Description:Los emisarios de la muerte se hallaban a poca distancia de la ciudad. Durante días se había hablado de su presencia en las cercanías, pero ahora ya era inminente su aparición. Por si cupiera alguna duda, se oyó a media tarde la voz de Hillman: —¡Ya están aquí!… En efecto, todos oyeron el trote lento de los caballos en la calle principal. Aquellos cascos sonaban como el redoble de un tambor. Hacían recordar esos sonidos siniestros que acompañan a las ejecuciones y la muerte. —¡Todo el mundo a sus casas! ¡Que nadie salga!