UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE PSICOLOGÍA Departamento de Psicología Social PSICOLOGÍA Y FEMINISMO: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA CIENCIA Y LAS EPISTEMOLOGÍAS MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Silvia García Dauder Bajo la dirección del Doctor: Florencio Jiménez Burillo Madrid, 2003 ISBN: 84-669-2370-5 PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA YY FFEEMMIINNIISSMMOO:: UUNNAA AAPPRROOXXIIMMAACCIIÓÓNN DDEESSDDEE LLAA PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA SSOOCCIIAALL DDEE LLAA CCIIEENNCCIIAA YY LLAASS EEPPIISSTTEEMMOOLLOOGGÍÍAASS FFEEMMIINNIISSTTAASS SSIILLVVIIAA GGAARRCCÍÍAA DDAAUUDDEERR DDPPTTOO.. PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA SSOOCCIIAALL FFAACCUULLTTAADD DDEE PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA UUNNIIVVEERRSSIIDDAADD CCOOMMPPLLUUTTEENNSSEE DDEE MMAADDRRIIDD DDIIRR..:: FFLLOORREENNCCIIOO JJIIMMÉÉNNEEZZ BBUURRIILLLLOO TTEESSIISS DDOOCCTTOORRAALL MMAADDRRIIDD,, 22000033 ÍNDICE Índice 1 Agradecimientos 2 Introducción 3 Las Mujeres en la Psicología y las Articulaciones Psicología- Feminismo 3 De los Estudios Psicosociales de la Ciencia... 6 ... A una Aproximación Psicosocial a la Psicología como Ciencia 12 Los Estudios Feministas de la Ciencia: “La Cuestión de las Mujeres en la Ciencia” 18 Las Epistemologías Feministas: “La Cuestión de la Ciencia en el Feminismo” 41 I. Reconstruyendo Contextos 57 El Largo Debate en torno a la Naturaleza y Educación de las Mujeres 60 Individualidad y Ciudadanía en la Nueva Mujer: los Inicios del Movimiento Feminista en EEUU 72 La Reacción Antifeminista: Moral Victoriana y Romanticismo Sexual en los Discursos Científicos 81 “La Más Nueva de Todas las Ciencias...” 97 II. La Situación de las Mujeres en la Psicología (EEUU 1879-1930) 102 La Mayoría Recupera su Memoria: La Historia Olvidada de las Mujeres en la Psicología 103 Mecanismos de Exclusión 112 Mecanismos Ideológicos de Exclusión: El Legado Antifeminista y Reaccionario de los Psicólogos 112 Mecanismos Institucionales de Exclusión 131 Barreras Interpersonales y Subjetivas 165 Mecanismos de Resistencia Feminista 180 Resistencias Individuales 180 Resistencias Ideológicas 192 Resistencias Organizacionales 220 Resistencias Interpersonales y Subjetivas 232 III. Articulaciones Psicología y Feminismo 251 Referencias Bibliográficas 262 1 AGRADECIMIENTOS Parece que los agradecimientos debieran ser recluidos a la ciencia entre bastidores, en mi caso forman parte de la obra. Agradezco y decido esta tesis fundamentalmente a aquellas personas que han hecho posible derrumbar dos mitos: el primero, que la tesis es un producto de autoría individual; el segundo, que debe ser un trabajo “sin ira ni pasión”. He vibrado con ella y he querido y aprendido al mismo tiempo, he disfrutado en el proceso de diluir límites... a Floro por tu paciencia y tu confianza, por ayudarme en este proceso de incorporación y socialización profesional en el que es tan difícil la entrada y son tan difíciles las decisiones, gracias por leer a las feministas, algo no muy usual en el mundo masculino de la academia... a mi familia por encima de todo, por vuestro apoyo y cariño, vuestra comprensión y por proporcionarme un hogar al que siempre quiero volver... a Carmen por nuestras confusiones, esta tesis debería llevar tu nombre... gracias Esperanza, “esta caricia es política”... a Raquel y Laura por una amistad que me hace vibrar... a Luisa por enseñarme la teoría feminista y por tu amistad... a Cristina por enseñarme la filosofía del gitanillo lorquiano... a las chicas de la karakola por no dejar que me esclerotizara en el mundo académico feminista y me interesara por otras opresiones... a Pepe, compañero de tesis y amigo, a los “posmos” por nuestras discusiones y buenos momentos... a las/los “nómadas” que hicieron posible los encuentros Madrid- Barcelona... a Nydza y Erica Burman por acogerme en mis viajes... a Eulalia Pérez Sedeño y Marta González por enseñarme las epistemologías feministas y el mundo de las mujeres en la ciencia... A Eduardo, Florentino e