PRIMERA CLINICA FREUDIANA Las neuropsicosis de defensa Juan Carlos Cosentino Carlos Escars Isabel Goldemberg Eduardo Vidal y otros Materiales de Cátedra Imago mundI 3 PRIMERA CLINICA FREUDIANA Las neuropsicosis de defensa Equipo de trabajo: Traducción, notas de traducción y versión al castellano Graciela Schvartz Asesoramiento para la traducción del alemán Susana Goldmann Revisión, articulaciones y comentarios Juan Carlos Cosentino Carlos Escars 2 4 INDICE Presentación 1. Juan Carlos Cosentino Representación auxiliar: estructura y sujeto 2. Carlos Escars Acerca de “Las neuropsicosis de defensa” 3. Sigmund Freud Las neuropsicosis de defensa 4. Isabel Goldemberg Acerca de “Anotaciones ampliadas sobre las neuropsicosis de defensa” 5. Sigmund Freud Anotaciones ampliadas sobre las neuropsicosis de defensa 6. Eduardo Vidal Proton pseudos 7. Sigmund Freud Emma “ ” 8. David Laznik Acerca de la “Señora Cácilie M.” 9. Sigmund Freud “Señora Cácilie M ” 10. Estela Eisenberg Melancolía: una tendencia a la desazón 11. Sigmund Freud Manuscrito K 3 5 PRESENTACION Los textos reunidos tienen un referente común, lo que hemos denominado “Primera clínica freudiana” Tres introducciones orientan la lectura en relación con los dos estudios sobre las neuropsicosis de defensa y con el caso de la “Señora Cácilie M ” “Hipótesis auxiliar: estructura y sujeto”, así como los trabajos “Proton pseudos” y “Melancolía: una tendencia a la desazón” rescatan la actualidad de esa primera clínica. La traducción de los textos freudianos seleccionados logra con Graciela Schvartz los matices propios del castellano y acentúa con el asesoramiento de Susana Goldmann la rigurosidad del original alemán. Para los alumnos que se acercan por primera vez a estos escritos, las notas de traducción que hemos colocado entre corchetes serán suficientes. Los que conocen la obra de Freud tendrán que tolerar, en cambio, las abundantes notas entre corchetes con articulaciones y comentarios que hemos producido. Ocurre que no podíamos dejar de comprometemos y tomar partido. De todas maneras, la división no es tan estricta. Las llaves y los corchetes no llegan a delimitar el intenso trabajo y discusión que hemos realizado en equipo. JCC 4 6 Hipótesis auxiliar: estructura y sujeto1 Juan Carlos Cosentino En 1894, tras el estudio minucioso de varios neuróticos afectados por fobias y representaciones obsesivo-compulsivas, Freud propone un intento de explicación de esos síntomas que, más tarde, le facilita el descubrimiento del origen de esas representaciones patológicas en otros casos nuevos y, por ese motivo, lo considera apto para su publicación y examen. El texto lleva por título: Las neuropsicosis de defensa2. Junto con esta «teoría psicológica», vía observación clínica, Freud se ve llevado a modificar la teoría de la histeria que hasta allí sostenía. Y esta rectificación reconoce un importante rasgo común a la histeria de conversión y a las neurosis mencionadas. Además, tiene oportunidad de captar el mecanismo psicológico de una forma de dolencia indudablemente psíquica llamada psicosis y, a raíz de ello, descubre un nexo inteligible entre esas psicosis y las dos neurosis ya indicadas. Como cierre pone de relieve una hipótesis auxiliar que ha utilizado en los tres casos: en la histeria de conversión, en la neurosis obsesiva y en la paranoia. 1. Hipótesis auxiliar Paralelamente, introduce las neurosis actuales. Y con algunos rasgos que comparte con las neurosis actuales y otros, con las de defensa, la melancolía. Así, en 1894, la clínica que Freud inventa se ordena entre las neuropsicosis de defensa, las neurosis actuales y la melancolía. Para esta primera ordenación construye una representación o hipótesis auxiliar. “En las funciones psíquicas es necesario distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene todas las características de una cantidad -aunque carezcamos de todo recurso para medirla-: algo (etwas) que es capaz de aumentar, disminuir, desplazarse y descargarse y que se expande