Estudios Políticos ISSN: 0185-1616 [email protected] Universidad Nacional Autónoma de México México García Jurado, Roberto El método comparativo de Gabriel Almond Estudios Políticos, vol. 9, núm. 13-14-15, enero-diciembre, 2008, pp. 91-109 Universidad Nacional Autónoma de México Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=426439539006 Cómo citar el artículo Número completo Sistema de Información Científica Más información del artículo Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Página de la revista en redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto EL M(cid:201)TODO COMPARATIVO DE GABRIEL ALMOND 91 El mØtodo comparativo de Gabriel Almond Roberto Garc(cid:237)a Jurado Resumen Gabriel Almond es uno de los polit(cid:243)logos contemporÆneos mÆs reconocidos. Dentro del ex- tenso campo de la ciencia pol(cid:237)tica, el Ærea a la que mÆs atenci(cid:243)n ha dedicado es a la pol(cid:237)- tica comparada. En este terreno, sus teor(cid:237)as de la cultura c(cid:237)vica y el desarrollo pol(cid:237)tico han tenido una gran repercusi(cid:243)n en el mundo acadØmico. Junto con Easton, ha desarrollado ampliamente el concepto de sistema pol(cid:237)tico para ponerlo en el centro de la pol(cid:237)tica compa- rada. Sin embargo, el mØtodo que ha propuesto para comparar los diferentes sistemas pol(cid:237)- ticos del mundo presenta una serie de limitaciones que tratan de seæalarse en este texto. Palabras clave: Pol(cid:237)tica comparada, desarrollo pol(cid:237)tico, sistema pol(cid:237)tico, secularizaci(cid:243)n cultural, diferenciaci(cid:243)n estructural. Abstract Gabriel Almond is a contemporary well-known political scientist. In the wide discipline of the political science, the most attractive field for him has been the comparative politics. His theories of the civic culture and political development have had a huge importance in the academic environment. To follow the path marked by Easton, Almond has developed at length the concept of political system to put it in the center of the comparative politics. However, the method proposed by Almond to compare the political systems of the world has many problems which are indicated in this paper. Key words: Comparative politics, political development, political system, structural differentiation, cultural secularization i fuera necesario atribuir a Gabriel Almond un subcampo de espe- S cializaci(cid:243)n dentro de la extensa disciplina de la ciencia pol(cid:237)tica, sin duda alguna Øste ser(cid:237)a el de la pol(cid:237)tica comparada, materia a la cual no s(cid:243)lo estÆn asociadas sus principales aportaciones te(cid:243)ricas, sino a la que tambiØn ha dado un enorme impulso gracias a su labor institucio- nal. Tal vez la parte mÆs sobresaliente de Østa sea su funci(cid:243)n como pre- sidente fundador del Comittee on Comparative Politics del Social Science ESTUDIOS POL˝TICOS, N(cid:218)MS. 13, 14, 15. NOVENA (cid:201)POCA, ENERO-DICIEMBRE, 2008 92 ROBERTO GARC˝A JURADO Research Council, desde donde promovi(cid:243) la realizaci(cid:243)n de la serie Stu- dies in Political Development, de la cual los siete volœmenes que llega- ron a editarse se convirtieron muy pronto en textos clÆsicos de la materia.1 El enfoque funcional de la pol(cid:237)tica En tØrminos te(cid:243)ricos, una de las aportaciones mÆs importantes de Almond a la pol(cid:237)tica comparada es el desarrollo de lo que llam(cid:243) el enfoque fun- cional de la pol(cid:237)tica,2 que si bien describi(cid:243) en tØrminos generales en The politics of the developing areas y en el art(cid:237)culo (cid:147)A developmental approach to political system(cid:148), no fue sino hasta el libro Comparative politics donde desarroll(cid:243) ampliamente esta teor(cid:237)a.3 