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¿Por qué una ética mundial? PDF

189 Pages·2002·27.545 MB·Spanish
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HANS KUNG vv Religión y ética en tiempos de globalización Conversaciones con Jurgen Hoeren 9 Herder Hans Küng Por qué una ética mundial? Religión y ética en tiempos de globalización Conversaciones con Jürgen Hoeren Herder Versión castellana de Gilberto Canal Marcos de la obra de Hans Küng, Wozu Weltethos? Religión und Ethik in Zeiten der Globalisierung, Verlag Herder Freiburg im Breisgau. Diseño de la cubierta: Ambar Comunicació Visual © 799.3, Council for a Parliament ofthe World Religions, Chicago, por la Declaración Hacia una ética mundial, traducida al español por José María Bravo Navalpotro y publicada por la Editorial Trotta, Madrid © 2002, Verlag Herder Freiburg im Breisgau © 2002, Empresa Editorial Herder, S.A., Barcelona La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente. Imprenta: Reinbook, S.L. Depósito legal: B-33659-2002 Printed in Spain 1SBN: 84-254-2277-9 Herder Código catálogo: REL2277 Provenza, 388. 08025 Barcelona - Teléfono 93 476 26 26 - Fax 93 207 34 48 E-mail: [email protected] - http: // www.herder-sa.com ÍNDICE En lugar de un prólogo: Comunicado ante la Asamblea Plenaria de las Naciones Unidas ..................... 7 Pérdida del monopolio de las iglesias.......................................... 11 ¿No hay salvación fuera de la iglesia? ....................................... 21 Ética mundial, ¿una nueva religión mundial? ....................... 29 Ecumenismo........................................................................................ 35 El Papa y la ética mundial.............................................................. 39 Reconocimiento de la propia culpa ............................................ 45 El próximo papa ................................................................................ 51 ¿Un Concilio Vaticano Tercero?.................................................... 55 El islam misionero.............................................................................. 59 El 11 de septiembre de 2001 y sus consecuencias............... 71 El islam, ¿una religión agresiva?................................................. 77 Nostalgia de lideres religiosos ...................................................... 83 Las religiones y la paz...................................................................... 93 El poder de la oración ......................................................................101 Competencia científica......................................................................113 Globalización........................................................................................119 BudayJesús ......................................................................................125 El cristianismo, motor del diálogo ...............................................133 Fanatismo religioso...........................................................................137 Veracidad y mentira .........................................................................143 Iglesia del futuro................................................................................151 El caso peculiar de China .............................................................. 155 Ética mundial y derechos humanos............................................165 Bibliografía ...........................................................................................181 Apéndice: Hacia una ética mundial: una declaración inicial (1993) ................................................................................. 183 t En lugar de un prólogo Comunicado ante la Asamblea Plenaria $ d-e las Naciones Unidas Ante los errores y extravíos actuales, son muchos los que se preguntan: ¿Va el siglo xxi a ser realmente me­ jor que el siglo xx, lleno de guerras y violencia? Lograremos de verdad un nuevo, un mejor orden mundial? En el si­ glo XX perdimos tres ocasiones para crear un nuevo orden mundial: - En 1918, después de la Primera Guerra Mundial, por culpa de la «política real» europea. - En 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, por culpa del estalinismo. - En 1989, después de la reunificación alemana y de la Guerra del Golfo, por culpa de una falta de visión. Aquí proponemos la visión de un nuevo paradigma de relaciones internacionales, que también requiere nuevos actores en la escena global. En nuestros días aparecen de nuevo las religiones como actores