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¿qué quieres ser cuando seas grande? PDF

164 Pages·2011·2.44 MB·Spanish
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¿Qué quieres ser cuando seas grande? Un libro para conocer y comprender el mundo del trabajo ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Un libro para conocer y comprender el mundo del trabajo Copyright © Organización Internacional del Trabajo y Manosanta Desarrollo Editorial, 2011 Primera edición 2011 Las publicaciones de la Oficina Internacional del Trabajo y Manosanta Desarrollo Editorial gozan de la protección de los derechos de propiedad intelectual en virtud del protocolo 2 anexo a la Convención Universal sobre Derecho de Autor. No obstante, ciertos extractos breves de estas publicaciones pueden reproducirse sin autorización, con la condición de que se mencione la fuente. Para obtener los derechos de reproducción o de traducción, deben formularse las correspondientes solicitudes a la OIT (quien actúa en nombre de ambas organizaciones, exclusivamente a los fines de esta publicación) a la dirección siguiente: Oficina de Publicaciones (Derechos de autor y licencias), Oficina Internacional del Trabajo, CH-1211 Ginebra 22, Suiza o por correo electrónico a: [email protected], solicitudes que serán bien acogidas. Las bibliotecas, instituciones y otros usuarios registrados ante una organización de derechos de reproducción pueden hacer copias de acuerdo con las licencias que se les hayan expedido con ese fin. En www.ifrro.org puede encontrar la organización de derechos de reproducción de su país. OIT / Manosanta Desarrollo Editorial ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Un libro para conocer y comprender el mundo del trabajo Santiago, Oficina Internacional del Trabajo, 2011 ISBN 978-92-2-324595-5 (impreso) ISBN 978-92-2-324596-2 (versión web pdf) TRABAJO / HISTORIA / ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO / CLASIFICACIÓN DE OCUPACIONES / CAMBIO TECNOLÓG ICO / FUTURO DEL TRABAJO Datos de catalogación de la OIT Las denominaciones empleadas, en concordancia con la práctica seguida en las Naciones Unidas y la forma en que aparecen presentados los datos en las publicaciones de la OIT y Manosanta Desarrollo Editorial no implican juicio alguno por parte de la Oficina Internacional del Trabajo y Ma- nosanta Desarrollo Editorial sobre la condición jurídica de ninguno de los países, zonas o territorios citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras. La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos, estudios y otras colaboraciones firmados incumbe exclusivamente a sus autores, y su publicación no significa que la OIT y Manosanta Desarrollo Editorial las sancione. Las referencias a firmas o a procesos o productos comerciales no implican aprobación alguna por la Oficina Internacional del Trabajo y Manosanta Desarrollo Editorial el hecho de que no se mencionen firmas o procesos o productos comerciales no implica desaprobación alguna. Las publicaciones de la OIT así como los catálogos o listas de nuevas publicaciones pueden obtenerse en Avda. Dag Hammarskjöld 3177, Vitacura, Santiago de Chile o pidiéndolas a Casilla 19.034, CP 6681962, e-mail: [email protected] Vea nuestro sitio en la red: www.oitchile.cl Impreso en Montevideo, Uruguay En el antiguo Egipto, los escribas eran hombres que dedicaban su vida a escribir jeroglíficos con la paciencia de un pintor. Actualmente hay egiptólogos que se dedican a descifrar esos mismos jeroglíficos con la paciencia de los antiguos escribas. Acaso el futuro vea nacer oficios que la ciencia ficción se ha encargado de inventar, tal vez haya un día en que podamos asistir a una universidad de superhéroes y obtener el título de Superman. ¿Quién sabe qué tareas tendremos que afrontar en el futuro y qué oficios seremos capaces de imaginar para llevarlas a cabo? Quién sabe qué será del hombre cuando finalmente sea grande… Para que puedas leer este libro muchísimos trabajadores tuvieron que vincularse, aun sin saberlo, con el mismo fin en una red de tareas totalmente distintas. Alguien plantó árboles, los regó y cuidó hasta que crecieron; alguien más que trabaja en una empresa forestal los taló y un vendedor de esa misma empresa los vendió a una fábrica de papel. El chofer de un camión se encargó de llevarlos hasta la papelera y allí, gracias al trabajo de decenas de técnicos y operarios, se hizo el papel sobre el que descansan estas letras diseñadas por un tipógrafo y elegidas por los diseñadores para utilizar en la diagramación de los textos que escribieron los periodistas y redactores. Cada texto fue corregido por un corrector y aprobado por un equipo de especialistas en salud y seguridad laboral, antropología e historia, quienes fueron asesorando sobre