En estos escritos (cid:151)y en los demÆs en que trata el tema(cid:151) Almond plantea que el prop(cid:243)sito fundamental del enfoque funcional es ofrecer un esquema de anÆlisis general y sistemÆtico para los estudios de la pol(cid:237)- tica comparada. De acuerdo a su diagn(cid:243)stico, hasta ese momento la pol(cid:237)tica comparada se hab(cid:237)a visto limitada principalmente por tres factores: el etnocentrismo, el formalismo y el Ænimo descriptivo. Es decir, hasta enton- ces los anÆlisis de pol(cid:237)tica comparada se dirig(cid:237)an en su gran mayor(cid:237)a al estudio de los pa(cid:237)ses occidentales desarrollados; tomaban en cuenta fundamentalmente el aspecto formal e institucional de su actividad pol(cid:237)- tica, y su prop(cid:243)sito y objetivo general era la descripci(cid:243)n de la forma y fun- cionamiento del sistema pol(cid:237)tico integral. Es probable que estas limitaciones se debieran en buena medida a la configuraci(cid:243)n del orden mundial previo a la segunda gran guerra, en el cual parec(cid:237)a que no s(cid:243)lo hab(cid:237)a una fuerte diferencia entre las institucio- nes pol(cid:237)ticas de los pa(cid:237)ses coloniales y los colonizados; de los occiden- 1 Los t(cid:237)tulos y editores de los libros de esta serie son los siguientes: 1. Commu- nications and political development, edited by Licien W. Pye; 2. Bureaucracy and political development, edited by Joseph LaPalombara; 3. Political modernization in Japan and Turkey, edited by Robert E. Ward and Dankward A. Rustow; 4. Education and political development, edited by James S. Coleman; 5. Political culture and political development, edited by Lucian W. Pye and Sidney Verba; 6. Political parties and political development, edited by Joseph LaPalombara and Myron Weiner, y 7. Crisis and sequenses in political development, by Leonard Binder et al. 2 Al que tambiØn se le ha llamado (cid:147)funcionalismo sistØmico(cid:148) o (cid:147)funcionalismo estructu- ral(cid:148). 3 VØase Gabriel A. Almond y James S. Coleman (eds.), The politics in the developing areas, op. cit.; Gabriel A. Almond, (cid:147)A developmental approach to political system(cid:148), World Politics, vol. 17, no. 2, January, 1965, y Gabriel A. Almond y G. B. Powell, Pol(cid:237)tica compa- rada. Una concepci(cid:243)n evolutiva, op. cit. CENTRO DE ESTUDIOS POL˝TICOS, FACULTAD DE CIENCIAS POL˝TICAS Y SOCIALES, UNAM EL M(cid:201)TODO COMPARATIVO DE GABRIEL ALMOND 93 tales y orientales; de los capitalistas y comunistas; de los modernos y los tradicionales, sino que ademÆs, dentro de cada una de estas categor(cid:237)as, hab(cid:237)a tambiØn notables diferencias, que parec(cid:237)an hacer insalvables los obstÆculos para la comparaci(cid:243)n. La interacci(cid:243)n y compenetraci(cid:243)n de las diferentes culturas nacionales que a nivel mundial provoc(cid:243) la guerra, propici(cid:243) tambiØn que la pol(cid:237)tica fuera vista de una nueva manera; que en lugar de resaltarse las diferencias institucionales, se trataran de realzar las similitudes y regularidades. As(cid:237), para superar estas limitaciones, Almond propuso examinar a las institu- ciones pol(cid:237)ticas desde esta nueva perspectiva: verlas como una actividad que se desarrolla en toda sociedad y, por lo tanto, que necesariamente tienen correspondencias y semejanzas en cada una de ellas. Para contemplar a la pol(cid:237)tica desde esta perspectiva, era conveniente interpretar el conjunto de actividades e interacciones pol(cid:237)ticas como una serie de funciones que se desarrollaban dentro de un sistema pol(cid:237)tico. Desde el punto de vista de Almond, entender la vida pol(cid:237)tica de una sociedad como un sistema pol(cid:237)tico en el cual se cumplen determinadas