 br pensaba visiblemente, pues los asistentes podían casi porque el ministerio considerara que el profesor de m e ver cómo “operaba su cerebro”. Así, cada uno era 40 años aún no había producido una obra mayor, el Dici conducido a “participar en la construcción”, no se hecho es que rechazó la propuesta. No deja de sor- 5 / 6 podía sólo escuchar, se debía participar en el proceso prender esta resolución, dado el apoyo de tales perso- or / mismo de pensar. Otro testimonio indica todo esto nalidades; sin embargo, habrá que decir que tanto peri u S muy gráficamente: Schmoller como Wagner, si bien eran competentes n ó economistas (además de historiador el primero), no aci c u Uno podía observar cómo el proceso de pensar tomaba eran muy bien vistos por el ministerio debido a sus Ed y posesión del hombre entero, cómo la cansada figura convicciones de reforma social. De hecho, el propio ad d sobre la plataforma de conferencias se volvía el médium Schmoller había alcanzado su cátedra a los 44 años, etivi de un proceso intelectual, la pasión del cual era expresa- ubj da no sólo en palabras, sino también en gestos, movi- o, s et mientos, acciones. Cuando Simmel deseaba comunicar Suj a la audiencia el núcleo de una idea, no sólo la formula- S2t.e Ffarinsb Gy e(o1r9g9e3 s) odber eh seuc hpoo rdtee syli zvae setinm aelngtúan. Nmoo smé esni tsoe terla itnaf lduejo m deerla pimoeittaa- entro: ba, parecía manipularla al hablar, abriendo y cerrando ción o de una acentuada sensibilidad sobre el aspecto dramatúrgico de la ncu e sus dedos; todo su cuerpo oscilaba y vibraba bajo las interacción social. Re en 1882, pero en su tercera nominación. Dilthey, por Esta vez el ministerio de educación que debía resolver su parte, había criticado ya fuertemente el sesgo no era el prusiano, sino el de Baden, pero el rechazo positivista y empirista de las ciencias culturales y fue el mismo. La mecánica consistía en consultar al había disputado tanto con la escuela dominante en respecto a algunas figuras importantes de la academia, psicología como con la escuela neokantiana, domi- en este caso al historiador de la filosofía Wilhelm nante en filosofía. Más importante aún, los tres pare- Windelband, justamente el ocupante de la otra cáte- cían empeñados en impulsar una ampliación, una dra en Heidelberg, y al medievalista Dietrich Schäfer, apertura en estas ciencias, proyecto en el que Simmel quien tenía su cátedra de historia en Berlín, pero encajaba muy bien (Holborn, 1950, Gooch, 1977). había pasado algunos años en Heidelberg. Ambos Dos años después su candidatura se volvió a pre- rechazaron la propuesta; el primero por el carácter sentar. La nueva nominación, sin embargo, mantenía “destructivo” del pensamiento de Simmel (Salomon, sus dudas sobre la legitimidad del campo de la socio- 1995:48), el segundo por motivos que se han interpre- logía, al que calificaban como “un vivero de pseudo- tado como claramente racistas. Afortunadamente ciencia” en el que destacaba Simmel por “haber sa- contamos con la carta de Schäfer, donde desarrolla- bido extraer un conjunto de investigaciones útiles ba su argumento. del indeterminado concepto colectivo de sociología, Comenzaba por su célebre afirmación de que se y ha trabajado en él con exactitud científica” (Frisby, trataba de un “típico israelita, en su apariencia exter- 1993: 42-43). Esta vez no hubo un rechazo total de la na, en su conducta y en su manera de pensar”, y solicitud, pero sólo se le promovió a profesor extra- después ofrecía un balance de sus méritos literarios ordinario, por lo que siguió con un status marginal y académicos, así como de su “muy circunscrito y y auxiliar. No era aún miembro pleno de la academia, limitado” éxito. Reconocía, eso sí, la gran asistencia no tenía poder de decisión alguna, y sus ingresos a sus conferencias, pero señalaba que en ellas Simmel eran aún inseguros y escasos. Y así se conservó hasta hablaba muy lentamente, como a través de fragmen- 1914, a pesar de su fama ya mundial y de que su obra tos, de modo que ofrecía poco material aunque bien se enriquecía año con año. De hecho en el mismo redondeado, pulido y sucinto. Era muy apreciado año en que el ministerio rehusaba mezquinamente por ello entre “ciertas categorías de estudiantes la cátedra, se publicaba uno de sus mejores libros, la que son muy numerosos aquí en Berlín”. Una buena Filosofía del dinero. Cabe