los contenidos desde el nacimiento de la idea del editor. Este, además de coordinar a todo el equipo, también contrató a un ilustrador que realizó todos los preciosos dibujos que puedes ver aquí, tan bien impresos por el impresor que llevó todas las páginas y tapas al encuadernador, que luego de coser y pegar las tapas encargó los libros al empaquetador. Después de empaquetados, un transportista los cargó con la ayuda de dos asistentes y un montacargas hasta la distribuidora. Desde allí, luego que el administrador los contara y coordinara los envíos, fueron distribuidos a todas las escuelas del país por decenas de repartidores hasta que tu maestra te lo mostró. Manosanta desarrollo editorial Zelmar Michelini 1116, Montevideo Uruguay [email protected] Telefax: (+598) 2 902 7681 Editor responsable: Manuel Carballa Asesora en Antropología: Leticia Cannella Asesor en Historia: Julio Mazzilli Concepto editorial: Manuel Carballa y Juan Ignacio Fernández Redacción: Juan Ignacio Fernández, Gabriel Sosa, Leonardo Cabrera, Nicolás Varlotta, Manuel Carballa, Inés Bortagaray y Virginia Anderson Diseño y armado: Manosanta desarrollo editorial: Manuel Carballa, Santiago Guidotti y José de los Santos Corrección: María Cristina Dutto Ilustración: Alfredo Soderguit Impreso en: Mastergraf Gral. Pagola 1823, Montevideo Uruguay [email protected] Tel.: (+598) 2 203 4760 Depósito legal: 355.393 - Comisión del papel Edición amparada al Decreto 218/96 Los autores agradecen especialmente a: María Narducci, Museo Nacional de Antropología MEC, Centro de Investigación y Difusión Aeronáutico-Espacial, Patricio Zuloaga, Carlos Rossi, Alicia Hoppe, Maxi de León, Franklin Morales, Pablo Gelsi, Claudine Saint-Hubert, Felipe Polleri, Pablo Casacuberta, Martín Carballa, José Carballa, Mariana Savio, Carolina Savio, Mercedes Valenzuela, Carlos Soderguit (hijo), Carlos Soderguit (padre), Ana González, Mariale Ariceta, Alejo Schettini, Claudia Prezioso, Diego González, Sebastián Santana, Germán Tejeira, Leticia Zuppardi, Adolfo Bortagaray, Jose Pavletich, Pedro Topolansky, Rodrigo de León, Carolina de León, Tali Kimelman, Gabriela Mateo y Jorge Artola. Prólogo Este libro sobre los oficios y sus condiciones de trabajo surge de una iniciativa del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social del Uruguay, que contó con la colaboración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). A partir de esa exitosa experiencia se ha preparado una adaptación para los niños y niñas de Latinoamérica. En nuestra sociedad, el trabajo es un elemento central, que ocupa algo así como la tercera parte de la vida —y para algunos, lamentablemente, mucho más—. Sin embargo, en la edad escolar no solemos aprender aspectos rela- cionados con nuestra futura condición de trabajadores, y ya en la vida adulta probablemente enfrentemos situaciones relativas a derechos tan importantes como el derecho a preservar y cuidar nuestro estado de salud. Para prevenir hay que conocer y para conocer hay que estar informado. La prevención es una conducta que debemos incorporar desde pequeños y que comienza con el derecho a saber. Partiendo de esa necesidad y de que todos los trabajos son igualmente valiosos y necesarios para la humanidad, en este libro se describen los oficios más comunes y se destacan medidas de prevención frente a los riesgos que ellos implican. La OIT se dedica a generar mayores y mejores oportunidades para muje- res y hombres que trabajan. Precisamente, todos los oficios que se presentan en este libro deben ser considerados desde el concepto de trabajo decente en toda su dimensión, concepto que impulsa esa organización internacional y que implica que toda persona pueda «Acceder al empleo en condiciones de liber- tad y reconocimiento de derechos básicos del trabajo; que reciba un ingreso que permita satisfacer las necesidades y responsabilidades básicas económi- cas, sociales y familiares, y que se logre un nivel de protección social para el trabajador, la trabajadora y los miembros de su familia; sin discriminación ni hostigamiento; garantizando el derecho de expresión y de participación labo- ral, directa o indirectamente a través de las organizaciones elegidas por los trabajadores y trabajadoras». En definitiva, la OIT ha querido brindar un material que genere un inter- cambio con los maestros de escuela, los compañeros y compañeras de clase y con la familia, acerca de los oficios, sus condiciones de trabajo, el valor del trabajo decente y la importancia de tener un trabajo de calidad. Sabemos que papá y mamá seguro están trabajando en alguno de los oficios que hemos pre- sentado y podrán compartir con los hijos sus vivencias. Agradecemos muy especialmente a los autores. Guillermo Mirada Director Regional Adjunto para la Coordinación de