funciones, ten(cid:237)a dos ventajas fundamentales. La primera de ellas era que con un enfoque de este tipo pod(cid:237)a elevarse al mÆximo la abstracci(cid:243)n del anÆlisis pol(cid:237)tico comparado, alcanzar una dimensi(cid:243)n universal, ya que por este medio se podr(cid:237)a emprender el estudio de cualquier tipo de socie- dad. Con este enfoque (cid:151)afirmaba Øl(cid:151) se superar(cid:237)an los problemas que enfrentaba la pol(cid:237)tica comparada, cuyo alcance se ve(cid:237)a limitado por la diferencia de instituciones pol(cid:237)ticas existentes en cada sociedad, impi- diendo as(cid:237) la comparaci(cid:243)n de sus estructuras. En este sentido, si se obser- vaban y destacaban las funciones y no las instituciones, se reducir(cid:237)a el problema de la variedad y diversidad de Østas, y el analista podr(cid:237)a sumar de manera ilimitada los casos de estudio que deseara para hacer su com- paraci(cid:243)n, con la certeza de que siempre encontrar(cid:237)a similitudes funcio- nales. La otra ventaja era mucho mÆs importante para los prop(cid:243)sitos de Gabriel A. Almond. Consideraba que tratando la vida pol(cid:237)tica de la sociedad como si fuera un sistema, tendr(cid:237)a la oportunidad de encontrar los patro- nes de repetici(cid:243)n, comunicaci(cid:243)n e interacci(cid:243)n que tienen los otros siste- mas del universo, a partir de lo cual podr(cid:237)a tambiØn formular las previsiones y predicciones que permite la teor(cid:237)a general de sistemas, encaminÆndose as(cid:237) a un enfoque mÆs cient(cid:237)fico de la pol(cid:237)tica. Indudablemente, esta ambiciosa pretensi(cid:243)n del enfoque funcional es- taba animada por la revoluci(cid:243)n conductista, por su Ænimo cientificista que impulsaba a la bœsqueda de mØtodos y tØcnicas de anÆlisis social y pol(cid:237)- tico mÆs precisos. Almond admit(cid:237)a que dif(cid:237)cilmente alcanzar(cid:237)a los grados de precisi(cid:243)n de otras ciencias, pero consideraba que al menos por esta ESTUDIOS POL˝TICOS, N(cid:218)MS. 13, 14, 15. NOVENA (cid:201)POCA, ENERO-DICIEMBRE, 2008 94 ROBERTO GARC˝A JURADO v(cid:237)a podr(cid:237)a construir lo que Øl llamaba una teor(cid:237)a probabil(cid:237)stica de la pol(cid:237)- tica.4 Como el mismo Almond lo reconoci(cid:243), el enfoque funcional estaba pro- fundamente influido por la teor(cid:237)a de sistemas, particularmente por quien introdujo esta teor(cid:237)a general en el estudio de la pol(cid:237)tica, David Easton, que con su libro clÆsico The political system marc(cid:243) todo un cambio de rumbo en la teor(cid:237)a y el mØtodo de la ciencia pol(cid:237)tica.5 En The political system, Easton hac(cid:237)a una evaluaci(cid:243)n del estado de la ciencia pol(cid:237)tica en esa Øpoca, concluyendo que su mØtodo y su aparato conceptual no eran los mÆs apropiados. El cambio que propon(cid:237)a Easton alcanzaba al propio vocabulario de la ciencia pol(cid:237)tica, introduciendo el concepto de sistema pol(cid:237)tico, que resultar(cid:237)a fundamental no s(cid:243)lo para su propio esquema te(cid:243)rico, sino tambiØn para el conjunto de la disciplina. Almond, retomando a Easton, propon(cid:237)a tambiØn que se renovara com- pletamente el vocabulario de la ciencia pol(cid:237)tica, colocando al sistema pol(cid:237)- tico como uno de los conceptos bÆsicos de anÆlisis.6 Para ambos, el con- cepto de Estado deb(cid:237)a ser superado no s(cid:243)lo porque estaba asociado a la antigua escuela formalista e institucionalista de la ciencia pol(cid:237)tica, sino por- que era muy poco œtil para fines descriptivos y anal(cid:237)ticos. Almond cre(cid:237)a que una de las mayores ventajas del enfoque funcional era que se concentraba en la identificaci(cid:243)n de las diferentes funciones que deb(cid:237)a cumplir el sistema pol(cid:237)tico en cada sociedad. De acuerdo a su planteamiento, una observaci(cid:243)n atenta de los diferentes sistemas pol(cid:237)- ticos permit(cid:237)a deducir que todos ellos realizan determinadas funciones de conversi(cid:243)n pol(cid:237)tica, que Almond clasificaba en seis tipos: 1. Articulaci(cid:243)n de intereses o demandas. 