por las huellas mnémicas de las representaciones tal como lo haría una carga eléctrica a través de la superficie de los cuerpos”3. Strachey la recorta pues se refiere a la noción de una cantidad desplazable. Pero al conectarla con la doctrina de la abreacción y con el principio de constancia -esta hipótesis, comenta Freud, “sustenta nuestra teoría de la abreacción”4- no preserva a la teoría freudiana de los atolladeros en que desembocan los modelos psicofisiológicos en relación con los afectos, la descarga y la tensión. Ello se debe a que Strachey no se pregunta en qué se sostiene la hipótesis auxiliar y apresura, en una sola dirección, sus conclusiones. Sostiene que, realizada la reacción no resuelta -antes de que Freud haya abandonado la hipnosis-, el afecto pierde intensidad y el recuerdo despojado de afecto cae con el tiempo en el olvido y sucumbe al desgaste. 1 Se reproduce con algunas modificaciones y agregados el capítulo 4 de Construcción de los conceptos freudianos, tomo I, Bs. As., Manantial, 1999. 2 Ver infra: S. Freud, Las neuropsicosis de defensa, en este volumen. 3 Idem. 4 Idem. Ver también J. C. Cosentino, Lo real en Freud: sueño, síntoma, transferencia, Manantial, Bs. As., 1992, págs. 11-21. 1 7 Que Strachey, al denominarla teoría de la investidura, la extienda a 1915, no cambia las cosas. Hay que leer la hipótesis auxiliar desde los textos de 1915 y, en particular, desde el fracaso de la represión. En 1915, la represión no tiene otro motivo ni propósito que evitar el displacer. De ahí que el destino del monto de afecto del representante importa mucho más que el destino de la representación. “Es el decisivo para nuestro juicio sobre el proceso represivo”5. Si una represión no consigue impedir que nazcan sensaciones de displacer o de angustia, entonces ha fracasado, aunque haya alcanzado su meta en el otro componente, la representación. Mientras esperamos a 1915, es posible utilizar esta hipótesis “en el mismo sentido en que los físicos recurren al supuesto del fluido eléctrico que corre”6. Vale decir, distinguir algo en la función psíquica con las propiedades de una cantidad no medible, que se desplaza -que transita- como monto de afecto o suma de excitación por las huellas mnémicas de las representaciones. Así, a fin de que el monto de afecto corra o se desplace por las huellas mnémicas, la representación auxiliar, para Freud, se sostiene en la separación entre la representación y la suma de excitación o monto de afecto: "La defensa contra la representación inconciliable se efectuaba a través de una separación entre ella y su afecto”. Una vez que se produce la separación entre la representación (R) y la suma de excitación (SE) o monto de afecto (MA), éste se puede desplazar entre las huellas mnémicas y así la representación inconciliable (RI) es reemplazada por la representación sustitutiva (RS), vale decir, por el síntoma (S). R RI RS === (separación) =>=>=> -------- -------- MA MA =>=>=> MA (desplazable) Sin separación no hay hipótesis auxiliar. A su vez esta separación, que consiste en “conseguir que la representación intensa se vuelva débil arrancando de ella el afecto, es decir, la suma de excitación que pesa sobre ella”7, conduce en otra dirección. Como ya observaremos, extendida a 1915 nos indicará, en la introducción a Lo inconsciente, “que lo reprimido -que se ha constituido- no recubre todo lo inconsciente”8. Ubicada en 1894 a partir de un proceso único -la separación entre la representación y su afecto-, nos permite diferenciar lo que ocurre en la histeria y en las representaciones ob sesi vo-compul si vas. En la histeria se vuelve inocua, no sin síntoma, la representación inconciliable, “al trasladar al cuerpo, transformándola”, no sin resto, la suma de excitación. De allí que "no 5 S. Freud, La represión, AE, XIV, pág. 148 (GW X, 256). Las remisiones corresponden, salvo aclaración, a O. C., Amorrortu editores (AE), Bs. As., 1978-85, y en idioma alemán a Gesammelte Werke (GW), Frankfurt am Main, Fischer Verlag, 1999. 