ÍNDICE Portada Citas Introducción 1. De una guerra a otra El precio de la derrota: el castigo de los dirigentes Las consecuencias de la derrota: los sufrimientos de la población civil Los primeros pasos de la paz: Yalta y Potsdam Los orígenes del enfrentamiento: los proyectos norteamericano y soviético El nuevo mapa europeo El camino hacia la guerra fría Las primeras batallas La situación de Europa y el Plan Marshall La creación de una nueva estructura de defensa La crisis de Berlín y el nacimiento de la OTAN 2. La primera fase de la guerra fría (1949-1953) La guerra fría como instrumento de control social El pánico rojo en los Estados Unidos El caso Alger Hiss El apogeo de la caza de brujas: el macartismo La persecución del enemigo interior en el bando soviético La guerra fría cultural 3. Asia: la destrucción de los imperios La ocupación de Japón Guerra civil y revolución en China La destrucción de los imperios El abandono de la India Las reconquistas frustradas: Indonesia La guerra de Corea Las reconquistas frustradas: Indochina La colonia salvada: Malasia La cuestión de Palestina y el ascenso del nacionalismo árabe 4. Una coexistencia armada (1953-1960) La muerte de Stalin Los herederos del imperio La presidencia de Eisenhower Las negociaciones de paz y de desarme Las operaciones encubiertas: Irán Las operaciones encubiertas: Guatemala y Cuba La crisis de 1956: Hungría La crisis de 1956: Suez La doctrina Eisenhower y los problemas del Oriente Próximo El proyecto político y social de Jrushchov El fin de un proyecto de coexistencia pacífica Los años finales del mandato de Eisenhower 5. La escalada (1960-1968) John F. Kennedy El cerco a Cuba La cuestión de Berlín Una nueva política de defensa La crisis de los misiles cubanos La lucha por los derechos civiles La tragedia de Vietnam Las dificultades de la distensión El asesinato La caída de Jrushchov La presidencia de Johnson El trágico verano de 1964 La «Gran sociedad» La guerra de los Seis Días La escalada en Vietnam El fin de la presidencia de Johnson 6. África: el «viento del cambio» Las primeras independencias La guerra de Argelia Los antecedentes de la independencia del África Subsahariana El modelo británico: las independencias controladas El modelo francés: la Françafrique El Congo belga Las colonias portuguesas Los conflictos étnicos El régimen de apartheid en África del Sur 7. Las revoluciones frustradas de los años sesenta La revolución de los estudiantes La lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos El comienzo de la era Brézhnev y la primavera de Praga La revolución cultural de los sesenta 8. La guerra fría en Asia El fracaso de la utopía maoísta Indonesia: la dictadura de Suharto La «revolución cultural» china India y Pakistán: la crisis de 1971 y la emergencia El milagro asiático: Japón y los «cuatro tigres» China: el reflujo (1968-1976) 9. La distensión (1969-1976) Richard M. Nixon Los problemas internos: crisis económica e inquietud social La distensión y la «doctrina Nixon» La aproximación a China El fin de la guerra de Vietnam Watergate La guerra del Yom Kippur La caída de Nixon Oriente Próximo después de la «guerra de octubre» 10. La guerra fría en América Latina Las guerras de América Central México: el precio de la estabilidad Los países andinos Economía política de la droga Las dictaduras del Cono Sur Brasil Uruguay Chile Argentina El fracaso del centrismo El giro a la izquierda 11. Los años setenta: el inicio de la «gran divergencia» En el inicio de la «gran divergencia» Gerald Ford La presidencia de Carter Una nueva política exterior Crisis de la economía e involución social La revolución iraní Afganistán La reactivación de la guerra fría El fin de la era Brézhnev 12. La contrarrevolución conservadora Ronald Reagan Reaganomics Las últimas batallas de la guerra fría La tragedia del Líbano Las operaciones encubiertas La guerra entre Irak e Irán La Operación Irán-contra La trampa afgana El terrorismo norteamericano La Europa del desencanto 13. El fin del «socialismo realmente existente» La conversión de Ronald Reagan Gorbachov y la política de desarme La crisis soviética El hundimiento del sistema «socialista» La caída del muro de Berlín La crisis de las «democracias populares» La capitulación La disolución de la Unión Soviética 14. La tragedia de África Los años de la ilusión industrial El fracaso de los socialismos africanos La crisis económica y la tutela del FMI La internacional humanitaria Los «estados fallidos» Angola: la última batalla africana de la guerra fría La corrupción La gran guerra de África Central Las guerras de la cuenca del Nilo Un nuevo reparto de África 15. El nuevo rumbo de la guerra fría La presidencia de G. H. W. Bush La invasión de Panamá La primera guerra del Golfo El final