2. Agregaci(cid:243)n o combinaci(cid:243)n de intereses en propuestas pol(cid:237)ticas. 3. Conversi(cid:243)n de propuestas pol(cid:237)ticas en normas autoritarias. 4 Acerca de las limitaciones de este enfoque funcional, puede verse M. G. Smith, (cid:147)Un enfoque estructural de la pol(cid:237)tica comparada(cid:148), en David Easton (comp.), Enfoques sobre la teor(cid:237)a pol(cid:237)tica, Buenos Aires, Amorrortu,1992. 5 VØase David Easton, The political system. An inquiry into the state of political science, New York, Alfred A. Knopf, 1971 (11953). VØase tambiØn el reconocimiento de la influencia de Easton en la ciencia pol(cid:237)tica y en Øl mismo, en Gabriel A. Almond, (cid:147)The political system and comparative politics(cid:148), en Kristen Renwick Monroe (ed.), Contemporary empirical political theory, Berkeley, University of California Press, 1997. 6 (cid:147)As(cid:237), en lugar del concepto de (cid:145)Estado(cid:146), limitado como estÆ al significado legal e institucional, preferimos el de (cid:145)sistema pol(cid:237)tico(cid:146); en lugar de (cid:145)poderes(cid:146), el cual nuevamente es un concepto de connotaci(cid:243)n legal, hemos comenzado a preferir (cid:145)funciones(cid:146); en lugar de (cid:145)cargos(cid:146) (tambiØn legal), preferimos (cid:145)roles(cid:146); en lugar de (cid:145)instituciones(cid:146), que nuevamente nos dirige hacia normas formales, (cid:145)estructuras(cid:146); en lugar de (cid:145)opini(cid:243)n pœblica(cid:146) e (cid:145)instrucci(cid:243)n ciu- dadana(cid:146), formales y racionales en significado, preferimos (cid:145)cultura pol(cid:237)tica(cid:146) y (cid:145)socializaci(cid:243)n pol(cid:237)tica(cid:146).(cid:148) Gabriel A. Almond y James S. Coleman (eds.), op. cit., p. 4. CENTRO DE ESTUDIOS POL˝TICOS, FACULTAD DE CIENCIAS POL˝TICAS Y SOCIALES, UNAM EL M(cid:201)TODO COMPARATIVO DE GABRIEL ALMOND 95 4. Aplicaci(cid:243)n de las normas generales a casos particulares. 5. Adjudicaci(cid:243)n de las normas en casos particulares. 6. Transmisi(cid:243)n de esta informaci(cid:243)n hacia dentro y hacia fuera del sis- tema. Al hacer esta clasificaci(cid:243)n, Almond hizo todo lo posible para presentar un esquema funcional y no institucional del proceso pol(cid:237)tico. Aunque reco- noc(cid:237)a que cada una de estas funciones era desarrollada en las socie- dades modernas por instituciones espec(cid:237)ficas, como es el caso de la articulaci(cid:243)n de intereses, que realizan esencialmente los grupos de inte- rØs, o la agregaci(cid:243)n de intereses, que realizan los partidos pol(cid:237)ticos, insis- t(cid:237)a en que su utilidad radicaba precisamente en que este esquema pod(cid:237)a aplicarse a cualquier tipo de sociedad, ya que en todas ellas se lle- vaban a cabo estas funciones. No obstante, a pesar de las intenciones de Almond, la observaci(cid:243)n de estas seis funciones remite inevitablemente a la estructura pol(cid:237)tica ins- titucional de la sociedad moderna. Las funciones 1 y 2 corresponden a los grupos de interØs y a los partidos pol(cid:237)ticos, como puede notarse, en tanto que las funciones 3, 4 y 5 corresponden fielmente a los objetivos que normalmente se atribuyen a los poderes pœblicos de la clÆsica doctrina tripartita, es decir, el Poder Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. ObservÆn- dolo