Ileana... a las mujeres feministas que han hecho posible esta tesis y a todas las excéntricas inapropiadas/bles... 2 INTRODUCCIÓN LAS MUJERES EN LA PSICOLOGÍA Y LAS ARTICULACIONES PSICOLOGÍA-FEMINISMO “De la cuestión de las mujeres en la ciencia a la cuestión de la ciencia en el feminismo” fue la evolución que Sandra Harding1 (1986/1996) describió respecto a las críticas feministas de la ciencia a partir de mediados de los setenta. Esta investigación también partió de preguntas sobre la situación de las mujeres en la psicología: ¿hubo mujeres en psicología?, ¿quiénes fueron?, ¿cuáles fueron sus contribuciones?, ¿fueron sus situaciones y experiencias diferentes a las de sus compañeros de disciplina?, ¿con qué barreras ideológicas, institucionales y psicológicas se enfrentaron?, ¿cómo influyeron en sus carreras profesionales y en sus contribuciones a la ciencia?, ¿por qué han sido invisibilizadas y olvidadas en las narraciones históricas?, ¿por qué no extraña su ausencia?, etc. No obstante estas preguntas de carácter socio-histórico y pedagógico se han ido entreverando con otras dos cuestiones epistémico-políticas: la cuestión de la psicología en el feminismo –la utilización de los conocimientos científicos psicológicos con fines políticos feministas- y la cuestión del feminismo en la psicología –cómo los discursos científico-psicológicos han sido afectados por la presencia de mujeres y los discursos feministas, y cómo la definición de la psicología y sus prácticas se ha visto afectada por la exclusión de mujeres y sus contribuciones en las narrativas históricas y socializadoras de la disciplina-. El análisis sobre la articulación de estos tres ejes temáticos –la situación de las mujeres en la psicología, la cuestión de la psicología en el feminismo y la cuestión del feminismo en la psicología- planteaba una doble alternativa: o bien un análisis histórico desde los comienzos de la institucionalización de la psicología como ciencia hasta nuestros días; o bien un análisis psicosocial más pormenorizado, en un contexto histórico-social y 1 Con el objeto de evitar “sesgos atribucionales” que tienden a asignar por defecto una autoría masculina ante iniciales “neutras”, en este trabajo se ha optado por la explicitación de los primeros nombres de autores/as la primera vez que son citados, así como en la bibliografía final. 3 epistemológico concreto, sobre la situación y experiencias de las mujeres en la psicología y los entreveramientos y configuraciones de los discursos psicológicos y feministas. La opción elegida en este trabajo ha sido la segunda, analizando en concreto el contexto espacio-temporal de 1850 a 1930 en EEUU. La delimitación geográfica en EEUU se justifica en parte por la posibilidad de acceso y traducción de fuentes originales, pero fundamentalmente porque a pesar del mito wundtiano de origen, la psicología como disciplina científica independiente fue una invención más estadounidense que alemana –donde la psicología seguía bajo la tutela de la filosofía- (Kurt Danziger, 1979). Por otro lado, las periodizaciones de la historia mainstream- malestream no coinciden necesariamente con los períodos históricos relevantes para la situación de las mujeres. Así, la elección temporal de esta investigación se corresponde con un período especialmente significativo para la historia general de las mujeres en EEUU –lo que se ha denominado la “primera ola” del feminismo- y para la historia de las mujeres en la psicología en particular. Kate Millett (1969/1995) lo denominó “la primera fase de la revolución sexual” e historiadoras como Margaret Rossiter (1992) se han centrado en dicho período para analizar la situación de las mujeres en la ciencia. La ideología de la segregación sexual de esferas, la moral victoriana y el romanticismo sexual coexistían con la progresiva incorporación de mujeres fundamentalmente blancas y de clase media a la educación superior y a las profesiones, e irrumpía de forma “amenazadora” la “Nueva Mujer” impulsada por los movimientos de mujeres y sus derivaciones feministas y sufragistas. Es un período de efervescente activismo