en la política mundial. Cierto que, con demasia­ da frecuencia en el curso de la historia, las religiones han mostrado su lado perturbador. Ellas han inspirado y legi­ timado odio, enemistad, violencia e incluso guerras. Pero también han inspirado y legitimado en muchos casos com­ prensión, reconciliación, colaboración y paz. En los últi­ mos decenios han surgido en todas las partes del mundo crecientes iniciativas de diálogo interreligioso y de cola­ boración de las religiones. — 7 - En este diálogo, redescubrieron las religiones del mun­ do que sus afirmaciones éticas fundamentales apoyan y profundizan los valores éticos seculares que contiene la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En el Parlamento de las Religiones del Mundo de 1993, en Chicago, manifestaron más de 200 hombres y mujeres representantes de todas las grandes religiones del mun­ do, por primera vez en la historia, su consenso sobre algu­ nos valores, actitudes y modelos éticos comunes como base para una ética mundial, que luego fueron asumidos en el informe de nuestro grupo de expertos para el secre­ tario general y la Asamblea Plenaria de las Naciones Unidas. ¿Cuál es esa base para una ética mundial, sus­ ceptible de ser compartida por las personas de todas las grandes religiones y tradiciones éticas? En primer lugar, el principio de humanidad: «Todo hom­ bre -varón o mujer, blanco o de color, rico o pobre, joven o viejo- debe ser tratado humanamente». Esto se expre­ sa con mayor claridad aun en la Regla de Oro de la reci­ procidad: «Lo que no quieras que te hagan a ti, no se lo impongas a otro». Estos principios se desarrollan en cua­ tro ámbitos centrales de la vida, y llaman a cada hombre, cada institución y cada nación a asumir su propia res­ ponsabilidad: - a favor de una cultura de la no violencia y del res­ peto a toda vida, - a favor de una cultura de la solidaridad y del orden económico justo, - a favor de una cultura de la tolerancia y de una vida veraz, - a favor de una cultura de la igualdad y la colabora­ ción entre hombre y mujer. Precisamente en la era de la globalización es absolu­ tamente necesaria esta ética global. Sin duda, la globa­ lización de la economía, la tecnología y la comunicación lleva consigo una globalización de problemas a escala -8- mundial que amenaza con someternos: problemas medio­ ambientales, de tecnología atómica y de tecnología ge­ nética, pero también globalización del crimen y del terro­ rismo. En esta clase de tiempos es urgente necesidad que la globalización de la economía, de la tecnología y de la comunicación vaya acompañada por una globalización de la ética. En otras palabras: la globalización requiere una ética global* pero no como lastre complementario, sino como principio y ayuda para el hombre, para la sociedad civil. Algunos politólogos pronostican para el siglo XXI un «choque de culturas». Aquí proponemos, por el contrario, una visión de futuro de talante muy distinto; pero en modo alguno un simple ideal optimista, sino una realista visión de esperanza: las religiones y culturas del mundo, en co­ laboración con todos los hombres de buena voluntad, pue­ den ayudar a evitar ese choque, siempre naturalmente que lleven a la práctica las siguientes iniciativas: No habrá paz entre las naciones sin paz entre las re­ ligiones. No habrá paz entre las religiones sin diálogo de las religiones. No habrá diálogo de las religiones sin estándares éti­ cos globales. No habrá en nuestro Globo supervivencia en paz y justicia sin un nuevo paradigma de relaciones interna­ cionales basadas en estándares éticos globales. Hans Küng Nueva York, 9 de noviembre de 2001 -9- Pérdida del monopolio de las iglesias I * Profesor Küng, cada año cientos de miles de personas aban­ donan en Alemania la iglesia evangélica y la católica. Crece al mismo tiempo el interés por la religión, y especialmen­ te por las grandes religiones no cristianas. ¿Se están hun­ diendo en una crisis las confesiones cristianas, mientras que florece la religión en sí misma? Evidentemente: las iglesias han perdido el monopolio sobre la religión. Y esto es especialmente cierto con respecto a Alemania, donde las iglesias oficiales, tanto la católica como evangélica, se han aislado automáticamente, ampa­ radas en el derecho eclesiástico del Estado y en el impues­ to eclesiástico. En los países de la Alemania Oriental se desperdiciaron además, después del cambio, otras opor­ tunidades: se cuidaron muy escasamente las nuevas re­ laciones con los «no creyentes», al mismo tiempo que se retrocedía