6 Ver infra: S. Freud, Las neuropsicosis de defensa, en este volumen. 7 Idem. 8 S. Freud, Lo inconsciente, AE, XIV, pág. 161 (GW X, 264). 2 consideramos -señala Freud- como momento característico de la histeria la escisión de la conciencia sino la capacidad para la conversión"9. Elizabeth von R. mientras cuida a su padre enfermo, se increpa a sí misma con dureza porque ha pensado en un joven que le procuró una ligera impresión erótica. Luego, se presenta su síntoma de conversión: una particular forma de caminar, la parte superior del cuerpo ladeada hacia adelante. Dicho de otro modo, con la capacidad para la conversión se desliza otro nexo distinto a la escisión de conciencia: la escisión del sujeto por el inconsciente. Más allá del yo, el sujeto dividido por el síntoma de conversión, que supone, necesariamente, la disyunción entre la representación y su monto de afecto. En la neurosis obsesiva, ya que no está presente esa capacidad para la conversión, la suma de excitación liberada se adhiere a otras representaciones, en sí no inconciliables, que en virtud de ese “enlace equivocado” devienen representaciones compulsivas. No sin resto pues la fuente de la que proviene esa suma de excitación, que sostiene el enlace equivocado, no se inscribe en la representación. En 1915, esa libido definitivamente no disponible para el yo, consecuencia de la separación, posibilidad, a su vez, del desplazamiento de la investidura, apuntalará la represión, hará posible el retomo de lo reprimido y asegurará la sustitución. Pero es en la modalidad defensiva de la psicosis donde se afirma en el texto Las neuropsicosis de defensa, lo que funda, en estado práctico, esta hipótesis freudiana. Se trata de “otro modo de defensa, mucho más enérgico y efectivo, en el cual el yo rechaza {verwift) la representación intolerable junto con su afecto y procede como si la representación nunca hubiera llegado a él”10. Antes de que Freud se refiriera, en 1896, al mecanismo de la proyección y mucho antes de que lo abandone en el escrito sobre Schreber, este rechazo (Verwerfung) representación-suma-de-excitación supone que, en la psicosis, no se ha operado esta separación. Es decir, la psicosis de defensa nos indica que la hipótesis auxiliar se sostiene conceptualmente en la separación representación-monto-de-afecto. Sin separación no hay representación auxiliar, es decir, desplazamiento. La diferencia no deja dudas. En la neurosis, en la medida en que “la representación atenuada queda al margen de toda asociación dentro de la conciencia”11, el conflicto que se produce en el inicio deja una doble referencia: una marca -la representación debilitada- y un resto -el afecto que sostiene una conversión o una transposición-. En la psicosis, en cambio, el conflicto no deja marca alguna: la representación es rechazada o desestimada con su afecto. El contenido de una psicosis consiste en poner de relieve, en engrandecer alucinatoriamente “aquella representación que se vio conminada a través de la ocasión que 9 Ver infra: S. Freud, Las neuropsicosis de defensa, en este volumen. 10 Idem. 11 Idem. 3 9 llevó a la enfermedad12. No sólo “una represión es algo diverso de una Verwerfung”13 como escribe, mucho después, en el historial del Hombre de los lobos". Este rechazo no es sin consecuencias: no hay investidura desplazable de una representación a otra como sucede en la neurosis, pues en el lugar donde representación y afecto son rechazados en lo real -no hay marca-, se dejará oír alguna alucinación ocupando el lugar de lo que no tiene nombre. En la neurosis, a través del mecanismo de la defensa, hay producción de la representación inconciliable. La representación sexual se vuelve inconciliable después de haber encontrado una representación14 contradictoria con ella. En este encuentro opera la separación que hace posible la coordinación de la representación sexual con el afecto penoso y su transformación en representación inconciliable, que lleva, vía desplazamiento, a la