señalar que Simmel, en los parte eran mujeres, y el resto era un “extraordinaria- años siguientes, debe haber pensado mucho en la mente numeroso contingente del mundo oriental”, posibilidad de aceptar alguna opción en otra univer- tanto de quienes ya estaban asentados como de sidad, a pesar de que considerara tener méritos sufi- quienes fluían semestre a semestre. Un tal conferen- cientes para obtener la cátedra en su amada Berlín, cista “semítico, total, parcial o filosemítico, como en parte porque comenzó a escasearle justamente quiera que sea”, encontraría suelo fértil en una uni- el dinero (Vernik, 2007). La oportunidad llegó en versidad donde la parte correspondiente del cuerpo 1908, cuando una de las dos cátedras de filosofía estudiantil sumaba varios miles, “dada la cohesión 9. en Heidelberg se desocupó. Esta vez, la propuesta que prevalece en esos círculos”. En resumen: 6-1 no pudo ser más elogiosa y fue presentada por dos pp. figuras de esa universidad, Max Weber y Eberhard No imagino que la Universidad de Heidelberg fuera es..., n Gothein, en un documento que reconocía la singulari- especialmente favorecida por atraer este tipo de gente a m dad de Simmel, pues a sus 50 años era imposible a sus salas de conferencias. De hecho, me es imposible ale “situarlo en ninguna de las corrientes conocidas, (ya creer que el nivel de Heidelberg fuera a elevarse por nes ari que) siempre ha seguido su propio camino”. Afirma- permitir un más amplio espacio que el que ocupan ya nd a ban que: en la facultad, la visión del mundo y la filosofía de la os m vida que Simmel representa, las cuales, después de y l el No hay duda de que Simmel, con su extenso y plural todo, son demasiado obviamente diferentes de nuestra m m conocimiento y su penetrante energía intelectual, po- educación germano-cristiana clásica. Creo que tal g Si dría como nadie elevar la sociología del estado de una mezcla, en la medida en que puede ser deseable para un eor G compilación empírica de datos y reflexiones generales desarrollo saludable, ya ha sido alcanzada. Después de a, al rango de una auténtica disciplina filosófica. Si po- todo, sólo puede haber una justificación limitada para Garcí demos arraigarlo en Heidelberg, las ciencias sociales tendencias que minan y niegan más que fundamentar y nas e d en general y en sus diversas ramas… tendrían una construir, durante una era que está inclinada a endere- ár C representación tan amplia como no existe en parte zar todos los pilares –y que no siempre provienen de un ás ol alguna (Frisby, 1993:48). celo académico, sino también de una sed de notoriedad. Nic Luego de esta andanada, Schäfer no perdió ocasión un modus vivendi con esa modernidad que se pre- para criticar el apoyo de Schmoller, quien estaba sentaba con la doble cara de la democracia y la in- “siempre listo para engancharse en las innovacio- dustrialización. A la postre los modernistas, mucho nes”. Luego siguió con el estatuto de la sociología: más sensibles a las corrientes de la investigación contemporánea, fueron mejor conocidos en el ex- Es mi punto de vista, sin embargo, que la sociología terior, como Weber, Tonnies, Meinecke, Mannheim, todavía tiene que ganar su posición como una disci- mientras que los segundos en su tiempo fueron plina académica. Es, en mi opinión, el más peligroso mayoría y detentaron el poder dentro de las facul- error colocar a la sociedad en el lugar del Estado y tades (Fishman, 1970: 384-385). la Iglesia como el órgano decisivo de la coexistencia En cuanto a los campos de estudio, dentro de las humana. No me parecería correcto dar un reconoci- disciplinas sociales y humanísticas el poder y las pla- miento oficial a esta orientación tan pronto, no espe- zas estaban bastante desigualmente distribuidos. cialmente en una universidad tan importante para el Las ciencias sociales en su conjunto sólo tenían 35 Estado y la nación como Heidelberg lo es para Baden plazas en 1900, mientras que las humanidades con- y Alemania. Menos aún en la persona de alguien que taban con 347. Y dentro de éstas últimas, la filología y opera más a través del ingenio y del pseudo-ingenio la historia ocupaban los primeros lugares. Se ocu- que por un pensamiento sólido y sistemático (Coser, paban de las lenguas antiguas 92 profesores, de las 12 13 1993: 640-641). modernas 85 y de la historia 70 (Ringer, 1992). Por lo demás, dada la