social y proliferación de grupos de mujeres que saltan al espacio público demandando la mejora de las condiciones de determinados grupos sociales. Si 1848 con la Declaración de Seneca Falls marcó según las historiadoras los orígenes del movimiento feminista y sufragista estadounidense, la década de 1920-1930 supuso el cierre de este período de movilizaciones históricas para el movimiento feminista-sufragista. Las reivindicaciones del sufragio para las mujeres habían eclipsado en cierto modo el resto de demandas socio-políticas, y tras la consecución del voto en 1920 el movimiento feminista experimentó una parálisis coincidiendo con un período conservador y de crisis económica. Por otro lado, es un período de culto y optimismo cientificista: la ciencia se hace sinónimo de reforma, de liberación frente a las injusticias derivadas del antiguo régimen y de necesario antídoto desinteresado frente a los problemas sociales ligados a la revolución industrial y los procesos de urbanización. Se produce una apertura progresiva de 4 universidades modeladas en el sistema alemán y diferentes ciencias se institucionalizan, entre ellas la psicología. En definitiva, es un período significativo en EEUU tanto para el movimiento feminista como para la historia de la ciencia –y de la psicología-. Los discursos feministas y psicológicos se incorporan a los debates científicos y sociales de la época en un proceso de reconformación mutua. Pero además, el período de 1850-1930 abarca la vida de la primera generación de mujeres psicólogas y gran parte de la segunda generación -lo que se podría denominar como la “primera ola” de la psicología feminista-. Estas mujeres fueron pioneras no solo en la profesionalización científica y en la psicología, también en transgredir los roles sexuales y adentrarse en el ámbito masculino de lo público. Por ello resulta interesante analizar las barreras ideológicas, institucionales y también psicológicas a las que se enfrentaron estas pioneras, así como sus mecanismos de resistencia en un momento histórico paradójico en el que mientras dos pioneras psicólogas alcanzaban la presidencia de la American Psychological Association –lo que no volverá a repetirse hasta 1970-, simultáneamente se prohibía la presencia de las mujeres en las aulas universitarias. Este trabajo se ha dividido en cuatro partes diferenciadas. En la Introducción se presentan las diferentes herramientas teórico-epistemológicas que han constituido las condiciones de posibilidad de esta investigación: los estudios psicosociales de la ciencia y de la psicología, y los estudios críticos feministas a la ciencia y a la psicología en sus dos variantes: la cuestión de las mujeres en la ciencia –como sujetos y como objetos de conocimiento- y la cuestión de la ciencia en el feminismo y el desarrollo de las epistemologías feministas. En el primer bloque, Reconstruyendo contextos, se recoge un breve repaso histórico sobre los debates en torno a la naturaleza y educación de las mujeres, para posteriormente presentar los contextos sociales, políticos y científico-ideológicos del siglo XIX en los que surgieron el feminismo estadounidense como movimiento social y la psicología como ciencia. El segundo bloque, La situación de las mujeres en la psicología (EEUU 1879-1930), se introduce con una breve presentación de la primera y segunda generación de mujeres psicólogas y la necesidad de recuperar su historia olvidada, y continúa con un análisis sobre los mecanismos de exclusión que experimentaron –ideológicos, institucionales, interpersonales y subjetivos- y sus diferentes mecanismos de resistencia feminista –individuales, ideológicos, organizacionales, interpersonales y subjetivos-. El último bloque concluye analizando las Articulaciones Psicología y Feminismo: la cuestión de la 5 psicología en el feminismo y la cuestión del feminismo en la psicología, tratando de integrar para ello los diferentes análisis de los apartados anteriores. DE LOS ESTUDIOS PSICOSOCIALES DE LA CIENCIA... Hablar de psicología social de la ciencia como “filtro óptico” desde el cual analizar la situación