conversión en la histeria y a la obsesión en la neurosis homónima. Se trata en ambas neurosis de la representación sustitutiva o del síntoma. RSEX RI (representación inconciliable) RS (representación sustitutiva) ====== (separación) =>------------------------------------- ----------------------------------- MA SE (suma de excitación) =>=> MA (monto de afecto) El contenido de una psicosis consiste en resaltar alucinatoriamente una representación que “se vio conminada”. Esa representación, de naturaleza sexual, no es alcanzada por el efecto de la defensa pues ha sido rechazada. De allí que el afecto penoso no se coordina con la representación sexual. Sólo se destaca la “representación conminada” cuando reaparece como alucinación, por su carácter penoso que, diferenciándola de la inconciliable, Freud la designa insoportable. La psicosis, en su desarrollo lógico, a pesar de que Freud parece hacerla coincidir en este punto con la neurosis, no alcanza la representación inconciliable. Ese inicial rechazo ('Verwerfung) que introduce se juega en ese tiempo anterior, allí donde no funcionó la separación, no dando lugar a la producción de una representación sexual inconciliable. La representación intimidada “a través de la ocasión de la enfermedad” supone que el sujeto “procede como si la representación nunca hubiera llegado a él”15. Así se comprende por qué la representación sexual no se ha transformado en inconciliable. Esta imposibilidad señala la ausencia de ese conflicto sexual doblemente traumático, que gobierna a la neurosis. Y de este modo, a falta de la inscripción, el trauma en la psicosis, no se inicia en ningún conflicto. Este trauma, que en la paranoia esta ligado a la alucinación de voces, supone el defecto de la inscripción y, a posteriori, como ocurre con El Hombre de 12 Idem. 13 S. Freud, De la historia de una neurosis infantil [el “Hombre de los Lobos”], AE; XVII, pág. 74 (GW XII, 111). 14 “La admisión de una nueva representación (admisión en el sentido de la creencia, atribución de realidad) depende de la índole y de la dirección de las representaciones ya reunidas en el interior del yo”. S. Freud, “Sobre la psicoterapia de la histeria”, en Estudios sobre la histeria, AE, II, pág. 276 (GW I, 269). 15 Ver infra: S. Freud, Las neuropsicosis de defensa, ob. cit., en este volumen. 4 10 los lobos cuando es tratado por Ruth Mack Brunswick (el mirar y el agujero en la nariz), la falla de la castración. A partir de ese proceso único que señalamos podemos diferenciar lo que ocurre, por una parte, en las neuropsicosis de defensa, por otra, en las neurosis actuales y, fuera de esa ordenación, en la melancolía. 2. Primera clínica freudiana I. Neuropsicosis de defensa: histeria de conversión, neurosis obsesiva, paranoia II. Neurosis actuales: neurastenia, neurosis de angustia: fobias ocasionales o típicas III. Melancolía Freud se confronta desde los inicios de su práctica con el problema de la angustia. Este fenómeno demasiado frecuente en la clínica lo lleva a separar la neurastenia de una neurosis independiente: la neurosis de angustia. Así, entre 1894 y 1895 distingue la neurosis de angustia de la neurastenia, y en ese mismo tiempo separa las obsesiones de las fobias. Unas y otras no pertenecen a la neurastenia propiamente dicha, como tampoco dependen de la “degeneración mental”. Se trata de neurosis separadas, de un mecanismo especial y de una aparente etiología diferente16. Freud sostiene su distinción en el fenómeno de la angustia, lo que le permite, al mismo tiempo, introducir la neurosis obsesiva. Mientras que en las fobias el “estado emotivo es siempre la angustia, en las verdaderas obsesiones puede ser, con igual derecho que la ansiedad, otro estado emotivo, como la duda, el remordimiento, la cólera”17. En la neurosis obsesiva “el estado emotivo se eterniza”, vale decir, permanece idéntico, en cambio, la idea asociada ya no es “la idea original”. Es sólo un sucedáneo, un sustituto de la idea sexual inconciliable “en relación con