de la presidencia de Bush Bill Clinton La política internacional La destrucción de Yugoslavia La invención de la «guerra contra el terror» Clinton y la cuestión de Palestina La nueva Rusia Las crisis económicas de fin de siglo 16. El nuevo imperio norteamericano El nuevo proyecto imperial La presidencia de G. W. Bush Los atentados del 11 de septiembre La «guerra contra el terror» La invención de la guerra de Irak La guerra después de la guerra El precio de la guerra Irak: final y balance La presidencia de Obama 17. El siglo de Asia Las «décadas perdidas» de Japón Los tigres: la crisis de un modelo de crecimiento Las reformas de Deng Xiaoping y el auge de China Un progreso amenazado: India Pakistán y Afganistán: la guerra perpetua Las repúblicas post-soviéticas La situación en el Oriente Próximo La «primavera árabe» de 2011 18. Una crisis global La quiebra del sistema financiero La otra cara de la crisis: la lucha por la tierra y por los alimentos 19. Al final del recorrido: el triunfo del capitalismo realmente existente Notas bibliográficas Notas Créditos Porque sabéis tan bien como nosotros que la cuestión de la justicia, tal como van las cosas en este mundo, se plantea entre los que son iguales en poder, mientras que los fuertes hacen lo que pueden y los débiles sufren lo que deben. (...) Estamos aquí por el bien de nuestro imperio y lo que os vamos a decir es para la salvación de vuestro país, porque queremos ejercer nuestro dominio sin causar ningún trastorno y que os salvéis, tanto por vuestro interés como por el nuestro. T , Historia de la guerra del Peloponeso, v, 17. UCÍDIDES ¿A quién le pediremos cuentas, qué tribunal podría purgar la podredumbre de la historia? J M C B , «Documental», de Pliegos de cordel, 1963. OSÉ ANUEL ABALLERO ONALD INTRODUCCIÓN Este libro tiene su origen en una preocupación personal. Su autor tenía 14 años cuando terminó la segunda guerra mundial y creció con la esperanza de que se cumplieran las promesas que habían hecho en 1941, en la Carta del Atlántico, los que iban a resultar vencedores en la lucha contra el fascismo, en un programa en que nos garantizaban, entre otras cosas, «el derecho que tienen todos los pueblos a escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir» y una paz que había de proporcionar «a todos los hombres de todos los países una existencia libre, sin miedo ni pobreza». Cuando se han cumplido ya setenta años de aquellas promesas la frustración no puede ser mayor. No hay paz —Irak, Afganistán, Libia o Darfur dan testimonio de ello—, la extensión de la democracia es poco más que una apariencia, y en algunos lugares ni siquiera esto, como lo demuestra la frecuencia con que los derechos humanos son vulnerados, en un registro que va desde la existencia de millones de trabajadores forzados hasta extremos como el del canibalismo de que son víctimas los pigmeos bambuti del Congo.[1] Y, lejos de la prosperidad global que se nos anunciaba, vivimos en un mundo más desigual, puesto que la divergencia entre los niveles de vida de los países desarrollados y los de aquellos que se acostumbraba a denominar «en vías de desarrollo», lo cual parece hoy un sarcasmo, no solo es mayor ahora que en 1945 —lo que implica que la globalización ha actuado como un factor de empobrecimiento relativo— sino que sigue aumentando día a día. La pobreza no solo no ha desaparecido en la actualidad, sino que se ve todavía agravada por el encarecimiento de los alimentos, en un mundo que no consigue evitar que centenares de miles de seres humanos, en especial niños, sigan muriendo de hambre cada año. Era lógico que me sintiera engañado y con derecho a preguntar por las causas de este fracaso, y mi oficio de historiador me llevó a hacerlo en la forma propia de mi trabajo: el estudio de lo sucedido en estos años, que vienen a coincidir en gran medida con lo que se suele llamar la guerra fría, algo que la Wikipedia, reproduciendo una visión generalmente aceptada, define como el «enfrentamiento político, ideológico, económico, tecnológico y militar entre los bloques occidental-capitalista, liderado por los Estados Unidos, y oriental- comunista, liderado por la Unión Soviética». Un enfrentamiento que desde el bando dirigido por los Estados Unidos, que fue finalmente el de los vencedores, se definía como un combate por las libertades individuales y el gobierno democrático contra el totalitarismo soviético. Mientras el bando de los perdedores lo presentaba, en contrapartida, como la lucha por un proyecto de sociedad socialista igualitaria contra la opresión del imperialismo capitalista. Muy pronto me pude dar cuenta de que algunas cosas no encajaban bien en este esquema. Para empezar, de acuerdo con la visión establecida la guerra fría empezó en marzo de 1947, cuando