importancia política de su trabajo, los historiadores concentraron una buena parte del los mAndARines AlemAnes y simmel poder académico en la facultad de Filosofía. Tal Este dictamen sólo puede entenderse plenamente dominio fue, además, una especie de legado de dos en el contexto de las luchas por el poder entre los gigantes que trabajaron la mayor parte de sus vidas estudiosos de las cosas humanas en la Alemania de en Berlín: Ranke y Momsenn (Scott, 2006). El pri- fines del siglo xix y principios del xx. Conforme mero no sólo convirtió a la historia en una ciencia avanzó el siglo xix, como hemos dicho ya, el pro- basada en el trabajo sobre archivos y la crítica sis- fesorado universitario pasó a formar claramente temática de los documentos, sino que con su obra parte de la élite, lo cual en términos de este grupo contribuyó poderosamente a la creación misma del se tradujo en una estructura marcadamente jerár- Estado alemán. No sólo por recuperar su historia quica combinada con un fuerte sentido de casta: (básicamente política), sino ante todo por darle un mandarines, como les llamó Ringer. El mecanismo sentido. Como resume Gooch (1977): por el cual se obtenían las plazas derivó en una re- lación estrecha con la burocracia dominante. Declaró que la historia no era el caos que parecía a simple vista. Había fuerzas creadoras, energías mora- Los profesores recibían las bendiciones del estado al les actuantes, que le daban valor y significado. Los esta- garantizar ‘libertad académica’, ‘autonomía’ y un sta- dos eran entidades intelectuales, creaciones del es- 12 0 2 tus burocrático alto mientras que el estado a cambio píritu humano, pensamientos de Dios. Ningún pueblo e br recibía el apoyo de sus profesores. Al hacer eso, los podía vivir por sí mismo, y el carácter de cada uno m e profesores racionalizaron su apoyo al gobierno au- sólo se desarrollaba en el contacto con el todo. La esen- Dici toritario definiendo el estado en términos culturales cia de su mensaje era proclamar el deber que tienen los 5 / 6 más que políticos (Fishman, 1970:384). estados de salvaguardar su individualidad desarro- or / llándose conforme a la orientación de su crecimiento peri u S Aun cuando algunos no actuaran políticamente de histórico. n ó manera abierta, el hecho es que se convirtieron aci c u en voceros informales del régimen en la medida en Ranke tuvo muchos discípulos, pero sobre todo tuvo Ed y que compartían y representaban claramente sus va- discípulos brillantes, pues no sólo lo escucharon en d a d lores, como una especie de guías intelectuales de la el aula, sino que comenzaban trabajando en su célebre etivi sociedad (Abisetti, 1994: 455). Es verdad que Ringer seminario, una escuela de erudición verdadera. Lo ubj hacía una división entre ellos: por un lado estaban importante es que ellos continuaron con la obra del o, s et los “ortodoxos” y por el otro los “acomodacionistas” maestro, recuperando diversos periodos y aspectos Suj o: o “modernistas”: los primeros defendían su status de la historia de los pueblos alemanes, pero sobre ntr e contra toda amenaza proveniente de la modernidad, todo sugiriendo que había una dirección, el rumbo de u c n y los segundos pensaban que se podía encontrar la unificación. Uno de ellos, Giesebrecht, explicaba ee R en el prólogo de una obra que le llevó veinte años Inicialmente había criticado a los judíos como burgue- de trabajo que: “La historia enseña que el alma ses materialistas; ahora los atacaba como una amenaza vale más que el cuerpo. La ciencia de la historia ale- a los valores tradicionales: estaban minando la dedi- mana es una antorcha que ilumina nuestra senda cación alemana al trabajo por su propio bien al trans- e irradia su luz, tanto hacia delante como hacia formar toda actividad en una transacción comercial. atrás” (Gooch, 1977:130). No sólo estaban destruyendo gradualmente la fuerza Sobre el nuevo status conseguido por Ranke moral alemana, también estaban debilitando la naciona- para la investigación histórica, surgió un grupo de lidad germana y la confianza en sí misma por su agre- historiadores conocido como la “escuela prusiana”, sividad y por las reacciones que su actitud estaba justamente en Berlín. Los más importantes fueron provocando (Dorparlen, 1972: 19). Droysen, Sybel y Treitschke. Estos profesores, si bien deben haber recibido el influjo indirecto de Ranke, El