otra vez a posiciones y estructuras ortodo­ xas; la iglesia se mostraba poco hospitalaria con res­ pecto a quienes representaban «otro pensamiento». Pero también escaseaban en la parte occidental ejemplos posi­ tivos y alternativos sobre eventuales formas distintas de actuación. Por otra parte, el mundo en su conjunto ha entrado en una nueva constelación que plantea grandes problemas, incluso para la iglesia de funcionamiento correcto: secu­ larización, individualismo, pluralismo, globalización. La presencia de las grandes religiones del mundo no es ya únicamente lejana, como en otros tiempos cuando casi - 11 - la única forma de conocerlas eran los viajes. Ahora tienen seguidores en nuestros países y se hallan constantemente presentes en nuestros medios de comunicación. En medio de nuestra sociedad existe ahora un nuevo conglomera­ do de religiosidad, de esoterismo y de los más variados movimientos religiosos. Personalmente, califico a este fe­ nómeno como religiosidad que vagabundea libremente, una vez que, falta de un hogar en las grandes iglesias, se sitúa en cualquier parte, con frecuencia de un modo totalmente arbitrario. Cuando preguntamos a algunas personas por qué pertenecen a este o a aquel grupo reli­ gioso, no es raro escuchar como respuesta: «Un día me encontré a uno en el tren», o «me empujó a ello mi amigo o mi amiga», o «leí este o aquel libro». Lo que hoy se cree y es materia de práctica religiosa se halla determinado por muchos factores subjetivos y depende con frecuencia de este tipo de relaciones muy personales. ¿Por qué en la actualidad se halla el cristianismo en Europa cabalmente en crisis? ¿Es que no ha seguido el cris­ tianismo los pasos de la modernidad? Pregunta demasiado compleja como para poderla con­ testar con brevedad. En la historia de la humanidad, al menos desde la alta Edad Media, Europa se ha hallado en la cumbre en cuanto a desarrollo. En la Edad Media temprana, esta función la cumplía aún el islam, pero des­ de entonces ha ido pasando cada vez más al mundo de sello cristiano. No es casualidad que se hable de Edad Media cristiana. Pero Europa ha vivido luego la Reforma, que, pese a todas las dificultades y divisiones, ha supues­ to un enorme enriquecimiento para el futuro desarrollo. Esto es particularmente patente en comparación con el islam, que no cuenta con ninguna reforma, o en com­ paración con el judaismo, que sólo ha realizado una reforma, fruto de la Ilustración, en el llamado judaismo -12- reformado del siglo xix. El cristianismo, a causa de este doble cambio de paradigma, ha afrontado problemas, al menos parcialmente, pendientes todavía de solución en el islam o en las otras grandes religiones. La modernidad, que es también, aunque no sólo, un producto de la Reforma, no es fruto directo de estas reli­ giones, sino más bien indirecto como resultado de la nue­ va filosofía, *ie lás ciencias de la naturaleza, de la teoría de la sociedad y del Estado, que al principio conmocionó también fuertemente al cristianismo, el cual se posicionó por desgracia ampliamente contra todas estas fuerzas. Descartes -prototipo del pensador moderno- no era en modo alguno un hombre irreligioso. Hasta cabría pen­ sar que él habría podido ayudar al cristianismo a supe­ rar su crisis. Como es sabido, el cardenal Bérulle le pidió expresamente que elaborara una nueva filosofía univer­ sal, capaz de servir de ayuda al cristianismo. Tampoco el mismo Galileo Galilei era un hombre antieclesiástico, pero fue arrastrado por la Inquisición a un claro enfrentamiento que concluyó en su condena. Y muchos ideales de la nue­ va concepción del Estado de ningún modo eran anticris­ tianos en su punto de partida. Incluso las palabras «liber­ tad, igualdad, fraternidad» habrían podido entenderse como originarias palabras cristianas. Al principio de la Revolución Francesa, existían también en el clero ten­ dencias a interpretar aquellos ideales a partir del cristia­ nismo. Estoy pensando, por ejemplo, en la gran figura del abbé Henrí-Baptiste Grégoire, que en la Asamblea Nacional se manifestó, entre otras cosas, a favor de una declara­ ción de deberes humanos al lado de la Declaración de los Derechos del Hombre, ¡y cuyos restos mortales fueron trasladados al Panteón bajo el mandato de Frangois Mitterrand! Grégoire era entonces presidente de la Asamblea Constituyente y, en su calidad de obispo, jefe espiritual de la llamada iglesia constitucional. Pero he aquí un síntoma de la posición católica adversa a la -13-

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