de este modo, la innovaci(cid:243)n del enfoque funcional no parec(cid:237)a tan ori- ginal, no al menos en este aspecto. De este modo, a pesar de la tentativa del enfoque funcional para de- sembarazarse de la estructura institucional del Estado, la clasificaci(cid:243)n resultante sugiere evidentes puentes entre ambas concepciones. AdemÆs, la intenci(cid:243)n del enfoque funcional para desechar el concepto del Estado tiene tambiØn sus ra(cid:237)ces en las concepciones pluralistas de Almond, que otorgan a los grupos de interØs y las asociaciones voluntarias una fun- ci(cid:243)n muy importante dentro de los sistemas pol(cid:237)ticos modernos. As(cid:237), la sustituci(cid:243)n del concepto de Estado por el de sistema pol(cid:237)tico no s(cid:243)lo responde a prop(cid:243)sitos anal(cid:237)ticos, sino que tambiØn se ajusta a una concepci(cid:243)n y a un modelo de poder pol(cid:237)tico: Almond rechaza el concepto de Estado porque, a su juicio, remite directamente a la teor(cid:237)a de la soberan(cid:237)a del poder pol(cid:237)tico, que considera poco œtil para el anÆli- sis pol(cid:237)tico moderno; en cambio, acepta el concepto de sistema pol(cid:237)tico porque considera que Øste da una consideraci(cid:243)n mayor a otros factores de poder social. A pesar de su aparente ajuste a las condiciones de la modernidad pol(cid:237)tica, las versiones clÆsicas del pluralismo, as(cid:237) como esta versi(cid:243)n del enfoque funcional, relativizan en exceso la funci(cid:243)n del Estado, y parecen considerarlo un elemento mÆs del sistema pol(cid:237)tico, equiparÆndolo a otros ESTUDIOS POL˝TICOS, N(cid:218)MS. 13, 14, 15. NOVENA (cid:201)POCA, ENERO-DICIEMBRE, 2008 96 ROBERTO GARC˝A JURADO elementos de Øste, lo cual resta al Estado una buena parte de la preemi- nencia, el poder y la responsabilidad que tiene aœn en las sociedades mÆs pluralistas.7 AdemÆs de esta disoluci(cid:243)n del Estado en el sistema pol(cid:237)tico, Almond asumi(cid:243) una buena parte de la cr(cid:237)tica que se dirigi(cid:243) a la teor(cid:237)a de siste- mas. En principio, la teor(cid:237)a de sistemas que lo guiaba en su interpretaci(cid:243)n del sistema pol(cid:237)tico, le hac(cid:237)a suponer que los sistemas viven normalmente en equilibrio; que los desajustes son pasajeros, y que al final se vuelve a un nuevo equilibrio. No obstante, tanto la teor(cid:237)a general de sistemas como su enfoque funcional, no permiten incorporar fÆcilmente la idea de que muchos desequilibrios sistØmicos son prolongados; que varios de ellos no conducen al equilibrio, sino a un nuevo desequilibrio; que existen algunos que parecen mantenerse en desequilibrio permanente, y que no todos los subsistemas o elementos del sistema son equiparables.8 Como puede verse, el sustrato te(cid:243)rico del enfoque funcional de Al- mond denota la importancia que concede al pluralismo, el cual considera uno de los elementos estructurales mÆs importantes de las sociedades modernas, mÆs aœn, puede decirse que constituye uno de los dos facto- res determinantes de lo que considera el desarrollo pol(cid:237)tico. El desarrollo pol(cid:237)tico Almond plantea que el desarrollo pol(cid:237)tico se define esencialmente por medio de dos indicadores: por el grado de secularizaci(cid:243)n cultural y por el grado de diferenciaci(cid:243)n estructural. En tØrminos generales, esto significa que un sistema pol(cid:237)tico moderno se diferencia de uno tradicional sencilla- mente por su mayor secularizaci(cid:243)n y diferenciaci(cid:243)n estructural.9 Sin embargo, a pesar de su relativa transparencia, tanto el concepto de desarrollo pol(cid:237)tico como sus dos indicadores no estÆn del todo libres de cuestionamiento. La cr(cid:237)tica mÆs recurrente con respecto al concepto de desarrollo pol(cid:237)- tico es que la distinci(cid:243)n de pa(cid:237)ses desarrollados obliga a estigmatizar como subdesarrollados a otros, diferenciaci(cid:243)n que dif(cid:237)cilmente elude el 7 VØase el art(cid:237)culo de Almond, (cid:147)El retorno al Estado(cid:148), recopilado en Una disciplina segmentada. Escuelas y corrientes en las ciencias pol(cid:237)ticas, MØxico, FCE, 1999 (11990). 