creciente conservadurismo de Treitschke incluso tuvieron como influencia predominante a Dahlmann, lo separó en esos años de sus colegas del partido un historiador y teórico político de “vigorosa per- liberal nacional (partido al que representó en el sonalidad” que predicó el evangelio de la unidad Reichstag de 1871 a 1884), pero desde la cátedra que alemana bajo la forma de una monarquía constitucio- finalmente ocupó en Berlín el año de 1874 (contra la nal. Estos historiadores no se limitaron, como Ranke opinión de Ranke –que lo consideraba un publicista y sus discípulos, a investigar las cosas que realmente no un historiador– y de parte de la facultad), conti- había sucedido, sino que impulsaron un proyecto nuó desarrollando su prédica a través de un curso político. Más aún, fueron militantes del mismo. Así, de política que atraía multitudes al auditorio más Droysen, en su Historia de la política prusiana, una grande de la universidad. Ahí educó a muchas ge- obra que le llevó 30 años de trabajo y se plasmó en 14 neraciones en el desdén de las actividades comer- volúmenes, escribió acerca del deber prusiano (y de ciales y de las clases bajas, en la inferioridad de los los Hohenzollern) de encabezar la unión alemana. judíos y no alemanes, la ineficacia de los parlamen- Sybel, por su parte, pronto estableció sus diferencias tos y partidos, y los efectos saludables de la agresión con Ranke al colocar por encima de la objetividad y la guerra. Predicaba, sobre todo, que el ascenso de la “severidad ética indispensable a todo perfecto Alemania al poder mundial dependía justamente historiador”. La suya estaba hecha de una profunda de la actividad de ciudadanos viriles (Dorparlen, 1972: animadversión hacia Francia, Austria, y el catolicis- 30). Al mismo tiempo trabajaba en lo que sería su mo. Su historia de la fundación del imperio por obra maestra, su Historia de Alemania en el siglo xix, Bismarck era así la narración de una política siempre cuyos volúmenes se vendieron por miles conforme ”irreprochable y correcta”, la de un estado modelo salían al mercado. Esta obra, dice Gooch (1977: 160), (Gooch, 1977). El más grande de estos tres historiadores, … era mucho más que un retrato político. Presentaba Treitschke, en realidad comenzó su carrera como un un cuadro enciclopédico del desarrollo nacional. Hacía 9. apologista de la unidad alemana (bajo la conduc- vivir un periodo desvaído. Presentaba la época, no 6-1 ción prusiana, claro), de un liberalismo fundado en como una era de decadencia, sino como una reunión pp. una “vida nacional sabiamente ordenada y en una de las fuerzas que conducirían a la unidad y como un es..., n buena administración” más que en el poder de los tiempo de incomparable actividad intelectual. Es el a m parlamentos y, sobre todo, de la necesidad de un único de la escuela prusiana que abarca la cultura en ale Estado. La unidad era un deber moral y justificaba su visión, y estudia con gran cuidado el movimiento de nes ari incluso el uso de la fuerza y la política de anexión la opinión y el desarrollo de la literatura y la erudición… nd a bismarckiana. Los dos pilares del nuevo imperio, de Su estilo tiene una fuerza y una riqueza incomparables, os m un estado fuerte, debían ser, para él, la burocracia y y domina el humor y la emoción…Es el artista literario y l el el ejército, quienes lo protegerían de “intereses ma- de la escuela prusiana. Por la magia del estilo y su palpi- m m terialistas y particularistas”. En su apoyo deman- tante vitalidad iguala a Momsenn y deja atrás a todos g Si daba también una escuela que enseñara disciplina, los demás historiadores alemanes. eor G subordinación y dedicación a la causa del Estado. Por a, lo demás, a su visión peyorativa de las clases bajas y Garcí los socialistas (a los que proponía enfrentar con la nas e fuerza, no con argumentos), en los años 70 unió una árd C prédica contra los judíos, alarmado por lo que con- 3. Vale la pena señalar que Schmoller publicó una réplica a sus argumentos olás sideraba su creciente influencia (Dorparlen, 1972).3 contra los “socialistas de cátedra” (Gooch, 1977: 161). Nic

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clásico cien años después, seguro le habría resultado congruente con la naturaleza relacional y dialéctica. Georg Simmel y los mandarines alemanes.
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