Políticas y Programas OIT Pequeña historia del trabajo La prehistoria y los agricultores De la contemplación sencilla de la naturaleza nació uno de los inventos más revolucionarios de todas las épo- Hace ya más de un millón de años iniciamos nuestro ca- cas: la agricultura. El ser humano pasó de arrancar los mino en la Tierra. Si retrocediéramos a aquel momento frutos de la tierra a aprender a cultivarlos. Algo similar inaugural, veríamos a un ser desprovisto, sin herramien- ocurrió con los animales, cuando aprendió a domesticar- tas, solo poseedor de un cuerpo desnudo, sometido a los los y así creó la ganadería. Eran las mujeres las encarga- peligros de la naturaleza. das de desarrollar todas estas nuevas tareas, mientras los En el principio, la búsqueda de alimento era la princi- hombres dedicaban su tiempo a la caza y la defensa. pal ocupación de los seres humanos. Nuestros antepasa- El ser humano, que durante miles de años había sido dos prehistóricos vivían trasladándose de un lado a otro, nómade, pasó a depender de la tierra que cultivaba y en comiendo los frutos de los árboles, algunas plantas y ca- torno a ella fundó sus primeras comunidades. zando los animales salvajes que acechaban su morada. La aparición del agricultor preparó el terreno para Si una civilización avanzada hubiese sido testigo de la llegada de múltiples oficios. El carpintero, el herrero nuestro nacimiento como especie, acaso nos habría pronos- y el alfarero nacieron como encargados de proporcionar ticado un futuro efímero. El hombre se veía como un animal las herramientas para el cultivo. más, pero sin las garras de un tigre para defenderse, ni el Las primeras comunidades funcionaban como una abundante pelo de un oso para protegerse del frío o la velo- gran familia, donde los bienes se compartían. No existían cidad de una gacela para huir del peligro. Pero en su interior la propiedad privada ni el dinero. El trabajo era una tarea guardaba una vocación creadora y un espíritu infinitamente más en la vida de la comunidad y su único fin era asegu- curioso, sus grandes aliados a la hora de sobrevivir. rar la subsistencia de todos sus miembros. 7 Las primeras civilizaciones y los esclavos Caminos y puentes fueron tendidos para comunicar los seis millones de kilómetros cuadrados que llegó a Las cavernas se transformaron en casas, los arroyos tener el Imperio Romano en su apogeo. En esa época se en sistemas de agua corriente y los senderos en calles. acuñó la famosa frase «Todos los caminos conducen a Constructores, arquitectos e ingenieros nacieron para dar Roma», dado que las más de cuatrocientas vías de pie- forma a esa segunda naturaleza artificial que nos cobija: dra —antepasados de nuestras carreteras pavimenta- la ciudad. das— comunicaban todas las ciudades y provincias con Entre los grandes constructores de ciudades de la la capital del Imperio. Antigüedad se encuentran los romanos. A partir del año ¿Pero quién se ocupó de realizar todos estos mo- 27 a. C., Roma comenzó a expandirse a lo largo y ancho numentales trabajos? Los esclavos romanos fueron los de toda Europa, creando así el Imperio Romano. La ne- encargados de construir las ciudades, además de remar cesidad de resolver la convivencia de los miles de habi- en las galeras, llevar a los patricios en sus literas e in- tantes del Imperio los llevó a crear y perfeccionar una cluso arar las tierras del Imperio. Los esclavos fueron los serie de inventos que subsisten hasta nuestros días. grandes trabajadores de la época. Así nacieron los acueductos romanos, grandes cons- La palabra trabajo, justamente, proviene del latín trucciones de granito que llevaban el agua de los lagos y tripallium, un yugo donde los esclavos eran amarrados ríos situados en las montañas hasta las villas y las edifi- y castigados cuando se negaban a realizar las tareas caciones de la ciudad. En la propia Roma la distribución que les eran asignadas. Es que tanto en Roma como en del agua era realizada a través de una red de canales Grecia —dos de las grandes civilizaciones de la Antigüe- y tuberías que llegó a ocupar más de 400 kilómetros. dad— el trabajo era considerado una actividad impropia También edificaron apartamentos de tres o cuatro pisos de hombres libres. de altura, teatros que podían alojar a miles de personas, Los esclavos eran prisioneros de guerra, criminales varios complejos de termas y el célebre Coliseo. convictos o personas empobrecidas que vendían su libertad 8

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y príncipes— nacía rico y dedicaba su vida a hacer la guerra y administrar sus tierras, para que . amenazada su razón de ser: el trabajo manual, puramen- te artesanal. el instante de dar el «sí, quiero». Pero la que no puede.
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