de las mujeres en la psicología y las articulaciones entre psicología y feminismo en un período concreto, supone partir de determinados presupuestos epistemológicos fruto de lo que Michael Mulkay (1969/1980) denominó “fertilizaciones cruzadas” y hoy denominaríamos interdisciplinariedad. El análisis exclusivamente filosófico del conocimiento con su concepción trascendental-universal-racional-objetiva-autónoma del sujeto cognoscente ha sufrido sucesivos procesos de relativización histórico-socio-psicológica (Florencio Jiménez Burillo, 1997). La ciencia, como conocimiento científico que es, no ha sido inmune a ello a pesar de su supuesto privilegiado carácter epistémico. La paradoja es que la propia ciencia –esta vez en forma de “meta-ciencia”- se ha presentado como sustituta de la epistemología filosófica para analizarse a ella misma y en sus mismos términos: el cientificismo del análisis de la ciencia ha desmontado su propia racionalidad lógica (José A. López Cerezo, José Sanmartín y Marta González, 1994). La filosofía de la ciencia ha dejado de ser el único árbitro de análisis y evaluación científica, y múltiples ciencias –entre ellas la psicología, pero también la biología, la antropología o la sociología- se han presentado como “epistemologías naturalistas” en un proceso histórico-académico no ajeno a luchas políticas disciplinares. La inscripción de este trabajo bajo la etiqueta “psicología social de la ciencia” tampoco es ajena a ello, no obstante sus análisis son fruto de la disolución de rígidas fronteras disciplinares y de la riqueza de esas fertilizaciones cruzadas o posiciones traidoras-intrusas. Desde el empirismo lógico de la concepción heredada, la separación entre factores internos y externos -cognitivos y sociales- en la ciencia, junto con la separación entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación, proporcionaron la delimitación de dos disciplinas cuyos objetos de estudio resultaban perfectamente discernibles: por un lado, una filosofía “interna” de la ciencia, filosofía justificacionista de la verdad y la evidencia –con su correspondiente historia de las ideas, una historia lineal y acumulativa de reconstrucciones racionales-; por otro lado, una sociología “externa” de la ciencia, una sociología del error o de la 6 “mala ciencia” y de los planteamientos de problemas. Limitados todavía por esta distinción y circunscritos a esa sociología de lo “externo” o del “error” en la ciencia, los análisis institucionales de Robert Merton y de su escuela –especialmente los análisis de Harriet Zuckerman- han proporcionado un referente nada desdeñable para futuras investigaciones psicosociales. Más que el establecimiento de un ethos científico normativo –la clásica tesis de los Cudeos: “universalismo, comunismo, desinterés y escepticismo organizado”-, lo que a mi entender resulta rescatable para un análisis psicosocial de la ciencia son los análisis mertonianos sobre la organización social de los científicos: sus pautas de conducta y de intercambio en torno a valores y normas, sus ambivalencias axiológicas, la importancia del reconocimiento público entre pares y sus relaciones con la excelencia, y muy especialmente sus descripciones sobre las pautas de estratificación social y las desigualdades entre los científicos –entre ellas, el llamado “efecto Mateo”- (Merton, 1960/1985, 1963/1985, 1968a/1985, 1968b/1985). Pero será fundamentalmente a partir del giro socio-historicista kuhniano, que la historia, la sociología y la psicología se convierten en disciplinas relevantes en el estudio sobre las comunidades científicas. La rígida separación entre factores internos y externos, entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación, se difumina y con ello las fronteras clásicas entre especialidades académicas. La ciencia entendida como teorías científicas o conjuntos de enunciados racionales y ahistóricos, es analizada por Thomas Kuhn (1962/1995) como prácticas sociales de científicos agrupados en comunidades socio- históricamente situadas, donde se alternan períodos acríticos de dogmatismo paradigmático y períodos de