(barloó ^s4rmanclo mingue: Recuerdos de Estudiante y de Funcionario San Salvador, El Salvador, C.A memona La madre de mi a h o m ilía vmmcj-uez ^Recuerdos Je Estudiante y de Janáonario Agradecimientos: I A mi esposa "Nena" Vidaurre de Domínguez, principal colaboradora de esta obra. I A mi amigo Arnulfo Ávalos Recinos, por sus valiosas observaciones y correcciones. I Al profesor y psicólogo Carlos Alberto Saz, excelente gramático, por haber revisado cuidadosamente el texto. I A don Alfonso Solazar, destacado y honorable periodista, por haber escrito el prólogo de este libro. I A los doctores Juan José Fernández, Adela Cabezas de Alwood y Valentín Guzmán Estrada, médicos eminentes y honestos, a quienes debo mi buena salud. 7 Ule cuerdos <le Estudiante y dejFiuu-ionarw manera Alfonso Solazar Mi estimado amigo, doctor Carlos Armando Domínguez, me ha hecho objeto de la señalada distinción de permitirme leer los originales de esta nueva obra suya que ha titulado "Recuerdos de Estudiante y de Funcionario". En ella, el apreciable jurista, refiere interesantes pasajes de su vida, que parten desde sus ya lejanos días cuando en una humilde escuelita privada de su ciudad natal Zacatecoluca, conoce las primeras letras. Más adelante, evoca pasajes de su juventud, de sus estudios de bachillerato, de su graduación como doctor en Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la Universidad Nacional y cómo en plena madurez profesional y política, hizo frente a las responsabilidades que asumió cuando desempeñó altos cargos de la administración pública de los poderes Ejecutivo y Judicial. Antes de facilitarme las copias de este interesante volumen, el doctor Domínguez me manifestó que en esa recopilación estaban concretadas muchas de las reflexiones, cavilaciones y acciones relacionadas con diversas etapas de su existencia, las cuales había decidido poner por escrito, no con la vanidosa intención de que se tomaran como ejemplares, sino para que las personas que tuvieran la paciencia de leerlas, tal vez podrían recordar hechos de los cuales él fue protagonista o testigo que le preocuparon o conmovieron por la repercusión que tuvieron en su momento, en los ámbitos nacional e internacional. Acogí con especial agrado la deferencia, porque el contenido de esa obra coincidía con el discurso que pronuncié el 1 3 de septiembre de 1995 al ser recibido por el Ateneo de El Salvador como Miembro Activo. Mi conferencia de incorporación la titulé "La riqueza histórica de las Autobiografías", en la que me permití invitar a todos aquellos salvadoreños contemporáneos que hubiesen tenido una trayectoria de vida importante en los destinos del país, a que compartieran sus 9 Ule cuerdos de Gsludianle y de Juncionario__ memorias y experiencias dejándolas por escrito tal como las vivieron, con la finalidad de facilitar la fijación en su verdadero sitio, de lugares, fechas, hechos y circunstancias de los sucesos que les hubiese tocado vivir y que fueran dignos de ser analizados por quienes profundizan en la delicada responsabilidad de escribir la historia patria. Me movió a hacer ese llamamiento, el hecho de que, literatura de testimonio, como son los relatos o documentos de tipo autobiográfico los hay y pueden encontrarse en todas las culturas y edades, pero, en nuestro medio, no en número suficiente; y ese vacío viene haciéndose sentir entre quienes queremos que nuestra historia esté sustentada en citas verídicas, de primera mano, y no en referencias sesgadas, escritas por personas interesadas en torcer la verdad de los hechos para obtener balances a su favor. Ese es el mérito que encontré en la obra del doctor Carlos Armando Domínguez: habla por sí sola de la honestidad con que ha sido elaborada. Con toda claridad, relata sucesos conocidos por personas de mayor edad, pero que no suelen ser narrados con transparencia como son los que en este libro refiere el autor y que merecen ser considerados por los historiógrafos de la época en que a él le tocó ejercer el cargo de Secretario General de la Presidencia de la República y, a la vez, asesor cercano del coronel Julio Adalberto Rivera durante su ejercicio presidencial de 1 962 a 1967. De igual manera, interesantes son los pasajes de su desempeño como diputado de la Asamblea Constituyente de 1950 y de sus ó años como magistrado de tres Cortes Supremas de Justicia: una presidida por el doctor José Vicente Vilanova; otra por el doctor Alfredo Martínez Moreno; y la tercera, por el doctor Francisco Armando Arias. Concluyo felicitando al doctor Carlos Armando Domínguez, por el trabajo que se impuso de elaborar la presente producción bibliográfica, que completa con documentos de su archivo personal, sobre acciones de Estado que él conoció, y que a mi juicio, son dignas por sus alcances, de ser encaminadas por quienes se dedican con loable espíritu patriótico a escribir la historia nacional. San Salvador, enero de 2002 ” c.■arlos Sdrmatulo ’Domínyuez P a U r aó cL SntrocLacción El presente libro es una recopilación de artículos relacionados con mi vida. El primer capítulo se refiere a mis recuerdos de estudiante y a experiencias adquiridas en las funciones que desempeñé como Diputado, Juez de Primera Instancia, Secretario General de la Presidencia de la República y Magistrado de la Corte Suprema de Justicia. A este capítulo corresponden los anexos: Discurso y Ponencia, escritos en mi época de estudiante; Opiniones y Sugerencias al Presidente de la República y Proyecto de Sentencia en el proceso de Inconstitucionalidad en contra del Consejo Superior Universitario. El segundo capítulo relata episodios histórico-políticos. En los apéndices incluyo: Reseña de la obra administrativa del Presidente Julio Adalberto Rivera y Otros datos para una biografía. Nada de lo relatado ha sido dictado. Todos los artículos fueron escritos de mi puño y letra. Después, mi esposa los ha pasado en limpio en su vieja máquina "Olimpia". Sin su ayuda este libro (como los dos anteriores) no hubiera sido posible. Para ella, mis eternos y afectuosos agradecimientos. Un buen amigo que leyó el manuscrito me preguntó por qué a tan avanzada edad me he dado a la tarea de escribir. Le contesté: "Por salud y para vivir unos años más"; pues, si bien, las enfermedades y la muerte no pueden ser eliminadas, sí pueden ser postergadas. Leer y escribir es de provecho para la mente; además, escribir sobre el pasado, que es parte de nuestra vida, me hace sentir que algo hice con mi existencia: que no fue vacía. Sé que ahora la gente lee poco: casi nada. Acaso, libros sobre la fe; de cómo llegar al éxito; consejos para educar a sus hijos; ¿Recuerdos de Bstudianle y de ¿funcionario