la etiología de la obsesión”. Este enlace equivocado entre el estado emotivo y la idea o representación asociada “explica el carácter absurdo propio de las obsesiones”18. Las fobias ocasionales: un miedo a condiciones especiales que no inspiran temor al hombre sano (por ejemplo, la agorafobia y las otras fobias de la locomoción), no son obsesivas como las verdaderas obsesiones y como las fobias comunes: un miedo exagerado a las cosas que todo el mundo aborrece o teme un poco (la noche, la soledad, la muerte, etc.). Con lo cual, a la especificidad de la angustia se agrega otra diferencia con las fobias que, en 1894, forman parte de la neurosis obsesiva. Las fobias ocasionales y la angustia que las acompaña no aparecen sino en situaciones especiales que se pueden evitar cuidadosamente. En la agorafobia: los lugares abiertos. En el texto Las neuropsicosis de defensa, las fobias y las representaciones obsesivas forman parte de la neurosis obsesiva y, además, para Freud, “existen fobias puramente 16 S. Freud, Obsesiones y fobias, A. E., III, pág. 75 (GW I, 345). 17 Idem. 18 Idem, 75-6 (345-6). 5 11 histéricas”19: las fobias traumáticas “pertenecen a los síntomas de la histeria”20. Aún las fobias comunes las ubica con las fobias de la neurosis obsesiva. A pesar de que todavía no ha definido la histeria de angustia, que formará parte de las psiconeurosis, “para el enlace secundario del afecto liberado -de las fobias comunes (neurosis obsesiva) como de las ocasionales (neurosis de angustia)- se puede aprovechar cualquier representación”. Así, “la angustia liberada -cuyo origen sexual no debe recordarse- se vuelve sobre las fobias primarias comunes del ser humano hacia algunos animales, las tormentas, la oscuridad, etc., o sobre cosas inequívocamente asociadas, de una u otra forma, con lo sexual, como orinar, defecar o, en general, ensuciarse y contagiarse”21. Las fobias, tanto las comunes como las ocasionales, incluyen una novedad: el objeto y su respectivo miedo. Y se presentan con un estatuto muy propio con respecto a la angustia, con la emergencia o advenimiento de un objeto que provoca miedo, como una manera de canalizarla: “El estado emotivo no aparece [...] sino en esas condiciones especiales que el enfermo evita cuidadosamente”. La segunda diferencia entre la angustia de la fobia y la compulsión de la neurosis obsesiva, en ese momento, se ubica en la etiología. Para llegar a la etiología parte del mecanismo. “El mecanismo de la fobia es totalmente diferente del de las obsesiones”22. El mecanismo de la sustitución no es válido para las fobias de la neurosis de angustia. No se observa, vía análisis, una idea inconciliable, que fue sustituida. Nunca se encuentra otra cosa que la angustia que no proviene de una representación reprimida y “que por una suerte de elección ha puesto en primer plano todas las ideas aptas para devenir objeto de una fobia”23. El enlace del afecto liberado (angustia) aprovecha cualquier representación, pero es secundario: el temor al caballo en el pequeño Hans. ? R (representación sustitutiva) EE/A (exceso económico/angustia) =>=> M (miedo) Vale decir, “la angustia se enlaza con un contenido de representación o de percepción -el estatuto del objeto: en el pequeño Hans, como indicamos, el caballo-, y el despertar de ese contenido psíquico es la condición fundamental para que aflore la angustia”24. Ahora bien, “el grupo de las fobias típicas (u ocasionales), entre las cuales la agorafobia es un arquetipo, no se deja reducir al mecanismo psíquico” de la histeria y de la neurosis obsesiva; “más bien, el mecanismo de la agorafobia se aparta en un punto 19 Ver infra: S. Freud, Las neuropsicosis de defensa, ob. cit., en este volumen. 20 S. Freud, Obsesiones, ob. cit., pág. 75 (345). 21 Ver infra: S. Freud, Las neuropsicosis de defensa, ob. cit., en este volumen. 22 S. Freud, Obsesiones, ob.cit., pág. 81 (351). 23 Idem. 24 S.Freud, A propósito de las críticas a la “neurosis de angustia”, AE., III, pág. 133 (GWI, 369). 6