8 VØase Oran R. Young, Sistemas de ciencia pol(cid:237)tica, MØxico, FCE, 1972. 9 Una caracterizaci(cid:243)n de un sistema pol(cid:237)tico tradicional muy similar a la que har(cid:237)a el propio Almond, se encuentra en el texto de quien puede considerarse uno de sus princi- pales colaboradores: Lucian W. Pye, Politics, personality and nation building. Burma(cid:146)s search for identity, New Haven, Yale University Press, 1962. VØase sobre todo las sec- ciones I y II. CENTRO DE ESTUDIOS POL˝TICOS, FACULTAD DE CIENCIAS POL˝TICAS Y SOCIALES, UNAM EL M(cid:201)TODO COMPARATIVO DE GABRIEL ALMOND 97 terreno de los juicios de valor, las apreciaciones etnocentristas o la incom- prensi(cid:243)n cultural.10 El concepto de desarrollo pol(cid:237)tico parece forzar incluso la elecci(cid:243)n de un eje o una variable sobre la cual hacer las mediciones correspondien- tes, haciØndose dif(cid:237)cil as(cid:237) evitar el tratamiento de las diferencias cultu- rales como si fueran diferencias en los niveles de desarrollo, y tambiØn puede orillar a suponer que la situaci(cid:243)n de algunos pa(cid:237)ses es necesa- riamente el escenario futuro de otros. En lo que respecta al primero de los indicadores espec(cid:237)ficos que uti- liza Almond para medir el desarrollo pol(cid:237)tico, la secularizaci(cid:243)n cultural, hay que decir que no entiende por secularizaci(cid:243)n ese proceso hist(cid:243)rico de disociaci(cid:243)n entre lo civil y lo religioso, sino que lo interpreta sobre todo como un proceso de racionalizaci(cid:243)n; espec(cid:237)ficamente como el incremento de la capacidad racional, anal(cid:237)tica y emp(cid:237)rica de la acci(cid:243)n pol(cid:237)tica humana. En tanto que Almond considera que una de las consecuencias mÆs sobre- salientes de la modernizaci(cid:243)n es la creencia en que las condiciones de vida pueden ser alteradas a travØs de la acci(cid:243)n humana, uno de los rasgos del desarrollo pol(cid:237)tico que le parecen mÆs relevantes es precisamente la ad- quisici(cid:243)n de esa mayor racionalidad pol(cid:237)tica que describe como seculari- zaci(cid:243)n cultural. Almond llega a plantearlo tambiØn en tØrminos parsonianos, seæalando que una cultura pol(cid:237)tica debe secularizarse para generar actitudes y re- glas universalistas, diferentes de las normas particularistas que caracteri- zan a las sociedades tradicionales. Atendiendo al conjunto de la teor(cid:237)a de Almond, la secularizaci(cid:243)n cultu- ral tiene un l(cid:237)mite, o al menos la racionalizaci(cid:243)n que propone debe enten- derse en un sentido muy particular. Esto es as(cid:237) porque en su teor(cid:237)a de la cultura pol(cid:237)tica insiste recurrentemente en que el ciudadano moderno no es un ser racional, y tampoco tiene porquØ serlo.11 Evidentemente, tam- poco es un ser dominado por un esp(cid:237)ritu mÆgico o animista, por lo que surge la cuesti(cid:243)n: ¿quØ grado de racionalidad se atribuye al individuo de la sociedades modernas? Al parecer, lo que Almond pretende decir es que se trata de un ser racional s(cid:243)lo hasta determinado punto. ¿Hasta cuÆl? Eso no queda del todo claro, pero es la œnica manera en que pueden conciliarse 10 VØase Fred W. Riggs, (cid:147)The rise and fall of political development(cid:148), en Samuel L. Long, The handbook of political behavior, vol. 4, New York, Plenum, 1981; Bertrand Badie y Guy Hermet, Pol(cid:237)tica comparada, MØxico, FCE, 1993. 