crisis y cambio. Los análisis psicosociales encuentran en La estructura de las revoluciones científicas un lugar privilegiado para comprender tanto la permanencia de un paradigma –vulnerando constantemente el ethos científico mertoniano-, como los períodos “revolucionarios” de ciencia extraordinaria. En el primer caso, Kuhn resalta la importancia de la educación y de la socialización profesional –fundamentalmente vía libros de texto-, los procesos grupales dentro de la comunidad científica para alcanzar consensos, o los prejuicios, tensiones y resistencias cognitivas de los científicos a consecuencia de las presiones dogmáticas de una tradición comunitaria que canaliza los problemas y las soluciones pensables y aceptables. En el segundo caso, apela a la psicología de la gestalt para entender los procesos de “conversión”, a la psicología de persuasión de masas aplicada a la comunidad científica y analiza la posición privilegiada de los jóvenes menos “entrampados” con la tradición de la ciencia normal. Kuhn, en definitiva, abre un espacio interdisciplinar donde se incorporan los análisis psicosociales de la ciencia al entenderla no como un 7 conjunto de teorías elaboradas “al vacío” por científicos individuales, racionales y autónomos, sino como prácticas sociales en el seno de una comunidad científica. No obstante, el cambio “gestáltico” que supuso Kuhn vino precedido por una reacción antipositivista que ya comenzaba a apuntar espacios de análisis psicológicos y psicosociales en el estudio de la ciencia. El segundo Wittgenstein había recuperado el papel del lenguaje -no ya representativo como defendió en su primera etapa, sino pragmático- afirmando que toda verdad es intersubjetiva y dependiente del contexto de uso –de “formas de vida” con sus “juegos del lenguaje” y sus reglas convencionales-. Por otro lado, el argumento de la carga teórica de la observación de Hanson, el paso del “ver qué” al “ver cómo” o el reconocimiento de filtros ópticos en función de los diferentes artefactos teóricos, implicaba entre otras cosas reconocer la relevancia de los estudios sociocognitivos sobre la percepción. El argumento de la infradeterminación de la teoría por la experiencia de Duhem-Quine, especialmente en situaciones de incompatibilidad teórica y equivalencia empírica en episodios de controversias científicas, requería acudir a factores sociales para explicar las resoluciones. De esta forma, se resaltaba el carácter intersubjetivo y pragmático- contextual de las verdades científicas, se asumía la importancia de variables cognitivas en la observación de los hechos y se asumía que en determinadas situaciones de competencia entre teorías era la comunidad científica y no la naturaleza-realidad quien marcaba los criterios para decidir sobre su aceptabilidad. Pero la “revolución” kuhniana dio pie a su vez a lo que se ha denominado el giro naturalista en el estudio de la ciencia: la aplicación de la ciencia a su propio estudio. Los conocimientos científicos de la psicología podían ser de utilidad para explicar tanto el comportamiento individual como el social de los propios científicos. Willard Van Orman Quine (1969) será uno de los principales defensores de la transformación de la epistemología en una ciencia psicológica cognitiva-experimental, impulsando toda una serie de estudios empíricos de psicología de la ciencia sobre las cogniciones individuales de los científicos (Ronald Giere, 1988; William Shadish y Steve Fuller, 1994). Pero más que las tradiciones empíricas y cognitivas quineanas de psicología “básica”, de especial interés para este trabajo son las derivaciones psicosociales –empíricas o no- del trabajo de Kuhn. Por ejemplo la aplicación realizada por Mulkay (1969/1980) de la teoría sociocognitiva de Festinger –en términos de “fuerte necesidad de consonancia cognoscitiva” en la ciencia- para desmontar los imperativos mertonianos y mostrar la rigidez cognoscitiva de los científicos producto de una socialización y educación dogmática. Por otro lado, los análisis de Mulkay –fundamentalmente cuando sigue a Ben-David- son especialmente interesantes 8