el presidente norteamericano Truman enunció la doctrina que proclamaba la confrontación total contra el comunismo, y concluyó en diciembre de 1991, cuando culminó el proceso de disolución de la URSS. A partir de esta fecha no existía ya el enemigo que justificaba la existencia misma de tal guerra; el nuevo enfrentamiento, definido de manera muy confusa como la «guerra contra el terror», iba a tardar diez años en ofrecer un nuevo pretexto bélico. Pero aunque no hubiese enemigo identificable, tampoco hubo paz en estos años. «Comenzó entonces a circular por Washington todo tipo de insensata charlatanería acerca de una supremacía global permanente y del propósito de alcanzar la plenitud de la historia en el modo de vida norteamericano.»[2] La dinámica del uso del poder a escala internacional, incluyendo las intervenciones militares, permaneció activa. Y mientras la organización del pacto de Varsovia, que aseguraba la coordinación de las fuerzas armadas del bando soviético, se disolvía en 1991, como era lógico, la entidad correspondiente en el bando dirigido por los norteamericanos, la OTAN, siguió y sigue aún hoy en pleno funcionamiento, lo cual viene a significar que sus objetivos iban más allá de la defensa del «mundo libre» contra una amenaza global comunista que hace veinte años que desapareció. La nueva situación, en que la OTAN protagonizó actos como los bombardeos en masa de Yugoslavia y sigue hoy con la intervención armada en Afganistán o en Libia, obliga a plantear una serie de reflexiones acerca de su naturaleza y de sus objetivos.[3] Cuando se comienza a ahondar un poco más en el conocimiento de estos años se van encontrando una serie de documentos y testimonios que cuentan otra cosa, y que mueven a pensar que el objetivo fundamental de la guerra fría fue en realidad, por una y otra parte, el de asegurar y extender a escala mundial un determinado orden político, económico y social, disfrazándolo como un combate entre «el mundo libre» y el «socialismo». En el bando encabezado por los Estados Unidos ese orden aparece definido en los primeros planteamientos de Truman como «el modo de vida americano» (lo que tanto en Truman como en su sucesor, Eisenhower, aparece ligado a la religión; el enemigo es «el comunismo ateo»), mientras después, y de manera más consistente, se define como el «sistema de libre empresa». Nunca se ha empleado, en cambio, el término «capitalismo», que era el que usaban para definirlo sus enemigos del llamado bando socialista. Incluso hoy, al cabo de tantos años de acabada la guerra fría, se mantiene el tabú: en marzo de 2010 el Departamento de Educación del Estado de Texas proponía que en los libros de texto se usase la expresión «sistema de libre empresa», porque consideraba que el término «capitalismo» tiene connotaciones negativas.[4] Desde el primer momento estuvo claro que para asegurar el funcionamiento de este sistema se precisaba mantener un clima de estabilidad política internacional bajo una hegemonía norteamericana. George Kennan, uno de los padres de la guerra fría, expresó uno de los condicionamientos fundamentales de esta necesidad en un documento interno de febrero de 1948: «Tenemos alrededor del 50 por ciento de la riqueza del mundo, pero solo el 6,3 por ciento de su población (...). En esta situación no podemos evitar ser objeto de envidia y resentimiento. Nuestra tarea real en el período que se aproxima es la de diseñar una pauta de relaciones que nos permita mantener esta posición de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional».[5] El problema, está claro, iba más allá de la seguridad, para incluir, como dice Kennan, la conservación de «esta posición de disparidad». Este aspecto condicionaba la pauta de las relaciones que había que establecer con el resto del mundo. Como dijo Eisenhower en su discurso de toma de posesión de la presidencia, el 20 de enero de 1953: «Pese a nuestra fuerza material, incluso nosotros necesitamos mercados en el resto del mundo para los excedentes de nuestras explotaciones agrícolas y de nuestras fábricas. Del mismo modo, necesitamos, para estas mismas explotaciones y fábricas, materias vitales y productos de tierras distantes». Este sistema de intercambios debía basarse en la unidad de «todos los pueblos libres», a lo que se añadía que «para producir esta unidad (...) el destino ha echado sobre nuestro país la responsabilidad del liderazgo del mundo libre». Esta del liderazgo universal es una idea que ha recorrido la política norteamericana desde 1945 hasta la actualidad. Lo dijo con toda claridad el secretario de Defensa, Robert McNamara, en un memorándum destinado al presidente Johnson, en que afirmaba su convicción de que la función dirigente
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