11 VØase el texto clÆsico Gabriel Almond y Sydney Verba, The civic culture, Princeton, Princenton University Press, 1963. VØase tambiØn Gabriel Almond, Ventures in political science. Narratives and reflections, Boulder, Lynne Rienner, 2002; Gabriel Almond y Sid- ney Verba (eds.), The civic culture revisited, Boston, Little, Brown and Company, 1980. ESTUDIOS POL˝TICOS, N(cid:218)MS. 13, 14, 15. NOVENA (cid:201)POCA, ENERO-DICIEMBRE, 2008 98 ROBERTO GARC˝A JURADO las dos proposiciones de Almond sobre la irracionalidad del ciudadano moderno y la racionalidad del proceso de secularizaci(cid:243)n cultural. La secularizaci(cid:243)n cultural debe conducir tambiØn a una situaci(cid:243)n en la cual la cultura pol(cid:237)tica sea homogØnea. En este caso, Almond se refiere a una homogeneidad general, al acuerdo y entendimiento generalizado de los ciudadanos sobre una serie de nociones y valores pol(cid:237)ticos bÆsicos, sin los cuales se enfrenta a una fragmentaci(cid:243)n cultural que compromete seriamente la estabilidad de las instituciones democrÆticas. En este sen- tido es en el que Almond considera que las sociedades tradicionales, o los sistemas democrÆticos inestables, se caracterizan por una cultura pol(cid:237)- tica fragmentada, heterogØnea.12 La diferenciaci(cid:243)n estructural es el otro indicador del desarrollo pol(cid:237)tico. A pesar de que Almond considera que todos los sistemas pol(cid:237)ticos cum- plen las misma funciones, no todos ellos cuentan con las mismas estruc- turas para hacerlo. As(cid:237), es precisamente la diversidad, complejidad y auto- nom(cid:237)a de Østas lo que indica el nivel de desarrollo. Los sistemas pol(cid:237)ticos tradicionales mÆs simples tienen, entonces, estructuras pol(cid:237)ticas elemen- tales, apenas diferenciadas, que funcionan de manera irregular, por lo que frecuentemente Almond los denomina sistemas pol(cid:237)ticos intermitentes. Por el contrario, los sistemas pol(cid:237)ticos mÆs desarrollados tienen estructuras muy diversificadas y complejas, cuyo mayor nivel de desarrollo se observa cuando Øste ha alcanzado tambiØn lo que Almond llama la infraestructura pol(cid:237)tica. La distinci(cid:243)n que establece Almond entre el desarrollo de las estruc- turas pol(cid:237)ticas y la infraestructura pol(cid:237)tica es fundamental en su concep- ci(cid:243)n de la modernizaci(cid:243)n pol(cid:237)tica. Considera que las dos fases mÆs impor- tantes en la maduraci(cid:243)n de los sistemas pol(cid:237)ticos son la diferenciaci(cid:243)n de cada uno de estos dos tipos de estructuras. Cuando se refiere a la diferen- ciaci(cid:243)n de estructuras pol(cid:237)ticas estÆ aludiendo directamente a las institucio- nes pol(cid:237)ticas de una sociedad, a sus (cid:243)rganos y agencias de gobierno, que para desempeæar adecuadamente sus funciones en el mundo moderno deben adquirir un elevado grado de diversidad y especializaci(cid:243)n. Sin em- bargo, considera que tal vez la etapa mÆs importante de este proceso de maduraci(cid:243)n sea la diferenciaci(cid:243)n de la infraestructura pol(cid:237)tica, con lo que se refiere esencialmente a los partidos pol(cid:237)ticos, los grupos de interØs y los medios de comunicaci(cid:243)n, cuya funci(cid:243)n en el proceso pol(cid:237)tico, sobre todo en los sistemas democrÆticos, es fundamental. La importancia del desarrollo y diferenciaci(cid:243)n de la infraestructura pol(cid:237)- 12 Almond se refiere tambiØn a esta dicotom(cid:237)a como cultura pol(cid:237)tica consensual y cul- tura pol(cid:237)tica conflictiva. VØase Gabriel Almond, Dalton J. Russell y G. Bingham Powell (eds.), European politics today, New York, Longman, 1999. CENTRO DE ESTUDIOS POL˝TICOS, FACULTAD DE CIENCIAS POL˝TICAS Y SOCIALES, UNAM EL M(cid:201)TODO COMPARATIVO DE GABRIEL ALMOND 99 tica es tan importante, que incluso Almond llega a clasificar a los siste- mas democrÆticos a partir de la autonom(cid:237)a e independencia de estas ins- tituciones con respecto a las de la estructura pol(cid:237)tica. As(cid:237), el nivel mÆs alto de desarrollo pol(cid:237)tico y fortaleza democrÆtica se alcanza cuando estÆ presente un grado elevado de autonom(cid:237)a de los subsistemas pol(cid:237)ticos, par- ticularmente cuando los partidos pol(cid:237)ticos, los grupos de interØs y los medios de comunicaci(cid:243)n cuentan con una autonom(cid:237)a e independencia s(cid:243)lidas frente a las instituciones gubernamentales, como lo ejemplifica Almond con los casos inglØs y estadounidense. El grado subsecuente de democratizaci(cid:243)n se define por una limitada autonom(cid:237)a de los subsistemas, que ejemplifica con la Tercera y Cuarta Repœblica francesa, la Italia de posguerra y la Alemania de Weimar. Finalmente, para el tercer nivel, que se caracteriza por una escasa autonom(cid:237)a, pone como ejemplo a MØxico.13 La modernizaci(cid:243)n pol(cid:237)tica se alcanza as(cid:237) por un avance paralelo entre la secularizaci(cid:243)n cultural y la diferenciaci(cid:243)n estructural, es decir, tanto por la modificaci(cid:243)n de las instituciones pol(cid:237)ticas como de las actitudes y valores de los ciudadanos. Para que se construya un sistema pol(cid:237)tico moderno y, sobre todo, para alcanzar la estabilidad de un sistema democrÆtico, se requiere que haya congruencia entre la estructura y la cultura. De hecho, Almond plantea que el desarrollo pol(cid:237)tico se genera por la interacci(cid:243)n y des- ajuste entre ambas esferas, las cuales al llegar a una etapa de incongruen- cia fuerzan el ajuste en uno u otro polo, lo cual les permite volver nueva- mente a una relaci(cid:243)n congruente, pero ahora en un nuevo nivel, siguiendo una tendencia de progresiva modernizaci(cid:243)n, lo que no necesariamente sig- nifica que no se presenten en ocasiones retrocesos o estancamientos. Dentro de esta dinÆmica del desarrollo pol(cid:237)tico, Almond atribuye una funci(cid:243)n importante a las instituciones pol(cid:237)ticas, las cuales a su vez de- sempeæan una funci(cid:243)n destacada en el cambio pol(cid:237)tico. A su juicio, los te(cid:243)ricos de lo que se ha llamado la movilizaci(cid:243)n social, como Lipset, Deutsch y Lerner, se equivocan al tratar a la pol(cid:237)tica como una variable depen- diente, como un factor receptor del cambio social y no como su causante. Sobre todo critica que algunos de estos te(cid:243)ricos asocian el desarrollo pol(cid:237)- tico y la consecuente instauraci(cid:243)n de un sistema democrÆtico a determi- nados niveles de desarrollo econ(cid:243)mico, industrial, urbano o de cualquier 13 VØase Gabriel A. Almond y G. B. Powell, op. cit., Cap(cid:237)tulo 10; tambiØn puede verse la clasificaci(cid:243)n que hace de los sistemas pol(cid:237)ticos, esta vez en cuatro categor(cid:237)as, en Gabriel A. Almond, (cid:147)A comparative study of interest groups and political process(cid:148), Ameri- can Political Science Review, vol. 52, no. 1, marzo 1958; y ademÆs puede verse la impor- tancia que otorga a las organizaciones en el desarrollo social y humano en la (cid:147)Introduc- ci(cid:243)n(cid:148) de Gabriel A. Almond, Marvin Chodorow y Roy Harvey Pearce, Progress and its discontents, Berkeley, University of California Press, 1979. ESTUDIOS POL˝TICOS, N(cid:218)MS. 13, 14, 15. NOVENA (cid:201)POCA, ENERO-DICIEMBRE, 2008
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